Revista CENTRAL 66

Coppens es una empresa local que nació en
1968, de la mano de Héctor Americo Pinciroli y
Edmundo Coppens, en un taller ubicado en
Catamarca y Avellaneda.
En ese lugar comenzaron a trabajar una idea... ¡a
martillazos! (hecho a mano): el diseño de un
calefactor a kerosene que pudiera llegar a los
hogares de todos los argentinos, con una característica
única y exclusiva, la salida orientable de
gases. Esto permitiría una instalación fácil y versátil
ya que, por sus dimensiones, podría colocarse
en lugares donde a otros artefactos les era imposible.
Con una fabricación artesanal, se logró un producto
único y se incorporó, por primera vez, una
plancha de fundición para lograr retención de
calor por más tiempo. Este modelo, reemplazó la
nostálgica (pero peligrosa) salamandra y la cocina
económica, muy popular por la calefacción a
combustible líquido.
Finalmente, la idea de un calefactor con salida
orientable se materializó y los equipos comenzaron
a entrar en etapa de producción, al tiempo
que Coppens se instaló en el mercado de la
calefacción argentina, aanzándose año tras año.
Apostando al crecimiento, el taller se convirtió en
fábrica. Por lo tanto, el emprendimiento familiar
abandonó la calle Catamarca, para instalarse
sobre la Avenida Champagnat, donde la marca dio
un salto cualitativo al sistematizar procesos
productivos.
Pasaron casi cuatro décadas, aumentaron sus
ventas, adquirieron nueva tecnología y comenzaron
a sumar personal calicado. Coppens creció y,
nuevamente, el espacio le quedó chico. Entonces,
luego de numerosas gestiones y una gran expectativa,
ingresaron al Parque Industrial General
Savio, dando el paso más importante de la empresa.
Hoy la fábrica cuenta con una planta modelo,
emplea a 100 personas y adquiriere de forma
constante y progresiva tecnología de punta, que le
permite el desarrollo de un producto más fuerte,
ecaz y estético.
ENTREVISTA: DAVID AKERMAN // FOTO: NOELIA FERNÁNDEZ
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