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Edición 17 de noviembre 20188

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ELVIN MUNGUÍA,<br />

Escritor hondureño<br />

El cernidillo se <strong>de</strong>jó caer como un<br />

sueño que va arribando <strong>de</strong>spacio,<br />

como una niebla que nos va robando<br />

la conciencia y nos sume en un<br />

plano <strong>de</strong>sconocido pero egregio.<br />

En ese instante, al doblar la cuadra,<br />

Maúrs escuchó las distantes risas<br />

que <strong>de</strong>ambulaban por la calleja<br />

provenientes <strong>de</strong>l Lupita Cockroach.<br />

Los consuetudinarios se <strong>de</strong>svivían en<br />

recordaciones al escuchar la música <strong>de</strong><br />

banda en la sinfonola digital. Un <strong>de</strong>je<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sagrado se marcó en el rostro<br />

<strong>de</strong> Maúrs, mientras que Fantasma,<br />

se sintió con toda libertad para<br />

tararear aquel espantajo que salía <strong>de</strong><br />

las tubas y los clarinetes, seguido <strong>de</strong><br />

una <strong>de</strong>stemplada voz que en los oídos<br />

<strong>de</strong> un oyente con gustos pobremente<br />

refinados, igual podrían ocasionar el<br />

más fatal <strong>de</strong> los ascos.<br />

Pronto, al cruzar la puerta metálica,<br />

los ojos se acostumbraron a la<br />

menesterosa luz <strong>de</strong>l bar, sólo las<br />

pantallas LCD puestas, una sobre las<br />

recámaras <strong>de</strong> cerveza y la otra casi en<br />

frente, daban la iluminación necesaria<br />

para que nadie diera tumbos en un<br />

mundo ciego. Se sumaba al trabajo<br />

<strong>de</strong> alumbrar aquel reducido salón, la<br />

sinfonola, ubicada en una esquina que<br />

no paraba <strong>de</strong> cantar y <strong>de</strong> brillar sus<br />

luces rojas y llamativas.<br />

En la barra, una joven con un<br />

tatuaje en la espalda en forma <strong>de</strong><br />

alas, acompañaba al barten<strong>de</strong>r. Éste<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su comodidad, se limitó a<br />

preguntar a Maúrs por la cerveza <strong>de</strong><br />

su preferencia.<br />

En el reservado, a través <strong>de</strong>l monitor<br />

<strong>de</strong> las cámaras <strong>de</strong> vigilancia, puesto<br />

en la pared <strong>de</strong>l costado <strong>de</strong>recho don<strong>de</strong><br />

