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VE-37 DICIEMBRE 2017

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Número <strong>37</strong> - Diciembre <strong>2017</strong>


© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />

o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Portada: Valencia, mi otro lugar en el mundo – Vivian Rodríguez<br />

Dorgia (Montevideo,Uruguay). Ilustración realizada expresamente<br />

para la portada de nuestra revista.<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Descarga este número de la revista (formato PDF - 4.56 MB):<br />

http://www.mediafire.com/file/bznk5qn5rdw2ijn/<strong>VE</strong>-<strong>37</strong>+<strong>DICIEMBRE</strong>+<strong>2017</strong>.pdf


Índice<br />

Un año más (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

II Concurso de relato rápido Novembre Negre Pág. 2<br />

Un treball d’home (Susana Gisbert) Pág. 9<br />

No esperes dulces por Navidad (Jorge Zarco) Pág. 11<br />

Olor a pétalos (Manuel Serrano) Pág. 13<br />

Cierto influjo de luna (Reka Refojos) Pág. 15<br />

La gaviota (Esther Moreno) Pág. 17<br />

El pincha (Lu Hoyos) Pág. 19<br />

¡A todo trapo! (Mirta Calabrese) Pág. 21<br />

Naturaleza (M.Luisa Pérez) Pág. 25<br />

Nochebuena... (Luis Molina) Pág. 27<br />

Hazaña (Conxa Gausí) Pág. 29<br />

Harás (Aldana Giménez) Pág. 31<br />

Los últimos pasajeros (Vivian Rodríguez) Pág. 33<br />

Coitus interruptus (Javier Puchades) Pág. 35<br />

Niños de nadie (Marta Navarro) Pág. <strong>37</strong><br />

¡Contad, contad, malditos! (Marisa Martínez) Pág. 41<br />

Amor a dos mil metros (M.Gracia Scelfo) Pág. 43<br />

Dos anillos, dos arco iris (Liliana Ebner) Pág. 45<br />

Olvidados (Pilar Alejos) Pág. 49<br />

El desafío (Vicente Montemayor) Pág. 51<br />

Jaula de grillos (Aurora Losa) Pág. 53<br />

Novio prestado (Manoli Vicente) Pág. 57<br />

Plou (Rafa Sastre) Pág. 59<br />

II Concurso de relatos La radio en Colectivo - <strong>VE</strong> Pág. 61


Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 63<br />

Nuestros libros Pág. 64<br />

Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 66<br />

Palabras en la basura Pág. 67<br />

Valencia Escribe en las redes Pág. 68<br />

La foto de Miguel Pág. 70


Un año más<br />

Estamos a finales de <strong>2017</strong>. Otro año más al saco. Y los años<br />

pesan, o mejor dicho, nos pesan, a unos mucho más que a otros. A<br />

veces resulta difícil mantener encendida la llama de la ilusión, pero<br />

hemos de seguir intentándolo con todos los medios a nuestro alcance.<br />

Ya lo dijo Einstein: «La vida es una especie de bicicleta. Si quieres<br />

mantener el equilibrio, pedalea hacia adelante». Y así continuaremos<br />

haciéndolo, mientras la fuerza nos acompañe.<br />

El interior de esta revista contiene no uno ni dos, sino veintidós<br />

regalos en forma de textos que otros tantos compañeros ofrecemos<br />

desinteresadamente a todo aquel que quiera leerlos y compartirlos.<br />

Porque como bien sabéis diciembre es época de obsequios, y los<br />

nuestros son muy especiales; no los encontraréis en ninguna tienda y<br />

a ningún precio.<br />

Seguid siendo felices durante estas Navidades y recordad que<br />

vuestra sonrisa es, sin ningún género de dudas, el presente más bello y<br />

valioso.<br />

Rafa Sastre<br />

1


II Concurso de relato rápido<br />

NO<strong>VE</strong>MBRE NEGRE<br />

Con menos asistencia de la esperada y deseada, y en<br />

coordinación con nuestros excelentes amigos de Ágora Puerto<br />

Cultural, Marian Creación Literaria y Librería Arco, celebramos el<br />

pasado 4 de noviembre este certamen; a continuación os dejamos los<br />

textos ganadores y algunas fotos de variada autoría. El primer premio<br />

lo consiguió un reincidente: Ernesto Salcedo, quien demostró que<br />

incluso con el hándicap de concursar con un brazo en cabestrillo, es<br />

capaz de hilvanar magníficos relatos. Damos desde aquí otra vez la<br />

enhorabuena a Ernesto y al resto de galardonados.<br />

******************<br />

Primer Premio: «El nuevo recluta», de Ernesto Salcedo<br />

Me despertó el movimiento de la puerta al cerrarse. No suelo<br />

quedarme traspuesto sentado en el exterior de la barbería, pero ya soy<br />

viejo. Levanto la vista y allí está el pequeño de los Romano. Plantado<br />

bajo el letrero de «Pizzería», vigila cauteloso hacia la esquina de la<br />

Quinta con Queens. La oscuridad y la determinación que veo en él no<br />

deja lugar a dudas de lo que ha pasado dentro. Enciende un cigarro y<br />

me mira a los ojos. La llama de maldad que arde en su interior no me<br />

asusta, ya estoy acostumbrado a verla en cada uno de los sicarios que<br />

a lo largo de mi azarosa vida han venido a pedirme mi contribución a<br />

la familia Capone. No debería, pero aun así, siento pena por él. De<br />

verdad pensaba que él llegaría a escapar del barrio. Alguien tendrá<br />

que decírselo a su madre. No seré yo.<br />

2


Segundo Premio: «Liberación», de Lola Piera<br />

Me despertó el movimiento. Casi caigo de la cama con el<br />

estruendo. La bomba sonó a liberación, y a pesar del denso humo<br />

negro que salía del coche, supe que era la señal de la catarsis que<br />

deseaba. Adiós a las medias de cristal, a las joyas, a las pieles, todas<br />

dejaban un rastro de sangre. Mike Dedos Gordos ya era historia.<br />

Cogí mi maleta. Dentro, cuatro trapos, esperanza y un futuro<br />

incierto. Dejaría de ser la rubia oxigenada que bailaba el agua al señor<br />

del crimen. Me volvería invisible.<br />

Un puñado de dólares, una cajetilla de Lucky y un billete a<br />

Nueva York. Y algo nuevo que no tuve hasta hoy: coraje para no<br />

traicionarme.<br />

Tercer Premio: «Corsaria», de Eulalia Rubio<br />

Me despertó el movimiento producido por el oleaje. Estaba<br />

tirada en el fondo de la bodega de un barco de pescadores. Sal y<br />

escamas por todas partes, además de cientos de fardos de alguna<br />

droga. Recordé las últimas palabras de Ramiro, el patrón:<br />

—No volverás a jodernos el negocio.<br />

Subí a cubierta, le golpeé por la espalda con un arpón y cayó<br />

desvanecido. Llamé por la radio a la lancha de Halid. Trasladamos el<br />

alijo y hundimos el Osiris. Ahora no sé qué va a pasar conmigo, Halid<br />

está recibiendo órdenes para que se deshaga de mí. La cúpula no<br />

quiere testigos, pero el veneno que le he puesto en el café empieza a<br />

hacer efecto. Gracias, padre, por enseñarme aquella cala inaccesible<br />

desde tierra.<br />

3


Los premios que se repartieron<br />

El Concejal de Juventud del Ayuntamiento de Sagunto,<br />

Guillermo Sampedro, dando la bienvenida a los participantes<br />

4


Guillermo hace entrega del primer premio a Ernesto Salcedo<br />

El escritor Jerónimo García entrega el segundo premio a Lola Piera<br />

5


Lu Hoyos, en representación de <strong>VE</strong>, entrega el tercer premio a Eulalia Rubio<br />

