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VE-40 MARZO 2018

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Número <strong>40</strong> - Marzo <strong>2018</strong>


© Todos y cada uno de los derechos de las obras literarias, fotografías<br />

o ilustraciones publicadas en esta revista pertenecen en exclusiva a sus<br />

respectivos autores (aunque en algunos casos no se citen los nombres)<br />

Portada: For the love of books – Christian Schloe (Austria)<br />

https://www.artflakes.com/en/shop/christian-schloe<br />

Diseño y edición: Rafa Sastre<br />

Colaboraciones: revistave@hotmail.com<br />

Descarga este número de la revista (formato PDF – 6.4 MB):<br />

http://www.mediafire.com/file/02rzw05zzrdy3n2/<strong>VE</strong>-<strong>40</strong>+<strong>MARZO</strong>+<strong>2018</strong>.pdf


Índice<br />

Retos cumplidos (Rafa Sastre) Pág. 1<br />

III Maratón de Microrrelatos <strong>VE</strong> Pág. 3<br />

La vida en un día (Gabriel Pérez) Pág. 13<br />

Escena final (Carmen Fabiá) Pág. 15<br />

Un hombre es todos los hombres (Lu Hoyos) Pág. 17<br />

Primer recuerdo (Aldana Giménez) Pág. 19<br />

Seducción (Pilar Alejos) Pág. 21<br />

La pérdida (Alejandro Ramos) Pág. 23<br />

Muñecos de nieve (Susana Gisbert) Pág. 25<br />

Frágil tersura (Juan A. Martínez) Pág. 29<br />

Escribir, existir (Jorge Zarco) Pág. 31<br />

Copla (Conxa Gausí) Pág. 33<br />

El gato (Vicente Montemayor) Pág. 35<br />

Lejanía (Isabel Sifre) Pág. 37<br />

Fundido de imágenes (Belén Mateos) Pág. 39<br />

Tejido social (Esther Moreno) Pág. 41<br />

Mirarse y entenderse (M.Grazia Scelfo) Pág. 43<br />

Cuando sea grande (Inmaculada Sastre) Pág. 47<br />

Quimera (Marta Navarro) Pág. 49<br />

Mírate con mis ojos (Raúl M.J.) Pág. 51<br />

5 de enero (Pepe Sanchis) Pág. 53<br />

El escritor (Luis Molina) Pág. 55<br />

Varada en el olvido (Luisa Berbel) Pág. 59<br />

Hay... (Marisa Martínez) Pág. 61<br />

¿Sueño o realidad? (Liliana Ebner) Pág. 63


Cada primavera (Rafa Sastre) Pág. 67<br />

Anda Teresa el Camino (Cristina Cifuentes) Pág. 69<br />

El que ríe el último (Concha García) Pág. 71<br />

Nada (Manuel Serrano) Pág. 73<br />

Veo hermosos brotes en la tierra (Wisonte) Pág. 75<br />

Un día de agosto (Mirta Calabrese) Pág. 77<br />

Almas gemelas (Manoli Vicente) Pág. 79<br />

La entrevista (Rafael Blasco) Pág. 81<br />

Así en la tierra como en el cielo (Vivian Rodríguez) Pág. 85<br />

II Concurso La Radio en Colectivo/Valencia Escribe Pág. 86<br />

Nuestros libros Pág. 88<br />

Libros de nuestros/as colaboradores/as Pág. 89<br />

Números anteriores de Valencia Escribe Pág. 90<br />

Palabras en la basura Pág. 91<br />

Valencia Escribe en las redes Pág. 92<br />

La foto de Miguel Pág. 94


Retos cumplidos<br />

<strong>2018</strong> comienza para <strong>VE</strong> con dos retos cumplidos. El primero, el<br />

III Maratón de Microrrelatos, celebrado en Massalfassar el pasado 17<br />

de febrero, evento del que damos cuenta en el reportaje gráfico que<br />

publicamos en las siguientes páginas. El segundo, el lanzamiento del<br />

quinto libro de nuestro colectivo, que salvo imprevistos será<br />

presentado el 24 de marzo en el transcurso de una fiesta multitudinaria,<br />

en la que deseamos que no falte absolutamente nadie y a la<br />

que, además, nos gustaría que invitaseis a vuestras mejores amistades.<br />

Es nuestra intención compartir un rato más que agradable, en el que<br />

la literatura sirva de pretexto para reír, cantar y divertirnos. Os<br />

esperamos.<br />

Y como siempre, desearos toda la felicidad que seáis capaces de<br />

tolerar. A ese respecto, no olvidemos lo que una vez dijo Antonio<br />

Gala: «La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante».<br />

Rafa Sastre<br />

1


2


III MARATÓN DE MICRORRELATOS<br />

Massalfassar, 17 de febrero <strong>2018</strong><br />

Los 34 concursantes, en plena «faena»<br />

Mesa del jurado<br />

3


Pepe Sanchis, tesorero del Maratón y uno de sus principales artífices<br />

Tradicional foto de familia<br />

4


Textos finalistas<br />

Primer premio – Ernesto Vicente Salcedo Aparicio<br />

«Incredulidad»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado.<br />

Dormías el sueño de los justos girándote a veces, en duermevela, para<br />

abrazar a tu mujer y sentir cómo se estremecía su cuerpo con tu<br />

contacto. Eras feliz.<br />

Ahora, al abrir los ojos y no verla, no te preocupas. Piensas que<br />

estará en la cocina. La buscas por toda la casa y compruebas que no<br />

están ni ella, ni los niños, ni las maletas. Estás solo.<br />

Ernesto, leyendo el relato ganador<br />

5


Segundo premio – Natalia Valdebenito Alamar<br />

«Soy así, no estoy enferma»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado. Tus<br />

padres siguen siendo tus padres, algunos amigos ya no lo son, porque<br />

están en tu contra. Tu novia está más feliz, aunque asustada por<br />

enfrentarse al mundo. Todos te miran, algunos te repudian con los<br />

ojos, otros se ríen, pero otros te apoyan, esos son los que importan.<br />

No estoy enferma, ni tampoco soy rebelde. Soy Julia, una chica, y me<br />

gustan las chicas.<br />

Natalia con Empar Duet, Regidora de Cultura de Massalfassar<br />

6


Tercer premio – Susana Gisbert Grifo<br />

«Valió la pena»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado. Tu<br />

casa ya no es tu casa, ni tu cama es tu cama.<br />

Tu verdugo ya no se acuesta a tu lado cada noche, aunque su<br />

sombra sigue allí, habitando entre tus pesadillas.<br />

Pero valió la pena. Merecieron la pena las denuncias, el juicio, la<br />

mudanza a la casa de acogida y todas las lágrimas vertidas. Por fin<br />

eres libre.<br />

Susana, recibiendo el premio de Marisa Martínez<br />

7


Cuarto premio – Lola Piera Lozano<br />

«Cambios»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado. Ayer<br />

era Ernesto y hoy soy Elena. Mi DNI lo confirma. Atrás quedaron<br />

años de testosterona, barba e incomprensión. Por primera vez, la vida<br />

es cómplice conmigo, y desde mis tacones me guiña el ojo, coqueta, y<br />

me invita a que juntas descubramos la importancia de no llamarse<br />

Ernesto.<br />

Lola con Nicolás Jarque<br />

8


Quinto premio – Laura Cabedo Cabo<br />

«Cárceles de ternura»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado,<br />

como si el amor terminase así, de golpe, arrastrado por el frío que se<br />

lleva el verano, o por el ruido del lavabo mientras él se afeita. Atrás<br />

queda el azúcar de los primeros besos y aquellos cuerpos enervados<br />

que se devolvían las manos, las entrañas, todo lo que la noche unía.<br />

Entonces vuelve y cierras los ojos, tras los barrotes de sus brazos.<br />

Laura recibe su galardón de manos de José Luis Sandín<br />

9


Sexto premio – Julián Rafael Despaigne Rodríguez<br />

«Filosofía poética»<br />

Una mañana cualquiera, te despiertas y todo ha cambiado. La<br />

insoportable algarabía te hace implorar: ¿Quién cultiva la paciencia en<br />

estos tiempos? «Los muertos, profesora, los muertos»<br />

En veinte años como docente de Filosofía, ningún estudiante ha<br />

empleado silogismo tan complejo. Esta mañana todo ha cambiado,<br />

porque el tal Mario Benedetti culminó su frase con rotundidad<br />

poética.<br />

«Cultivan la paciencia de la eternidad»<br />

Julián, un clásico de nuestros maratones, con Francesc Barberá<br />

10


11


Sin título - Laughing Raven (Australia)<br />

https://pixabay.com/es/users/LaughingRaven-834173/<br />

12


La vida en un día<br />

Se levantó tarde. Tomó una ducha caliente. Bebió una tila. Se<br />

vistió. Cogió el metro. Llegó a la librería. Agradeció la asistencia de<br />

quienes confiaron en él. Presentó su primer libro. Lo ovacionaron.<br />

Firmó ejemplares. Recibió la llamada de su ex. Tembló de emoción al<br />

escuchar que iba a nacer su primer hijo. Le pidió las llaves de la moto<br />

a su editor. Se despidió con un adiós generalizado. Puso rumbo al<br />

hospital. Esquivó dos coches tras saltarse un semáforo. Chocó contra<br />

un árbol. Contempló su hermosa copa. Sintió una enorme tristeza por<br />

no haber plantado uno antes de morir.<br />

Gabriel Pérez Martínez (Málaga)<br />

http://folioenblancogpm.blogspot.com.es/<br />

Relato ganador del mes de enero<br />

II Concurso de Microrrelatos «La Radio en Colectivo / Valencia Escribe»<br />

13


Wait – Sonia (Suecia) https://error-.deviantart.com/<br />

14


Escena final<br />

No llegaste al temido invierno. Lo quisiste así.<br />

Nunca es buen momento para morir. Lo sabes. Lo sé.<br />

Me duele nuestra historia inscrita entre dos fechas:<br />

un principio y un final. No hay vuelta atrás.<br />

Te recordaré en tu ida sin retorno,<br />

en tu definitivo sueño.<br />

Te evocaré en las mañanas,<br />

te extrañaré por la tardes.<br />

Buscaré en la soledad de mis noches,<br />

el calor de tu cuerpo, tus furtivas caricias<br />

tus dulces besos.<br />

Pensaré que estás dormido,<br />

para vencer la soledad y llenar ese vacío.<br />

Recordaré tu nombre, tu mirada<br />

tu sonrisa, tu alegría, tu dolor...<br />

¿Qué pasaría si el amor abrazara a la muerte?<br />

¿Volvería a tenerte?<br />

Es la última escena, de nuestra ópera prima.<br />

Entre aplausos y emociones desciende el telón<br />

Aquí estoy, compañero, acurrucada en la butaca<br />

imperceptible en la penumbra<br />

esperando los bises de esa tu última función.<br />

Carmen Fabiá Mir (València)<br />

15


Fotografía aportada por la autora<br />

16


Un hombre es todos los hombres...<br />

Omar, sentado en algún lugar costero del Cuerno de África,<br />

observa cansado, a sus solo <strong>40</strong> años, el mar rojo que tiñe sus pupilas<br />