Maúrs se había sentado, se podía ver<br />

a unos muchachos que conversaban<br />

y reían, mientras otros se <strong>de</strong>jaban<br />

acariciar la garganta con tragos<br />

nutridos <strong>de</strong> cerveza.<br />

En la mesa cercana a la ventana<br />

que daba a la calle, tres parejas se<br />

entretenían en una plática que por más<br />

banal que pareciera, arrancaba las más<br />

honestas carcajadas.<br />

El Fantasma no dijo nada, también<br />

le sirvieron una cerveza junto a un<br />

recién aseado tarro que <strong>de</strong>sprecio<br />

porque prefería beber directamente <strong>de</strong><br />

la botella.<br />

El frío <strong>de</strong> afuera se quedó soplando<br />

entre la calle y los tejados, no podía<br />

entrar a aquel cálido habitáculo don<strong>de</strong><br />

las cervezas frías parecían ser servidas<br />

en el día más caluroso <strong>de</strong>l valle.<br />

Hubo una pausa, luego la sinfonola<br />

cambió la música <strong>de</strong> banda por algo<br />

más <strong>de</strong>cente. Rigo Tovar y su Costa<br />

Azul apareció en la pantalla con<br />

sus anteojos Ray Ban mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

Aviador Italiano, su espesa melena<br />

y cantando una tonadilla graciosa:<br />

‘Perdóname mi amor por ser tan<br />

guapo’. El Fantasma rió con la letra<br />

<strong>de</strong> la melodía y los fulgores <strong>de</strong> la luz<br />

ochentera que <strong>de</strong>stellaban en el viejo<br />

vi<strong>de</strong>o. —Perdóname mi amor por ser<br />

tan guapo,/ inexplicable lo que tengo<br />

que sufrir/ las mujeres me seducen me<br />

enamoran/ yo simplemente me tengo<br />

que <strong>de</strong>jar.—<br />

A las espaldas <strong>de</strong> Maúrs, una señora<br />

movía rítmicamente los hombres,<br />

mientras le daba besos al señor que<br />

la acompañaba y que si por él fuera,<br />

en ese momento se hubiese puesto <strong>de</strong><br />

pie y a bailar con aquella guapa señora<br />

que se pegaba a él en cada trepidación<br />

<strong>de</strong> hombros, como lo hicieran, quizá,<br />

antaño.<br />

La chica <strong>de</strong>l tatuaje <strong>de</strong> las alas <strong>de</strong> ángel,<br />

quien ya tenía alguna hora <strong>de</strong> estar ahí,<br />

no se había percatado <strong>de</strong> la presencia<br />

<strong>de</strong> El Fantasma. La curiosidad la<br />

obligó a quedarse auscultando aquel<br />

ser que parecía translúcido o que más<br />

bien, a voluntad, se hacía el invisible.<br />

Ella le sonrió al fantasma y él se<br />

manifestó un poco más real y ya los<br />

<strong>de</strong>más disfrutantes <strong>de</strong> aquel místico<br />

lupanar, pudieron percibirlo con sus<br />

retinas, pero no les dio más curiosidad<br />

que aquella que da cualquier aparición<br />

en un lugar como este. Rigo Tovar<br />

concluyó su: Perdóname mi amor por<br />

ser tan guapo. Otra canción entró en<br />

la escena, otra más mo<strong>de</strong>rna. Selena<br />

Gómez salía en un pobre vi<strong>de</strong>o con<br />

gran presupuesto y poco ingenio,<br />

mostrando la silicona. Quizá alguna<br />

<strong>de</strong> las chicas que iban saliendo <strong>de</strong>l<br />

Lupita Cockroach, cuando Maúrs<br />

junto a Fantasma iban doblando la<br />

esquina, la pusieron en el playlist <strong>de</strong><br />

la sinfonola y no pudieron alcanzar<br />

a escucharla por la extensa sesión <strong>de</strong><br />

banda.<br />

No hubo reacción <strong>de</strong> ninguno <strong>de</strong> los<br />

parroquianos y la canción pasó sin la<br />

gloria que espera un fan y sí, con toda<br />

la pena que pue<strong>de</strong> dar un puerco en<br />

patineta.<br />

La sensualidad <strong>de</strong> una música se<br />

esparció por el salón. Agitó a las<br />

gentes cerca <strong>de</strong> la ventana. Never Tear<br />

Us Apart’ <strong>de</strong> INXS se hacía sonar<br />

entre las tomas <strong>de</strong> los rincones Praga:<br />

‘Don’t ask me/ What you know is true<br />

/ Don’t have to tell you / I love your<br />

precious heart. I was standing/ You<br />

were there / Two worlds colli<strong>de</strong>d/ And<br />

they could never tear us apart.<br />

La chica observó largamente al<br />

Fantasma que con cada trago iba<br />

alcanzando su inmanencia. Él lo<br />

percibió y le <strong>de</strong>volvió la mirada <strong>de</strong><br />

una forma tan fálica, que ella sintió<br />

como los espermatozoi<strong>de</strong>s entraban<br />

en sus glóbulos oculares. El tatuaje<br />

<strong>de</strong> alas oscuras pareció <strong>de</strong>splegarse y<br />

alzarse hacia la oscuridad <strong>de</strong> aquellas<br />

pupilas intensas.<br />

Un aroma a aceites exóticos y<br />

carnales se propagó por aquel espacio<br />

entendido únicamente por la joven y<br />

El Fantasma. Un tantra se configuró<br />

simultáneamente en las dos memorias.<br />

Fue como si se reconocieran <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las<br />

