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NO. 1468<br />
SÁBADO <strong>17</strong> / NOVIEMBRE / 2018/<br />
FUNDADO EL 24 DE MARZO DE 1990<br />
FOTOGRAFÍA >Javier Alvarenga/ Día <strong>de</strong> la pupusa (El Salvador)<br />
JORGE CASTELLÓN,<br />
Escritor<br />
El alma <strong>de</strong> una nación tiene su<br />
resi<strong>de</strong>ncia concreta en personas<br />
humanas <strong>de</strong> diferentes sectores y<br />
grupos. El alma <strong>de</strong> una nación, el<br />
sentir nacional, el espíritu <strong>de</strong> una<br />
tierra o pueblo, en suma, la reserva<br />
espiritual <strong>de</strong> sus ciudadanos, esa<br />
que escapa a las gran<strong>de</strong>s encuestas<br />
y estudios psicosociales-, es lo que<br />
a la larga <strong>de</strong>fine una nacionalidad,<br />
una forma particular <strong>de</strong> existir <strong>de</strong><br />
un grupo humano. Un carácter<br />
nacional.<br />
Esa alma colectiva, ese sentir, se<br />
manifiesta en la cotidianidad, en<br />
el día a día <strong>de</strong> la conversación, <strong>de</strong><br />
las acciones <strong>de</strong> ese conglomerado<br />
<strong>de</strong> persona; en el saludo <strong>de</strong> cada<br />
mañana, en el apartarse al sentir<br />
muy próxima la presencia <strong>de</strong><br />
otro; se manifiesta en el volumen<br />
<strong>de</strong> la voz, en los gestos <strong>de</strong> cada<br />
rostro. Es esa manera ante la cual<br />
un inmenso grupo humano, nos<br />
comportamos ante una fatalidad<br />
ajena, ante el júbilo <strong>de</strong> otros o<br />
ante los que a nosotros mismos<br />
nos pasa.<br />
Si bien muchísimos pue<strong>de</strong>n<br />
diferir <strong>de</strong> ese sentimiento; si bien<br />
miles no experimentan esa ola<br />
masiva que articula volunta<strong>de</strong>s,<br />
el carácter nacional hace participe<br />
al núcleo más fundamental <strong>de</strong><br />
una sociedad. Es el terror, es<br />
DE UN<br />
MUNDO<br />
RARO<br />
el espanto; es la esperanza o<br />
la solidaridad; es el odio o la<br />
conmiseración.<br />
El pueblo mexicano <strong>de</strong>muestra<br />
hoy al paso <strong>de</strong> las caravanas<br />
centroamericanas un carácter<br />
no inédito, sino, que ha estado<br />
increíblemente invisible para<br />
muchas personas. No es nueva<br />
la solidaridad, la conmiseración<br />
que las personas <strong>de</strong> un sinfín <strong>de</strong><br />
pueblos <strong>de</strong>muestran al emigrante<br />
centroamericano que cruza frente<br />
a su puerta.<br />
Es que el pobre reconoce a la<br />
pobreza; el sufrido reconoce el<br />
sufrimiento; el valiente reconoce<br />
la valentía. Hay sonidos que no<br />
todos escuchamos, imágenes que<br />
no todos vemos, dolores que no<br />
todos compren<strong>de</strong>mos. Esperanzas<br />
que no todos albergamos.<br />
Los peligros son tantos. La<br />
<strong>de</strong>lincuencia organizada y las<br />
instituciones militares han<br />
causado un daño terrible a esa<br />
incontable avalancha humana<br />
que cruza <strong>de</strong> sur a norte por<br />
el territorio mexicano. Pero al<br />
mismo tiempo, siempre hay<br />
un hecho heroico o noble que<br />
hay que <strong>de</strong>stacar en esto que<br />
algunas personas han llamado el<br />
Holocausto <strong>de</strong>l migrante: la sed<br />
que se ayuda a calmar; el hambre<br />
que se ayuda a mitigar, el frio que<br />
se arropa.<br />
Digámoslo ya: la generosidad es<br />
un rasgo <strong>de</strong> carácter <strong>de</strong>l pueblo<br />
mexicano, tan real como su amor<br />
al terruño o su melancolía. Quien<br />
la ha sentido, jamás la olvidará,<br />
es que parece venir <strong>de</strong> un mundo<br />
raro.