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VE-35 OCTUBRE

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Número <strong>35</strong> - Octubre 2017


© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />

o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Portada: This autumn – Alessia Izzo (Italia)<br />

https://alessia-izzo.deviantart.com/<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Descarga este número de la revista (formato PDF - 5.24 MB):<br />

http://www.mediafire.com/file/docrbm193acboui/<strong>VE</strong>-<strong>35</strong>+<strong>OCTUBRE</strong>.pdf


Índice<br />

Otoño de concursos (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

II Concurso de relatos La radio en Colectivo - <strong>VE</strong> Pág. 2<br />

Albura (Aldana Giménez) Pág. 5<br />

Una profesión de riesgo (Lu Hoyos) Pág. 7<br />

Laberinto (Mirta Calabrese) Pág. 11<br />

Tierra mojada (Carmen Fabiá) Pág. 13<br />

No hay ponzoña entre pinos (Luis M. Martín) Pág. 15<br />

Toxicidad (Jorge Zarco) Pág. 17<br />

Encajes azules (M.Luisa Pérez) Pág. 21<br />

La cabaña (Luis Molina) Pág. 23<br />

En paz (Benjamín Blanch) Pág. 27<br />

Recuerdo de una torre abolida (Cristina Cifuentes) Pág. 29<br />

El extraño insidioso (Manuel Serrano) Pág. 31<br />

Deseo (Pilar Alejos) Pág. 33<br />

Posdata a un madrigal (Vivian Rodríguez) Pág. <strong>35</strong><br />

Adelina y el viejo profesor de Literatura (Ángeles Peiró) Pág. 37<br />

Vacío (Malén Carrillo) Pág. 41<br />

El libro (Vicente Montemayor) Pág. 43<br />

Exilios (Manoli Vicente) Pág. 45<br />

Latido inverso (M.Belén Mateos) Pág. 47<br />

Pedalea (Esther Moreno) Pág. 49<br />

Inquietudes (Isabel Sifre) Pág. 51<br />

Last Dance (Marisa Martínez) Pág. 53<br />

Palabras de cristal (Juan A. Martínez) Pág. 55<br />

Elvis (Susana Gisbert) Pág. 59


Déjà vu (Inmaculada Sastre) Pág. 63<br />

Conversación entre madre e hija (M.Gracia Scelfo) Pág. 65<br />

El hombre simple (Rafael Blasco) Pág. 67<br />

Aula virtual (Aurora Losa) Pág. 71<br />

Qualsevol dia (Rafa Sastre) Pág. 73<br />

Concurso Relato Rápido Novembre Negre 2017 Pág. 74<br />

II Concurso de Relato Rápido <strong>VE</strong> - Crónica Pág. 76<br />

Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 81<br />

Nuestros libros Pág. 82<br />

Palabras en la basura Pág. 84<br />

Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 85<br />

Valencia Escribe en las redes Pág. 86<br />

La foto de Miguel Pág. 88


Otoño de concursos<br />

Hola de nuevo, amigos. A la chita callando y como sin querer,<br />

nos cae encima otro otoño de hojas muertas, que para nuestros<br />

estimados del hemisferio sur se tiñe con los colores de las primeras<br />

flores. Como estoy un poco loco, no me hagáis demasiado caso si<br />

confieso que creo que cada estación existe por algo concreto: la<br />

primavera, para amar; el verano, para viajar; el invierno, para<br />

descansar. Pero, ¿y el otoño? Bajo mi personal opinión, el otoño está<br />

hecho para escribir.<br />

¿Qué mejor oportunidad de dar rienda suelta a esas historias<br />

—reales o ficticias— que llevamos dentro, que participar en nuestra<br />

revista y en cualquiera de nuestros concursos? Os animamos a seguir<br />

haciéndolo. Ahora mismo tenemos abiertas tres convocatorias:<br />

II Concurso de microrrelatos «La Radio en Colectivo / Valencia<br />

Escribe» - Convocatoria mensual (envío por correo electrónico)<br />

II Concurso de relato rápido negro «Novembre Negre», convocado<br />

conjuntamente con Ágora Puerto Cultural y Marian Creación<br />

Literaria. A celebrar presencialmente el sábado 4 de<br />

noviembre, en el Puerto de Sagunto.<br />

«Los cuentos de las estaciones», en exclusiva para los miembros<br />

del grupo de Facebook Amigos de Valencia Escribe. Ya está en<br />

marcha, el envío es por correo electrónico y los cuentos<br />

seleccionados... ¡aparecerán en nuestro próximo libro!<br />

Las bases de los dos primeros certámenes las encontraréis en las<br />

páginas de esta revista; las del tercero, como publicación marcada en<br />

el grupo de Facebook indicado, al que se accede por invitación que,<br />

quien lo desee, puede solicitar a alguno de sus miembros.<br />

Y ya sabéis: pase lo que pase, pese a quien le pese, sed muy felices.<br />

Rafa Sastre<br />

1


II Concurso de microrrelatos<br />

«La Radio En Colectivo/Valencia Escribe»<br />

El programa La Radio En Colectivo, de Mislata Radio, con la<br />

colaboración de Valencia Escribe, y el fin de fomentar la creatividad<br />

literaria y difundir el género del microrrelato, convocan el II Concurso<br />

de Microrrelatos.<br />

La presentación a este certamen implica la aceptación de las siguientes<br />

bases:<br />

1. El concurso se desarrollará desde mayo de 2017 hasta mayo del<br />

2018. Cada mes se seleccionará un microrrelato ganador y entre todos<br />

los ganadores mensuales se escogerá el ganador del premio final. Se<br />

podrán enviar solo dos microrrelatos por persona al mes.<br />

Los participantes deberán tener los 14 años cumplidos.<br />

2. El microrrelato debe ser original e inédito (por inédito se entiende<br />

que no haya ganado ningún premio ni se haya difundido en ningún<br />

medio), escrito en castellano, y que no exceda las 150 palabras, título<br />

incluido. La temática será libre.<br />

3. Las obras se enviarán por correo electrónico, con el asunto «II<br />

Concurso de Microrrelatos La Radio en Colectivo», a la siguiente<br />

dirección: valenciaescribe@hotmail.com<br />

El texto, que debe llevar título, debe incluirse en el cuerpo del mensaje<br />

(no como un documento adjunto) y al final deben constar los datos<br />

personales (nombre y apellidos, dirección postal, localidad y un<br />

teléfono de contacto).<br />

Se podrán firmar las obras con pseudónimo sin menoscabo de la<br />

inclusión de los datos personales para el conocimiento de éstos por la<br />

organización del concurso.<br />

2


Los microrrelatos se pueden presentar a cada convocatoria mensual<br />

desde el día 1 desde las 00.00h hasta el día 28, 30 o 31 (según el mes)<br />

a las 23.59h, en GTM+1.<br />

4. Los textos ganadores mensuales se publicarán en las páginas de<br />

Facebook: La Radio en Colectivo, y Valencia Escribe. Por este motivo<br />

La Radio En Colectivo se reserva el derecho de reproducción y<br />

difusión de todos los microrrelatos enviados, incluso los no seleccionados.<br />

5. El jurado que seleccionará los microrrelatos finalistas de cada<br />

convocatoria mensual estará formado por el equipo de La Radio En<br />

Colectivo y de Valencia Escribe, pudiendo incluir en sucesivas convocatorias<br />