vidas latentes que alguna vez tuvieron.<br />

El Samsara los había arrojado tan<br />

cerca esta noche. Ella le sonrió con<br />

la complicidad <strong>de</strong> aquellos que le<br />

sonríen al amanecer y a los recuerdos.<br />

Maúrs enviaba un nuevo mensaje al<br />

inbox <strong>de</strong> quien había sido <strong>de</strong>stinada<br />

para llevarlo por el camino <strong>de</strong>l altar.<br />

Fantasma blofeó y se acercó para<br />

comentar la sensual canción que aún<br />

| Cuento |<br />

LA EVENTUALIDAD DE MAÚRS,<br />

EL FANTASMA Y LA CHICA DE<br />

LAS ALAS OSCURAS EN EL<br />

LUPITA COCKROACH<br />

no acababa.<br />

Luego retornó los ojos hacia los <strong>de</strong> la<br />

joven alada y esta voló por su córtex,<br />

mientras le tomaba, en una tierra<br />

remota, las manos. Era la cali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>sierto recién bañado por el sol y los<br />

rumores <strong>de</strong> un río que andaba con su<br />

furia y su benevolencia preservando<br />

la vida.<br />

Los rizos nocturnos caían sobre<br />

el pecho <strong>de</strong> Fantasma y sobre la<br />

superficie <strong>de</strong> la barra. Estaba algo<br />

contrariado con aquellas imágenes<br />

que proyectaban sus neuronas. La<br />

alada joven también se mantenía en<br />

el mismo estado <strong>de</strong> estremecimiento.<br />

Posterior a todo lo que la realidad<br />

<strong>de</strong>l Lupita les mostraba, se vertían<br />

las bocanadas <strong>de</strong> una experiencia<br />

extrasensoria, <strong>de</strong> una memoria<br />

recesiva. Los rizos se extendían<br />

por todo su cuerpo como alas que<br />

lo cubrían; alas que salían <strong>de</strong> la<br />

espalda <strong>de</strong> aquella mujer que había<br />

compartido una cabaña en un <strong>de</strong>sierto<br />

junto a un río don<strong>de</strong> las ovejas y las<br />

cabras, aún rumiaban la felicidad <strong>de</strong><br />

una vida sencilla.<br />

Un trago más <strong>de</strong> cerveza, mientras<br />

el solo <strong>de</strong>l saxo <strong>de</strong> Never Tear Us<br />

Apart entraba. El flash back también<br />

le traía la intromisión <strong>de</strong> unos<br />

recuerdos en otro contexto apartado<br />

<strong>de</strong>l medio oriente y más cercanos a las<br />

costumbres <strong>de</strong> un occi<strong>de</strong>nte violento<br />

e impreciso. Cuántas vivencias habían<br />

experimentado. Cuántos abrazos se<br />

habían curtido a través <strong>de</strong> los siglos.<br />

Siglos <strong>de</strong> memorias que habían ido<br />

acumulándose en cada retorno, en<br />

cada plano distinto <strong>de</strong>l amor.<br />

Ambos habían entrado lentos, lentos<br />

en la realidad <strong>de</strong> la memoria. Ambos<br />

habían ingresado a la habitación<br />

inexacta <strong>de</strong> las remembranzas.<br />

Habremos sido ciertos pensaba<br />

Fantasma.<br />

—¡Qué realidad tan hermosa en este<br />

advenimiento!— se comentaba para<br />

sí la chica.<br />

Otro beso se dio a la marcha por la<br />

espalda, pero esta vez el recorrido<br />

llegó hasta los glúteos. Otro suspiro<br />

y una risita se le dibujó en las<br />

comisuras a la chica. Fantasma no<br />

tenía conciencia <strong>de</strong> aquellos lascivos<br />

pensamientos. Ella insistía en ellos.<br />

Una pierna sintió el cosquilleo <strong>de</strong> los<br />

labios. Un muslo supo que existían los<br />

besos y el suspiro, la lubricación.<br />

Ella sabía que en ese sueño podía<br />

hacer <strong>de</strong> sus fantasías carnales, la<br />

realidad que siempre quiso con aquel<br />

pasado que se manifestaba en ese<br />

hombre recurrente.<br />

Fantasma no había percibido las<br />

variaciones <strong>de</strong> la vida y sus malévolos<br />

gendarmes.<br />

Después <strong>de</strong> los tortuosos 30 minutos<br />

<strong>de</strong> banda, las furtividad <strong>de</strong> las miradas<br />

entre El Fantasma y la chica <strong>de</strong> las alas<br />

oscuras, hubo un respiro. Maúrs no<br />

supo en qué instante Fantasma saltó<br />

<strong>de</strong> la banca y se encaminó hacia la<br />

sinfonola. La pobre, exhausta <strong>de</strong> tanta<br />

porquería que había estado tocando,<br />

esperaba la llegaba <strong>de</strong> un salvador, <strong>de</strong><br />

alguien con gustos más cándidos.<br />

La primera canción fue Detalles <strong>de</strong><br />

Roberto Carlos, luego, Costumbres<br />

<strong>de</strong>l finado Juan Gabriel; De Un<br />

Mundo Raro en la voz <strong>de</strong> Chavela<br />

Vargas; Hola Soledad <strong>de</strong> Rolando<br />

Laserie y en última instancia, La<br />

Copa Rota <strong>de</strong> Alci Acosta, todo un<br />

repertorio <strong>de</strong>sconocido para el siglo<br />

21. Maúrs <strong>de</strong>jó el chat y se fue junto a<br />

El Fantasma que se sonreía <strong>de</strong> aquella<br />

selección musical tan humana. La<br />

chica se animó y le hizo un comentario<br />

a Fantasma. Él se acomodó el panamá<br />

y se rió con la timi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los galanes.<br />

Maúrs seguía preparando su playlist,<br />

cuando volvió la cabeza para ver a El<br />

Fantasma, no se sorprendió cuando<br />

lo vio agitar los brazos y la chica <strong>de</strong><br />

las alas negras usando el sombrero<br />

y riendo con la felicidad <strong>de</strong> las<br />

enamoradas.<br />

La chica <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un rato retiró el<br />