del mismo color. Arrastra a su espalda miles de años de viajes,<br />

caravanas audaces cargadas de pieles hacia Egipto, India y China a<br />

cambio de la adquisición de los preciados perfumes y las codiciadas<br />

especias. No, no era él, fueron otros, tampoco las gaviotas son las<br />

mismas aunque lo parecen.<br />

Omar ha sufrido la guerra, la ocupación, los desastres y ha<br />

cantado los himnos de paz en los días propicios.<br />

Ha vivido en Yibuti y en las regiones de Arta, Ali Sabieh,<br />

Dikhil, Tadjoura y Obock. No hay un palmo de su tierra que sus pies<br />

no hayan hollado.<br />

Cuando las fuerzas empezaron a abandonarle se dedicó al<br />

pastoreo, andando de un lugar a otro a través de los desérticos parajes<br />

donde el termómetro no baja de los 30 grados y la ausencia de agua<br />

potable convierten a las gentes en presas fáciles de todo tipo de<br />

enfermedades.<br />

También hubo en su vida lugar para el amor y los hijos, el<br />

número de los cuales ignora en su eterno errar de un lugar a otro, pero<br />

nunca ha podido olvidar los ojos negros de Amina, su piel de seda y<br />

su cabello de azabache que rememora como una cercana presencia<br />

cuando llega su hora…<br />

Lu Hoyos (València)<br />

17


Pietro Tenuta (Italia) https://www.instagram.com/maniacodamore/<br />

Ilustración aportada por la autora<br />

18


Primer recuerdo<br />

En cada pestaña<br />

hay una lágrima<br />

tal vez tristeza o felicidad,<br />

pero seguro lleva tu nombre.<br />

En cada suspiro<br />

hay resignación,<br />

tal vez a ésta edad<br />

ya deje de buscar cobre.<br />

La tierra que piso entre montañas<br />

silenciosamente me enseña qué hacer<br />

hay otra fuerza camuflada en palabras,<br />

internamente siempre quiero volver.<br />

En cada despertar<br />

hay un primer recuerdo…<br />

a veces confesar<br />

no causa más que lamento.<br />

Las fotos que le tomo al cielo<br />

tiene escondidas mi canción favorita.<br />

El viento seca mis pestañas<br />

las lágrimas se evaporan con tu visita.<br />

Aldana Michelle Giménez (Mendoza, Argentina)<br />

19


Fotografía aportada por la autora<br />

20


Seducción<br />

Deja caer dulcemente sobre la cama su cuerpo de ébano. Lo<br />

acaricia despacio, sin prisas, suavemente. A ciegas reconoce cada<br />

hendidura. Tantos años y tantas horas juntos le han enseñado dónde<br />

debe pulsar para obtener lo mejor, lo que esconde en su interior. Sus<br />

dedos largos, ágiles y precisos se mueven con rapidez, para al final<br />

rendirse exhaustos ante su belleza.<br />

Esa danza que les funde en un abrazo, empieza con unos labios<br />

húmedos que se posan delicadamente sobre los suyos y besan con la<br />

fuerza que emerge desde el corazón. Del oboe emana la más hermosa<br />

melodía de amor…<br />

Relato finalista semanal en el programa Wonderland de RNE el 01.04.17<br />

Pilar Alejos Martínez (Quart de Poblet, València)<br />

https://versosaflordepiel.blogspot.com.es/<br />

21


Sin título - Bev (Reino Unido) https://pixabay.com/es/users/Bev-50097/<br />

22


La pérdida…<br />

El nombre se pierde entre las formas<br />

Las formas se pierden en la simetría<br />

La simetría se pierde en la aritmética<br />

La aritmética se pierde en las matemáticas<br />

Las matemáticas se pierden en las ciencias<br />

Las ciencias se pierden en la humanidad<br />

La humanidad se pierde en Dios<br />

Manuel Alejandro Ramos Ayala (Naica, México)<br />

http://chatomusik.blogspot.mx<br />

23


Snowman – fotosforfun2 https://www.flickr.com/photos/46461509@N07/<br />

24


Muñecos de nieve<br />

Llegamos al pueblo exhaustos. Hacía frío, el viaje era largo y<br />

pesado y los críos y mi madre lo acusaban en sus caras. Pero en ella<br />

había algo más. Mucho más. Era la viva estampa de la emoción<br />

contenida. Y no era raro. Era la primera vez que pisaba su pueblo<br />

desde aquel día que, siendo aún una niña, lo abandonó de noche,<br />

deprisa y corriendo, con solo lo puesto, huyendo de una guerra que<br />

no comprendía.<br />

La casa estaba en pie. Su prima se había preocupado de<br />

mantenerla hasta el día que murió, dejándole en herencia un trozo de<br />

su infancia perdida encerrada en aquellos muros de piedra.<br />

A mis hijos, de diez y doce años, todo aquello les traía sin<br />

cuidado. Llegaron con la ilusión de vivir, por primera vez en su vida,<br />

un invierno con nieve. Y con la obsesión de hacer el muñeco más<br />

grande del mundo.<br />

—¿Cuándo hacemos el muñeco de nieve?<br />

Mi madre gritó que no con una voz desconocida. Una voz de<br />

pánico que nunca le había oído. Luego se desmayó, y llegué a creer<br />

que la perdía.<br />

Al cabo de un buen rato, recostada en un sofá que todavía<br />

cubrían unas sábanas blancas, me lo contó todo.<br />

No sabía cuánto tiempo hacía que había empezado la guerra.<br />

Pero tenían mucha hambre. La misma nueve que impedía que<br />

llegaran las tropas hasta allí, impedía también que llegara comida. Y<br />

lo poco que daba el campo se había helado. Su hermano Isidro, tres<br />

años mayor que ella, había salido, como todos los días, en busca de<br />

algo con que aplacar aquel agujero que tenían en el estómago.<br />

25


Pero ese día no volvió la hora de siempre, ni después. Ya<br />

entrada la noche les avisaron que estaba prisionero en las<br />

dependencias del antiguo colegio, una improvisada prisión que montó<br />

el nuevo alcalde, el que se autonombró en cuanto el Alzamiento tuvo<br />

lugar.<br />

Mi tío Isidro había cometido el terrible error de destrozar el<br />

muñeco de nieve que, enarbolando una bandera, estaba en la puerta<br />

del Ayuntamiento tratando de desafiar a la guerra para decir que era<br />

Navidad. En la única vez que pudo verle, le explicó que solo quería<br />

coger la zanahoria con que le habían construido la nariz.<br />

Después de decirle aquello, mientras unos guardias le conducían<br />

hasta un claro del bosque, no lo volvieron a ver vivo. Oyeron un<br />

estruendo, y supieron lo que había pasado.<br />

Su hermano fue ejecutado, acusado de enfrentarse a la autoridad<br />

y de dañar bienes públicos. Todo por querer coger la zanahoria de un<br />

muñeco de nieve para dar de comer a su familia. Mi madre siempre<br />

pensó que el hecho de que aquel autonombrado alcalde fuera el rival<br />

de mi abuelo por una asunto de lindes de tierras tuvo mucho que ver,<br />

pero nunca pudieron probarlo. Y ni siquiera les dejaron ver el<br />

cadáver.<br />

Había descubierto la razón por la que mi madre había odiado<br />

siempre las zanahorias, a las que decía tener alergia. Y ahora sabía<br />

también por qué odiaba los muñecos de nieve y, por extensión,<br />

cualquier decoración navideña.<br />

Se lo conté a mis hijos. Adoraban a su abuela y sabía que serían<br />

capaces de renunciar a su capricho por no hacerle daño.<br />

Al cabo de unos días, los niños nos llamaron. Nos querían dar<br />

una sorpresa. Nos llevaron a su padre, a su abuela y a mí hasta un<br />

claro del bosque. Habían construido, con sus manitas, un muñeco de<br />

nieve enorme, con la zanahoria más grande que nunca había visto por<br />

26


nariz. Al pie, un enorme cartel con letras doradas en el que ellos<br />

mismos habían escrito «en memoria de nuestro tío Isidro».<br />

Mi madre lloró todo lo que no había llorado en su vida. A partir<br />

de entonces, no hubo invierno sin un muñeco de nieve llamado Isidro<br />

dando la bienvenida a nuestra casa.<br />

Susana Gisbert Grifo (València)<br />

http://conmitogaymistacones.com/<br />

27


When we were gone... - Trini Schultz (Perú)<br />

https://www.flickr.com/photos/31319275@N06/<br />

28


Frágil tersura<br />

Esto que nos envuelve,<br />

este granel<br />

de minutos<br />

y circunstancias<br />

que nos tientan<br />

desde que recibimos<br />

el primer beso,<br />

este compás<br />

informe<br />

de brotes<br />

y crepúsculos<br />

que conduce<br />

nuestros designios,<br />

las casas,<br />

el barro<br />

y mil aceites,<br />

la luz<br />

que nos hace<br />

resbalar<br />

por las horas<br />

y esa sombra<br />

que nos persigue<br />

desde la desmemoria,<br />

tú,<br />

yo,<br />

nuestros labios<br />

y esos otros,<br />

de otros<br />

que también se besan,<br />

los ojos<br />

que nos hieren<br />

o, tal vez, nos ignoran,<br />

la música<br />

29


que nos mece<br />

y aquella<br />

que olvidamos un día<br />

y nos vuelve<br />

al cabo<br />

de incontables quebrantos,<br />

los extravíos de la razón<br />

que acechan<br />

la amorosa y protectora<br />

certeza<br />

de estar aquí<br />

y de que esto que somos<br />

es.<br />

Todo<br />

parece tan rotundo,<br />

tan prístino,<br />

tan redondo,<br />

concebido<br />

para ser habitado,<br />

sentido<br />

y creído.<br />

Y sin embargo<br />

todo es,<br />

también,<br />

frágil<br />

y está presto<br />

a deshacerse<br />

como la irisada<br />

tersura<br />

de una pompa<br />