Marian García y Vicente Murria, llevando a cabo el sorteo de los libros<br />

regalados por Librería Arco y las camisetas de Novembre Negre<br />

6


Tradicional «foto de familia». Esta vez, además<br />

de los organizadores aparece también el jurado.<br />

Y aquí, el grupo que se quedó después a comer...<br />

7


Portrait of businesswoman – Caia Images (EUA)<br />

https://500px.com/caia_images<br />

8


Un treball d’home<br />

—Enhorabona. Ja tens un treball d´home.<br />

Ho havia aconseguit. Després de tant de temps d´esforç, de<br />

sacrifici, de privacions i, fins i tot, de patiment, el càrrec era meu.<br />

No veia el moment de presentar-me davant d´ella, de conèixerla,<br />

de posar-me al seu servici. Era la meua heroïna. I, des d´ara, la meua<br />

cap.<br />

La seua benvinguda, però, em va deixar freda. Un treball<br />

d´home? Què era el que volia dir? Que n´hi havia, de treballs d´homes<br />

i de dones?<br />

Vaig decidir no adonar-me´n. Fingiria no haver escoltat aquella<br />

frase que m´havia baixat l´ànim als peus.<br />

Vaig donar-li la mà en senyal de respecte. L´admiraba massa<br />

com per a donar-li el parell de besades que n´haguera volgut. Ella va<br />

fer-me una palmadeta en l´esquena. Quan ja me n´anava, va<br />

cridarme.<br />

—Dona, no t´amoïnes. No passa res per ajudar a signar el<br />

contracte entre els llençols. L´angoixa dura una estona; el treball, tota<br />

la vida.<br />

La meua il.lusió se´n va anar per la finestra. I, aleshores, vaig<br />

estar més orgullosa de mi mateixa que mai.<br />

Des d´aquell dia no vaig tornar a mirar la meua cap de la<br />

mateixa forma La decepció em va durar una estona; les ganes de<br />

lluitar, tota la vida.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

9


DSC – Dimitris Ziannis (Grecia) https://500px.com/dimitrisziannis<br />

10


No esperes dulces por Navidad<br />

Aquí te veo sentado amigo<br />

solitario en la barra de un bar<br />

oyendo villancicos de fondo<br />

y carcomiéndote la soledad.<br />

No tienes familia a la que aferrarte<br />

ni sobrinos para colmar con regalos a manos llenas<br />

ni una novia a la que quieras llevar de cena<br />

o hermanos y hermanas que a su casa te quieran invitar.<br />

Todo eso lo perdiste un día<br />

por una historia que no te apetece contar<br />

son asuntos de familia<br />

que al mundanal ruido le suelen resbalar.<br />

Aquí en tu barra deshabitada<br />

te limitas a beber sin parar<br />

pero quizá algún colega sí tienes<br />

que en medio de tu borrachera te pueda consolar.<br />

No hay lujos que comprar a la vista<br />

no hay tijeras ni papel celofán<br />

qué tristes se hacen estas fiestas<br />

si no eres un niño para recibir regalos o mazapán.<br />

Pero al menos sabes que yo te acompaño con conversación<br />

en la inmensidad de un desierto bar<br />

te queda por lo menos el consuelo<br />

de que esta Nochebuena solo no vas a estar.<br />

Jorge Zarco Rodríguez (València), 20/12/2016<br />

11


Gente en la calle - Ignacio Pinazo (1849-1916)<br />

12


Olor a pétalos<br />

Hace unos días paseaba por el museo de Bellas Artes de<br />

Valencia, por una exposición sobre el maestro valenciano de<br />

impresionismo Pinazo, una colección que vale la pena admirar sin<br />

prisa.<br />

Contemplaba un hermoso cuadro, Pareja en la escollera, cuando vi<br />

que un señor se acercaba demasiado a otra de las obras expuestas.<br />

Me sorprendió que pegara la nariz al cuadro. Un sacrilegio. Una<br />

infamia. Al momento llegó el vigilante, increpándole:<br />

—Por favor, señor, no puede tocar el cuadro —dijo<br />

malhumorado.<br />

—Disculpe, soy ciego y solo quería comprobar cómo olían las<br />

flores de este hermoso cuadro.<br />

Cierto que es un hermoso cuadro, donde cientos de flores y<br />

pétalos caen sobre la gente dibujada apenas, imaginada siempre, Gente<br />

en la calle. Cuando se fue el señor con el vigilante, me acerqué para<br />

sentir la fragancia. No hizo falta acercarme demasiado para notarla.<br />

Manuel Serrano (València)<br />

13


Wolf bird – Mohammed Abd El Halim (Egipto) https://500px.com/heonical<br />

14


Cierto influjo de luna<br />

Morir en tus entrañas<br />

mientras nado en su reflejo.<br />

Dormir en su embrujo<br />

sintiendo tus caricias,<br />

frías, mortales… Últimas.<br />

Vivir en sus cadenas<br />

bebiendo tu sangre,<br />

llorando mi soledad,<br />

escupiendo el miedo,<br />

huyendo de esta realidad.<br />

Y de pronto, lo inevitable…<br />

La luz.<br />

Tu rostro se hace eterno,<br />

mi palidez ya es inmortal.<br />

Reka Refojos González (Vigo, Pontevedra)<br />

15


Este mar contaminado - José Luis Rico (Alicante) http://joseluisrico.com/<br />

Imagen sugerida por la autora<br />

16


La gaviota<br />

El mar estaba tan calmado como siempre, pero los peces<br />

flotaban, muertos, en un agua contaminada por el hombre. Armando,<br />

pescador de toda la vida, se dirigió triste a través de ese piélago<br />

envenenado. Cruzó con su velero el Mediterráneo durante varios<br />

meses, sin encontrar vida alguna en esa densa mar. Los animales que<br />

vivían en esas aguas habían sido presas del capitalismo aniquilador,<br />

disfrazado de éxito. En todos esos días pudo vislumbrar a una<br />

gaviota, que le siguió durante su travesía por los horrores del<br />

progreso.<br />

Esther Moreno Morillas (València)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