a nuevos miembros del jurado.<br />

El veredicto de cada mes se hará público el último jueves (no festivo)<br />

del mes siguiente a cada convocatoria mensual en las página de<br />

Facebook La RADIO en colectivo y Valencia Escribe y se leerá en el<br />

programa de radio.<br />

El veredicto final se hará público el último jueves de mayo de 2018<br />

en las mencionadas páginas de Facebook y en la emisión de esa<br />

semana del programa de radio.<br />

Los autores ganadores y finalistas deberán estar dispuestos a darse a<br />

conocer públicamente.<br />

6. Los finalistas de cada mes optarán a un diploma y, además, está<br />

prevista una sorpresa final para el ganador.<br />

7. El jurado puede declarar desierto el premio mensual así como el<br />

final si considera que ninguna de las obras presentadas tienen<br />

suficiente calidad para ser publicadas.<br />

8. La Radio En Colectivo y se reserva la posibilidad de modificar las<br />

bases del concurso por causas justificadas.<br />

3


Bosque - Katerina Plotnikova (Rusia)<br />

https://500px.com/katerina_plotnikova<br />

Fotografía aportada por la autora<br />

4


Albura<br />

Él tiene el aire<br />

de quien vive anestesiado.<br />

Soy yo quien abre<br />

y me he estado mal alimentando.<br />

Él tiene ganas<br />

de volver a los veinte.<br />

La edad le deja marcas<br />

pero no es consciente.<br />

Espero que mi cara<br />

no le resulte familiar.<br />

Fui por demás descariñada<br />

y ahora quiero disimular.<br />

Él huele a albura<br />

recién cortada en estación.<br />

Yo tengo la misma altura<br />

y juventud para los dos.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

5


Viñeta de Mafalda - Quino (Argentina)<br />

6


Una profesión de riesgo<br />

En 2011, por fin estaba encaminando mi vida profesional. Ya<br />

iba siendo hora, estaba a punto de cumplir los 60. Aquel curso<br />

conseguí una comisión de servicio, como profesora de filosofía, en un<br />

instituto de Valencia a veinte minutos de mi casa en autobús. Mi<br />

destino definitivo estaba a 262 kilómetros.<br />

Coincidía algunos días con una compañera en el trayecto y,<br />

gracias a ella, experimenté algo totalmente nuevo para mí. Soy una<br />

especie de ser extraño, protegido por alguna clase de concha invisible<br />

que me aísla de los desconocidos. Los viajeros de esa hora de la<br />

mañana se saludaban, se contaban sus alegrías y tristezas; bodas,<br />

bautizos y comuniones; así como recientes enfermedades. Eran una<br />

extraña familia. Formé parte de ella durante aquel tiempo. Mi<br />

preferida era una mujer de la limpieza ya jubilada que seguía yendo a<br />

trabajar porque decía que aún la necesitaban en la casa en que había<br />

servido más de veinte años. Imagino que, además, su escasa pensión<br />

no le daba muchas alegrías y le venía bien seguir cobrando un sueldo.<br />

En el instituto me iba bien, impartía los cursos de bachillerato.<br />

Estaba llena de optimismo y conseguí que me respetaran y atendieran<br />

a mis explicaciones; organicé un taller de relatos breves en una<br />

asignatura optativa y creo que ayudé a descubrir algún talento<br />

incipiente. Años más tarde seguía recibiendo correos de algunos de<br />

mis alumnos, lo cual es una satisfacción para una profesora itinerante,<br />

como yo, que solo ha repetido una vez en el mismo instituto a lo largo<br />

de su carrera. También me encontré, cinco años después, como<br />

compañera, a una de mis alumnas en un curso de escritura creativa en<br />

la Universidad.<br />

7


Pero el destino, que no escatima esfuerzos en su ardua tarea de<br />

inventar nuevas tretas, me sorprendió de nuevo haciendo peligrar por<br />

momentos mi frágil equilibrio. Esta vez se alió con una de mis<br />

colegas, una profesora de lengua y literatura llamada Encarnación.<br />

Tenía esta buena señora la costumbre de hablar sola en la sala de<br />

profesores. Contaba lo bien que le iba en las clases, enumeraba una<br />

por una las cualidades de sus estudiantes y nos leía partes de las<br />

redacciones. Le daba igual que nadie la escuchara o que, incluso,<br />

alguien atareado le pidiera que se callara con educación. Ella seguía y<br />

seguía en su mundo particular y acompañaba su cháchara con una<br />

perpetua sonrisa, pero bajo ese monólogo apacible se escondía, como<br />

no, un terrible drama. También en sus clases hablaba y hablaba<br />

mientras los chicos hacían de todo menos atenderla.<br />

Intentaba yo un día explicar a los de Segundo de Bachillerato el<br />

«Materialismo histórico», mientras los gritos que provenían del aula<br />

contigua imposibilitaban la difícil tarea de concentración. Era en<br />

vísperas de Fallas y esa circunstancia hacía que los alumnos<br />

anduvieran algo inquietos ante la proximidad de las vacaciones y la<br />

fiesta, pero como tenían el examen de selectivo cerca no querían<br />

perder el tiempo. Me pidieron, por favor, que fuera a decirles que se<br />

callaran. Así que no me quedó más remedio que hacer algo inusual:<br />

me encaminé muy dispuesta con el Manifiesto comunista, que<br />

estábamos analizando, en la mano, y di unos golpecillos tímidos en la<br />

puerta.<br />

Encarna la abrió de golpe y se abalanzó sobre mí pegándome un<br />

empujón que hizo que me tambaleara y estuve a punto de caer al<br />

suelo.<br />

—¡Ya está bien! —me dijo con cara de fiera desatada, no la<br />

reconocí.<br />

8


Yo no salía de mi estupor, pero en una reacción rápida decidí<br />

pasar de la teoría a la acción: le asesté un certero golpe en la cabeza<br />

con el Manifiesto e inicié la «lucha de clases» que fue muy aplaudida<br />

por los revolucionarios que poblaban el aula y los que vinieron de la<br />

mía que, a juzgar por la que armaron, debían de ser muchos.<br />

De vuelta a mi clase y tras reponerme del susto, quedé satisfecha<br />

de la alta comprensión que mis discípulos habían alcanzado ese día<br />

con aquella clase práctica.<br />

Al año siguiente, Marx desapareció del programa y pusieron a<br />

Santo Tomás de Aquino. No estaban los tiempos para hablar de<br />

revoluciones.<br />

Lu Hoyos (València)<br />

9


Street at night – Carles Masó (Girona) https://500px.com/carlesmaso<br />

10


Laberinto<br />

La noche negra<br />

como boca de lobo,<br />

la calle estrecha<br />

me seduce maliciosa,<br />

una sombra se adelanta<br />

rozándome invisible<br />

no opongo resistencia<br />

al deseo de seguirla,<br />

su aroma dulce engaña la razón<br />

aguarda al final de la escalera,<br />

esconde sus garras afiladas,<br />

no hay escapatoria,<br />

la sentencia sin juicio es el vacío.<br />

Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />

http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />

11


Rainy hazy day – Gene Magann (EUA) https://500px.com/edunframed<br />

12


Tierra mojada<br />

Llovía intensamente. No me había percatado. Estaba desorientada.<br />

Caminaba sin rumbo. No era cuestión de ir en una u otra dirección<br />

a la deriva. Había que esperar el momento adecuado. Acertar el<br />

camino. Aunque a veces hay caminos que ni siquiera te imaginas que<br />

existen y que la vida te va indicando. Sentía miedo. El miedo es mal<br />

compañero de viaje ya que impide avanzar. Esta vez no me voy a dar<br />

por vencida. Soy fuerte pero estoy cansada de demostrarlo. Los que<br />

somos fuertes tenemos el umbral del dolor más alto, pero eso no<br />

significa que las cosas no nos duelan, simplemente disimulamos o<br />

hasta negamos el sufrimiento. No nos gusta ir de víctimas, ni abrumar<br />

a los demás con nuestros problemas. Cada cual lleva su cruz, grande o<br />

pequeña en esta vida.<br />

La lluvia había amainado. Nunca sabes cómo puede cambiar la<br />

vida en unas horas, a veces en un instante. Respiré profundamente.<br />

Tras la lluvia todo olía a nuevo, un olor intenso a tierra mojada, a<br />

vida. Tal vez era mi corazón el que no estaba en sintonía con la<br />

naturaleza. Tenía el corazón dividido entre el deber y el querer, entre<br />

la razón y la pasión. ¿Hacia dónde tirar?<br />

Tal vez era cuestión de dejar transcurrir el devenir del tiempo,<br />

sin forzar nada ni a nadie, dejar fluir los sentimientos, no pensar,<br />

respirar profundamente y vivir el presente. Es fácil decirlo, pero no<br />

conseguía alejar de mí ese pensamiento reiterativo: tú y solamente tú<br />

sabes que te mientes continuamente, que acallas esa voz de la<br />

conciencia que te dice que no, que algo marcha mal, que las cosas no<br />

van a cambiar. A veces en la soledad de tu cama piensas que la única<br />

solución estriba en dormirte dulcemente y no despertar. ¿Por qué no?<br />

El olor a tierra mojada me penetraba hasta las entrañas.<br />

Carmen Fabiá Mir (València)<br />

13


Fotografía aportada por el autor<br />

14


No hay ponzoña entre pinos<br />

The sniper’s rifle is an extension of his eye.<br />

He kills with injurious vision.<br />

Jim (D.) Morrison<br />

¡Eh!, ¡Jimbo!, ¡ven!<br />

Te lo dije dos veces en Père-Lachaise:<br />

sagrada es esta espesura exenta de chamanes,<br />

acarician sin ojos las otras voces…<br />

te esperan besos sin barcos de cristal.<br />

Aquí no desfallecen las nubes ni son islas los soles,<br />

aquí no hay rifles etílicos ni francotiradores,<br />

nadie ha sido metamorfoseado,<br />

aquí nada rivaliza con la sicalíptica realidad,<br />

única imagen que se mueve sin artificio ni inseminación;<br />

aquí hay un Pinar que adelgaza tu desierto,<br />

un pinar sobre la pirámide sin veneno.<br />

Respira sin hiel la mujer lagarto,<br />

las hermanas del unicornio no ven TV;<br />

en él cabalgan miles de inocentes serpientes sobre el mar de cobre,<br />

burla a los Señores con su lluvia verde,<br />

entierra bajo acícula su podredumbre.<br />

15


Y muy lejos está Hikuri,<br />

¡ven Rey!, ¿nos cabalgan…?,<br />

brotan danzas sobre los huesos de remotas y Nuevas Criaturas,<br />

¡ven!, cruzaremos juntos hacia otros lados<br />

cuando las lunas derramen su sangre en nuestro rostro<br />

y no sea preciso ni sacrificio ni sexo.<br />

Seremos la Serpiente sin escamas,<br />

genitales sin clímax ni voyeurs moribundos,<br />

sin espectadores vampíricos.<br />

¡Ven!, no hay cine ni espejos que girar,<br />

no hay Señores ni otros engaños que sortear,<br />

sólo encomiástico aire puro entre epifitas,<br />

cerrar de ojos,<br />

apologético pinar eterno,<br />

música sobre mullido musgo,<br />

cadáveres de hermafroditas mecánicos.<br />

Luis Miguel Martín Antón (Burgos)<br />

16


Toxicidad<br />

Al George Lucas de American Graffiti<br />

Soten – Leo Startape (Francia)<br />