panamá <strong>de</strong> su cabeza y se lo <strong>de</strong>volvió<br />

a Fantasma. Luego sacó su celular y<br />

con cierta suavidad tomó <strong>de</strong> la mano<br />

a Fantasma y lo acercó a su mejilla<br />

<strong>de</strong>recha, se hicieron una foto. Otro<br />

selfie más, sólo que esta vez besándole<br />

la mejilla izquierda. Otra más, pero ya<br />

besándolo en los labios. Cientos <strong>de</strong><br />

años esperando este momento.<br />

Maúrs no vio esto, estaba imbuido<br />

en su lista <strong>de</strong> canciones. “Wish you<br />

were here” encabezaba la selección,<br />

seguida <strong>de</strong> “Alabama song” y “The<br />

end”.<br />

El Fantasma se daba un trago <strong>de</strong><br />

cerveza, mientras sostenía la mano<br />

<strong>de</strong> la chica <strong>de</strong> las alas negras que lo<br />

observaba como quien ve a su ídolo en<br />

un concierto por primera vez.<br />

Maúrs <strong>de</strong>jó la sinfonola y ahora sí se<br />

sorprendió al ver el rostro contento<br />

<strong>de</strong> Fantasma y la confianza que<br />

compartían con la chica: no sólo el<br />

sombrero, la cerveza o los besos.<br />

Fantasma le contó a la chica sobre<br />

esas vidas pasadas que habían gozado<br />

junto al río que atravesaba un <strong>de</strong>sierto<br />

lejano. Le contó sobre las tantas<br />

noches que pasó acomodándole<br />

las estrellas para que ella siempre<br />

encontrara el camino a sus brazos.<br />

Ella no hacía más que sonreírle.<br />

Le relató El Fantasma las primeras<br />

travesías que hicieron por las riveras<br />

<strong>de</strong>l Éufrates y las veces en que<br />

terminaron un tantra a orillas <strong>de</strong>l<br />

Humuya y la zona en don<strong>de</strong> fundaron<br />

su primera ciudad en esa rueda<br />

interminable <strong>de</strong> la reencarnación.<br />

La chica parecía exten<strong>de</strong>r hacia el<br />

techo sus córvidas alas, entre los giros<br />

que le hacía al sombrero con su <strong>de</strong>do<br />

índice <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, sin apartar<br />

la iluminada mirada <strong>de</strong>l rostro <strong>de</strong> El<br />

Fantasma. No podía <strong>de</strong>sapren<strong>de</strong>rse<br />

<strong>de</strong> aquellas historias que por muy<br />

ilógicas que parecieran a cualquiera<br />

que escuchara, a ella le parecían el<br />

relato <strong>de</strong> toda su existencia, <strong>de</strong> la<br />

existencia <strong>de</strong> los dos.<br />

Fantasma fue besado por décima<br />

vez. Maúrs le sugirió otra cerveza y<br />

también, con amabilidad a la chica<br />

que El Fantasma no se dignó en<br />

presentarle. No sabía el nombre, no la<br />

conocía. Únicamente sentía como si<br />

sus almas eran la misma reencarnación<br />

<strong>de</strong> tantas almas que se habían amado<br />