17


Foto sugerida por la autora<br />

18


El pincha<br />

Hija, ¿tú sabes quién es el hombre que duerme en mi cuarto?<br />

—Claro, mamá, es el papá.<br />

—No, hija, no, ese no es tu padre, ese es un viejo que no sé de<br />

dónde ha salido. Mi marido es este —dice mientras le muestra una<br />

foto—, es igualito que Clark Gable. ¿Tú sabes dónde puede estar?<br />

La hija la mira con ternura y le acaricia una mano. Se queda sin<br />

palabras.<br />

—Ese es el pincha. Le estoy agradecida, todas las mañanas me<br />

pone la insulina. Y parece un guardia civil gordo y viejo. ¡Mi marido!<br />

¡Él sí es un hombre guapo! ¡Y bueno! A ver dónde se habrá metido<br />

este hombre, hace no sé cuánto que no lo veo.<br />

Lu Hoyos (València)<br />

19


Foto de Ulises Barranco (Argentina) https://500px.com/ulpix<br />

Sugerida por la autora<br />

20


¡A todo trapo!<br />

No se la puede quitar de la cabeza. La vio en aquel salón<br />

tanguero del barrio de Almagro. Ella, con un vestido negro, el cabello<br />

color miel sobre un costado del rostro, escondiendo uno de sus<br />

ojazos. Custodiada por un bacán, robusto y engreído que vestía<br />

elegante. Parecía vigilar todo el tiempo, junto a otros tres fulanos que<br />

le hacían la guardia.<br />

Busca en el ropero el único traje que tiene, la camisa celeste<br />

clara, los zapatos negros brillosos.<br />

Se pasa un poco de colonia barata por el pelo engominado. Un<br />

día de estos, va a comprar una de las que vio en la perfumería del<br />

barrio.<br />

¡Se dará el gusto! ¡Qué tanto!<br />

Sale, la noche está tibia. Camina hasta la esquina. Al abrir su<br />

cartera, el boleto de la última carrera lo mira burlón. Piensa en los<br />

pesos que se le piantaron junto con las ilusiones, y lo perejil que es, al<br />

creer que algún día ganará su apuesta, tendrá mucha guita y podrá<br />

escapar de la mishiadura.<br />

Hace señas al primer taxi que ve.<br />

─ ¡Hasta San Telmo maestro! Vamos por la avenida San Juan y<br />

me tira por ahí.<br />

─ Tá bien muchacho.<br />

─ El tránsito está un poco pesadito por la noche del viernes vio,<br />

la gente sale más.<br />

El taxista, busca conversación, pero él está con la mente en otra<br />

parte.<br />

─ En la cuadra que viene está bien, aquí me quedo Don.<br />

Camina nervioso hasta la puerta de la milonga. La música a<br />

todo trapo lo pone de buen humor. Algunas parejas ensayan figuras<br />

21


atrevidas lustrando el suelo. La luz tenue y el humo no dejan ver con<br />

claridad.<br />

Acodado en la barra, enciende un cigarro y hace un paneo por<br />

todo el salón, algunas muchachas miran insinuantes, pero él busca a<br />

otra.<br />

─Juan, poneme un trago, bien fuerte.<br />

─Mirá ¡ahí la tenés a la moza! Le apunta Juan.<br />

Toma un sorbo como para darse ánimo. Se da vuelta y ahí está<br />

ella ¡Más linda que nunca! Con un vestido color manteca que dibuja<br />

su cuerpo, los labios rojos, ese andar sensual y provocador, que lo<br />

vuelve loco.<br />

La orquesta se descuelga con un tangazo. Un tipo alto y vestido<br />

de negro le habla por lo bajo, la toma del brazo y la lleva a la pista. Se<br />

queda ensimismado mirando como la pareja baila con requiebros<br />

estudiados.<br />

¡No aguanta más!<br />

─ Disculpe Don, ¿me permite? Me parece que la señorita quiere<br />

cambiar de compañero.<br />

Ella, sonríe tímida.<br />

─ Sí ¡Claro amigo!! ¡Faltaría más! Toda suya.<br />

Sonríe con sorna y se da media vuelta.<br />

La abraza con suavidad, ella se aprieta contra su pecho mimosa.<br />

La sensualidad se adueña del momento, solo ella y él.<br />

La cadencia del tango los envuelve, los atrapa en una telaraña de<br />

pasión.<br />

Un empujón, la sorpresa, ¡Un puñetazo tan fuerte! que cae<br />

derrumbado.<br />

Los golpes vienen de todas partes, no ve nada. «Parecen ser unos<br />

cuantos».<br />

22


Solo quiere que paren. Los gritos de la gente y el murmullo, los<br />

escucha muy lejos... no sabe qué pasa. Todo se vuelve oscuro. Lo<br />

arrastran por el suelo.<br />

De pronto, la música comienza a sonar de nuevo...<br />

«Por una cabeza, si ella me olvida<br />

qué importa perderme, mil veces la vida<br />

para qué vivir…»<br />

Siente un paño mojado en la frente y algo de alivio.<br />

─ ¡La pucha! ¡Hay que tené mala pata pa elegí las minas che!<br />

Abre los ojos, y muy borroso ve a Juan.<br />

A duras penas puede sentarse. El traje desgarrado, la camisa<br />

celeste clarita salpicada de sangre, la corbata arrugada. Los bailarines<br />

hacen un círculo como si él fuera el payaso del circo y murmuran por<br />

lo bajo.<br />

Enseguida alguien ordena:<br />

─Bueno, señores aquí no ha pasao nada. ¡A seguir con la<br />

milonga! Que los asuntos de polleras se arreglan afuera.<br />

Algunos aplauden, la pista se llena poco a poco ¡Y a lustrar el<br />

suelo!<br />

El director de la orquesta anuncia un bis del tango más lindo del<br />

mundo.<br />

La música inunda el salón y se mete hasta en los huesos.<br />

Un muchachito le entrega un papel con letra de mujer.<br />

Juan, murmura:<br />

«Para Gerardo:<br />

Boedo 239 - 2º»<br />

─ ¡Vos sos dueño che! Cada uno se muere como quiere...<br />

Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />

http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />

23


Fotografía de la autora<br />

24


Naturaleza<br />

¿Puede el paisaje configurar nuestra mirada? Estoy convencida<br />

de que sí, y mucho más. También nuestra sensibilidad y nuestro<br />

pensamiento. Y nuestras emociones cuando éstas están en parte<br />

condicionadas por la memoria. Pues la naturaleza nos acompaña<br />

siempre. Crecemos con ella, se fija en nuestra mirada desde la más<br />

tierna infancia: el mar, las flores, los bosques, la lluvia, los peces, la<br />

niebla, la luna…. También desde la lejanía, en la distancia que vamos<br />

adquiriendo cuando crecemos, han sido la referencia de nuestro<br />

conocimiento y han originado nuestras raíces, nuestra identidad.<br />

Los que «miramos» para trasladar esa mirada al papel, al lienzo,<br />

sabemos que hay que conocer y comprender la mágica estructura de<br />

la naturaleza y su belleza para, desde esa distancia que el tiempo nos<br />

confiere, plasmarla tamizada, sentida, añorada en ocasiones y<br />

siempre, siempre amada.<br />

María Luisa Pérez Rodríguez (València)<br />

http://marialuisaperezr.blogspot.com.es/<br />

25


x-ray of chest – Pan Xunbin (EUA) https://500px.com/defun<br />

26


Nochebuena…<br />

Despertó y no entendía nada. ¿Qué estaba pasando?<br />

El ámbito era irreconocible, paredes muy blancas, las luces, ese<br />

tubo transparente que bajaba hacia su brazo. Le dolía todo. Lejanas<br />

detonaciones se escuchaban por doquier.<br />

Trató de recordar; los regalos, sí, los regalos, ellos me esperan…<br />

Era tarde, se vistió apurado, el calor era agobiante. El motor no<br />

quería arrancar, cuando lo hizo vio que la temperatura era muy alta.<br />

Bajó y agregó agua al radiador. La ruta estaba congestionada, el sol<br />

en rigor no perdonaba, desde el pavimento ascendían figuras<br />

fantasmagóricas en forma de reflejos. Le costaba respirar. Qué daría<br />

por tener un auto más moderno, pero…<br />

Recuerda que el camino se evaporaba ante sus ojos, cual si fuera<br />

un sueño. Luego el golpe, después la nada.<br />

Trató de moverse, algo se lo impedía. Escuchó voces.<br />

¿Dónde estaba su traje? Al menos aquí estaba fresco.<br />

Uno de los hombres de blanco se acercó y tocó su frente.<br />

Sostenía una copa en la mano.<br />

—Hola, ¿ya despertaste? —preguntó sonriendo— ¡Vaya golpe!,<br />

la sacaste barata.<br />

No comprendía, ¿Qué estaba ocurriendo?<br />

Trató de ver alrededor, era una sala de hospital.<br />

Alguien entró y preguntó:<br />

— ¿Qué le pasó?<br />

—Perdió el conocimiento y se estrelló con el auto —fue la<br />

respuesta.<br />

27


—Hay que estar loco para salir a la ruta en plena tarde con un<br />

auto tan viejo, vestido de Papá Noel y una temperatura de 42<br />

grados…<br />

Entonces recordó: ¡Era Navidad!<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