https://www.flickr.com/photos/startape/with/36422813004/<br />

Marta, con sus brillantes ojos verdes y su rizado cabello negro en<br />

torbellino, había mitificado a aquel youtuber que jamás había<br />

mostrado su rostro o su cuerpo en los podcast sonoros que circulaban<br />

por YouTube, alegrados por imágenes de videoclip a golpe de ratón y<br />

editora MAC.<br />

Tras una exhaustiva búsqueda desde su barrio barcelonés de<br />

Gracia, y no pocos chivatazos, encontró la ansiada dirección en un<br />

lugar de las afueras de Valencia; en un pueblo llamado Almàssera. El<br />

resto fue un accidentado viaje para sufrimiento de su cuenta corriente<br />

y ahí se encontró Marta. Frente a aquella urbanización de dos pisos<br />

17


que daba a un parque lleno de graffitis de sabor hip hop. No pensaba<br />

irse hasta que Skull apareciese y pudiese verlo, y a ser posible,<br />

abrazarse a su cuerpo, que imaginaba como el torso de un guerrero<br />

grecorromano poseedor de curtidos abdominales más un rostro de<br />

veinteañero tan bien perfilado como la faz de una estatua tallada con<br />

un cincel, para poder besarle sin reparos ni censuras.<br />

La hermosa anatomía de un efebo que podía moldear en su<br />

imaginación como desease. Un Dios griego al que deseaba desde que<br />

oyó su voz en la oscuridad de su habitación tras una agotadora sesión<br />

de estudios de cara a la carrera que cursaba. Pero una querida amiga<br />

deseaba tanto como ella aquella voz, era su confidente de curso<br />

Lorena, y la hubiese acompañado sin dudarlo, de no poseer Lorena<br />

ya de por sí una compañera de viaje indeseable llamada cáncer.<br />

No habían sido pocas las noches calurosas que ambas habían<br />

pasado oyendo la voz de Skull en la oscuridad de una habitación. Y<br />

en ocasiones, tras las sesiones de radioterapia en el hospital.<br />

—No —se dijo a sí misma—, de aquí no me largo hasta que no<br />

aparezca, esperaré a ser posible hasta mañana.<br />

Pero no se atrevió a llamar al timbre por temor a respuestas<br />

hostiles a pesar de las escasas puertas de la urbanización, por si<br />

recibía una violenta negativa, pues la timidez era una de las<br />

principales lacras de la personalidad de Marta. Se quedó inmóvil de<br />

espaldas a un banco de madera que daba al portal y finalmente esperó<br />

sentada. Algo tenía que ocurrir.<br />

Oyó pasos a su espalda, alguien se acercaba y se le aceleró el<br />

pulso.<br />

—Nena, ¿buscas a alguien?<br />

A Marta el corazón le dio un vuelco. Aquel timbre de voz que<br />

tantas veces había oído y la resultaba tan familiar; era él, no había<br />

duda.<br />

18


Apenas se volvió y vio a aquel tipo, se dio de bruces con un<br />

sujeto de apariencia más bien grotesca que masticaba un pastelito de<br />

chocolate búlgaro con hambre atrasada. Era cercano a la obesidad,<br />

con oscuros y caídos ojos de besugo. Negro y revuelto pelo largo,<br />

barba poblada y descuidada sumando una camiseta de algún oscuro<br />

grupo metal escandinavo sobre un pantalón corto casi roto sobre las<br />

rodillas más unas zapatillas camper para el arrastre, muy<br />

deterioradas. Su presencia le resultó a Marta incluso ofensiva.<br />

Asustada, apenas se atrevía a hablarle a semejante ogro de<br />

cuento de fantasía oscura. Pero no le quedaba más remedio.<br />

—Vengo… vengo a ver a Skull… una amiga mía... Lorena,<br />

necesita que pongan una canción para ella. Tiene… cáncer y le haría<br />

mucha ilusión. Me gustaría que Skull se la dedicase, sería muy<br />

importante para ella… —el ogro asumió la información sin arquear<br />

una ceja, fríamente—, por favor.<br />

Acto seguido el ogro se sorbió las narices con la mano y Marta<br />

sintió náuseas.<br />

—Genial. ¿Tu nombre?<br />

—Marta…<br />

—Marta, Skull no está ahora, ¿no te hubiese sido más fácil<br />

llamar directamente al programa en vez de jugar a Indiana Jones?<br />

Marta sintió como si le arrojasen agua helada.<br />

—Ella me lo pidió, le hace tanta ilusión...<br />

—Vale, ¿qué canción?<br />

—Cold Water, de Justin Bieber. Para Lorena de Marta.<br />

—Bien, dile a tu amiguita que esta tarde tendrá su canción.<br />

Pasó a su lado sin molestarse en despedirse en dirección al portal<br />

y cerró de un portazo.<br />

19


Marta se dirigió a una cafetería de las cercanías y llamó al móvil<br />

tras pedir un batido.<br />

—Lorena, lo he visto.<br />

—¿Qué apariencia tiene?<br />

—Es precioso y le he besado, oirás tu canción en el programa de<br />

esta tarde.<br />

—Marta, te quiero mucho, te querré siempre…<br />

La canción nunca fue emitida. A Marta no le extrañó.<br />

De vuelta a su casa y avergonzada tras mentir a su amiga, Marta<br />

estalló en llanto en la soledad de su habitación. La realidad no creía<br />

en los cuentos de hadas.<br />

Lorena murió una semana después y Marta jamás se atrevió a<br />

confesarle la verdad de su miserable encuentro y lo que realmente<br />

había ocurrido. Debía mantener la ilusión hasta el último momento,<br />

aunque fuese una ilusión rota.<br />

Marta jamás volvió a oír el podcast. Sustituyendo la musicalidad<br />

de las noches por un amargo silencio, donde la única voz ausente era<br />

la de Lorena.<br />

Jorge Zarco Rodríguez (València)<br />

20


Encajes azules<br />

Encajes azules,<br />

¡azules!<br />

De un azul intenso<br />

como el mar, como tus ojos<br />

¿o son los míos?<br />

Sólo los azules míos los verán,<br />

pero están ahí<br />

los encajes azules<br />

¡azules!<br />

Soñando caricias azules<br />

como tus ojos<br />

¿o son los míos?<br />

Encajes azules<br />

¡azules!<br />

Poema y fotografía: María Luisa Pérez Rodríguez (València)<br />

http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />

21


Fire walk with me – Madzia (Polonia) https://madziass.deviantart.com/<br />

22


La cabaña<br />

Caminó por ese sendero angosto, bordeado de árboles, la nieve<br />

lo cubría, el frío era intenso y la soledad lo atrapaba. A lo lejos divisó<br />

la cabaña, apuró el paso, pues ansiaba llegar, solo pensaba en tomar<br />

algo caliente.<br />

Encendió los leños del hogar. El chisporroteo lo mantuvo<br />

entretenido un largo rato, un humeante café lo volvió a la vida. Ya<br />

comenzaba a oscurecer. La noche iba a ser larga, el trepidar de las<br />

llamas trajo recuerdos que añoraba; aquella cena, la lluvia detrás del<br />

cristal, ella con sus ojos color miel, su sonrisa seductora augurando lo<br />

que vendría después. Él deseaba lo mismo.<br />

La caminata por la costa, bajo una tenue llovizna, colgada de su<br />

brazo, riendo sin cesar. ¡Cuántos momentos que quisiera volver a<br />

vivir!<br />

Ya era tarde, así que decidió acostarse, alimentó con leños el<br />

hogar, para que durase toda la noche y arropado con las mantas<br />

añoró tenerla a su lado, sentir la suavidad de su piel, su voz<br />

murmurando un «te quiero». Poco a poco lo fue ganando el sueño,<br />

hasta que la claridad del amanecer lo despertó.<br />

Un buen café y unas tostadas fueron el desayuno. Lentamente<br />

fue transcurriendo la mañana, absorto en los quehaceres no se percató<br />

que alguien se acercaba, dos golpes suaves en la puerta lo sobresaltaron.<br />

Al abrir, aterida de frío estaba ella, se sorprendió, no la<br />

esperaba, con su mejor sonrisa le dijo:<br />

—He vuelto, te extrañaba.<br />

Con un nudo en la garganta que le impedía articular palabra, la<br />

invitó a pasar, Mariana se colgó de su cuello en un beso sin final.<br />

23


¡Qué extraño! Comenzó a salir el sol, el cielo plomizo dio paso a una<br />

mañana diáfana, sus ojos chisporroteaban más que la leña.<br />

—¡Vamos, entra!, te hago un café, —le dijo— ¡Estás helada!<br />

Ella se arrimó al fuego para calentarse.<br />

Mientras tomaba el café contando su viaje, no podía dejar de<br />

mirarla. ¿Dios pudo escuchar su deseo? Por fin la tenía a su lado.<br />

—¡Ey Pablo! ¿No me escuchas? ¿En qué te quedaste pensando?<br />

—dijo sonriendo<br />

Él, cual adolescente sorprendido, no atinó a responder. Lo miró<br />

divertida, como una gata caminó hacia él y nuevamente se colgó de<br />

su cuello. Pudo sentir su calor, juguetona le mordió la oreja, la apretó<br />

fuerte contra su cuerpo, y en un diálogo de miradas supieron qué<br />

deseaban, allí sobre el lecho sobraban las palabras; la tarde se iba<br />

yendo muy lenta.<br />

Cocinar nunca había sido tan gratificante, su risa, sus mohines,<br />

se divertía cantando letras acordes a la ocasión, su alegría lo<br />

contagió.<br />

Habían pasado seis largos meses desde el día que decidió viajar,<br />

recuerda ese largo beso, no quería que acabara. El silbato del tren<br />

anunciando su partida. Quedó en el andén hasta que el mismo se<br />

perdió a lo lejos, y después, la nada… No quería llorar, pero el pecho<br />

oprimido, un nudo en la garganta, los ojos húmedos, el sentimiento<br />

de abandono y el no saber cuándo la volvería a ver, eran tan fuertes<br />

que sintió un ahogo, debía marcharse.<br />

No quiso quedarse en la villa, prefirió recluirse en la cabaña, allí<br />

no existían recuerdos de ella. Fueron días duros, más de una noche se<br />

quebró, no podía dejar de extrañarla. Cuántas veces, entrecerrando<br />

los ojos, la sentía a su lado y así lo sorprendía la madrugada;<br />

pensándola. Poco a poco se fue atemperando su dolor, pero siempre<br />

surgía su recuerdo.<br />

24


Ahora está allí, su gesto le causa gracia. Lo provoca, finge tener<br />

calor, quitándose lentamente la blusa, pero está acurrucada junto al<br />

hogar. Al estar lista la comida, la invita a la mesa, burlona se arrima y<br />

se sienta en su falda, dice que es una nena. Pablo disfruta ese juego.<br />

Tras el almuerzo o cena (a esa hora ya no se sabía qué era), se<br />

acurrucaron en el sillón, entre mimos se enteró de su vida durante ese<br />

tiempo. Viajó, conoció lugares, gente. Hasta tuvo una aventura, ¿Qué<br />

podría decirle él? Siempre fue libre, hay momentos que su madurez y<br />

la juventud de ella se contraponen, pero aún así se sienten atrapados.<br />

Antes de conocerse, tenía una vida muy diferente, pero al llegar, ella<br />

se adueñó de todo su ser, decidió seguirla, era un nuevo despertar, fue<br />

un tiempo de dicha plena. Pero un día ella sintió que debía<br />

marcharse, él no tenía argumentos para detenerla.<br />

Es tarde y hace frío, se pega a su cuerpo buscando calor, Pablo<br />

la abraza porque también desea el suyo. Acurrucados entre mimos,<br />

poco a poco se enciende la pasión. Esta noche también es larga, pero<br />

no sienten frío.<br />

Los sorprende la mañana abrazados. El tiempo se detuvo.<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

