Edicion 17 de agosto 2019
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| Artículo |<br />
TANIA PRIMAVERA,<br />
Periodista<br />
En la vereda empinada camina<br />
la multitud con sus recuerdos<br />
viajantes y atraviesa fronteras.<br />
En El Salvador, la guerra y sus<br />
coletazos son una bofetada que<br />
golpea a todos: animales, naturaleza, gente.<br />
Solo queda buscar refugio. Caminantes<br />
viajeros con sus pocas cosas. Sus memorias<br />
serán expresión en bordados con sus marcos<br />
tejidos. Quedan como una escena congelada<br />
en el tiempo, en el refugio-casa. En la manta<br />
que era un costal. Es un códice en tela bordada.<br />
La memoria en el refugio. Eso se muestra<br />
en el Museo <strong>de</strong> la Palabra y la Imagen en la<br />
exposición “Bordadoras <strong>de</strong> Memorias”.<br />
La mujer campesina borda el paisaje, pájaros<br />
y flores, en sus mantas usadas para envolver<br />
las tortillas. Aquella costumbre <strong>de</strong> bordar, se<br />
pasa <strong>de</strong> generación en generación. Esta forma<br />
<strong>de</strong> expresión cambió en los campamentos<br />
<strong>de</strong> refugiados <strong>de</strong> ACNUR en Honduras, en<br />
don<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1980, más <strong>de</strong> 30.000<br />
salvadoreños, huyen <strong>de</strong> la opresión ejercida<br />
por las fuerzas <strong>de</strong>l Estado. En condiciones<br />
dramáticas, el éxodo quedó tatuado piel<br />
a<strong>de</strong>ntro. Pasarían varios años hasta 1989,<br />
cuando comenzaron a regresar poco a poco, a<br />
repoblar sus antiguas comunida<strong>de</strong>s o refundar<br />
otras para comenzar <strong>de</strong> nuevo. Esos mantos<br />
bordados, fueron testigo molesto y <strong>de</strong>nuncia,<br />
dieron vida a lo que veían, entre la tristeza<br />
también surgen <strong>de</strong>licados <strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> belleza,<br />
las diversas técnicas <strong>de</strong> bordar, cada uno es una<br />
obra <strong>de</strong> arte.<br />
Proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> diversos lugares, como un<br />
camino <strong>de</strong> hormigas, <strong>de</strong> día y noche, con sol<br />
o tormenta, emigrando fueron <strong>de</strong>jando “la<br />
patria” atrás, hacia la frontera <strong>de</strong> Honduras,<br />
instalándose mujeres, ancianas y ancianos,<br />
niñas y niños, en los campamentos <strong>de</strong> La<br />
Virtud, Mesa Gran<strong>de</strong> y Colomoncagua.<br />
La frontera era un lugar <strong>de</strong> difícil acceso,<br />
incomunicado, bajo control militar, agencias<br />
<strong>de</strong> solidaridad acompañan estos espacios <strong>de</strong><br />
resguardo humano. Pero ni ahí tenían total<br />
seguridad y paz. En algunas ocasiones hubo<br />
miedo, persecución y muerte. La expresión<br />
CÓDICES BORDADOS:<br />
LA MEMORIA EN EL REFUGIO<br />
en telas, comenzó con la creación <strong>de</strong>l taller <strong>de</strong><br />
bordado, don<strong>de</strong> participaban las niñas y las<br />
mujeres.<br />
Así como nuestros ancestros indígenas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
época prehispánica, elaboraban sus códices en<br />
el papel sagrado presentando sus historias. Así<br />
también, las mujeres sin saber que estos son sus<br />
códices contemporáneos, comenzaron usar hilos<br />
y a bordar <strong>de</strong>stacando dos cosas: Lo vivido en el<br />
pasado, y el presente en el refugio.<br />
Comienzan a expresar lo que las palabras no<br />
podían expresar: historias personales, experiencia<br />
<strong>de</strong>l éxodo, abandono <strong>de</strong> sus viviendas ante la<br />
eminente guerra. Con hilos <strong>de</strong> alegría, <strong>de</strong> tristeza,<br />
<strong>de</strong> amor y esperanza, fueron guardando la materia<br />