28


Hazaña<br />

Imagen sugerida por la autora<br />

Me estaba tomando una birra en la terraza del bar, me quedé<br />

mirando el toldo de imposible olvido.<br />

Como tantas veces había hecho de niño, pensé por un momento<br />

que podría repetir el intento y aunque ahora no podía presumir<br />

delante de aquella preciosa niña de rubios tirabuzones, si tenía que<br />

demostrarme a mí mismo que era capaz de hacerlo.<br />

No lo pensé dos veces. Me dirigí al objetivo y con mis dos<br />

brazos me enganché en uno de los soportes del toldo dando a mi<br />

cuerpo el impulso necesario para que el balanceo, cada vez más<br />

fuerte, me permitiera llegar al otro soporte. Salté...<br />

—¿Cariño que has hecho? ¿Crees que todavía tienes 12 años?<br />

—me lo dijo sin acritud ni tirabuzones, mientras en urgencias del<br />

hospital me grapaban la barbilla y otros desperfectos.<br />

Conxa Gausí Caballero (València)<br />

29


Diseño de Paul Fuentes (México) http://www.paulfuentesdesign.com/<br />

Sugerido por la autora<br />

30


Harás<br />

Estuve pidiéndole a noviembre<br />

que te redireccionara a mí.<br />

Éste año tendrá tres diciembres<br />

para que alcances a venir.<br />

La misma brújula ha estado ahí<br />

apuntando al sitio de siempre<br />

y tus manos aún no pueden descubrir<br />

por qué mi piel te quiere.<br />

Es esa la cama que tiene<br />

espacio para los dos,<br />

la distancia es un hielo que duele<br />

en cualquier estación.<br />

Estuve escribiendo en las paredes<br />

sobre gotitas que tuve de vos.<br />

Éste año harás nuevos niveles,<br />

ansío leer cada color.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

31


Tango – Bernard Haettel (Francia) https://500px.com/bh-photography<br />

32


Los últimos pasajeros<br />

La puerta ya casi se cerraba.<br />

La música llegaba a su fin.<br />

No quería bailar. Eso ya no era para mí.<br />

Se habían agotado los delirios propios de un espíritu inquieto. El<br />

partido jugado con todo el esfuerzo de que era capaz, llegaba a su<br />

final y el resultado era lo de menos.<br />

De pronto, algo se agitó en mi interior. Fue como un aleteo, un<br />

destello, un último bis, fuera de programa, que ya nadie esperaba,<br />

menos aún yo.<br />

Mi corazón tembló. ¡Cuánto tiempo que no lo hacía! Mis dedos<br />

sintieron el deseo de acariciar. Mi boca... Mi boca quedó muda<br />

demorada en una sonrisa.<br />

Tu delicadeza trascendió en ese gesto de sostener la puerta para<br />

que yo pasara.<br />

Tu perfume no me recordó ninguno anterior.<br />

Tu mirada me ruborizó, sin quererlo tú, sin esperarlo yo.<br />

Y juntos como dos locos a los que apura la noche antes del<br />

amanecer, decidimos que había música por vivir.<br />

Quise bailar, solo porque valía estar amarrada a tus brazos, sin<br />

apuro ni desacuerdo, sin precepto, ni exigencia, sin más tiempo que el<br />

que se vive, cuando ya no hay brillos tontos que distraigan nuestra<br />

atención, ni veleidosas necesidades de seducir.<br />

Dos extraños al momento de cerrar apuestas.<br />

33


Nos esperaba el resto de nuestras vidas, sin ningún apuro, sin<br />

necesidad de un por qué, libres para disfrutar el viaje de ese último<br />

tren.<br />

Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />

https://lapiazzadellaluna.blogspot.com.uy/<br />

34


Coitus interruptus<br />

Fotografía sugerida por el autor<br />

El picadero, así llamábamos, mi hermano y yo, al descampado<br />

que había detrás del colegio. Era nuestra distracción sabatina. Al<br />

atardecer los coches llegaban, aparcaban y comenzaba ese rítmico<br />

bamboleo. Si el vehículo era un «Citroën Dos Caballos» aquello se<br />

convertía en un espectáculo.<br />

Lo que más nos divertía era acercarnos sigilosamente y dar un<br />

golpe seco en la chapa. Bruscamente cesaba el movimiento y veíamos<br />

asomarse por las ventanillas sus rostros sudorosos. Siempre salíamos<br />

corriendo. Excepto aquella tarde cuando los ojos que se asomaron<br />

tras el cristal fueron los de mamá y aquel no era el coche de papá.<br />

(Relato finalista en el programa Wonderland de RNE4 el 28/10/17)<br />

Javier Puchades (Quart de Poblet, València)<br />

https://eldecantadordeletras.blogspot.com.es/<br />

35


La marcha de los olvidados – Danny Castillo (Honduras)<br />

https://500px.com/foxphotohn<br />

36


Niños de nadie<br />

Elmer Mendoza nació un día de invierno frío y lluvioso. Nadie<br />

recuerda con exactitud la fecha pero sí el frío y la lluvia, inmisericorde<br />

y torrencial, que por aquel tiempo cayó durante días. Y la niebla. Una<br />

niebla espesa que llegó de golpe a la ciudad borrando todas las cosas.<br />

Tal vez fuera enero. Tal vez no. Nunca a causa de semejante olvido<br />

ha celebrado su cumpleaños. Nunca ha tenido regalos, tartas, ni velas<br />

a las que infantiles deseos soplar.<br />

Aquel invierno, el invierno de doce o quizá trece años atrás en<br />

que Elmer vino al mundo, habían vendido sus padres la poca tierra<br />

que en su aldea natal tenían y, esperanzados como nunca estuvieron,<br />

como ya nunca volverían a estarlo, a pesar de la multitud de miedos e<br />

incertidumbres que, inclementes, sobre ellos se cernían, habían<br />

marchado a la capital en busca de un futuro más próspero para el hijo<br />

que en camino venía. Pero sabido es que nunca tuvo compasión con<br />

los pobres el destino y solo un terreno en un suburbio de la periferia,<br />

más allá del extrarradio, de las vías, de los edificios grises y las<br />

inevitables torres de alta tensión, un terreno próximo en exceso al<br />

inmenso vertedero que el contorno de aquella ciudad inhóspita y<br />

áspera como pocas delimita, fue lo que el perverso azar les reservó y a<br />

lo que hubieron su nueva vida de conformar.<br />

Allí, a escasos metros de la cerca, con incansable y tenaz<br />

esfuerzo, cultivan desde entonces berenjenas, calabacines, coles y<br />

tomates que pocas veces consiguen vender. Y allí, al filo de la<br />

desolación y la impotencia, clavada la angustia en el pecho,<br />

hondamente herido su corazón, casi vencidos, lágrimas de rabia y<br />

desaliento, lágrimas con un amargo sabor a exilio y a derrota, lloran<br />

sin ruido cada noche —ojos hundidos y cansados— en un triste duelo<br />

por la pérdida de aquella ya tan lejana, ingenua y efímera ilusión,<br />

<strong>37</strong>


desvanecido frente a ellos sin remedio el futuro que juntos un día<br />

soñaron.<br />

Y es que, pese a hacer todo lo posible —y cierto es que lo<br />

hicieron— a veces sucede que ni aun esto resulta suficiente, nunca<br />

mejoran los tiempos y para tal infortunio no existe entonces consuelo.<br />