25


Bye, bye – Iana (Italia) https://www.flickr.com/photos/iana68/<br />

26


En paz<br />

A mi madre<br />

Naciste con luto,<br />

paradojas de la vida.<br />

Tal vez el presagio<br />

de un tránsito duro<br />

con guerra y carencias<br />

con luchas internas,<br />

de supervivencia<br />

con la frente alta,<br />

y los ojos cansados<br />

de enhebrar la aguja<br />

hasta la madrugada.<br />

Y se acaba el hilo<br />

y la tela es oscura,<br />

el genio se apaga<br />

y la figura se pierde.<br />

Te marchas sin luto,<br />

albedríos de la muerte.<br />

Nos has esperado<br />

para no irte sola,<br />

el último aliento<br />

lo exhalas sin ruido<br />

en silencio, serena.<br />

Por fin… en paz.<br />

Benjamín Blanch Carpena (València)<br />

27


Queen takes bishop – Lisa Falzon (Malta) http://lisa-falzon.com/<br />

28


Recuerdo de una torre abolida<br />

Nunca aprendí a jugar bien al ajedrez, me falta capacidad de<br />

concentración. Mi padre intentó enseñarme, la primera; luego, a<br />

todos mis hermanos. Incluso a mi hija mayor, de pequeñita, la<br />

sentaba frente al tablero con las piezas. Pero creo que ninguno<br />

entendimos su pasión.<br />

Hubo varios tableros de ajedrez en casa. El más bonito era de<br />

madera taraceada, grande, con unas figuras algo cubistas. Otro, con el<br />

que jamás jugó papá, era pequeñito, de mármol blanco y verde y<br />

estaba —está— de adorno sobre una mesa de café. También había un<br />

par de ellos pequeños, prácticos, portátiles, para sacar al jardín o<br />

llevar al dormitorio.<br />

Papá jugaba mucho solo, contra sí mismo. De vez en cuando<br />

salía a hacerlo a casa de algún amigo, o venían ellos. Apenas<br />

hablaban mientras la habitación se llenaba de humo. Otras veces<br />

participaba en campeonatos y quedaban luego sobre la librería las<br />

copas de cobre y de alpaca, bajo una capa de polvo, marcando el paso<br />

de los años. Como cubiertos de polvo están ahora los libros de<br />

ajedrez, un poco más abajo, en el mismo mueble.<br />

No sé si alguna vez hubo hermosas damas o peones femeninos,<br />

porque no era ensoñación lo que había en su rostro, sino concentración.<br />

Su mente estaba muchas jugadas más allá. Cuando la edad le<br />

pesaba para salir a practicar, cuando sus contrincantes empezaron a<br />

faltar, se aficionó a jugar contra las máquinas; siempre un programa<br />

nuevo, siempre mayor dificultad. Tampoco entonces, bajo aquellos<br />

nombres comerciales —Deep blue, que ganó al campeón mundial—, se<br />

esconderían historias más cálidas que la lucha racista de las blancas<br />

contra las negras, que el sacrificio político de los peones por su rey,<br />

que el horror inhumano de los caballos derribados, muertos después<br />

29


de la batalla. O esa reina loca, la única que se mueve como y donde<br />

quiere. Y la torre, abolida, en ruinas.<br />

Me falta capacidad de concentración y de análisis; no soy capaz<br />

de planificar mis actos con tanta premeditación. Prefiero el ensueño,<br />

el dejarme llevar, o la pelea imprevista y a muerte. Soy feliz si consigo<br />

el mate por instinto, también. Y no me parece deshonrosa la retirada<br />

a tiempo, si de salvar la vida o el amor se trata.<br />

No me parezco a él, que era triangulador incluso en su trabajo:<br />

planos y mapas llenos de líneas cruzadas para ofrecer luego, como el<br />

milagro del logaritmo, la medida exacta de las cosas. Hermoso<br />

cuando se hacía así, a mano, después de haber marcado en ellos los<br />

puntos que traía en la libreta con olor a monte, en la bolsa del<br />

teodolito. Aprendí, eso sí, a triangular con él, porque quería saber<br />

para qué servían las líneas de colores que trazaba en los mapas.<br />

Supongo que le molestaba en su trabajo, pero me enseñó. Y sin<br />

embargo no le devolví la paciencia con su juego, por más que, de vez<br />

en cuando, me permitiera ganar. Ahora no está, ya nadie juega al<br />

ajedrez, ya no hay humo en la habitación y me duele algo al sentir el<br />

tacto suave del barniz en el tablero.<br />

Cristina Cifuentes (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />

http://www.irae.es/<br />

30


El extraño insidioso<br />

Foto de Mark Schofield https://www.flickr.com/photos/jbschofield/<br />

Hay una joya del barroco valenciano en la calle. Un lugar de<br />

culto y visita obligada de propios y visitantes: la Porta del Palau del<br />

Marqués de Dos Aigües, o lo que lo mismo la Puerta del Palacio del<br />

Marqués de Dos Aguas, sede del museo del Museo Nacional de<br />

Cerámica y Artes Suntuarias González Martín, uno de los más<br />

importantes de mundo en la materia.<br />

Esta puerta tiene dos figuras en la parte de abajo y una<br />

hornacina con la virgen en la parte de arriba. Una reja de hermoso<br />

metal cierra el paso cuando no se puede visitar.<br />

31


Trabajaba en un bar cerca del museo. Cada día desde las siete de<br />

la mañana a las ocho de la tarde, como un reloj. Servía mesas,<br />

tomaba comandas y orientaba a los turistas.<br />

El verano pasado llegó un señor. Bien vestido. Gafas de sol,<br />

sombrero panamá y bastón de bambú con empuñadura con la cabeza<br />

de un león. Se sentó en la mesa más próxima a la puerta del museo.<br />

Pidió un té. Eran las ocho de la mañana. Se dedicó a mirar la puerta.<br />

A mirar la puerta con detenimiento. No quitaba la vista de aquella<br />

puerta. Parecía hipnotizado. Se hizo la hora de comer y el señor<br />

seguía mirando la puerta. Pasó la tarde, cerró el museo y cuando le<br />

dije que íbamos a cerrar, pagó la consumición y se marchó.<br />

Al día siguiente ocurrió lo mismo. A la misma hora, el señor y<br />

su té. De igual manera se marchó a la recogida de las mesas.<br />

Cuando amaneció el tercer día se sentó y pidió un té, ya estaba<br />

más que mosqueado. A media tarde apareció por el bar una patrulla<br />

de la policía local, venían a por un refresco para mitigar el calor. En<br />

un aparte les conté lo de aquel extraño señor y su más extraña actitud.<br />

Mis dotes detectivescas me llevaron a decirles que quizás se tratara de<br />

un ladrón que estaba pensando atracar el museo…<br />

Por la tarde, a la hora de recoger las mesas, el señor se levantó,<br />

dejó el importe de la consumición sobre la mesa y se marchó. No<br />

había andado cincuenta metros cuando la policía local se paró delante<br />

de él y le pidió la documentación. Lo que me contaron después no me<br />

lo podía creer:<br />

¡Era el mismísimo Francisco Molinelli! Quería contemplar su<br />

obra doscientos setenta años después...<br />

Manuel Serrano (València)<br />

32


Deseo<br />

Imagen aportada por la autora<br />

Se despertó muy arrepentida de lo que había ocurrido aquella<br />

noche. Sabía que su comportamiento no le hacía ningún bien, que<br />

debía evitar dejarse llevar por sus instintos, pero no podía controlarse.<br />

Cada noche libra una gran batalla contra ese deseo irrefrenable,<br />

lucha intentando mantener su mente ocupada, para no pensar, para<br />

alejarse de él.<br />

Hoy llora de impotencia al saberse vencida, incapaz de superar<br />

sola la tentación de un nuevo ataque a la nevera, a pesar del dolor que<br />

han dejado sus dedos al hurgar en su garganta y de ese sabor amargo<br />

a fracaso que la ahoga después.<br />

Relato ganador del concurso Wonderland de RNE (11.02.2017)<br />

Pilar Alejos Martínez (Quart de Poblet, València)<br />

https://versosaflordepiel.blogspot.com.es/<br />

33


Acuarela obra de la autora (Vivian Rodríguez)<br />

34


Posdata a un madrigal<br />

No puedo, no,<br />

decirte cuanto te quiero<br />

ni que mi piel se quedó<br />

abandonada en tus brazos.<br />

Solo me trajo el camino,<br />

de regreso a mi horizonte,<br />

porque yo, cariño mío,<br />

no tengo nombre ni cielo<br />

donde soñar con pasión<br />

lo que contarte no debo.<br />

Escucha ese madrigal.<br />

Llegue hasta ti en la penumbra,<br />

de aquello que solo en sombras,<br />

puede ser y desatarse.<br />

No queda más por decirte<br />

para nombrar lo prohibido,<br />

quiero morir porque ¡ay!<br />

no puedo estar sin amarte.<br />

Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />

http://bibilaurugualla.blogspot.com.uy/<br />

<strong>35</strong>


Imagen aportada por la autora<br />

36


Adelina y el viejo profesor de Literatura<br />

Es tan lindo saber que usted existe<br />

Mario Benedetti<br />

—¡Viejo loco!<br />

La miro ahí de pie con los brazos en jarras sobre su amplia<br />

cintura. Me va a entrar la risa y se va a enfadar aún más. Me encanta<br />

provocarla porque siempre entra al trapo.<br />

Hace ya tres años que Adelina viene todos los días para<br />

cuidarme. Por la noche se han establecido turnos en la familia con el<br />

fin de no dejarme solo. Pero con mis hijos o con mis nietos apenas me<br />

comunico porque enseguida sacan el móvil y no paran de teclear.<br />

Por eso me encanta Adelina: hablamos; cada uno a su manera,<br />

pero hablamos.<br />

Empuja la silla de ruedas hasta la cocina. Sabe que me gusta<br />

verla trajinar. Además, en cuanto prepara algo en el fogón, coge la<br />

cuchara de madera con la que revuelve los guisos y me da a probar un<br />

poco para conocer mi opinión.<br />

—¿Cuántos años tienes? Si no te parece una indiscreción.<br />

—¡Qué va, don Alejandro! Puede usted preguntarme lo que<br />

quiera. Voy para los cincuenta y cinco.<br />

Me mira con cierta picardía.<br />

—¿Y el rufián de tu marido sigue en la cárcel?<br />

—Enchironado, sí, señor, y que se quede allí por mucho tiempo.<br />

Recuerdo aquella vez en la que llegó con el rostro entumecido,<br />

sin poder apenas abrir los ojos.<br />

37


—Anda, vente un poquito a mi lado —le pido en tono meloso.<br />

—No se me ponga pesado, que tengo mucho que hacer.<br />

—Solo un ratito, por favor. —Sigo suplicando.<br />

Al final cede.<br />

—Bueeeeeno, vale.<br />

Saca un taburete de debajo de la mesa y se sienta junto a mí. Le<br />

cojo esas manos grandotas, miro sus pequeños ojos castaños, y en un<br />

instante, Adelina se convierte en Adela, aquella alumna mía que se<br />

sentaba en primera fila de clase y abría con admiración unos enormes<br />

ojos de miel que permanecían fijos en mí mientras recitaba a mis<br />

poetas.<br />

Me gustas cuando callas porque estás como ausente...<br />

Los versos de Neruda provocan que algunos lagrimones mojen<br />

las mejillas de Adelina.<br />

—¿Ve usted por qué no quiero que haga esto? No entiendo bien<br />

lo que dice, pero me habla al alma, me revuelve por dentro. Y me<br />

pongo triste, muy triste. —Arranca un trozo de papel de un rollo y se<br />

suena la nariz—. Se acabó, esto ya no lo hacemos más, viejo loco.<br />

Dice que no, pero mañana, o esta tarde mismo, le recitaré a<br />

Lorca o a Hernández, a Salinas o a Machado, a Alberti o a Cernuda,<br />

y si se pone farruca, a Aleixandre o a Celaya, ¡hala!<br />

Ahora le toca limpiar mi cuarto y hacer la cama. Recorremos de<br />

nuevo el pasillo en dirección contraria.<br />

—Oye, Adelina, ¿tú te perfumas?<br />

Me gusta el olor de esta mujer; me recuerda a una manzana.<br />