de jabón.<br />

Juan Antonio Martínez Corral (València)<br />

30


Escribir, existir<br />

Sin título – Free-Photos (Reino Unido)<br />

https://pixabay.com/es/users/Free-Photos-242387/<br />

El acto de agarrar un rotulador y comenzar una letra ya es una<br />

hazaña, pues escribir es pensar por escrito lo que otra persona está<br />

destinada a leer, ya que el acto de la lectura es pensar lo que pasa por<br />

la mente del otro cada mañana, cada tarde y cada noche, aunque<br />

escribir sea un acto de torturante autoflagelación.<br />

Porque una cosa es escribir sobre los otros sin relación sobre ti,<br />

lo cual resulta fácil y hasta cómodo, pues no te preocupas ni te alteras<br />

en demasía, pero escribir sobre ti mismo es un constante exorcismo<br />

emocional, una tortura constante de desnudarse ante los demás en sus<br />

defectos y censuras.<br />

31


Truman Capote tenía razón, escribir es torturarse en el acto de la<br />

creación de la página en blanco<br />

de la línea no concluida<br />

del no avanzar del relato<br />

Del exigirse a cada paso<br />

una creatividad continua<br />

similar a todos los escritores<br />

cuyo talento has admirado<br />

De escribir algo que valga la pena<br />

y no despierte el rechazo<br />

del lector o lectora que se molesta en repasar lo que has creado<br />

es lo único que deseas en último caso<br />

Ya me gustaría poder poseer el talento en el acabado<br />

de aquellos narradores que más he admirado<br />

y una novela ya terminada –eso creo- en última instancia<br />

sería ya el súmmum de lo que he intentado<br />

Pero esfuerzo y mucho trabajo aún queda por delante<br />

para demostrar mi valía real y de que sirvo en esto para algo.<br />

Jorge Zarco Rodríguez (València), 09/11/2015<br />

32


Copla<br />

Imagen aportada por la autora<br />

Si yo supiera de ti<br />

guitarra,<br />

si conociera tus formas<br />

y me enseñaran tus cuerdas<br />

a desentrañarte el alma...<br />

mi poema, sería canción,<br />

en tu pentagrama<br />

acordes,<br />

y la palabra<br />

en mi voz<br />

Conxa Gausí Caballero (València), 2000<br />

33


Grumpy cat painting – ThresTheSky (EUA)<br />

https://threshthesky.deviantart.com/<br />

34


El gato<br />

Sé que voy a morir. Lo sé porque estoy en el pabellón de<br />

enfermos terminales de este hospital perdido en la selva negra de<br />

Manhattan. Pero no sé cuándo llegará mi muerte. Tenía dos<br />

compañeras de cuarto: ambas mujeres; ambas ancianas. Las dos<br />

tomaron turnos para contarme la misma historia, o se alternaron<br />

presurosas y dispuestas para hacérmela saber: en este lugar hay un<br />

gato que presiente la muerte. Todo el sanatorio lo sabe; los médicos y<br />

las enfermeras lo conocen, lo consienten y lo toleran. El gato tiene<br />

aquí ya varios años y nadie sabe de dónde vino. Apareció un día<br />

cualquiera y entró por una ventana, dice la leyenda local. Desde el día<br />

en que llegó, el gato se pasea solemne por los pasillos y las escaleras<br />

del hospital, hasta que, sin previo aviso, se escurre dentro de la<br />

habitación de algún enfermo, se acuesta a su lado y ronronea suave,<br />

como si quisiera consolarlo. A las pocas horas el enfermo muere, no<br />

importa si tenía o no una enfermedad grave. Entonces el gato se baja<br />

de la cama y sigue su peregrinar pomposo entre pasillos y escaleras.<br />

Nadie lo alimenta, pero ninguno se ha atrevido a sacarlo del lugar.<br />

Mis compañeras de cuarto decían que el personal del hospital le tiene<br />

miedo. Yo pienso que le tienen respeto, porque no conocen a ninguna<br />

persona o animal que pueda presagiar la muerte con tal exactitud, por<br />

lo que cuando lo ven entrar a una habitación preparan al residente<br />

para su final ineludible. Nunca ha fallado. La otra noche, después de<br />

que me hicieron la cirugía por el accidente que no recuerdo, y que me<br />

resquebrajó la columna vertebral, cuando salieron las enfermeras<br />

entró el gato. Mis compañeras ya estaban ambas dormidas y no se<br />

dieron cuenta. El gato se subió a la cama de la más anciana, se hizo<br />

un ovillo y se le acomodó ronroneando en un costado. Yo estaba aún<br />

bajo los efectos de la anestesia y no estaba seguro si soñaba, así que<br />

no dije ni hice nada; pero a la mañana siguiente, muy de madrugada,<br />

35


el gato se bajó de la cama de la anciana y yo me apresuré a sonar el<br />

timbre para que vinieran las enfermeras a certificar su muerte. La otra<br />

compañera despertó muy asustada por el trajín e inmediatamente me<br />

preguntó por el gato. Yo no quise asustarla más y le dije que no lo<br />

había visto, pero le mentí. Los doctores me aseguran que salí bien de<br />

la operación, aunque yo no les creo. Sé que voy a morir, y que el<br />

momento crucial lo determinará la presencia del gato. Por eso,<br />

aprovechando que encontraron en mi ropa un rollo de billetes, ya<br />

mandé comprar un perro, con el pretexto de que en caso de sobrevivir<br />

tendré que usar silla de ruedas y él será mi guía. Es un doberman<br />

negro, hermoso, que adquirí por Internet, esperando que me libere de<br />

la presencia del gato. Me lo traen al hospital mañana. Sólo espero que<br />

llegue antes de que venga el gato, aunque ya me pareció escuchar<br />

desde hace rato su dulce ronroneo…<br />

Vicente Montemayor (Monterrey, México)<br />

36


Lejanía<br />

Isla de Skull (Australia). Fotografía aportada por la autora<br />

Desde aquel promontorio<br />

era mucho más grande la distancia.<br />

Quiso quedarse allí<br />

donde la voz fuese murmullo<br />

la luz media penumbra<br />

y el amor palabras sueltas<br />

que alguien deja olvidadas<br />

una tarde.<br />

Isabel Sifre Puig (València)<br />

37


Fotografía aportada por la autora<br />

38


Fundido de imágenes<br />

Cada día al llegar al asiento de la taquilla, Clarisa lo elevaba a la<br />

altura exacta de la rejilla de voz, ocultando su rostro maquillado hasta<br />

la perfección. Se empolvaba la nariz en un último toque, remarca el<br />

brillo de sus labios con un glos y atusaba su cabello.<br />

Después, con una dulce melodía y una dicción de lo más<br />

sugerente, preguntaba a cada uno de los asistentes a la sesión, que<br />

butaca deseaban ocupar. Por más que estos codiciaran verla se tenían<br />

que conformar con percibir ese tenue perfume que se escapaba por la<br />

celosía del cristal.<br />

Los espectadores miraban la pantalla con ansiedad, como si con el<br />

inquieto punteo de sus dedos pudieran acelerar la proyección. Al<br />

finalizar, tras un sonoro aplauso, un acalorado acomodador les abría<br />

las puertas y estos se apresuraban hacia la salida, pero siempre<br />

encontraban la taquilla cerrada y a su lado una delgaducha mujer de<br />

facciones descoloridas, alborotado pelo y apestando a tabaco.<br />

Mª Belén Mateos Galán (Zaragoza)<br />

39


Ilustración de Yazz, sugerida por la autora<br />

<strong>40</strong>


Tejido social<br />

Las redes arden<br />

mientras los machitrolls escupen sin parar<br />

En la era de las nuevas tecnologías<br />

donde la información rebosa<br />

siguen existiendo prejuicios<br />

debidos a la indiferencia y a la apatía social<br />

Mientras unas luchan en las calles<br />

Otros golpean su teclado con el mismo bastón con el que zurran a sus<br />

esposas<br />

Mientras unos cuestionan su masculinidad<br />

Otras critican a las trabajadoras que venden sus servicios<br />

Mientras unas defienden sus derechos vitales<br />

Otros se empeñan en burlarse del lenguaje que nos define<br />

La acusación rápida<br />

La crítica voraz<br />

La hipocresía permanente<br />

La búsqueda de la aceptación virtual<br />

Esther Moreno Morillas (València)<br />

http://elcascabelalgato.blogspot.com.es/<br />

http://invisiblevoyeur.blogspot.com.es/<br />

https://feminismosmasturbatorios.wordpress.com/<br />

41


Amorousness – Robert Heathcote (Reino Unido)<br />

https://500px.com/robertgheathcote<br />

42


Mirarse y entenderse<br />

Javier y Susana, una pareja joven, como tantas que sueñan este<br />

viaje, aprovecharon un largo fin de semana de diciembre para salir<br />

rumbo a Nueva York. Les hacía mucha ilusión visitar la ciudad en<br />

invierno, comprar regalos de Navidad y llevarse bonitos recuerdos.<br />

Llegaron al hotel a primeras horas de la tarde muy cansados por<br />

el viaje tan largo y el jet lag. Se echaron en la cama para descansar un<br />

rato y luego ir de paseo, aunque el cielo estaba muy nublado y hacía<br />

tanto frío que pensaron que quizás nevara. Se sentían muy felices, por<br />

fin habían logrado su sueño.<br />

Se ducharon y estaban arreglándose para salir, pero cuando él la<br />

vio con su ropa interior tan sexi, no pudo resistirse y la abrazó con<br />

ternura. El roce de sus pieles les hizo temblar de placer. El deseo era<br />

tan fuerte que hicieron el amor una y otra vez, besándose<br />

apasionadamente. Ya satisfechos y sonrientes salieron para dar una<br />