Límites hay que el valor humano jamás a superar alcanza.<br />

Así fue que en este lugar remoto y por todos olvidado, en una<br />

vieja barraca de madera y zinc tan mísera como una chabola, nació<br />

Elmer. Un muchacho ahora alto y fuerte, espigado, de rostro atezado<br />

por el sol y ojos oscuros, brillantes, profundos y esquivos que cada<br />

día, mucho antes del amanecer, en ese momento en que el silencio<br />

parece devorar las horas, salta de su pequeño camastro y siempre<br />

sigiloso para no despertar a los hermanos que tras él llegaron, como<br />

una sombra apenas arrancada a las tinieblas, sale a la soledad de unas<br />

calles donde hace mucho la miseria se hizo costumbre, de unas calles<br />

que a cada paso hablan de dolor. Cabizbajo y lento, un peso<br />

insoportable de llanto e injusticia a sus espaldas, al vertedero entonces<br />

se encamina y allí confundido entre decenas de chiquillos harapientos<br />

—ojos tristes, mejillas hundidas, manos sucias, alma gastada— hace<br />

mucho tiempo todos ellos resignados a su suerte, y los perros y buitres<br />

que habitan el lugar, armado como todos con su inevitable garfio y<br />

como todos de inmediato cubierto por una grasienta costra de mugre,<br />

con inocente esmero, escarba entre la basura en busca del quizás<br />

único sustento de que ese día dispondrá la maltrecha, siempre exigua,<br />

economía familiar.<br />

Elmer no se queja. Nunca se queja. Tampoco se avergüenza. Es<br />

su trabajo. Gracias a él —bien lo sabe— subsiste su familia, digna,<br />

casi heroica, superviviente de las privaciones y la escasez. Y se siente<br />

orgulloso. Mucho. Pero lo odia. Lo odia de un modo profundo y<br />

oscuro que por mucho que intenta no logra evitar. Odia la basura, el<br />

olor, los insectos, los camiones, el humo de los gases... Tan<br />

38


desagradable todo, tan sucio, tan insalubre. Tan triste y<br />

descorazonador.<br />

En secreto, un secreto nunca con nadie compartido, Elmer sueña<br />

estudiar. Quisiera ir a la escuela, merendar en el parque a la salida de<br />

las clases, jugar al baloncesto, confundirse y ser uno más, entre todos<br />

esos chicos a los que cada tarde espía desde lejos... y un día —como<br />

ellos seguro lograrán— llegar a ser maestro o médico, quizás.<br />

Algunas veces, pocas, pero a veces, desde lo más alto de su<br />

montaña de escombros, golpeado por la pena y la soledad, levanta los<br />

ojos a un cielo para él siempre arisco y en penumbra. Susurra<br />

entonces una plegaria dolorida, una plegaria de tristeza abrumadora y<br />

solo si por un instante una estrella atraviesa rauda el firmamento, el<br />

niño sonríe. Por alguna extraña razón -alguien un día le contó- las<br />

estrellas fugaces guardan relación directa con los deseos y esa idea,<br />

casi una esperanza, dibuja en sus labios una sonrisa. Una sonrisa<br />

breve, apenas un esbozo, tan fugaz como la estrella. La triste e<br />

inexpresiva sonrisa de quien nunca aprendió a reír. De quien sabe que<br />

algunas historias nunca alcanzan su final feliz.<br />

Marta Navarro (València)<br />

https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />

39


Ichi Ni San Shi Go – Steve Passlow (Australia)<br />

https://500px.com/stevepasslow<br />

40


¡Contad, contad, malditos!<br />

¡Cielos, no me acordaba! Esta tarde tengo cita con el doctor<br />

Andreu. He de consultarle sobre esta extraña manía que tengo de<br />

contarlo todo una y otra vez. Últimamente no puedo parar, no sé que<br />

me ocurre.<br />

Estoy hecho polvo, ese matasanos me ha diagnosticado un<br />

trastorno obsesivo-compulsivo y le he dicho ¿mande? Creo que no es<br />

tan bueno como dicen. Yo esperaba un poco más de ayuda, no me<br />

dejaba explicarle. Si me hubiera escuchado. Si hubiera podido decirle<br />

que soy escritor, lo habría comprendido. De mi última novela no he<br />

sacado ni para gastos. Así que me paso el día enviando textos a<br />

concursos, a ver si me clasifican en alguno y gano algo de pasta. Por<br />

eso no hago otra cosa que contar. Cuento palabras: noventa, noventa<br />

y uno, noventa y nueve. Cien. ¡Nooo puedooo más! Un diagnóstico<br />

más acertado creo que hubiera sido estrés post-traumático, si va a ser<br />

eso ¡joder!, y este tío me ha sacado cincuenta euros por nada.<br />

Un, dos, tres… veinte tiradores. Un, dos, tres… veintitrés<br />

baldosas. Cinco, seis, siete… treinta y tres azulejos. Cinco, seis…<br />

Después del desayuno, ducha y al trabajo. Un, dos, cuarenta y<br />

seis escalones, son los que hay desde el cuarto piso donde vivo hasta<br />

el patio. Tres, dos, uno, cero.<br />

Marisa Martínez Arce (València)<br />

41


Man helping person climb – Blend Boost (Islandia)<br />

42


Amor a dos mil metros<br />

Se habían conocido en el mes de octubre, haciendo senderismo<br />

en Valle d’Aosta. A Pepe, español, guapo, atlético y siempre<br />

sonriente, le gustaba mucho la montaña y en particular en este mes,<br />

cuando el paisaje empieza a tener un aspecto maravilloso entre el rojo<br />

y el amarillo con el aire ya fresquito y los días despejados. Todavía no<br />

han empezado las lluvias de noviembre, aunque siempre suele haber<br />

alguna tormenta por la tarde. Lo típico de la montaña.<br />

Antonia, rubia, de pelo largo, risueña, vivía en un pequeño<br />

pueblo cerca del Monte Bianco y cerca del hotel donde se había<br />

instalado Pepe. A ella también le gustaba subir al monte mirando el<br />

paisaje, y sacando fotos, que luego ponía como cuadros en el pequeño<br />

chalet donde vivía. Tenía una cafetería donde preparaba platos típicos<br />

del Valle. Su comida les encantaba a todos, vecinos y turistas, muchos<br />

de los cuales eran españoles que iban de excursión al Monte Bianco.<br />

Aquel día hacía bueno, el cielo estaba despejado y el aire era<br />

fresquito, lo ideal para subir a un refugio a varios metros de altura.<br />

Antonia decidió ir al refugio Benevolo, que estaba alrededor de los<br />

2400 metros. Se preparó, abrigándose bien porque en el Benevolo<br />

haría mucho frío.<br />

Sin saberlo, Pepe también tomó la misma decisión y salió del<br />

hotel muy contento, con su mochila lista para cualquier imprevisto.<br />

Aparcaron los dos casi al mismo tiempo y empezaron a subir. Se<br />

saludaron, como es costumbre en la montaña, cuando se encuentra a<br />

alguien a lo largo del camino. Se miraron, se gustaron a primera vista<br />

y decidieron subir juntos gozando de aquel paisaje otoñal antes de<br />

que la nieve, llegado el invierno, lo cubriera todo de nieve. Las<br />

marmotas ya habían empezado su hibernación y poco a poco el<br />