Nunca pude soportar las esencias fuertes, por caras que fuesen.<br />

Siempre me ha gustado que las mujeres desprendan aroma a recién<br />

bañadas.<br />

38


—¡Qué preguntas me hace! No, no me perfumo. Me restriego<br />

bien con mi jabón de lavanda, el de toda la vida, y lista.<br />

—Ya decía yo que olías muy bien.<br />

Me deja en la puerta de la habitación para que pueda ver toda la<br />

faena. Abre la ventana de par en par. Me gusta observar cómo quita<br />

las sábanas y el protector del colchón, los sacude y los coloca de<br />

nuevo pasando una mano por encima para alisar cualquier posible<br />

arruga. Por último, extiende el edredón.<br />

Después toca barrer y quitar el polvo. De vez en cuando me mira<br />

para comprobar que todo va bien y me lanza su sonrisilla.<br />

—Ya está. Vamos a descansar un poquito al salón. ¿Quiere que<br />

le ponga la tele un rato? —ofrece solícita.<br />

—No, siéntate conmigo. Hablemos.<br />

—Otro poema no, por favor.<br />

A pesar de su protesta, me lleva junto a la mesa camilla. Es un<br />

sitio que nos gusta mucho a los dos. Las mesas camillas me parecen<br />

las más cariñosas de todas las mesas. Quizás porque recuerdo la que<br />

había en casa de mis padres en torno a la cual nos sentábamos, con<br />

las verdes faldas del tapete sobre las rodillas, para recibir el calor del<br />

brasero.<br />

Adelina se dispone, resignada, a escucharme de nuevo.<br />

Me quedó observándola, como si la viera por primera vez, y me<br />

doy cuenta de la inmensa bondad que refleja su mirada. Capto la<br />

aceptación de toda una vida gris y sazonada con buenas dosis de<br />

sufrimiento. Me doy cuenta de su paciencia conmigo, de su falta de<br />

remilgos cuando me lava, cuando me limpia la mierda. Pienso que le<br />

pago una miseria comparado con lo que se merece.<br />

—¿Puedes poner el disco que me gusta tanto?<br />

39


—¿El bonito? ¿El del Male ese? —Siempre me hace reír cuando<br />

pronuncia la palabra Mahler.<br />

Se dirige al armarito del rincón donde guardo los CDs y<br />

enseguida lo encuentra. Lo escuchamos a menudo. Cuando ya su olor<br />

a lavanda se mezcla con las primeras notas del Adagietto de la Quinta<br />

Sinfonía, vuelve a sentarse junto a mí.<br />

Le cojo las manos ásperas con zonas enrojecidas, fijo mis ojos en<br />

los suyos y esta vez no busco a Adela, esta vez me meto dentro de<br />

Adelina con el Corazón coraza de Benedetti en la boca:<br />

Porque te tengo y no porque te pienso...<br />

De algún modo la mujer se da cuenta de que ahora mis versos sí<br />

que van dirigidos a ella. El asombro le hace abrir tanto los ojos que<br />

incluso parecen grandes. Libera su mano derecha de entre las mías, la<br />

alza y me acaricia la cara con las yemas rasposas de sus dedos.<br />

Esa simple acción me produce un cosquilleo capaz de despertar<br />

todo lo que en mi cuerpo creía dormido. Tuerzo un poco el cuello<br />

para que mi boca quede sobre su palma y poder estampar en ella un<br />

beso.<br />

Porque eres linda desde el pie hasta el alma<br />

porque eres buena desde el alma a mí…<br />

Ángeles Navarro Peiró (Madrid)<br />

40


Vacío<br />

Imagen aportada por la autora<br />

Has ocupado su hueco en la cama y has soñado sus sueños. Te<br />

sumergiste en la silueta que imaginabas que formaba su lado del<br />

colchón y lo acompañaste hasta una pequeña loma a las afueras de la<br />

aldea desde la que se podía ver el mar.<br />

Tus ojos se perdían siempre en aquella línea no bien definida<br />

donde el océano se fundía con el cielo y la montaña, formando entre<br />

los párpados entornados un collage de azules marinos y brillantes,<br />

salpicados de algodonosas manchas blancas.<br />

Cada mañana recorrías con gran devoción la corta distancia que<br />

te separaba de la casa hasta la cercana atalaya, lugar estratégico desde<br />

donde la visión del mar sin recortes alcanzaba dimensiones abismales.<br />

Y cada mañana ibas repitiendo como una letanía esperanzadora<br />

las palabras que él pronunció el día de su partida: “la sabiduría de los<br />

dioses me ayudará a regresar con fortuna…”<br />

Desde entonces habían transcurrido nueve lunas.<br />

Ninguna nave en el horizonte.<br />

Su hueco del colchón continuaba vacío; tú, plena.<br />

Malén Carrillo (Sóller, Mallorca)<br />

http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/<br />

41


Reading in bed – Amy Wharton (Reino Unido)<br />

https://www.flickr.com/photos/freckledmoon/<br />

42


El libro<br />

Encontré el libro en un autobús. Un sujeto muy moreno y con<br />

sombrero de paja, había abandonado el asiento y se aprestaba a bajar<br />

del vehículo. Alcancé a gritarle que olvidaba el libro, pero él, con<br />

medio cuerpo fuera de la puerta, me contestó que me lo quedara. Es<br />

suyo, me gritó mientras bajaba y el autobús resumía su marcha.<br />

Era un libro no muy grande pero sí muy usado. Se notaba que<br />

había sido leído muchas veces o por muchas personas. Curiosamente<br />

no tenía título. Una necesidad imperiosa de conocer su contenido me<br />

impulsó a iniciar su lectura.<br />

Trataba de un individuo de la clase media, con una familia<br />

disfuncional y un trabajo mediocre que lo tenían muy frustrado. Un<br />

día decide suicidarse y se dirige a una playa, donde un muelle<br />

artificial, creado con rocas naturales, conduce hasta un faro lejano.<br />

El sujeto empieza a caminar sobre aquel sendero de rocas<br />

disparejas, algunas chatas y la mayoría puntiagudas, que garantizan<br />

en una caída un severo golpe. A los lados del sendero rocoso las olas<br />

rompen agitadas, como si quisieran tragarse al muelle.<br />

En aquel momento el suicida empieza a correr. Primero de<br />

forma lenta, pero a medida que avanza aumenta desquiciadamente la<br />

velocidad. Entonces siente que vuela: salta de roca en roca a una<br />

velocidad vertiginosa mientras el viento y la briza le azotan<br />

dolorosamente la cara. Como una exhalación recorre el pedregoso<br />

sendero y en un santiamén llega hasta el faro y regresa casi volando.<br />

Siente una extraña alegría en el pecho y el corazón se le quiere<br />

salir, pero en el fondo persiste la frustración: no logró su propósito.<br />

43


Se encamina entonces hacia el mar, donde gigantescas olas<br />

forman un enorme muro de agua antes de explotar sobre el océano.<br />

Esto sí puede dar resultado, piensa.<br />

Despojándose de su ropa se lanza mar adentro, hasta el lugar<br />

donde las olas estallan. Una ola colosal se levanta varios metros y<br />

revienta de forma descomunal sobre el frágil cuerpo del pretendido<br />

suicida. El hombre es lanzado con gran fuerza hacia el fondo del mar,<br />

donde su cabeza queda semienterrada bajo la arena. Haciendo un<br />

gran esfuerzo logra zafarse y nada desesperado hacia arriba, donde la<br />

inmensa ola ha dejado toneladas de agua.<br />

Cuando por fin logra sacar su cara a la superficie, ve con horror<br />

que una segunda ola, mayor que la primera, está a punto de estallar<br />

sobre él. Esta vez su cuerpo es arrojado hacia la playa, donde dando<br />

tumbos logra por fin ponerse de pie sobre la arena.<br />

Aspira fuertemente y toma conciencia de que sigue vivo…<br />

En ese momento el autobús frena de improviso, se siente un<br />

fuerte golpe y todos los pasajeros somos lanzados hacia adelante.<br />

Hemos chocado contra un enorme camión carguero y el autobús no<br />

camina más. Descendemos y nos damos cuenta de que estamos en<br />

una playa.<br />

Semidesnudo y totalmente mojado, un hombre muy moreno y<br />

con sombrero de paja nos mira desde la arena con extrañeza...<br />

Vicente Montemayor (Monterrey, México)<br />

44


Exilios<br />

Last night I dreamt - Lucia Carriero «Nonnetta» (Italia)<br />

https://nonnetta.deviantart.com/<br />

Demasiado pronto comenzamos a pintar mariposas azules<br />

sobre el muro liso y blanco de la costumbre,<br />

la malsana costumbre de exiliar a los pájaros.<br />

Y al volver a nuestras casas huíamos del agua,<br />

no fuera a borrarnos el polvo de las alas<br />

que llevábamos tatuadas a nuestra espalda.<br />

Solo éramos niños que corríamos detrás del tiempo<br />

esperando el momento de asirnos a sus horas colgantes,<br />

como si no tuviésemos más que piernas y sueños<br />

45


y un deseo latiendo al compás de la lluvia<br />

donde plantas carnívoras entreabrían sus bocas.<br />

Demasiado pronto aprendimos a escondernos del ruido<br />

que hacían nuestros pasos sobre el silencio<br />

sobre el frío pavimento de nuestras noches,<br />

y al volver atrás la vista temíamos al viento<br />

que esparce las promesas y siembra sobre las horas<br />

semillas de olvido. Como si fuésemos algo más<br />

que borradores de nosotros mismos<br />

y no tuviésemos la piel llena de agujeros<br />

contraídos por el intenso frío.<br />

Avanzábamos a tientas armados<br />

con la ingenua coraza de la juventud<br />

que nos hacía parecer eternos ante un mundo<br />

que se hundía a cada paso que dábamos.<br />

Sin saber que volvíamos sobre nuestros recuerdos<br />

aquellos que proyectábamos al futuro<br />

y llenaban las retinas de nuestros sueños<br />

meciéndonos en las horas furtivas<br />

las mismas que habrían de sostenernos<br />

cuando nos flaqueasen las piernas y descubriésemos<br />

que aún seguíamos en el mismo sitio.<br />

Manoli Vicente Fernández (Viana do Bolo, Ourense)<br />

http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

46


Latido inverso<br />

Imagen aportada por la autora<br />

La vida sentida del revés resulta de lo más curioso. Te late la<br />

cabeza, se aceleran el pulso en los tobillos y las partes secretas se<br />

quedan ahí, a mitad, decidiendo si desean enredarse o permanecer<br />

colgadas algún tiempo más, hasta que la sangre fluya por donde<br />

desee.<br />

Uno se siente como esas termitas que consumen la madera a<br />

impulsos sin saber que su estómago no es capaz de asimilar tanta<br />

elasticidad y virutas.<br />

Quizá, en el último balanceo insinuante de la cuerda se pierda el<br />

equilibrio y, mientras cae, las caderas oscilen en un majestuoso<br />

malabarismo de caricias.<br />

Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />

47


Sin título – Adams-Carvalho (Brasil) http://ffffixas.tumblr.com/<br />

Ilustración aportada por la autora<br />

48


Pedalea<br />

Pedalea fuerte<br />

tratando de huir<br />

de un pasado que le persigue<br />

y de un futuro que le acecha.<br />

No está segura<br />

ni en su presente<br />

lleno de pesadillas diurnas<br />

y fantasmas en la noche.<br />

Los monstruos no descansan<br />

y usan diferentes disfraces.<br />

Pero ella siempre<br />

es rápida<br />

y consigue escapar<br />

en un camino lleno de obstáculos.<br />

Monta de nuevo,<br />

cantando para espantar los pensamientos suicidas,<br />

la culpa<br />

y el miedo a caer.<br />

A caer<br />

y no levantarse,<br />

a hundirse en un lodazal,<br />

a perderse en el laberinto de la rutina<br />

y en el espiral de la no conformidad.<br />

49


Pedalea,<br />

valiente,<br />

pedalea,<br />

tratando huir…<br />

Esther Moreno Morillas (València)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

