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—Pero… no pueden divorciarse —dijo Caleb— ¿Van a hacer eso de separar la<br />
casa con distintos códigos postales?<br />
Los puros nunca se divorciaban. Creían que sus parejas estaban predestinadas<br />
por los dioses. Yo siempre he pensado que todo eso era una mierda, pero eso del «no<br />
divorcio» explicaba por qué tantos tenían aventuras.<br />
—Eh... no —dije—. Mamá… no ha sobrevivido ahí fuera.<br />
Caleb se quedó boquiabierto.<br />
—Oh, dios. Lo siento.<br />
Me forcé a encogerme de hombros.<br />
—No pasa nada.<br />
—¿Qué le ha pasado? —preguntó Jackson, con tan poco tacto como siempre.<br />
Respiré profundamente, y decidí contarles la verdad.<br />
—Un daimon la atrapó.<br />
Eso llevó a otra ronda de preguntas, a las que respondí con la verdad. Sus caras<br />
reflejaban horror y emoción cuando llegué a la parte en que peleé y maté a dos de los<br />
daimons. Hasta Jackson parecía impresionado. Ninguno de ellos había visto a un daimon<br />
en la vida real.<br />
No entré en detalles sobre mi encuentro con Marcus, pero les dije que mi verano<br />
no iba a ser todo diversión y juegos. Cuando mencioné que iba a entrenarme con Aiden,<br />
se oyó un quejido colectivo.<br />
—¿Qué? —miré a todo el grupo.<br />
Caleb quitó las piernas de mi regazo y se levantó.<br />
—Aiden es uno de los más duros—<br />
—Bruscos —añadió Jackson solemnemente.<br />
—Mezquinos —dijo una mestiza con el pelo marrón muy corto. Creo que se llamaba<br />
Elena.<br />
Un malestar recorrió mi cuerpo. ¿Dónde me había metido al juntarme con él? Y<br />
aún no habían acabado con las descripciones.<br />
—Fuertes —añadió otro chico.<br />
Elena miró por la habitación, con una medio sonrisa.<br />
—Sexys.<br />
Hubo una serie de suspiros entre las chicas, pero Caleb frunció el ceño.<br />
—Esa no es la cuestión. Tío, es una bestia. Ni siquiera es un Instructor. Es un Centinela<br />
puro y duro.<br />
—Las últimas clases que se iban a graduar fueron asignadas a su área —Jackson<br />
sacudió la cabeza—. Ni siquiera es un Guía, pero eliminó a más de la mitad de ellos y<br />
los devolvió como Guardias.<br />
—Oh —me encogí de hombros. Tampoco sonaba tan mal. Estaba a punto de decir<br />
esto cuando una nueva voz interrumpió.<br />
—Anda, mira quién ha vuelto. Si es nuestra única e inimitable chica sin estudios<br />
—dijo Lea Samos alargando las palabras.<br />
Cerré los ojos y conté hasta diez. Lo dejé en cinco.<br />
—¿Te has perdido, Lea? Aquí no es donde regalan los test de embarazo.<br />
—Oh, tío —Caleb se movió hasta detrás del sofá, quitándose de en medio. No le<br />
culpé. Lea y yo teníamos una historia legendaria. Los informes que Marcus había mencionado<br />
acerca de peleas solían involucrar a Lea. Se rió con esa risa ronca y gutural a la