primera vuelta por la ciudad y empezar a orientarse. Les gustaba<br />

mucho Nueva York con sus rascacielos, su aire moderno, su<br />

dinamismo.<br />

A la mañana siguiente desde la ventana del piso treinta y cuatro,<br />

donde tenían su habitación, vieron como los copos de nieve caían<br />

abundantemente sobre el asfalto y los numerosos taxis amarillos que<br />

circulaban a gran velocidad, haciendo sonar sus cláxones. El<br />

espectáculo les maravilló. Todo lo que veían les encantaba, era como<br />

estar en un mundo irreal, y con el ambiente de Navidad que se<br />

respiraba, les parecía estar en un cuento de fantasía. Decidieron, con<br />

los planos en la mano, ir a ver el World Trade Center por la mañana y<br />

después de comer, el Metropolitan Museum of Art.<br />

Mientras estaban por los alrededores del World Trade Center, y<br />

a pesar de estar en pleno día, como todos los viandantes andaban<br />

43


ápido debajo de sus paraguas, no se apercibieron de que unos jóvenes<br />

se les acercaron y les atracaron por la espalda, cogiéndoles con uno de<br />

sus brazos por el cuello. No los habían oído llegar por la nieve que<br />

todo lo mitigaba. Eran tres chicos y parecían muy agresivos. Todos<br />

llevaban en la otra mano una navaja y en sus miradas se adivinaba<br />

que no se andaban con tonterías. Les pidieron lo que llevaran de<br />

valor: los relojes, una cadena que llevaba Susana en el cuello y el<br />

dinero de sus carteras. Todo ello sin dejar de sujetarlos.<br />

Javier y Susana se miraron y se entendieron al instante y aunque<br />

temían cada uno por el otro, no tuvieron ninguna duda y al unísono,<br />

parecieron acceder a entregarles todo lo que tenían, pidiéndoles calma<br />

con el gesto de sus manos, para que no les hiciesen daño. Pero de<br />

repente y mientras parecía que les iban a dar lo exigido, les echaron al<br />

suelo con unos golpes de kárate, les quitaron las navajas y les dejaron<br />

casi sin sentido sobre el pavimento. Javier, en ese momento, se dio<br />

cuenta de que estaba sangrando por la nieve que, a su alrededor, se<br />

iba tiñendo de rojo. En la lucha, uno de los atracadores le había<br />

herido en el costado con la navaja y, sin poderlo evitar, se desmayó.<br />

La gente que pasaba cerca, ante el espectáculo, ayudaron a<br />

Susana llamando a la policía y a una ambulancia, mientras impedían<br />

que los asaltantes se pudieran escapar, sujetándoles en el suelo.<br />

Por suerte, Javier no estaba herido de gravedad y se recuperó<br />

rápido, despues de una cura que le hicieron en el centro médico.<br />

Todo el mundo quedó sorprendido por la reacción de la pareja,<br />

que se había entendido con solo mirarse. Hasta la policía no se lo<br />

podía creer. Dos turistas habían logrado parar a tres famosos<br />

atracadores que estaban en busca y captura.<br />

Tanto Javier como Susana eran maestros y campeones de artes<br />

marciales, y trabajaban juntos en un gimnasio de Madrid, pero claro,<br />

esto no se les notaba.<br />

44


«Héroes por un día», fueron los titulares de la mayoría de los<br />

periódicos de Nueva York al día siguiente. Se les concedió la<br />

ciudadanía honoraria y a ellos les quedó un recuerdo que no<br />

olvidarían nunca jamás.<br />

María Gracia Scelfo (Roma, Italia)<br />

http://mgscelfo.blogspot.com.es/<br />

45


Sin título – PDPics (Reino Unido)<br />

https://pixabay.com/es/users/PDPics-44804/<br />

46


Inmaculada Sastre Carpena (L’Eliana, València)<br />

47


Mysterious woman – Murciano (Francia) https://murciano.deviantart.com/<br />

48


Quimera<br />

Mi vida siempre estuvo hecha de apariencias más que de<br />

verdades. Es cuanto puedo decir. Nadie en mi alma se adentró jamás<br />

y, sin embargo, mucho de mí todos hablaron. Cuentan que alguna vez<br />

fui la casquivana musa de un pintor de escaso ingenio y muchos aires<br />

de grandeza, que el corazón de un joven músico −inclemente como<br />

siempre fui− en mil pedazos un mal día destrocé, que una leyenda de<br />

amores contrariados, de cuando en cuando, a mis ojos se asoma y un<br />

mundo de secretos arrastra mi sonrisa. Un juguete en manos del azar,<br />

caprichoso y enigmático: tan sólo eso es lo que he sido. Y nada<br />

importa lo que digan. Atraparme, no podrán jamás. Soy misterio,<br />

embrujo, fantasía... un suspiro, un anhelo, una ilusión... El más dulce<br />

verso escapado de labios de un poeta. Un bello sueño que sólo entre<br />

tus sueños habita.<br />

Marta Navarro (València)<br />

https://cuentosvagabundos.blogspot.com.es/<br />

49


Eyes - Ira (Filipinas) https://vi-ai.deviantart.com/<br />

50


Mírate con mis ojos<br />

Un regalo en mi vida,<br />

un dios mujer,<br />

de mirada tranquila,<br />

poesía en su piel<br />

y su aura tan limpia<br />

que la empiezo a querer.<br />

En tus ojos de niña,<br />

un mar agitado<br />

te robó la sonrisa,<br />

golpeó sin descanso<br />

y escarbaste tu vida.<br />

¡¡Te debía tanto!!<br />

Agotada y perdida,<br />

con tu alma en un llanto,<br />

hoy quisiste ser mía<br />

y sanarte en mis brazos.<br />

Con mis besos secaré<br />

esas lágrimas de niña<br />

para todos mujer.<br />

¡No te sientas perdida!<br />

Tu espejo voy a ser.<br />

Mostraré lo bonita<br />

que tú nunca te ves.<br />

51


Pero...<br />

Cuando despiertes.<br />

Ahora sincroniza<br />

el sentir de las pieles<br />

respirando caricias,<br />

saborea que me quieres.<br />

Toda mi vida<br />

a ti te cuidaré,<br />

niña-ángel rebelde mía.<br />

Al despertar me tienes<br />

a tu lado, sin prisas,<br />

pues por ti seré paciente,<br />

con tu mundo, tu vida,<br />

desde un amor que crece<br />

mucho más día a día.<br />

Me tendrás para siempre,<br />

en mi alma tu habitas.<br />

Raúl M.J. (Llíria, València)<br />

52


5 de enero<br />

The toy shop – 2dcale (Canadá) https://2dcale.deviantart.com/<br />

El hombre regresó del trabajo justo antes de la hora de cenar.<br />

Sus hijos lo esperaban con ansiedad. Por suerte, desde que su mujer<br />

había sido ingresada, los niños comían en casa de su tía Mercedes.<br />

Mientras él cenaba los restos recalentados de la comida del mediodía,<br />

el mayor durmió a la niña leyéndole un cuento. Al terminar, el padre<br />

le pidió que lo acompañara a la tienda de juguetes que a esas horas<br />

permanecía abierta. El niño abrió unos ojos como platos, pero lo<br />

siguió sin decir nada.<br />

53


Poco tardaron en volver con una muñeca, una cocinita, una<br />

pelota de goma y unos patines. Dispusieron los cuatro paquetes en la<br />

mesa del comedor.<br />

El padre se acostó satisfecho. Esta vez había podido comprar<br />

regalos para sus hijos. En cambio, el niño pasó la peor noche de su<br />

vida: tenía nueve años y hasta entonces había creído en los Reyes<br />

Magos.<br />

Ese niño era yo.<br />

Pepe Sanchis (Massalfassar, València)<br />

54


El escritor<br />

Chicken hand feeding – Jerry (EUA)<br />

https://www.flickr.com/photos/jerry_lake/<br />

Pasó porque tuvo que pasar, suelen darse esas casualidades, él<br />

estaba en el chat, como siempre pasando el rato, nadie atendía sus<br />

palabras. El ambiente era belicoso, nadie parecía a gusto y las ofensas<br />

estaban al orden del día.<br />

Ella no se animaba ni siquiera a saludar, le molestaba tanta<br />

agresión aunque ansiaba charlar con alguien, estaba aburrida. Le<br />

llamó la atención el léxico moderado de este señor, buscó una charla<br />

privada y un «Hola» fue el comienzo. Por fin, pensó él, alguien con<br />

quien poder conversar.<br />

55


Fue su noche sin duda, la charla fue cordial, ella era profesora de<br />

matemáticas, más joven que él. Se valió de su pasión por escribir,<br />

tratando de impresionarla, tuvo suerte: era lectora entusiasta, sin duda<br />

perfecta para él, congeniaron pasando varias noches de charla amena,<br />

la profe resultó interesante. Cada noche encontraron tema y varias<br />

veces los sorprendió la madrugada.<br />

El escritor, como siempre, navegó en su fantasía, cual si fuera<br />

una de sus historias su mente imaginó un romance, ella en tanto<br />

llenaba su tiempo de palabras y sonrisas dado que la ayudaba a<br />

olvidar momentos que la angustiaban, además se sentía cómoda,<br />

respetada.<br />

No le pareció mal una charla café de por medio, serviría para<br />

salir un poco de la monotonía en que transcurría su vida, para él se<br />

abría un mundo de ilusión, había pasado tiempo y la soledad aturdía.<br />

Quería impresionarla, planeó cada movimiento, cada tema de<br />

conversación, eligió el lugar que según su gusto era el ideal.<br />

Ella trataba de imaginar cómo sería aquel caballero, lo imaginó<br />

alto, elegante, buen mozo y de modales muy mundanos, no podía ser<br />

de otra manera dada su manera de tratarla en cada charla que<br />

compartieron. Como toda mujer, pensó en su atuendo, este debía ser<br />

elegante, no atrevido, ya que era una «señora». No daría una imagen<br />