paisaje iba cambiando. Cada vez era más angosto. Por fin llegaron al<br />

43


efugio hambrientos y cansados, pero felices. Había química entre<br />

ellos. Hablaron sin parar, se contaron muchas cosas y comentaron lo<br />

casual del encuentro. Bajando les pilló una tormenta que aunque no<br />

duró mucho, les mojó por completo. Hacía frio y se cogieron de la<br />

mano, se abrazaron para calentarse, se besaron.<br />

Antonia le invitó a cenar en su chalet. Pepe no dejaba de<br />

mirarla, se buscaban, se deseaban. El momento parecía mágico y con<br />

mucha naturalidad se desnudaron e hicieron el amor con pasión y<br />

dulzura. No se separaron durante una semana.<br />

Pepe tenía que regresar a su trabajo y le pidió a Antonia que se<br />

fuera con él a España.<br />

Ella lo miró, pensó en su vida futura con ese desconocido, y no<br />

lo dudó ni un instante, preparó su maleta y se fue con él.<br />

María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />

http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />

44


Dos anillos, dos arco iris<br />

Fotografía de la autora<br />

Una tiene 93 años, la otra 29.<br />

Una es abuela de siete nietos, la otra es la más pequeña de ellos.<br />

Desde el primer día se sintieron atraídas por un amor profundo,<br />

una desde sus años, la otra al recibir la caricia en su suave piel de<br />

recién nacida.<br />

Un anillo brillaba en la mano de la abuela que hacía las delicias<br />

de la pequeña. Corría a su encuentro y tomándole la mano hacía girar<br />

el dedo para que el sol descompusiera en un arco iris de colores el<br />

pequeño brillante que tanto la atraía.<br />

45


La abuela entonces le contaba la historia de su boda, del anillo<br />

que el abuelo había colocado en su dedo hacía ya muchos años.<br />

Entonces la pequeña, con vos mimosa le decía:<br />

—Abuela, cuando yo me case quiero llevar ese anillo.<br />

Entonces la abuela con voz quebrada le contestaba:<br />

—Este anillo será tuyo el día que yo emprenda un viaje muy<br />

largo y espero que lo cuides y lo quieras como nos hemos querido tus<br />

abuelos.<br />

Ella no entendía y cada vez que la veía corría a sus brazos y le<br />

preguntaba:<br />

—Abuela ¿cuándo te vas a hacer ese viaje largo?<br />

Era tal la fascinación por el anillo que un día mordió a la abuela<br />

en el muslo por no querer dejarla jugar con ese arco iris que la hacía<br />

soñar.<br />

Los años pasaron, la abuela ya no cuenta cuentos, pero siempre<br />

espera la llegada de esa nieta que le arranca sonrisas y le cuenta<br />

secretos y entrelazan sus manos como cuando era pequeña y le<br />

regalaba los cuadros que de los cuentos ella pintaba y le pide perdón<br />

por aquel mordisco que nunca olvidó.<br />

Un novio llegó y conociendo la historia del mítico anillo, mandó<br />

hacer una réplica idéntica para el día del compromiso.<br />

Hoy hay dos arco iris que danzan y destellan brillantes colores<br />

en dos manos que siempre se entrelazan, dos manos distintas que<br />

marcan el paso de la vida.<br />

Una tiene 93 años —mi madre— y su anillo enlazado en su dedo<br />

hace más de siete décadas, cuenta una antigua historia de amor, la<br />

otra —mi hija— tiene 29 y su anillo comienza a contar una nueva<br />

historia.<br />

46


La abuela se emociona al pensar que nunca dejó de amar y<br />

desear esa pequeña joya, compañera inseparable que hoy, ya viuda, la<br />

sigue acompañando con recuerdos y nostalgias y la nieta se alegra de<br />

que haya dos anillos, pues la abuela aún no ha emprendido ese largo<br />

viaje del que siempre le hablaba.<br />

Dos generaciones entrelazadas con dos anillos, con dos arco iris<br />

que siempre danzan.<br />

Anillo de la abuela: 3 de agosto de 1942<br />

70 años después:<br />

Anillo de la nieta: 25 de diciembre de 2012<br />

Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)<br />

47


Foto sugerida por la autora<br />

48


Olvidados<br />

El crujir de las hojas les recuerda lo solos que están. Duele tanto<br />

el silencio.... Una gruesa capa de polvo cubre su piel, los resguarda<br />

del frío y de la humedad, con olor a moho y a olvido.<br />

Hace tanto que han perdido la esperanza, que se han<br />

acostumbrado a la oscuridad, ajenos al paso del tiempo. Los insectos,<br />

hambrientos, trepan a su alrededor. Ellos permanecen inmóviles,<br />

hasta que se marchan.<br />

De repente, atraviesa la estancia un rayo de luz que hiere sus<br />

letras. Alguien viene a rescatarlos del abandono, acariciará sus<br />

páginas y renacerán a través de sus ojos.<br />

Pilar Alejos Martínez (Quart de Poblet, València)<br />

https://versosaflordepiel.blogspot.com.es/<br />

49


Feet under sand – Shannon Fagan (China) https://500px.com/xixinxing<br />

50


El desafío<br />

Al despertar no recordó por qué estaba enterrado en la arena,<br />

pero la luz crepuscular se filtraba en sus ojos —semicerrados por su<br />

transpiración y la sal que traía la brisa—, haciendo que su<br />

desconsuelo fuera aún mayor. La tarde era esplendorosa y el sol se<br />

despedía incendiando las nubes en el horizonte, pero su embarazosa<br />

situación le impedía disfrutar del paisaje. Entonces se percató de que<br />

la marea subía. Observó la inclinación del sol y calculó que el agua lo<br />

alcanzaría antes de una hora. Siempre había sido excelente<br />

computando el tiempo. El recuerdo de Lidya se encendió de pronto<br />

en su memoria como un flashazo. La evocación de aquella melena<br />

negra alborotada, el brevísimo bikini y la pañoleta roja que se negaba<br />

a cubrir aquellos senos voluptuosos y turgentes, le ayudó a evadirse de<br />

su aterradora realidad por un instante. Entonces recordó el escarceo<br />

entre ella y su primo y el desafío lanzado por la mujer para saber<br />

quién de los dos resistía más tiempo enterrado en la playa. El ganador<br />

se la llevaba a ella como premio. En ese momento sintió la primera<br />

ola mojando su rostro y sin poder girar la cabeza escuchó a sus<br />

espaldas las risas de los dos.<br />

Vicente Montemayor (Monterrey, México)<br />

51


Hardware psychoanalizing – Kosmur (Rusia) https://kosmur.deviantart.com/<br />

52


Jaula de grillos<br />

Para ser un lugar dedicado a la calma mental, resultaba<br />

agobiante: el color tostado de las paredes, el wengué de la librería y<br />

las cortinas color crema, daban muestras del buen gusto de su<br />

decorador, pero también una sensación de rectitud y oscuridad con<br />

los cuadros de marcos dorados y las fichas del test de Rochas a la<br />

vista. El diván clásico, frente a un enorme escritorio, hacía sentirse<br />

