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<strong>Balance</strong> energético atmosférico en <strong>ciudades</strong>: Propuesta metodológica para México 11<br />
En los ambientes urbanos se genera una capa intermedia entre la capa límite superficial y<br />
la capa límite planetaria, la capa límite urbana, mientras que en el ámbito rural, es la capa<br />
límite rural, que es de menor altura que la que se genera en el ámbito urbano. Se observa<br />
también que la ciudad le transfiere al aire ciertas propiedades (partículas contaminantes,<br />
calor sensible, etc.), que viajan en forma de pluma viento abajo.<br />
Algo fundamental a la noción de escala es la distinción entre la capa de dosel urbano, y la<br />
capa límite urbana. Esta distinción, originalmente se aplicó a las islas urbanas de calor<br />
(Oke, 1976). En la capa de dosel urbano (aproximadamente del suelo al nivel del techo de<br />
las construcciones), los procesos de flujo de aire y de intercambio de energía están<br />
controlados por características y procesos de microescala, específicos del lugar; esta capa,<br />
dice Oke, op. cit. (1987), es más claramente delineada en áreas de alta densidad de<br />
construcción, y puede ser discontinua, o estar ausente en áreas suburbanas con menor<br />
densidad de desarrollo. La capa límite urbana, por arriba del nivel de los techos, en<br />
contraste, es aquella parte de la capa límite planetaria cuyas características son afectadas<br />
por la presencia de la superficie urbana (o sus zonas de uso del suelo) y es un fenómeno de<br />
escala local a mesoescala, controlada por procesos que operan a escalas temporales y<br />
espaciales más grandes.<br />
Por lo mencionado se observa que el concepto de escala es esencial para entender el modo<br />
en que los elementos de la superficie urbana interactúan con las capas atmosféricas<br />
adyacentes; por tanto, la definición de esta superficie, donde la partición de energía toma<br />
lugar, es uno de los problemas fundamentales de estudios de balance de energía en áreas<br />
urbanas. Un edificio individual, por ejemplo, se compone de techo y paredes, cuya<br />
exposición a la radiación solar, intercambio de radiación de onda larga y ventilación, varía<br />
en el tiempo (por ejemplo Arnfield, 1984, 2000; Paterson y Apelt, 1989; Verseghy y<br />
Munro, 1989a, 1989b). Las superficies horizontales a nivel de suelo son un mosaico de<br />
elementos, tal como los jardines y campos de césped, zonas pavimentadas y lotes baldíos,<br />
con contrastantes propiedades radiativas, térmicas, de humedad y aerodinámicas. Estos<br />
diferentes elementos de superficie poseen diversos balances energéticos que generan<br />
contrastes en las características superficiales (por ejemplo, la temperatura de la "piel" de<br />
superficie), y dan lugar a interacciones mutuas de intercambio radiativo y advección de