y seguirían amándose hasta el fin <strong>de</strong><br />

la materia. Los consuetudinarios se<br />

mantenían en sus zonas <strong>de</strong> comodidad,<br />

ajenos a todo, ajenos a sí mismos.<br />

La memoria es recesiva pero no <strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong> aparecer. Fantasma se quedó en<br />

silencio por un instante. La chica le<br />

tomó una foto en aquella pose <strong>de</strong> gran<br />

pensador y le besó por onceaba vez.<br />

Quizá Fantasma en ese momento se<br />

enteró que todas sus canciones las<br />

había marcado la sinfonola y no las<br />

escuchó. Todas esas canciones que<br />

lo habían acompañado por tres años<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sdichas y correos, llamadas y<br />

mensajes sin respuestas.<br />

Esa salud que estaba experimentando<br />

en todo su ser. Qué extraña paz era esa<br />

que ahora entre beso y beso, aquella<br />

mujer <strong>de</strong> alas córvidas, le había<br />

obsequiado.<br />

Una llamada que respondía la chica,<br />

lo <strong>de</strong>volvió a ese presente. Después <strong>de</strong><br />

guardado el teléfono la chica empezó<br />

a lanzar vistazos hacia la puerta. El<br />

Fantasma se había limitado a sostener<br />

el sombrero en la mano izquierda y<br />

sorber <strong>de</strong>licados tragos <strong>de</strong> cerveza.<br />

Maúrs escribía el primer mensaje <strong>de</strong><br />

felicidad, al recibir la más inesperada<br />

<strong>de</strong> las respuestas. Emoticones <strong>de</strong><br />

besos y corazones y: —Sí quiero estar<br />

con vos —.<br />

Unos minutos <strong>de</strong>spués, entraba una<br />

mujer con los <strong>de</strong>talles que tienen las<br />

mujeres guapas.<br />

La chica <strong>de</strong> las alas negras se <strong>de</strong>jó<br />

arrastrar por la emoción y corrió a<br />

su encuentro, mientras le daba un<br />

extenso beso como si le lanzara al<br />

universo un reto <strong>de</strong> libertad. Maúrs no<br />

vio nada y sorbía la cerveza como si<br />

fuese el beso que le entregaba al sí <strong>de</strong><br />

aquella joven tras el chat.<br />

Entre tanto, la chica <strong>de</strong> las alas<br />

oscuras, llevaba <strong>de</strong> la mano a la recién<br />

llegada, quizás a otra parte, quizá al<br />

reservado <strong>de</strong> las amantes.<br />

Fantasma dio otro par <strong>de</strong> sorbos a la<br />

cerveza, entre una sonrisa <strong>de</strong> sorpresa<br />

se ponía el panamá y Morrison<br />

concluía: This is the end, beautiful<br />

friend/This is the end, my only friend,<br />

the end/It hurts to set you free/But<br />

you’ll never follow me/The end of<br />

laughter and soft lies/The end of<br />

nights we tried to die/This is the end.<br />

Fin<br />

Sábado <strong>17</strong> /<strong>noviembre</strong> / 2018 TRESMIL 5

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