insignificante a todo el que se tumbara en él. La extensa colección de<br />

libros empequeñecía la mente del más docto de los pacientes.<br />

Para colmo, y como parte de los más novedosos métodos, las<br />

sesiones eran grabadas por una videocámara que apuntaba al visitante<br />

con su ojo rojo parpadeando.<br />

Anselmo López no soportaba aquella cámara, ni el diván, ni las<br />

cortinas, ni los libros; ni, ya puestos, al Dr. Ernesto Márquez-<br />

Casanova, un hombre pequeño de aspecto cetrino que se frotaba las<br />

manos a cada momento y repetía «Vamos avanzando estupendamente»<br />

en un intervalo regular de cinco minutos.<br />

Sin embargo, Anselmo había preferido no cambiar de psicólogo,<br />

angustiado por una rutina obsesiva.<br />

— ¿Cómo estamos hoy? ¿Hizo lo que le pedí en la sesión<br />

anterior?<br />

—Lo he intentado. Aquí traigo las notas.<br />

Le acercó un fajo de papeles arrugados y llenos de letras que se<br />

desparramaban en todas direcciones (de derecha a izquierda y de<br />

arriba a abajo en sentido perpendicular, meticulosamente numeradas).<br />

—Vaya, parece que son muchas. ¿Por qué no me cuenta lo que<br />

hay en ellas a grosso modo y luego las repasamos una a una?<br />

— ¿Podría apagar la cámara, doctor?<br />

53


—Sabe que no es posible, Anselmo. Haga como si no estuviera.<br />

Pero no podía, el parpadeo bermellón era como la mirada de un<br />

francotirador que conocía todos sus secretos.<br />

—Al principio era solo un hombre, pero ahora son dos. Han<br />

alquilado el piso del quinto, justo encima del mío, y me cruzo con el<br />

inquilino constantemente. Da igual la hora del día. Está en el rellano,<br />

en el portal, en el ascensor. Estoy seguro de que ese cabrón ha hecho<br />

un agujero para espiarme.<br />

— ¿Qué le hace pensar eso?<br />

—Hará un par de días se pasó la tarde con el taladro y he notado<br />

una corriente que antes no había en el salón. Sale de al lado de la<br />

lámpara del techo.<br />

—Y, según usted ¿Qué puede estar buscando?<br />

—Robarme mi éxito. Mi éxito como escritor.<br />

—Su éxito como escritor.<br />

—Sí, doctor. Acabo de terminar la novela. Va a ser un bombazo.<br />

— ¿No le parece un poco retorcido pensar que su nuevo vecino<br />

se ha mudado solo con el fin de robarle una novela que, por otro lado,<br />

nadie sabía que estaba escribiendo?<br />

— ¿Qué insinúa?<br />

—Puede que el agotamiento, después de tanto esfuerzo para<br />

terminarla, le haga ver cosas que no son. Si usted no ha dicho en qué<br />

estaba trabajando, es difícil que alguien pudiera adivinarlo. ¿No cree?<br />

—Eso es verdad. No lo he comentado con nadie, solo aquí, en la<br />

consul…<br />

Y fijó su mirada en la luz roja de la cámara antes de incorporarse<br />

con brusquedad.<br />

— ¿Qué sucede, Anselmo?<br />

54


—¡Usted! Todo este tiempo ha sido usted. Embaucador,<br />

manipulador… ¡Ladrón! Eso es lo que es. Ha alquilado el quinto. No<br />

había carteles, ni anuncios en los periódicos; pero usted lo sabía<br />

porque yo se lo dije.<br />

—No diga tonterías. Acaba de decirme que ha visto a su vecino<br />

varias veces y sabe que no soy yo.<br />

—No, claro. Eso habría acabado con su plan. Ha contratado a<br />

alguien. —Se lanzó contra el trípode de la cámara— Claro, ahora<br />

encaja todo. Sus ánimos para que terminara de escribirla. Me ha<br />

preguntado por la novela en cada reunión. Quería detalles. Saber si<br />

valía la pena. Y vaya si lo vale. ¡Es una obra maestra!<br />

—Cálmese, señor López, por favor. Está usted diciendo<br />

disparates. Yo ya tengo un oficio. Mi interés por sus escritos era<br />

meramente profesional.<br />

—¡Y un cuerno! Sabrá de mí por los tribunales. No voy a<br />

descansar hasta que esté hundido. ¿Me oye? ¡Ladrón de ingenios!<br />

¡Truhán sacacuartos! ¡Loquero!<br />

Arrastraba en su furia cuanto tenía delante.<br />

—Por Dios bendito, Anselmo. A mí no me gusta la literatura, yo<br />

soy más de música. Toco el violín.<br />

El paciente frenó su destrucción.<br />

— ¿El violín?<br />

—Sí, el violín. Es agradable su tacto bajo la barbilla, cómo vibra<br />

todo cuando el arco roza las cuerdas.<br />

—Es un instrumento complicado. Mi padre tocaba el violín.<br />

— Se tumbó en el diván.<br />

—Lo sé, Anselmo. Me lo dijo en la primera sesión.<br />

Para ser un lugar dedicado a la calma mental parecía un campo<br />

de minas recién estallado, con las cortinas hechas jirones, los marcos<br />

55


dorados pendiendo de las esquinas y los libros esparcidos como<br />

cadáveres sobre la alfombra. El diván clásico, frente al enorme<br />

escritorio, con Anselmo López tumbado en él.<br />

—Una obra maestra le digo, doctor. Le regalaré una copia<br />

firmada.<br />

Aurora Losa (La Palma del Condado, Huelva)<br />

https://ladesdichadesersalmon.com/<br />

56


Novio Prestado<br />

Autor desconocido<br />

En mi tierra es costumbre que la novia lleve algo prestado el día<br />

de su boda. Habiendo anunciado mi casamiento, como no tenía<br />

ninguna carencia, pedí a una de mis mejores amigas que me prestase<br />

a su novio. Después de todo, solo lo necesitaría un rato, justo para la<br />

ceremonia. Mi amiga se enfadó y rechazó acudir como invitada, por<br />

lo que, para que no se sintiese desplazada, decidimos de común<br />

acuerdo que ella fuese nuestra madrina.<br />

Manoli Vicente Fernández (Viana do Bolo, Ourense)<br />

http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

57


I’ll be fine – Khoi Nguyen (Vietnam) https://blackjack0919.deviantart.com/<br />

58


Plou<br />

De vegades<br />

negres núvols<br />

brollen en el cap<br />

i plou en el meu cor<br />

en les meues galtes<br />

plou<br />

Son xicotetes tempestes<br />

provinents del passat<br />

i també d'un incert futur<br />

De vegades plou<br />

i el pitjor de tot<br />

es que m'agrada<br />

Potser m'estic convertint<br />

en un ionqui famolenc<br />

de llàgrimes destrellades<br />

Rafa Sastre (València)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

59


60


II Concurso de microrrelatos<br />

«La Radio En Colectivo/Valencia Escribe»<br />

El programa La Radio En Colectivo, de Mislata Radio, con la<br />

colaboración de Valencia Escribe, y el fin de fomentar la creatividad<br />

literaria y difundir el género del microrrelato, convocan el II Concurso<br />

de Microrrelatos.<br />

La presentación a este certamen implica la aceptación de las siguientes<br />

bases:<br />

1. El concurso se desarrollará desde mayo de <strong>2017</strong> hasta mayo del<br />

2018. Cada mes se seleccionará un microrrelato ganador y entre todos<br />

los ganadores mensuales se escogerá el ganador del premio final. Se<br />