50


Inquietudes<br />

I alone – Mushy https://www.flickr.com/photos/thedamnmushroom/<br />

Tal vez buscando el estallido<br />

te acercas a la hoguera<br />

con excesivo atrevimiento.<br />

No te asusta el crujir de las brasas<br />

que presagia dolores posibles<br />

y a pie desnudo cruzas<br />

lavas incandescentes<br />

sin sentir dolor. Tan honda crece<br />

el ansia tuya de quemar ausencias.<br />

Y duermen en el mismo cuerpo<br />

tu alma y los rescoldos.<br />

Lento el fuego es ceniza que muere<br />

con los helores de la madrugada<br />

y entonces te atormenta<br />

el escozor que dan las quemaduras.<br />

Isabel Sifre Puig (València)<br />

51


Life´s journey – Jovana Rikalo (Serbia) https://500px.com/jovanarikalo<br />

52


Last dance<br />

A la sala tres del tanatorio de la M 30 no dejaba de acudir gente.<br />

Javier, el marido de la finada, estaba desolado o eso pretendía hacer<br />

creer. A su lado Trini, la empleada de hogar, una joven cubana que le<br />

llevaba al menos veinte años, no dejaba de consolarlo ni de atender a<br />

los que acudían a ofrecer sus condolencias como si fuera la anfitriona<br />

de aquel evento. En un rincón de la sala había una mesa llena de<br />

canapés y refrescos. Los asistentes charlaban alegremente entre ellos,<br />

acudiendo una y otra vez a servirse de las nutridas bandejas. Mientras<br />

ella reposaba tras el cristal en una magnifica caja de caoba con un<br />

centro de rosas amarillas—–color que odiaba— sobre la tapa. Una<br />

cinta blanca con letras doradas rezaba «Tu fiel esposo no te olvida».<br />

Su fiel esposo no la olvidaría, pero al parecer todos los allí presentes<br />

sí, pues nadie se acercaba ni siquiera un instante a mostrarle sus<br />

respetos. La mesa de canapés era sin duda más apetecible. Familiares<br />

y amigos se aproximaban al recién estrenado viudo para saludarlo y<br />

recordarle lo afortunado que había sido durante todos los años que<br />

habían compartido. Aquello, más que un velatorio, era un auténtico<br />

jolgorio. La familia, que ni la llamaba por su cumpleaños, se<br />

mostraba sumamente compungida por la pérdida. Sus «amigas», las<br />

mismas que unos días atrás la criticaban nada más darse la vuelta,<br />

no dejaban de comentar lo estupenda y divertida que era y cómo la<br />

iban a echar de menos. Ellas, las que se creían conocedoras del mayor<br />

secreto de Javier, su rollito con «la cubana», las que la miraban<br />

compadecidas. ¡Ilusas! ¿Acaso creían que luego de tantos años de<br />

convivencia no sabía de qué pie cojeaba? «¡Qué infelices!», se decía<br />

mientras las observaba, «si yo les contara las veces que alguno de sus<br />

fieles maridos me ha tirado los tejos».<br />

Javier no paraba de repetir que todavía no podía creer lo<br />

ocurrido. «Se fue de viaje sola, yo estaba muy ocupado —el trabajo—<br />

53


y no pude acompañarla». Mentira, me dijo que me fuera sola, que no<br />

se le había perdido nada en Brujas. «Tenía que haberla acompañado,<br />

ahora estaríamos juntos», repetía gimoteando. «Y entonces recibí esa<br />

terrible llamada, diciéndome que se había despeñado por un<br />

precipicio, y aquí está, ni siquiera he podido verla, la caja está<br />

precintada». Volvía a gimotear. ¡Hipócrita!<br />

Cuando acabó aquel circo, llegó el momento de la incineración,<br />

yo siempre le había dicho qué era lo que deseaba, por aquello de la<br />

higiene y mi fobia a los gusanos. Y cómo no, así lo hizo. Cuando<br />

comenzó el acto, la señorita que presentó dijo: «Y ahora, por deseo<br />

expreso de la difunta, vamos a escuchar todos juntos…» y Last dance<br />

comenzó a sonar a todo volumen; todos quedaron perplejos. Se<br />

miraban unos a otros sin entender nada. Era evidente que esperaban<br />

algo más solemne. Entonces hice mi entrada triunfal, bailando y<br />

cantando aquel tema que me hacía vibrar, luciendo un precioso<br />

vestido rojo que dejó a Javier boquiabierto, unos buenos tacones y mi<br />

melena rubia moviéndose al ritmo de la música. Me coloqué junto al<br />

oficiante y con mi mejor sonrisa les hice un corte de mangas. A<br />

continuación y una vez conseguido mi objetivo, me largué dejando<br />

sin habla a aquella pandilla de majaderos.<br />

Marisa Martínez Arce (València)<br />

54


Palabras de cristal<br />

Emergente – Ana Librillana (Murcia)<br />

https://www.flickr.com/photos/62776155@N02/<br />

Hay un verso<br />

que se me esconde.<br />

No está escrito aún,<br />

pero camina erguido<br />

sobre el alambre<br />

y declina silencioso<br />

hacia la parda llanura<br />

en la que sólo las palabras<br />

se adentran.<br />

55


Lo pronuncio cada día<br />

sin que mis labios se abran.<br />

Con él celebro<br />

cuanto me envuelve,<br />

en constante devenir,<br />

y me remanso<br />

cuando todo se detiene<br />

ante mis ojos,<br />

en un instante<br />

tocado por la luz.<br />

Suspendido<br />

en la corteza de las horas,<br />

tejido con hebras<br />

intangibles de mi alma,<br />

mi verso se deshoja<br />

entre las ondas del aire.<br />

Y me silba<br />

para que perciba<br />

sin artificios<br />

lo que es,<br />

lo que se es siendo<br />

y la suavidad de ser.<br />

Una gaviota levita<br />

frente al viento,<br />

sobre las olas.<br />

Brilla la tarde.<br />

Danzan las cosas<br />

al compás del torrente<br />

56


de fulgores<br />

e incertezas<br />

que nos enciende.<br />

Y a la hora precisa<br />

en que la flor del cerezo<br />

ofrezca su corazón<br />

a la noche,<br />

acariciarán mis labios<br />

tu nombre.<br />

Porque sólo<br />

de besos debiera<br />

estar sembrada la senda<br />

que nos acerca<br />

a las últimas palabras.<br />

Juan Antonio Martínez Corral (València)<br />

57


Elvis Presley – DigitalXtreme (EUA) https://dx.deviantart.com/<br />

58


Elvis<br />

Yo tenía apenas doce años en aquel verano del 77. En pleno mes<br />

de agosto, volvía de darme un baño en la playa cuando en telediario<br />

de la única cadena entonces existente me dieron el mazazo. Elvis<br />

había muerto.<br />

Me encerré en mi habitación a llorar como si hubiera perdido el<br />

suelo bajo mis pies. Ya nada sería igual.<br />

A mi madre siempre le hizo gracia esa pasión mía por Elvis<br />

Presley. Una admiración pasada de moda, que parecía no venir a<br />

cuento en una niña que debía de estar pensando en los ídolos de la<br />

época, esa tropa de adolescentes imberbes que hacía las delicias de<br />

mis compañeras.<br />

Pero a mí me gustaba Elvis. No el Elvis de los trajes de<br />

lentejuelas, el rostro abotargado y las luces de Las Vegas. A mí me<br />

gustaba el otro. El mío. Pero ese era un secreto que guardaba para mí.<br />

Y no estaba dispuesta a contárselo a nadie.<br />

Mi madre creía que yo no sabía nada de mi padre. Y yo fingía<br />

no saberlo. Pero lo sabía. Un día la sorprendí hablando por teléfono<br />

con mi tía, y empecé a sospechar. A partir de ahí, confieso que<br />

dediqué mucho tiempo a espiar sus conversaciones, a registrar sus<br />

papeles y a fisgonear en su vida. Hasta que logré juntar todas las<br />

piezas del rompecabezas y descubrí el enigma.<br />

Mi padre no estaba muerto, como me habían repetido una y mil<br />

veces. No era el maestro que murió en un accidente yendo al colegio<br />

donde daba clase. Lo único que era cierto de la historia que me<br />

contaron era aquella foto en blanco y negro que mi madre tenía<br />

enmarcada en su mesita de noche, con una guitarra y un tupé como el<br />

59


Elvis de las primeras películas, ésas que me sabía de memoria a costa<br />

de verlas una y otra vez en cuando las ponían en la tele, y en alguna<br />

ocasión en la que mi madre o mi tía me llevaban a un cine de<br />

reestreno a verlas.<br />

Allí encontré lo que buscaba. El rock de la cárcel. Entre aquéllos<br />

chicos buenos y guapos que bailaban y cantaban como locos me<br />

gustaba imaginarme a mi padre. Porque cuando la ví, ya sabía que él<br />

estaba enn prisión. Y, aunque no sabía qué podría haber hecho para<br />

estar allí encerrado, soñaba que era bueno y estaba encarcelado<br />

injustamente.<br />

Aquel día de agosto del 77 estuve mucho tiempo escuchando<br />

una y otra vez el rock de la cárcel en mi flamante comediscos. Era mi<br />

segundo ejemplar, porque el primero se rayó tanto que quedó<br />

inservible. Aunque aún lo gurdaba entre los tesoros de mi caja secreta.<br />

Al final, dejé entrar a mi madre en mi cuarto. Y también en mi<br />

alma. Solo me preguntó desde cuándo lo sabía, y solo pude<br />

contestarle que lo sabía desde siempre. Nos abrazamos, entre lágrimas<br />

por Elvis y por él, y me contó la historia.<br />

Ahora sé que no era nada extraño en su época, pero entonces<br />

aquello me parecía un desatino. Un profesor de múisca encarcelado<br />

casi de por vida por actuar en un concierto clandestino para<br />

reivindicar libertad. Mi madre me dijo que había esperado a que fuera<br />

mayor para contármelo, al momento en que pudiera comprenderlo. Y<br />

ese momento había llegado.<br />

Y entonces, con doce años, conocí por fin a mi padre en una<br />

visita en prisión, a más de 400 Km. de nuestra casa. Desde aquel día,<br />

no dejé de acompañar a mi madre en cada una de aquellas visitas, por<br />

más que dijeran que aquél no era lugar para niñas. En una de las<br />

primeras, le regalé mi single del Rock de la cárcel.<br />

60


Han pasado muchos años, pero cada mes de agosto volvía a<br />

acordarme de aquello. Es un recuerdo que guardo en esa caja de los<br />

secretos que ahora está en mi cabeza. Junto con otro de los momentos<br />

que no olvidaré nunca. El de un día de inicios del 79 en que mi padre<br />

me devolvió aquel single que me gustaba tanto. Aquel día volvió a<br />

casa. Y me hizo jurar que, si algún día le daba un nieto, le llamaría<br />

Elvis.<br />

Mi hijo Elvis nació hace apenas unos días. Y su abuelo, desde su<br />

silla de ruedas, lo acuna cantándole su propia versión del Rock de la<br />

cárcel.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

61


Falling to sleep – Juli Scalzi (EUA) https://500px.com/juli-s-pix<br />

62


Déjà vu<br />

Ya le había ocurrido en otras ocasiones. Sin embargo, ahora era<br />

distinto, el sueño era recurrente. Al principio, una sola imagen fija, y<br />

luego todo empezaba a cobrar vida. Esos endiablados sueños le<br />

quitaban el sueño, si valía la redundancia. A pesar del escepticismo de<br />

su marido, esas visiones eran premonitorias. De hecho, había decidido<br />

reflejarlas en papel, dibujándolas. A veces, como algo estático, y<br />

otras a manera de comic. Firmaba y fechaba los dibujos para autoconvencerse<br />