contraria a su manera de ser. Prefirió que no la pasase a buscar en su<br />

rodado para mantener la distancia, tomó un taxi y se dirigió al sitio<br />

pactado.<br />

Llegó antes, eso la molestó, el susodicho adolecía de puntualidad,<br />

no era de caballero ser impuntual, ya que imaginó la esperaría<br />

en una mesa y se levantaría a recibirla. pero trató de no tomarlo a la<br />

tremenda, quizás le pasó algo, algún imponderable.<br />

Quince minutos después vio llegar a un individuo en una<br />

bicicleta no en buen estado, parecía transpirado; tras apearse la dejó<br />

junto a un árbol, se pasó la mano por el cabello y se dirigió a ella. Era<br />

bajo, de prominente abdomen, en cuanto a la elegancia se diría que<br />

56


no resaltaba, el pantalón marrón denotaba la ausencia de la plancha y<br />

estaba un tanto decolorado, la camisa roja a cuadros no parecía hacer<br />

juego con el mismo, tampoco el chaleco de jean ni la gorra de cuero<br />

negro, el calzado tenía reminiscencia a los bailarines de jazz de otro<br />

tiempo: resaltaba el cuero imitación víbora blanco y negro.<br />

Al verla, la saludó desde la vereda llamándola por su nombre, al<br />

llegar junto a ella intentó besarla, pero la mano extendida se lo<br />

impidió. Orgulloso, sacó de su bolsillo un chocolate a modo de<br />

regalo, con una sonrisa agradeció la dama, que lucía un tanto<br />

nerviosa y ya parecía transpirar. Él imaginó que era por la emoción<br />

del momento.<br />

Se sentaron a la mesa mientras él argumentaba el motivo de<br />

tardanza, no podía venir sin dar de comer a sus batarazas. Ella sonrió<br />

mientras le pedía que hablase más bajo, al resto de la gente no le<br />

interesaba su conversación. Un giño y una sonrisa socarrona fue<br />

como dio a entender este sujeto lo que imaginaba, en su mente<br />

deliraba una noche desenfrenada, donde el sexo y el alcohol serían<br />

protagonistas.<br />

Ella transpiraba solo de pensar que la pudiera ver algún<br />

conocido. El azar hizo que su móvil sonara anunciando un mensaje,<br />

este rezaba: «No olvides mañana de traerme el libro de Avon. Mirta»<br />

—¿Todo bien? —preguntó el susodicho, mientras ella urdía un<br />

plan salvador<br />

—En realidad hay un problema, mi mamá me llama, al parecer<br />

no se siente bien y debo ir de inmediato. No esperaba este<br />

contratiempo, no sé cómo disculparme.<br />

—Qué pena, había escrito un poema para la ocasión —confesó<br />

con su mejor sonrisa de galán el escritor—. El poema dedicado a<br />

nuestra noche, donde la pasión desborda nuestros corazones y nuestra<br />

piel se funde en el éxtasis inconmensurable de nuestros deseos más<br />

imaginados, donde el amanecer nos encuentra abrazados pletóricos<br />

57


de dicha y el sol de la mañana… —ella lo detuvo, pidiendo un<br />

momento de atención.<br />

—Lo siento mucho, debo irme, espero sepas comprender —<br />

desde luego que puso su mejor cara angustia.<br />

Él solo atinó a un gesto vago con sus brazos y asintió, ella<br />

agradeció mientras se levantaba tomando sus cosas.<br />

—¿Cuándo te veo? —inquirió él.<br />

—Luego lo vemos, gracias —sin perder tiempo, se dirigió a la<br />

salida aprovechando un taxi del que acababa de bajar un pasajero.<br />

El escritor se quedó releyendo el poema mientras el mozo<br />

preguntaba qué se iba a servir, dijo que nada y salió a la vereda, sin<br />

duda no era su noche, tendría que caminar dado que la rueda trasera<br />

estaba totalmente desinflada.<br />

Se preguntó como tantas otras veces ¿Por qué no tenía suerte<br />

con las mujeres? Pero sin repuesta se fue silbando bajito por el<br />

boulevard, ya habría otra oportunidad, el papel donde escribió su<br />

poema ya se estaba poniendo amarillo…<br />

Debía apurarse; ya estaba cayendo la tarde y debía tomar la<br />

pastilla…<br />

Luis Alberto Molina (Rosario, Argentina)<br />

http://www.luismolin.blogspot.com.es/<br />

58


Varada en el olvido<br />

Age gracefully – Sion Fullana (Barcelona)<br />

https://www.flickr.com/photos/sionfullana/<br />

Intento borrar la persistente creencia de que mi sitio estaba a tu<br />

lado. Tanto tiempo sin voluntad, me cuesta entender esta extraña<br />

normalidad de independencia. Sin que nada pase, sin temor al<br />

escuchar la cerradura, sin dolor de estómago, ni temblor en las<br />

manos.<br />

Como un tronco arrastrado por la marea, todo entonces era<br />

previsible, a pesar de la deriva de mi vida. No me perdono no lograr<br />

olvidarte. He de borrar el recuerdo de tu respiración tras mi cuello.<br />

Tus caricias de hambre desmedida y mi censura emocional al recibirlas.<br />

Anhelo el beso de tu ausencia. Te amaría hasta el fingimiento si<br />

no fuera porque sé que no debo; ahora, por fin sé que eso no era<br />

amor.<br />

Luisa Berbel Torrente (València)<br />

59


Sin título – E.go’s O.blivion (Tokelau)<br />

https://www.flickr.com/photos/the_story_of_geo_f/<br />

60


Hay…<br />

Hay silencios<br />

que gritan.<br />

Hay palabras<br />

que hieren.<br />

Hay voces<br />

que callan.<br />

Hay heridas<br />

que sanan.<br />

Hay traiciones<br />

que duelen.<br />

Hay amores<br />

que matan.<br />

Hay dolores<br />

que acaban.<br />

Hay mujeres<br />

que jamás podrán<br />

ser escuchadas.<br />

Marisa Martínez Arce (València)<br />

61


Sin título – Bing N. (Filipinas)<br />

https://pixabay.com/es/users/bngdesigns-213864/<br />

62


¿Sueño o realidad?<br />

Despertó más temprano que de costumbre. El cuerpo entumecido.<br />

Pasó sus dedos sobre los labios y notó que ciertamente estaban<br />

hinchados, lastimados.<br />

¿Había dormido mal, o ese sueño que parecía tan real la había<br />

afectado?<br />

Se encaminó hacia la ducha, su camisón de satén resbaló suavemente<br />

sobre su cuerpo y cayó a sus pies, dejando al desnudo su<br />

cuerpo armonioso y aún joven.<br />

Se introdujo bajo el agua y una sensación de plenitud la recorrió.<br />

Salió del trabajo apurada, deseaba pasar a comprar un libro que<br />

le habían recomendado. Fue en la librería, hurgaba los anaqueles en<br />

busca del preciado tesoro, cuando sintió una fuerte punzada en la<br />

nuca. Quedó inmóvil, casi sin aliento. Después de unos segundos giró<br />

la cabeza y se encontró de frente con unos penetrantes ojos. Sus<br />

miradas se encontraron y un relámpago cruzó entre ellas. Mayra se<br />

estremeció y viró nuevamente en búsqueda del libro.<br />

Ya no podía concentrarse, esa mirada la había paralizado, había<br />

adormecido sus sentidos. Nunca había sentido nada igual. Se volvió<br />

para encontrarlo, pero ya no estaba.<br />

Regresó a la calle como autómata, no podía dejar de pensar en<br />

esos ojos, en esa sonrisa, en la carnosidad de esa boca que encendía el<br />

deseo. Un deseo que en ella había desaparecido hacía tiempo, o tal<br />

vez nunca había existido.<br />

La noche se había instalado, la luna brillaba con todo su esplendor.<br />

El parque, casi dormido a esa hora, dejaba jugar los rayos entre el<br />

follaje de la incipiente primavera. El césped aún tenía un colchón de<br />

63


ocres y doradas hojas y los jazmines desplegaban su penetrante<br />

aroma.<br />

Se distrajo ante el silencio y la noche estrellada y sintió que su<br />

cuerpo se relajaba.<br />

De pronto, sentado en un banco, lo vio. En la penumbra sintió<br />

su mirada y esa cautivante sonrisa en su cara.<br />

No sabía si detener el paso o apresurarse. Él se levantó, salió a<br />

su encuentro. Sin mediar palabra, abrazó su cintura y buscó su boca,<br />

que se abrió como una rosa en busca de rocío. Sus cuerpos se<br />

apretaron y el beso parecía no tener final.<br />

Suavemente y sin dejar el hueco de su boca, Mauricio la condujo<br />

bajo un sauce, cuyas ramas se asemejaban a una sutil y volátil<br />

cortina.<br />

Se dejaron caer sobre el colchón de hojas otoñales sin dejar que<br />

sus bocas se separaran.<br />

La cabeza de ella bullía, sus pensamientos zumbaban como si<br />

tuviera un panal de abejas.<br />

Tenía sentimientos contradictorios que la envolvían como una<br />

crisálida pero el aroma que emanaba de él la embriagaba, sometía su<br />

razón y deseaba que sus brazos no la soltaran para poder seguir<br />

sumergida en ese cálido abrazo.<br />

Mauricio desprendió con lentitud los botones de su blusa<br />

dejando al descubierto una piel blanca, unos desbordantes senos. Sus<br />

manos febriles comenzaron a recorrerla, a acariciar cada curva de su<br />

cuerpo, un cuerpo que lo volvía loco.<br />

Ella se abandonó a las caricias de esas manos tibias, fuertes y<br />

suaves que la transportaban a un paraíso que no conocía.<br />

Él quitó el sostén y sus cuerpos ardientes se fundieron. La luna<br />

hizo camino entre la redondez de sus pechos, se deslizó sobre el<br />

64


vientre agitado y descendió hasta la humedad que brillaba entre sus<br />

muslos.<br />

Los gemidos entrecortados de Mayra y las palabras de amor de<br />