podrán enviar solo dos microrrelatos por persona al mes.<br />

Los participantes deberán tener los 14 años cumplidos.<br />

2. El microrrelato debe ser original e inédito (por inédito se entiende<br />

que no haya ganado ningún premio ni se haya difundido en ningún<br />

medio), escrito en castellano, y que no exceda las 150 palabras, título<br />

incluido. La temática será libre.<br />

3. Las obras se enviarán por correo electrónico, con el asunto «II<br />

Concurso de Microrrelatos La Radio en Colectivo», a la siguiente<br />

dirección: valenciaescribe@hotmail.com<br />

El texto, que debe llevar título, debe incluirse en el cuerpo del mensaje<br />

(no como un documento adjunto) y al final deben constar los datos<br />

personales (nombre y apellidos, dirección postal, localidad y un<br />

teléfono de contacto).<br />

Se podrán firmar las obras con pseudónimo sin menoscabo de la<br />

inclusión de los datos personales para el conocimiento de éstos por la<br />

organización del concurso.<br />

61


Los microrrelatos se pueden presentar a cada convocatoria mensual<br />

desde el día 1 desde las 00.00h hasta el día 28, 30 o 31 (según el mes)<br />

a las 23.59h, en GTM+1.<br />

4. Los textos ganadores mensuales se publicarán en las páginas de<br />

Facebook: La Radio en Colectivo, y Valencia Escribe. Por este motivo<br />

La Radio En Colectivo se reserva el derecho de reproducción y<br />

difusión de todos los microrrelatos enviados, incluso los no seleccionados.<br />

5. El jurado que seleccionará los microrrelatos finalistas de cada<br />

convocatoria mensual estará formado por el equipo de La Radio En<br />

Colectivo y de Valencia Escribe, pudiendo incluir en sucesivas convocatorias<br />

a nuevos miembros del jurado.<br />

El veredicto de cada mes se hará público el último jueves (no festivo)<br />

del mes siguiente a cada convocatoria mensual en las página de<br />

Facebook La RADIO en colectivo y Valencia Escribe y se leerá en el<br />

programa de radio.<br />

El veredicto final se hará público el último jueves de mayo de 2018<br />

en las mencionadas páginas de Facebook y en la emisión de esa<br />

semana del programa de radio.<br />

Los autores ganadores y finalistas deberán estar dispuestos a darse a<br />

conocer públicamente.<br />

6. Los finalistas de cada mes optarán a un diploma y, además, está<br />

prevista una sorpresa final para el ganador.<br />

7. El jurado puede declarar desierto el premio mensual así como el<br />

final si considera que ninguna de las obras presentadas tienen<br />

suficiente calidad para ser publicadas.<br />

8. La Radio En Colectivo y se reserva la posibilidad de modificar las<br />

bases del concurso por causas justificadas.<br />

62


Libros de nuestras/os colaboradores<br />

Mar de lija – Susana Gisbert Grifo<br />

(Disponible en Amazon)<br />

Ana, Nadia, Sara, Rosa, Lydia, Sandra, Leonor, Esperanza... Susana<br />

Gisbert nos muestra la historia de cientos, miles de mujeres, que día a día,<br />

deben navegar en un «mar de lija» para poder sobrevivir en una triste<br />

realidad que nos ofrece la sociedad actual. Su lucha, no siempre entendida,<br />

puede desembocar en tragedia, pero la autora —quien conoce de primera<br />

mano todas estas historias—, lanza un mensaje de esperanza: esto no es el<br />

final, se puede salir, no estás sola, no te conviertas en una náufraga en el<br />

Mar de Lija.<br />

63


Nuestros libros<br />

Nuestra última colección de relatos<br />

sigue estando disponible en Amazon<br />

¡Hazte con ella si aún no la tienes!<br />

64


Y recordad que su hermanos,<br />

«Buffet Libre» (2015) y «El tiempo y la vida» (2016),<br />

otras dos antologías de relatos y microrrelatos<br />

con la participación de escritores habituales<br />

de la revista VALENCIA ESCRIBE,<br />

siguen de oferta en AMAZON (versiones papel y digital)<br />

¡Los precios no pueden ser más baratos!<br />

65


Números anteriores de Valencia Escribe<br />

Número 28 (Diciembre 2016)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/56449121/ve-28-diciembre<br />

Número 29 (Enero <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56611987/ve-29-enero<br />

Número 30 (Febrero <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/56798796/ve-30-febrero<br />

Número 31 (Marzo <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/57120791/ve-31-marzo<br />

Número 32 (Abril <strong>2017</strong>)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />

Número 33 (Mayo <strong>2017</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo<br />

Número 34 (Junio <strong>2017</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58598263/ve-34-junio<br />

Número 35 (Octubre <strong>2017</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59450052/ve-35-octubre<br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

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Palabras en la basura<br />

Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />

http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />

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Valencia Escribe en las redes<br />

Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />

concursos literarios que os podrían interesar<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />

Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />

Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />

reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales<br />

más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />

conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…<br />

todo eso y más en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />

1806573156332152/<br />

Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />

vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />

literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />

cada vez se hace más y más y más grande.<br />

https://www.facebook.com/groups/393565884345726/<br />

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¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

noticias o artículos sobre literatura? Únete al grupo de Facebook<br />

Club de Lectura Valencia Escribe<br />

https://www.facebook.com/groups/432549686885240/<br />

Si eres aficionado al cine, también tenemos nuestro propio club.<br />

Inserta reseñas, aconseja películas o series, comparte artículos, fotos,<br />

opiniones y debátelas en el grupo de Facebook Cine Club <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/cineclubve<br />

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La foto de Miguel<br />

Miguel García Rodríguez (València)<br />

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