de que habían sido ciertos sus presentimientos.<br />

Sucedió con el cáncer de Elvira, la madre de su compañera<br />

Marta. Con el accidente de su vecina doña Lourdes, la mujer del<br />

médico, que quedó impedida debido a una caída por las escaleras. Y<br />

con la infortunada visita de su maldito primo Antonio, arruinado por<br />

su ludopatía y que osó, con todo su descaro, ir a pedirles dinero.<br />

Aquello acabó con la inspección, por la benemérita, del tranquilo<br />

hogar de los Martínez.<br />

Temía que algo peligroso aconteciera. No sabía ni cuando, ni<br />

donde sobrevendría. En realidad, no veía ninguna cara conocida.<br />

Todo comenzaba con una mano abriendo un cajón. Después una<br />

fuerte discusión, y acto seguido se despertaba a causa de un infernal<br />

estruendo.<br />

Alguien llamó a la puerta mientras ella plasmaba en una lámina<br />

sus oníricos recuerdos. Jacinta, la asistenta, condujo a un caballero<br />

hasta el gabinete de su marido. Y allí acaeció lo inevitable.<br />

Al día siguiente se pudo leer en el diario:<br />

AJUSTE DE CUENTAS FALLIDO<br />

El juez Fernando Martínez acribilla a balazos a un delincuente al que<br />

condenó a prisión hace doce años<br />

Inmaculada Sastre Carpena (València)<br />

63


The Explanation – Thanasis Anastasiou (Grecia)<br />

https://www.flickr.com/photos/nasos3/<br />

64


Conversación entre madre e hija<br />

Madre, estoy muy enamorada de Jaime y vamos a vivir juntos.<br />

Sé que tú no estás de acuerdo, que no te fías, que piensas que voy a<br />

arrepentirme, pero tienes que estar tranquila, nos queremos mucho.<br />

Hija, tú tienes 24 años y él <strong>35</strong>, estás a punto de terminar la<br />