Mauricio se perdieron entre el ulular del viento.<br />

La boca de él se llenó del néctar de unos pezones que clamaban<br />

caricias y el interior de ella sintió un torrente caliente que la invadía,<br />

provocándole el espasmo más hermoso de su vida.<br />

La respiración se fue aquietando, las manos sin dejar de<br />

acariciar, perdieron fuerza, las bocas se despegaron. Solo sus ojos<br />

quedaron unidos en una mirada, en preguntas que no tenían<br />

respuesta.<br />

Se abrazaron en silencio, se besaron tiernamente y entrelazaron<br />

sus piernas, sintieron el contacto suave de sus vientres y la laxitud de<br />

esas dos entidades que se entregaron al amor, con deseo, sin pudor.<br />

La luna traviesa se escondió mientras cubrían sus cuerpos. Él le<br />

arreglaba el cabello, quitando hojas secas, ella acariciaba su rostro.<br />

—Me llamo Mayra, dijo sin dejar de mirarlo, soy casada.<br />

—Soy Mauricio, no me importa tu estado, yo también soy<br />

casado, pero hacía tiempo te esperaba.<br />

—¿Me esperabas? ¿Nos habíamos visto?<br />

—Nunca, pero sabía que existías y que el día que te encontrara<br />

serías por siempre mía.<br />

—¡Qué locura! No entiendo cómo pude hacer esto. No soy una<br />

cualquiera.<br />

—Por supuesto que no, vos inconscientemente me estabas esperando.<br />

Tu orgasmo me hizo sentir que me necesitabas, que hacía<br />

tiempo no gozabas de esta manera.<br />

—Es cierto, dijo Mayra ruborizándose. Me siento aturdida.<br />

Nunca pensé que me ocurriría algo así.<br />

—Es tarde y me esperan.<br />

65


—A mí también.<br />

—Volveremos a encontrarnos, soy tan tuyo como vos mía,<br />

volveremos y haremos del amor una eterna epifanía.<br />

Sin más palabas, se besaron. Las manos de él se introdujeron<br />

bajo su blusa y acariciaron sus senos ocasionándole un suave gemido.<br />

Tomaron caminos diferentes, la luna los acompañó a ambos.<br />

—Llegás tarde —le dijo su marido. Estaba preocupado. No me<br />

gusta que cruces el parque sola a estas horas.<br />

—Uy, ¡qué miedo!, respondió Mayra con sorna. A ver si me<br />

come el lobo.<br />

—No faltan depravados.<br />

—O algún loco de amor, dijo ella sonriendo.<br />

Miró a su marido a los ojos, como pensaba no podría hacerlo.<br />

Pero pudo y no sintió remordimiento.<br />

Ese momento, ese sublime acto de amor, sería su mayor secreto,<br />

su gran felicidad. Se sintió mujer por primera vez. Se sintió amada y<br />

deseada como nunca lo había sido.<br />

El agua recorre cada centímetro de su piel. Pasa las manos por<br />

sus pechos, por sus muslos, por su boca.<br />

¡Qué sueño maravilloso¡ ¡Parecía real!<br />

Y sonríe, mientras su cuerpo experimenta el placer de ese goce<br />

inesperado.<br />

¡Ojalá volviera a soñar! Nunca me había sentido mejor.<br />

Al salir de la ducha se encamina al dormitorio. Se sorprende, al<br />

ver sobre la almohada unos pedacitos rotos de hojas ocres y doradas.<br />

Liliana Ebner (Buenos Aires, Argentina)<br />

66


Cada primavera<br />

A younger me – Carl Roberts (Reino Unido)<br />

https://www.flickr.com/photos/146491388@N06/<br />

Es curioso cómo cada primavera<br />

nos florecen nuevas canas<br />

pobladas de tristes pasados,<br />

del estertor de todas las utopías.<br />

Pero tampoco deja de ser curioso<br />

cómo la alegría de los jóvenes,<br />

esos inexpertos debutantes,<br />

consigue a menudo transmitirnos<br />

la fugaz y descabellada idea<br />

de que el futuro puede ser maravilloso.<br />

Rafa Sastre (València)<br />

http://rafasastre.blogspot.com<br />

67


Fotografía aportada por la autora<br />

68


Anda Teresa el Camino<br />

Anda Teresa el Camino, la razón perdida en versos y<br />

cadenciosos los pasos. No vuelve la vista atrás, pues detrás nada ha<br />

dejado. No siente ni sed ni hambre, sino tan solo el deseo que empuja<br />

a alcanzar Santiago. Ni las llagas de los pies, ni en las piernas el<br />

cansancio, ni la herida del cilicio que oculta bajo su manto.<br />

A la sombra de un cruceiro, Teresa detiene el paso. La Santa<br />

lleva su nombre, el mismo que ha pronunciado. Desciende el brazo de<br />

piedra, baja la Santa la mano y, con musgo entre los dedos, el pelo le<br />

ha acariciado. «Quiero que pares, Teresa. Quiero que hagas un descanso.<br />

Que te cures las heridas y que ceses en tu llanto.»<br />

Teresa mira hacia arriba. Sabe que no está soñando. Se deshace<br />

del cilicio, del bordón y del calzado y, a la sombra de la Santa, dulce<br />

sueño ha conciliado.<br />

Los peregrinos se giran al escuchar la sirena. La Sangre de Cristo<br />

pasa y otro silencio resuena. Musitan los caminantes una callada<br />

oración. Teresa ha muerto de pena, Teresa ha muerto de amor.<br />

Cristina Cifuentes Bayo (La Puebla de Alfindén, Zaragoza)<br />

http://www.irae.es/<br />

69


Bloody hand – Emilia Ungur (Rumanía) https://500px.com/emilia_ungur<br />

70


El que ríe el último<br />

Estaba radiante cuando se acercó a preguntarme cuántos días<br />

llevaba desaparecida. Me arrojó unas palabras formales que en lugar<br />

de consolarme consiguieron que me recorriera un escalofrío. Cómo<br />

ha cambiado.<br />

Recordé una anécdota de aquellos días infantiles. Durante el<br />

verano, reunidos en el porche de la casona, los primos solíamos<br />

contar historias de miedo antes de irnos a la cama. Yo era el que más<br />

hablaba. Me divertía ser macabro, evocar imágenes aterradoras,<br />

dejarles contando ovejitas.<br />

La abuela iba a cocinar su consomé de tomate con huevos de<br />

codorniz. Así que puso en la nevera un colador con los tomates<br />

licuados sobre un cuenco, para separar el zumo de la pulpa. Allí debía<br />

estar toda la noche.<br />

El jugo, espeso y oscuro, se me antojó tan rojo como la sangre.<br />

Inventé una truculenta historia y llevé a Corina a la cocina para<br />

enseñárselo, sabiendo de antemano que no pegaría ojo en varios días.<br />

No me caía bien, me repelían sus lloriqueos.<br />

Corina, tan delicada, tan frágil entonces. Quién hubiera dicho<br />

que se dedicaría a la investigación criminal. Su mirada inquisitiva,<br />

esa sonrisa taimada. Es cuestión de tiempo, lo sé. Sé que intuye que<br />

ahora no se trata de tomate.<br />

Concha García Ros (Cartagena, Murcia)<br />

http://nosvemosenkairos.blogspot.com.es/<br />

71


La Reproduction interdite (portrait d’Edward James) - René Magritte, 1937<br />

72


Nada<br />

—¿Qué te he hecho yo para que me trates así?<br />

—Nada.<br />

—No me gusta ese «nada». Es demasiado rotundo.<br />

—Es lo que hay. Algún día tenía que pasar.<br />

—¿Pero qué ha pasado?<br />

—Como siempre, no te enteras de nada.<br />

—Pues explícamelo.<br />

—No tengo ganas ni tiempo. No sé cuál de los dos va primero.<br />

—¿Entonces ya estás todo dicho?<br />

—Está todo dicho.<br />

Al día siguiente encontré una nota en mi espejo que decía:<br />

«Siempre me has utilizado. Te has acercado a mí cuando lo<br />

necesitabas y me has ninguneado sin parar. Me das la espalda cuando<br />

ya no te sirvo y vuelves a ver qué ha cambiado. No te aguanto más».<br />

Cuando levanté la vista hacia mi reflejo solo vi mi espalda.<br />

Relato inspirado en La reproduction interdite, de René Magritte<br />

Manuel Serrano (València)<br />

73


Sin título – Emily Beeson (EUA) https://morguefile.com/creative/5demayo<br />

74


Veo hermosos brotes en la tierra<br />

El bosque se está muriendo. Árboles y plantas se pudren y otras<br />

arden en llamas por toda España. Sus viejas ramas carcomidas y<br />

resquebrajadas, y sus hojas resecas —que ya perdieron su verdor—<br />

caen a la tierra nutriéndola como abono para la vida que se avecina,<br />

que ya comienza a germinar y pronto se abrirá paso en forma de<br />

tímidos brotes de esperanza. Nacerán nuevas plantas; hermosas y<br />

perfumadas flores; alimentadas con los restos de lo que un día fue —y<br />

aún sigue siendo— un bosque enfermo, casi sin vida ni alegría, lleno<br />

de mentiras y absurdos, en el que todos caímos atrapados porque nos<br />

dijeron que las cosas no podían ser de otro modo. Pero nos<br />

engañaron. Nuestra es la voz de la Conciencia, la esencia humana<br />

más sublime, somos los dueños de la vida, somos los dueños del arte<br />

y del amor (aunque nos cobren el veintiuno por ciento), somos los<br />

guardianes de las almas dormidas, y nuestra es la alegría de vivir<br />

despiertos. Podrán quitarnos todo lo que poseemos, pero nuestra es la<br />

voz ancestral de La Tierra. Sin nosotros no son nada, ¡NADA! Solo<br />

son parásitos que viven a nuestra costa, todo lo destruyen y nada<br />

ofrecen al mundo salvo miedo y palabras huecas, pero nosotros nos<br />

alzaremos de nuevo, como fue siempre así a lo largo de los tiempos,<br />

cual Ave Fénix, sobre las cenizas de sus espíritus yermos, sobre los<br />

restos de su destrucción traeremos la vida de nuevo a cada rincón de<br />

este país privilegiado, lleno de aire y sol, mágicas costas, ricas tierras y<br />