carrera de ingeniero con notas excelentes y acabas de volver de<br />

Alemania, donde estuviste como estudiante Erasmus, conoces tres<br />

idiomas y pronto encontrarás un buen trabajo. A Jaime, en cambio,<br />

todavía le falta para licenciarse, es actor, trabaja de vez en cuando. Sé<br />

que le aprecian y a lo mejor se hará famoso. Pero no es como tú y, sin<br />

animo de ofender, me parece un Peter Pan.<br />

Madre, esto es uno de los motivos porque me gusta. Nos reímos<br />

mucho juntos, es siempre alegre y la vida con él no es tan rutinaria<br />

como en casa. Además, es muy cariñoso, es guapísimo, sabe bailar y<br />

actuar de maravilla. Deseo aprender a ser como él.<br />

Hija, me preocupa su carácter. Tiene dos caras; aunque parece<br />

alegre, se enfada por cualquier tontería, si dices algo que no le gusta o<br />

no está de acuerdo, grita y suelta tacos y ofensas terribles. Luego se<br />

arrepiente y te pide disculpas, pero podría llegar a más. Piénsalo bien.<br />

La decisión está tomada. Jaime y Constancia, al parecer muy<br />

felices, se van a vivir juntos en un piso pequeño pero acogedor. Sus<br />

padres les apoyan.<br />

Los problemas empiezan cuando Constancia, terminada la<br />

carrera, encuentra un trabajo muy satisfactorio. El verdadero carácter<br />

de Jaime sale a luz. Se enfada a menudo, grita, y le suelta alguna<br />

bofetada. Hasta que un día, agotada, le dice a Jaime que quiere<br />

separarse. Ya no puede aguantar esa vida. Él no quiere aceptarlo,<br />

discuten, y de repente le da un puñetazo en la cara. Al caer,<br />

Constancia se da un golpe con la cabeza en la lavadora. Hay mucha<br />

65


sangre, ha perdido el conocimiento, no hay más remedio que llevarla<br />

al hospital.<br />

Pasa varios días en coma, su madre está con ella día y noche<br />

esperando que despierte. Cuando abre los ojos encuentra los de su<br />

madre llorando.<br />

Madre, ¿por qué lloras? ¿qué ha ocurrido?<br />

Hija, has resbalado en casa y te has hecho daño en la cabeza. He<br />

llamado al médico y te han llevado al hospital. Has estado durmiendo<br />

muchas horas y no lograbas despertarte.<br />

Madre, he tenido una pesadilla tremenda, parecía real. Jaime no<br />

era el que parece, me ha echado una bronca tremenda, me ha pegado,<br />

he caído y he pensado que me iba a morir. No voy a vivir con él, me<br />

da miedo como a veces se comporta; aunque le quiero, prefiero<br />

esperar y estar segura de que va a controlar su violencia. Si no,<br />

prefiero estar sola.<br />

María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />

http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />

66


El hombre simple<br />

Lonely man – Jerome Nelson (EUA)<br />

https://www.flickr.com/photos/samphraim/<br />

Era un hombre tan simple, que disfrutaba mirando como el agua<br />

del mar se filtraba y arrastraba la arena de la playa entre sus manos.<br />

El hombre simple no gastaba marcas ni seguía moda alguna,<br />

porque pensaba que él no era un perro al que ponerle collar alguno.<br />

Era tal su simpleza, que apenas gastaba lo necesario para vivir,<br />

ya que lo que era interés, progreso y modernidad para el resto, para él<br />

consistía en un encierro continuo.<br />

67


El hombre simple venció a la envidia apreciando sus piernas, las<br />

que le llevaban a lo alto de las montañas donde respirando el aire<br />

puro sentía libertad.<br />

A pesar de que lo acusaron de extraño, el hombre simple<br />

aprendió a convivir casi totalmente separado del resto, lo que provocó<br />

que el odio resbalara en él como lluvia débil.<br />

Raro, llamaron al hombre simple, ya que prefería ver el brillo de<br />

las estrellas al del oro.<br />

El hombre simple no entendía de razas ni fronteras, tan solo de<br />

trabajadores y buena y mala gente, y fue segregado por mayorías y<br />

apreciado en silencio por infinidad de mayores minorías.<br />

Cuando escuchaba críticas, callaba, pues sabía que no necesitaba<br />

ninguna coraza para demostrar lo que no era ni lo que era.<br />

Conocía a sus semejantes por dentro, comprendiendo que el<br />

miedo a la verdad los empujaba a un ataque infernal en manada sobre<br />

el más humilde y débil, pero jamás sonreía cuando un grupo reía de<br />

las desgracias ajenas.<br />

Un día se acercaron al hombre simple varias personas,<br />

presumiendo de múltiples enseres que no llamaron en absoluto su<br />

atención. Intrigados primero e irritados luego, preguntaban acosando<br />

sin cesar por qué el hombre simple no era como ellos. El hombre<br />

simple respondió que su vida era tan simple que no necesitaba ser<br />

como nadie, solo apreciar la belleza de lo natural.<br />

Enfurecidas, las personas hablaron y hablaron hasta conseguir<br />

reunir una multitud que afirmaba repitiendo sin parar las consignas y<br />

mentiras que lanzaron sobre el hombre simple.<br />

El odio de la gente creció al ver como el hombre simple sentía<br />

miedo, tapando su cobardía, atacaron sin piedad bajo la bandera del<br />

heroísmo al hombre simple hasta acabar con él.<br />

68


Una flor nació con el paso del tiempo en el mismo sitio donde<br />

desapareció el hombre simple, poseía escasa belleza pero destacaba<br />

por su templanza entre todas las plantas que la rodeaban.<br />

Una de las personas que acabó con el hombre simple arrancó la<br />

flor con rabia, ya que le molestaba en su camino; después de mirarla,<br />

la tiró a un lado y la pisó al ver que no encajaba en su ramo. El ave<br />

que volaba en el lugar, recogió la maltrecha flor, y la llevó hasta la<br />

más alta de las montañas depositándola en su cumbre. De su polen<br />

nació y creció otra flor, tan simple y natural que brilló día y noche<br />

emanando siempre felicidad.<br />

Primer premio del Certamen de relato AAVV Nou Molés, octubre de 2010<br />

Rafael Blasco López (València)<br />

69


Le Mythe d´Eros et Psyche – Phantom Der Lust (Rusia)<br />

https://phantomderlust.deviantart.com/<br />

70


Aula virtual<br />

Esto de Internet es un invento. Todo, absolutamente todo, se<br />

puede comprar en un click; hasta abuelas he visto que venden.<br />

Menudo avance.<br />

¿Y los cursos online? Uno puede aprender de cualquier cosa sin<br />

aguantar compañeros molestos; sin cargar con la mochila. Hace un<br />

par de años, viendo el panorama socioeconómico, me apunté a una<br />

universidad a distancia y este curso termino. Me estoy sacando el<br />

Graduado Superior en Villanía, que solo son tres años, pero ya sales<br />

de técnico y te pueden contratar en cualquier parte o establecerte por<br />

tu cuenta; además, te capacita para tener esbirros y secuaces, cosa que<br />

el Grado Medio no permite.<br />

El primer año fue un verdadero tostón. Que si «Historia de la<br />

extorsión: desde Sumeria hasta nuestros días», que si «Psicología del<br />

villano»… La asignatura que más odiaba era «Superhéroes:<br />

fisionomía y debilidades». Me costó lo mío, pero saqué un ocho con<br />

cinco en el examen final y no me fastidió mucho la nota media.<br />

En cambio, este curso promete. Después de la «Teoría de la<br />

presión sobre el héroe I» con la que aprendías, como si se tratara de<br />

los reyes godos, el orden de los sujetos que era mejor secuestrar para<br />

poner a tu merced (a saber: perro, compañero, novia, hijos… A la<br />

madre no se la toca, que hay cosas que son sagradas, se vayan a<br />

creer), este año consideran que hemos desarrollado estómago<br />

suficiente para «Teoría y práctica de la presión sobre el héroe II». El<br />

capítulo más interesante, desde mi punto de vista, es «Extracción y<br />

envío de los pedazos», tengo muchas ganas de llegar a esa parte,<br />

aunque temo que me las voy a ver canutas para hacer las prácticas.<br />

Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />

https://ladesdichadesersalmon.com/<br />

71


World of magic – Marko Nadj (Serbia)<br />

https://kiidfromtheozz.deviantart.com/<br />

72


Qualsevol dia<br />

Qualsevol dia<br />

arreplegaré<br />

les meues<br />

pròpies llàgrimes<br />

les barrejaré<br />

amb sang<br />

i pintaré<br />

un paisatge<br />

d’amor<br />

Penjaré<br />

eixe quadre<br />

del núvol<br />

més bonic<br />

perquè travesse<br />

el món sencer<br />

i tothom s’adone<br />

de que estic<br />

boig per tu<br />

Rafa Sastre (València)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

73


Concurso de relato rápido negro<br />

NO<strong>VE</strong>MBRE NEGRE 2017<br />

Coordinan VALENCIA ESCRIBE,<br />

Ágora Puerto Cultural y Marian Creación Literaria<br />

Casal Jove (Aula – Taller) - Puerto de Sagunto<br />

C/ Vent de Marinada (s/n) Valencia<br />

Sábado 4 de noviembre, 10:00 horas<br />

BASES<br />

1. Inscripción y desarrollo del concurso<br />

Los participantes, con edad mínima de 16 años y provistos de Carnet<br />

de Identidad o similar, deberán formalizar su inscripción en el<br />

concurso presencialmente, entre las 10:00 y las 10:30 de la mañana. A<br />

partir de esa hora no se admitirán más inscripciones. A cada<br />

participante se le entregará una planilla con un número identificativo<br />

que garantizará su anonimato ante el jurado.<br />

El concurso, que comenzará a las 10:30 horas, consiste en escribir un<br />

relato de temática negra, utilizando la frase o palabras que facilite la<br />

organización. Los participantes contarán con 30 minutos de tiempo<br />

para redactar sus historias (a las que pondrán el correspondiente<br />

título) y pasarlas a limpio.<br />

La extensión mínima de los textos será de 75 palabras y la máxima de<br />

150. A tales efectos, el título no computa.<br />

Serán descalificados los relatos que carezcan de número identificativo,<br />

no lleven su correspondiente título, no empleen la frase o<br />

palabras indicadas, incumplan la extensión estipulada, su temática no<br />

se ajuste al género negro o sean ilegibles a criterio del Jurado, que<br />

74


entre otros méritos valorará el cumplimiento de las normas<br />

ortográficas y gramaticales.<br />

La organización facilitará el papel, pero los concursantes utilizarán<br />

sus propios instrumentos de escritura.<br />

2. Premios<br />

El fallo del jurado se dará a conocer el mismo día, una hora después<br />

de la finalización del tiempo otorgado.<br />

I PREMIO: Estatuilla conmemorativa de la organización y pack<br />

literario de género negro valorado en 50 euros.<br />

II PREMIO: Pack literario de género negro valorado en 30 euros.<br />

III PREMIO: Pack literario de género negro valorado en 20 euros.<br />

Los tres relatos premiados serán publicados en la Revista Digital<br />

«Valencia Escribe» de Diciembre.<br />

Una vez concluido el concurso y entregados los premios, se realizará<br />

un sorteo, entre los participantes no premiados, de varios libros de<br />

género negro por cortesía de Librería Arco.<br />

3. Otras<br />

Los organizadores pueden, en cualquier momento y en beneficio del<br />

buen desarrollo del concurso, modificar las normas del mismo y<br />

solventar en el momento las cuestiones no contempladas en los<br />

anteriores apartados.<br />

75


II CONCURSO DE RELATO RÁPIDO<br />

VALENCIA ESCRIBE (10.06.2017)<br />

Crónica<br />

En el Casal Jove del Puerto de Sagunto y en coordinación con<br />

Ágora Puerto Cultural y Marian Creación literaria, celebramos el<br />

pasado 10 de junio el Segundo Concurso de Relato Rápido <strong>VE</strong>. La<br />

frase de comienzo obligada fue «El teléfono sonó a las cuatro de la<br />

madrugada». Participaron 26 amigos, resultando premiados los siguientes<br />

cuentos:<br />

1er premio<br />

PAX AMERICANA, de Ernesto Salcedo Aparicio (València)<br />

El teléfono sonó a las cuatro de la madrugada y nadie lo cogió. El<br />

actual presidente de los Estados Unidos de América, cansado de<br />

tuitear con sus fanáticos hasta las tres de la madrugada, se había<br />

dormido, borracho, en el sillón presidencial, embriagado de poder.<br />

Una sonrisa bobalicona iluminaba su cara mientras un hilo de<br />

alcohólica baba resbalaba por la comisura de sus labios.<br />

El himno americano, tono exigido por él, volvió a romper el silencio<br />

de la noche y él, con un escorzo, casi fallido, golpeó el terminal rojo,<br />

que cayó, inerte, al suelo enmoquetado sobre el águila imperial. Nada<br />

ni nadie perturbaría su paz.<br />

Al otro lado del hilo, el presidente ruso maldecía a su homólogo<br />

americano mientras veía volar los misiles norcoreanos sobre el cielo<br />

de Moscú.<br />

76


2º premio<br />

OJOS NEGROS, de Laura Rubio Torrecillas (Puerto de Sagunto,<br />

Valencia)<br />

El teléfono sonó a las cuatro de la madrugada pero nadie respondió.<br />

Volvió a sonar un minuto después con el mismo resultado. Había<br />

llegado tarde. Maldijo para sus adentros que aquella hubiera sido la<br />

única vez que Oscar siguiera sus instrucciones.<br />

Estaba solo, tenía que resolver la misión sin ayuda. Salió de la cabina,<br />

se sentó en un portal con la cara entre las manos simulando ser un<br />

pobre diablo tras una larga noche. Pasó mucha gente junto a él que lo<br />

miró con desprecio. Al cabo de media hora se armó de valor y se<br />

levantó. Al incorporarse notó cómo unos fieros ojos negros se<br />

clavaban en él. Sintió miedo, metió su mano en el bolsillo palpando<br />

frenéticamente y respiró aliviado al notar la película plástica que<br />

recubría la cápsula. La cogió, la introdujo en su boca y devolvió una<br />

sonrisa tranquila a aquellos ojos negros.<br />

3er premio<br />

ATRAPADO EN EL JUEGO DE LA VIDA, de Nicolás Jarque<br />

Alegre (Albuixech, Valencia)<br />

El teléfono sonó a las cuatro de la madrugada en medio de una<br />

partida de póker que mantenía dentro de un sueño. Me disculpé como<br />

los buenos anfitriones suelen hacer y con la mirada les rogué que lo<br />

entendiesen: debía contestar a una llamada tan intempestiva y me iba<br />

a levantar de la mesa con toda mi suerte y todo su dinero. Al Capone<br />

no me lo permitió. «Tú, ahí sentado». Su guardaespaldas me mostró<br />

su pistola y acabó por convencerme. Harry «el Sucio» repitió la misma<br />

frase: «Tú, ahí sentado». Mientras tanto, el teléfono seguía sonando y<br />

yo cada vez más angustiado. Hace días que el teléfono ya no suena y<br />

continúo ganando manos y manos. Quiero perder e irme, no puedo.<br />

¡Maldita suerte la mía!<br />

77


Un aspecto de la sala cedida por el Ayuntamiento en el Casal Jove del Puerto<br />

Ernesto Salcedo, recibiendo su premio de manos de Octavio Murria, de APC<br />

78


Laura Rubio, segundo premio, leyendo su relato<br />

Nico Jarque, tercer premio. Hace la entrega Vicente Murria.<br />

79


La ya clásica foto de familia<br />

Os animamos a seguir participando en esta clase de eventos. No solo<br />

por poner a prueba vuestros nervios y habilidades, sino porque son<br />

una excelente oportunidad para conocer personas con inquietudes<br />

semejantes, con las que resulta más que fácil trabar buena amistad.<br />

80


Libros de nuestras/os colaboradores<br />

Rubor de tinta – María Belén Mateos Galán<br />

(Disponible en Amazon)<br />

Un recorrido por el amor, un viaje más allá de lo real y de lo<br />

imaginario, en el que la autora perfecciona su verbo conforme roza al<br />

ser amado. El silencio se hace certeza en cada renglón de este libro y<br />

son los latidos los que conforman la melodía de lo que no se<br />

pronuncia, salvo cuando el intrépido lector hace suyo el mensaje.<br />

Relatos bordados de pasión, rimas que son signos de amor y prosas<br />

que son brotes de locura. En definitiva, esta obra es una aventura en<br />

la que debería inmiscuirse para sentir la magia de un mundo de<br />

fascinación y sueños que nunca podrá dejarle indiferente<br />

81


Nuestros libros<br />

Nos complace informar que nuestra nueva y flamante<br />

criatura ya está disponible en Amazon<br />

¡Hazte con ella si aún no la tienes!<br />

82


Y recordad que su hermanos,<br />

«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016),<br />

otras dos antologías de relatos y microrrelatos<br />

con la participación de escritores habituales<br />

de la revista VALENCIA ESCRIBE,<br />

siguen de oferta en AMAZON (versiones papel y digital)<br />

.<br />

¡Hemos tirado los precios!<br />

83


Palabras en la basura<br />

Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />

http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />

84


Números anteriores de Valencia Escribe<br />

Número 27 (Noviembre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/56195419/ve-27-noviembre<br />

Número 28 (Diciembre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre<br />

Número 29 (Enero 2017)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero<br />

Número 30 (Febrero 2017)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero<br />

Número 31 (Marzo 2017)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo<br />

Número 32 (Abril 2017)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />

Número 33 (Mayo 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo<br />

Número 34 (Junio 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58598263/ve-34-junio<br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

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Valencia Escribe en las redes<br />

Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />

concursos literarios que os podrían interesar<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />

Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />

Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />

reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales<br />

más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />

conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…<br />

todo eso y más en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />

1806573156332152/<br />

Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />

vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />

literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />

cada vez se hace más y más y más grande.<br />

https://www.facebook.com/groups/39<strong>35</strong>65884345726/<br />

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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

noticias o artículos sobre literatura? Únete al grupo de Facebook<br />

Club de Lectura Valencia Escribe<br />

https://www.facebook.com/groups/432549686885240/<br />

Si eres aficionado al cine, también tenemos nuestro propio club.<br />

Inserta reseñas, aconseja películas o series, comparte artículos, fotos,<br />

opiniones y debátelas en el grupo de Facebook Cine Club <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/cineclubve<br />

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La foto de Miguel<br />

Calle en fiestas (Alcoi) - Miguel García Rodríguez (València)<br />

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