gentes hermosas que solo queremos vivir en paz.<br />

Wisonte (València)<br />

75


Niños jugando en el mar - Sally Swatland. Imagen aportada por la autora<br />

76


Un día de agosto<br />

Agosto, dueño del verano, los días azules inundados de luz, el<br />

calor acobardando los termómetros. El cielo despejado, sin permiso a<br />

las nubes, una brisa cálida, impertinente. Sinfonía de colores. Las<br />

noches ociosas, interminables.<br />

A las cinco de la tarde, lo perfecto deja de ser perfecto. A las<br />

cinco de la tarde las risas se silencian. Un ramo de flores y un pañuelo<br />

de seda manchado de rojo ruedan por la acera. Las copas de refresco<br />

se hacen añicos, los pájaros no cantan. El llanto de un niño, no hay<br />

quién lo consuele. A las cinco de la tarde la alegría queda congelada<br />

en una imagen de abrazos y de besos.<br />

Se detiene el tiempo a las cinco de la tarde. El sol que no<br />

entiende lo que pasa, brilla como si nada.<br />

Las voces inocentes, piden justicia. Las voces de los que solo<br />

saben de trabajo piden paz. El por qué no tiene respuesta. Los ojos se<br />

llenan de lágrimas de impotencia, de dolor.<br />

Hay muchas razones o ninguna para que la inocencia de la gente<br />

sea atropellada. ¿Quién sabe cómo se cura el odio y el rencor?<br />

A las cinco de la tarde un niño es huérfano, una madre ruega por<br />

su hijo. A las cinco de la tarde un padre pide que su hija lo encuentre<br />

en un abrazo.<br />

Agosto sigue su camino como si quisiera acariciarnos. La<br />

tristeza se cuela por las ventanas abiertas de los balcones con el aire<br />

tibio del atardecer. Unos niños pequeños juegan despreocupados. En<br />

sus miradas presiento que, a pesar de todo, la vida continúa...<br />

(En memoria de las víctimas del atentado del 17 de agosto de 2017 en Las<br />

Ramblas de Barcelona.)<br />

Mirta Calabrese De Luca (Sant Celoni, Barcelona)<br />

http://deshojandoversos.blogspot.com.es/<br />

77


Love – Monica Rooney (Canadá) https://500px.com/monicarooney<br />

78


Almas gemelas<br />

Desde niños sus vidas habían estado ligadas. Acostumbrados a<br />

soñar despiertos tumbados sobre la hierba seca del campo,<br />

disfrutando de largos paseos subidos a lomos de los caballos de la<br />

granja y durmiendo bajo el mismo techo: Martín entre sábanas de<br />

seda bordadas con sus iniciales y Clara envuelta en sábanas de<br />

algodón cosidas a la luz de la lumbre por su madre. Con el paso del<br />

tiempo, él tuvo que marchar a la ciudad para continuar sus estudios y<br />

ella esperaba ansiosa a que llegase el verano. Entonces, volvían a<br />

abrazarse juntos cada vez más cerca, a bañarse en la orilla del río y<br />

tejer sueños bajo el inmenso techo de las estrellas. Hasta que al final<br />

de un septiembre, justo cuando Martín se había ido, ella descubrió<br />

que esta vez le había dejado un misterioso regalo. Un regalo que<br />

crecía en su vientre para dar fruto en primavera y no sabía cómo<br />

ocultar. El tiempo, una vez más, puso las cartas boca arriba y cuando<br />

Martín llegó no pudo encontrarla. Ni su madre ni ella trabajaban ya<br />

para la casa.<br />

Desesperado, removió cielo y tierra hasta dar con su paradero.<br />

Sor María ―como ahora se llamaba―, había hecho voto de silencio y<br />

clausura y no podía recibir visitas de nadie. Muchos años después,<br />

aún retenía su imagen en la memoria, mirándole desde la ventana de<br />

su celda con inmensa tristeza mientras marchaba.<br />

Martín continuó su camino y se casó con una joven de igualdad<br />

de miras y casta. Tuvieron hijos y vivieron una vida sin hierba, sin<br />

baños en la orilla del río ni estrellas alumbrando sus sueños. Cuando,<br />

al final de esa vida —ya viudo y viejo— le preguntaron en qué asilo<br />

prefería que le ingresaran, se acordó del antiguo monasterio y sus ojos<br />

se iluminaron.<br />

Manoli Vicente Fernández (Viana do Bolo, Ourense)<br />

http://www.lascosasqueescribo.wordpress.com<br />

79


Channel surfing – Rolfo Brenner (Alemania) https://500px.com/rolfo<br />

80


La entrevista<br />

Con la mirada fija en su portafolios, el periodista evitaba<br />

temeroso la mirada de la recién llegado al plató. Inició la entrevista<br />

con el miedo fluyendo por cada uno de sus poros, reflejado en el<br />

sudor helado de su frente que amenazaba al maquillaje con hacerlo<br />

desaparecer.<br />

—No sé si es correcto darle la bienvenida, así que empezaremos<br />

por el tema de su morada, si no es inconveniente. ¿Podría decirnos<br />

dónde vive?<br />

—Dicen que en todos los sitios, aunque lo que más se escucha es<br />

que estoy «a la vuelta de la esquina». Espero que no haga ningún<br />

chiste barato sobre prostitución al respecto.<br />

El presentador, que aflojó el nudo de su corbata y trató de coger<br />

aire ante la amenaza latente, continuó hablando después de tragar<br />

saliva.<br />

—Tenga usted la total certeza de que ni sobre eso ni sobre<br />

ningún otro tema habrá la más mínima broma. Vamos con la<br />

siguiente pregunta, ¿cuál es su lugar de trabajo?<br />

—Podría decirse que al igual que en la anterior pregunta<br />

también estoy en todas partes, principalmente desarrollo mi actividad<br />

laboral tanto en carreteras, como en diversos tipos de domicilios<br />

laborales y hospitales, también hay viviendas que me obligan a<br />

múltiples desplazamientos.<br />

—Entiendo que sea usted socialmente rechazada.<br />

—No se crea, hay personas que viven más allá del dolor, tanto<br />

físico como mental, son muchos los que imploran mi presencia.<br />

—¿Su horario es continuo, nunca descansa?<br />

81


—Jamás, trabajo los trescientos sesenta y cinco días, veinticuatro<br />

horas.<br />

—¿Cuándo tiene los picos de trabajo más altos?<br />

—Antiguamente las epidemias eran mayores causas, ahora con<br />

los grandes avances médicos toda época de guerra es insuperable.<br />

—¿Y no puede usted por decirlo de alguna manera, «mirar para<br />

otro lado» en estos casos?<br />

Por un segundo, el presentador creyó que habría una reacción<br />

fulminante ante la pregunta. Sintió la flojedad en sus intestinos unido<br />

al temblor de sus piernas primero y todo su cuerpo después, hasta que<br />

llegó la respuesta de un modo brusco.<br />

—¿Ustedes crean las guerras y yo tengo que hacer la vista gorda?<br />

¿Qué clase de equilibrio existiría entonces?<br />

—Soy consciente de que es imposible que se detenga, pero, ¿qué<br />

haría falta para que disminuya su actividad?<br />

—Las causas naturales son leyes de vida, los accidentes<br />

infortunios del destino, el resto, como podrá comprobar con el paso<br />

de los años, no es más que el resultado de las negruras de sus<br />

interiores. El odio, la envidia, la rabia, la avaricia, son causas<br />

fundamentales para finales trágicos.<br />

Tras una pausa en la que al locutor parecía que se le evaporaron<br />

los argumentos, decidió poner punto final al acto.<br />

—Bien, muchas gracias por su asistencia, para esta entrevista,<br />

claro está. Espero que su actividad sea de mutuo acuerdo en un futuro<br />

cercano y de la manera más agradable posible.<br />

—Gracias por dar la oportunidad a mi voz para demostrar que<br />

mi presencia no siempre es negativa. Como deferencia a su persona,<br />

¿le gustaría conocer su hora?<br />

82


Tiritando como hierba en un vendaval y con el rostro cual luna<br />

asombrada, el presentador respondió cuando recuperó el aliento.<br />

—No, no, muchas gracias, pero le agradezco que usted me<br />

ofrezca saber algo sobre mi futuro.<br />

La Muerte se levantó de la silla y se alejó con el mismo silencio<br />

sepulcral que llegó al estudio.<br />

Rafael Blasco López (València)<br />

83


Sin título – Andrea Palmieri (Italia)<br />

https://pixabay.com/es/users/AndreaPalmieri-3321704/<br />

84


Así en la tierra como en el cielo<br />

Me miras con ese gesto indeciso. Te callas como siempre.<br />

Percibo ese aire tan tuyo, de «ya lo sabía...»<br />

Es un sábado más, como cualquier otro, habitado por los olores<br />

cotidianos y los sonidos dispersos de una radio que suena en el<br />

dormitorio y otra que aturde en el salón.<br />

Riego las plantas del balcón, con tal de no discutir contigo,<br />

sabiendo que solamente postergo el momento de hacerlo. Es que no<br />

puede ser. Sigues sin entenderme y yo si comprender por qué no<br />

aceptas mi plan de cambiar los colores de las paredes o tapizar el<br />

sillón que ya no aguanta más nietos ni visitas inquietas.<br />

Me miras... Te miro... Te veo y me enojo. Me molesta tu<br />

silencio. Siempre el mismo, siempre tolerante, siempre comprensivo<br />

con mi ira mezquina y estúpida, que decide enojarse con todo y con<br />

todos. Como siempre, te callas, y la emprendo contigo, porque ese<br />

pantano en que me sumerge tu mutismo me ahoga, me asfixia.<br />

¡Qué enojo me provocas! Me apuro en apagar la radio del<br />

dormitorio, para no seguir rezongando. Y pienso cuál es mi comida<br />

favorita y que tú detestas, para fastidiarte también en el almuerzo.<br />

Me niego a creer que ya no estás. Me prohíbo caer en el duelo<br />

inmenso, culpable, aterrador, de saber que te fuiste y jamás te pedí<br />

perdón, ni nunca te dije gracias.<br />

Me enojo contigo, no con tu recuerdo. Es mi forma de tenerte y<br />

miro al cielo, y murmuro algo que solo los ángeles, si existen, te<br />

podrán contar: «te quiero» y enciendo la radio de nuevo, para<br />

escuchar a ese locutor que no soporto y que a vos tanto te gusta, solo<br />

para no llorar, solo para no caer en el abismo donde, por más que te<br />

busque, ya no podré encontrarte.<br />

Vivian Rodríguez Dorgia (Montevideo,Uruguay)<br />

https://lapiazzadellaluna.blogspot.com.uy/<br />

85


II Concurso de microrrelatos<br />

«La Radio En Colectivo/Valencia Escribe»<br />

El programa La Radio En Colectivo, de Mislata Radio, con la<br />

colaboración de Valencia Escribe, y el fin de fomentar la creatividad<br />

literaria y difundir el género del microrrelato, convocan el II Concurso<br />

de Microrrelatos.<br />

La presentación a este certamen implica la aceptación de las siguientes<br />

bases:<br />

1. El concurso se desarrollará desde mayo de 2017 hasta mayo del<br />

<strong>2018</strong>. Cada mes se seleccionará un microrrelato ganador y entre todos<br />

los ganadores mensuales se escogerá el ganador del premio final. Se<br />

podrán enviar solo dos microrrelatos por persona al mes.<br />

Los participantes deberán tener los 14 años cumplidos.<br />

2. El microrrelato debe ser original e inédito (por inédito se entiende<br />

que no haya ganado ningún premio ni se haya difundido en ningún<br />

medio), escrito en castellano, y que no exceda las 150 palabras, título<br />

incluido. La temática será libre.<br />

3. Las obras se enviarán por correo electrónico, con el asunto «II<br />

Concurso de Microrrelatos La Radio en Colectivo», a la siguiente<br />

dirección: valenciaescribe@hotmail.com<br />

El texto, que debe llevar título, debe incluirse en el cuerpo del mensaje<br />

(no como un documento adjunto) y al final deben constar los datos<br />

personales (nombre y apellidos, dirección postal, localidad y un<br />

teléfono de contacto).<br />

Se podrán firmar las obras con pseudónimo sin menoscabo de la<br />

inclusión de los datos personales para el conocimiento de éstos por la<br />

organización del concurso.<br />

86


Los microrrelatos se pueden presentar a cada convocatoria mensual<br />

desde el día 1 desde las 00.00h hasta el día 28, 30 o 31 (según el mes)<br />

a las 23.59h, en GTM+1.<br />

4. Los textos ganadores mensuales se publicarán en las páginas de<br />

Facebook: La Radio en Colectivo, y Valencia Escribe. Por este motivo<br />

La Radio En Colectivo se reserva el derecho de reproducción y<br />

difusión de todos los microrrelatos enviados, incluso los no seleccionados.<br />

5. El jurado que seleccionará los microrrelatos finalistas de cada<br />

convocatoria mensual estará formado por el equipo de La Radio En<br />

Colectivo y de Valencia Escribe, pudiendo incluir en sucesivas convocatorias<br />

a nuevos miembros del jurado.<br />

El veredicto de cada mes se hará público el último jueves (no festivo)<br />

del mes siguiente a cada convocatoria mensual en las página de<br />

Facebook La RADIO en colectivo y Valencia Escribe y se leerá en el<br />

programa de radio.<br />

El veredicto final se hará público el último jueves de mayo de <strong>2018</strong><br />

en las mencionadas páginas de Facebook y en la emisión de esa<br />

semana del programa de radio.<br />

Los autores ganadores y finalistas deberán estar dispuestos a darse a<br />

conocer públicamente.<br />

6. Los finalistas de cada mes optarán a un diploma y, además, está<br />

prevista una sorpresa final para el ganador.<br />

7. El jurado puede declarar desierto el premio mensual así como el<br />

final si considera que ninguna de las obras presentadas tienen<br />

suficiente calidad para ser publicadas.<br />

8. La Radio En Colectivo y se reserva la posibilidad de modificar las<br />

bases del concurso por causas justificadas.<br />

87


Nuestros libros<br />

En Amazon, tanto en papel como en ebook,<br />

a unos precios de auténtico escándalo<br />

88


Libros de nuestras/os colaboradores<br />

Jazzesinato / Sueños y desatinos – Rafa Sastre<br />

Editorial ACVF - Disponibles en Amazon (papel y ebook)<br />

Medio serio, medio en broma, entre la novela policíaca y el cine<br />

negro, la música de jazz y el crimen… Jazzesinato, el sorprendente primer<br />

libro de microrrelatos de Rafa Sastre, es como una partitura para trompeta<br />

y pistola.<br />

Sueños y desatinos: La humanidad sobrevive gracias a sus quimeras y a<br />

pesar de todos sus despropósitos. En este libro, el autor pasa revista,<br />

mediante una serie de cuentos cortos, a los universos contrapuestos (el real<br />

y el imaginado) inherentes a cualquier persona.<br />

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Números anteriores de Valencia Escribe<br />

Número 32 (Abril 2017)<br />

http://www.yumpu.com/es/document/view/58071760/ve-32-abril<br />

Número 33 (Mayo 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58321161/ve-33-mayo<br />

Número 34 (Junio 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/58598263/ve-34-junio<br />

Número 35 (Octubre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59450052/ve-35-octubre<br />

Número 36 (Noviembre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59501837/ve-36-noviembre-2017<br />

Número 37 (Diciembre 2017)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59579031/ve-37-diciembre-2017<br />

Número 38 (Enero <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59669075/ve-38-enero-<strong>2018</strong><br />

Número 39 (Febrero <strong>2018</strong>)<br />

https://www.yumpu.com/es/document/view/59811171/ve-39-febrero-<strong>2018</strong><br />

NOTA: Enlaces de descarga en el interior de cada revista<br />

90


Palabras en la basura<br />

Alberto Basterrechea, «Neorrabioso»<br />

http://neorrabioso.blogspot.com.es/<br />

91


Valencia Escribe en las redes<br />

Os recordamos que en nuestro muro de Facebook Valencia<br />

Escribe, además de otras cosas, seguimos colgando convocatorias de<br />

concursos literarios que os podrían interesar<br />

https://www.facebook.com/pages/Valencia-Escribe/134450789952020<br />

Si tienes un blog y quieres hacernos partícipes de su existencia o<br />

mantenernos al tanto de las entradas que publiques, no olvides que<br />

también tenemos el grupo Valencia Escribe Blogs<br />

https://www.facebook.com/groups/1571068066474683/<br />

Para los aficionados al Haiku, también tenemos un espacio, que<br />

para ser originales nos dio por bautizar como Valencia Escribe<br />

Haiku. Podéis dejar allí vuestros poemas pero intentad cumplir las<br />

reglas…<br />

https://www.facebook.com/Valencia-Escribe-Haiku-746524675464504/<br />

¿Queréis compartir o ser informados sobre los eventos culturales<br />

más interesantes a celebrar en Valencia y alrededores? Exposiciones,<br />

conferencias, presentaciones de libros, talleres, teatro, conciertos…<br />

todo eso y más en Agenda Cultural <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/Agenda-Cultural-Valencia-Escribe-<br />

1806573156332152/<br />

Valencia Escribe (y mucho) es un grupo creado para compartir<br />

vuestros poemas, microrrelatos y entradas de cualesquiera blogs<br />

literarios mantenidos por los amigos que integran esta familia que<br />

cada vez se hace más y más y más grande.<br />

https://www.facebook.com/groups/393565884345726/<br />

92


¿Te gusta leer? ¿Te apetecería comentar con nosotros tus<br />

lecturas? ¿Dar/pedir opiniones o recomendaciones sobre libros,<br />

decirnos lo que estás leyendo, vas a leer o desearías leer? ¿Compartir<br />

noticias o artículos sobre literatura? Únete al grupo de Facebook<br />

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Inserta reseñas, aconseja películas o series, comparte artículos, fotos,<br />

opiniones y debátelas en el grupo de Facebook Cine Club <strong>VE</strong><br />

https://www.facebook.com/cineclubve<br />

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La foto de Miguel<br />

Miguel García Rodríguez (València)<br />

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