prima que eran las telas <strong>de</strong> los sacos <strong>de</strong> manta que<br />
traían alimentos para el refugio como harina, maíz,<br />
frijol. Los sacos, se convirtieron en bordados <strong>de</strong><br />
memorias. Mantas <strong>de</strong> mediano tamaño, unas mas<br />
gran<strong>de</strong>s que otras, sirvieron para ser testimonio<br />
<strong>de</strong> como fueron arrancados <strong>de</strong> sus pueblos, en una<br />
vorágine <strong>de</strong> violencias.<br />
Una forma <strong>de</strong> comunicar con el mundo. El trauma<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, yo sé que pasó eso, tener esa evi<strong>de</strong>ncia,<br />
hacer un dibujo y así tener el testimonio, verlo<br />
en comunidad o mandarlo al exterior; también<br />
buscar testigos afuera para que se sepa que ese<br />
es el dolor <strong>de</strong> una persona. No solamente era un<br />
momento histórico, era también un momento <strong>de</strong><br />
violencia.<br />
Individualmente, quien hace ese tejido expresa <strong>de</strong><br />
una forma la violencia. Pero mucho más allá <strong>de</strong><br />
una palabra, es buscar que alguien le diera vali<strong>de</strong>z,<br />
que sí ocurrió este evento. Un evento real.<br />
Con hilos y mantas, en los refugios se fueron<br />
documentando masacres, vejaciones, torturas y<br />
<strong>de</strong>sventuras ocurridas antes <strong>de</strong>l éxodo; a la vez que<br />
registraron la vida en sus tiendas improvisadas, en<br />
la comunidad <strong>de</strong> refugiados, una nueva vida sin<br />
saber cuándo ni cómo regresarían al otro lado, a<br />
El Salvador.<br />
Al ver algunas <strong>de</strong> estas obras en el MUPI, en la<br />
exposición se muestran en acción las diversas<br />
tareas, oficios y talleres entre ellos sastrería,<br />
alfarería, hojalatería, bordado, dibujante, cocina,<br />
educadora, carpintería, agricultor, hamaquero,<br />
también aparecen el periodista y el médico.<br />
Algunas registraron la masacre <strong>de</strong>l Sumpul,<br />
y otras, también contenían lemas y títulos<br />
como: “Refugiados salvadoreños en Honduras,<br />
no aceptamos la repatriación ni reubicación<br />
violenta. Colomoncagua 1987”, “Refugiados<br />
salvadoreños pedimos paz, justicia y libertad”,<br />
“El comité <strong>de</strong> madres <strong>de</strong>nuncia la masacre que<br />
hizo el batallón Atlacatl el 30 <strong>de</strong> <strong>agosto</strong> <strong>de</strong> 1984<br />
en el rio Gualsinga, Chalatenango”. Al acercarse<br />
al colorido bordado, es un impacto muy fuerte<br />
verlos. Manos que salen <strong>de</strong>l río simbolizando<br />
gente ahogada y helicópteros sobrevolando, gente<br />
escapando, rostros afligidos, animales muertos,<br />
bebés muertos, sangre, manos empuñando armas,<br />
árboles, nubes, sopes, todo en bordado, finamente<br />
acabados sus <strong>de</strong>talles por manos <strong>de</strong> mujeres.<br />
En medio <strong>de</strong> la convivencia <strong>de</strong>l refugio, las<br />
autorida<strong>de</strong>s hondureñas pusieron la libertad<br />
religiosa en peligro, dando preferencia a<br />
organismos que tenían vínculos con religiones<br />
cristianas norteamericanas. Desacreditando y<br />
en algunos casos acusando a las organizaciones<br />
católicas por <strong>de</strong>cir que estaban ligadas al<br />
comunismo internacional. Los refugiados no<br />
se escapaban ni en el refugio. Hay datos como<br />
el ocurrido el 22 mayo <strong>de</strong> 1981, dos refugiados<br />
llegaron a altas horas <strong>de</strong> la noche al refugio <strong>de</strong><br />
Colomoncagua y fueron escoltados por unas<br />
personas <strong>de</strong>stacadas ahí <strong>de</strong> una organización y<br />
ellos los entregaron a las autorida<strong>de</strong>s. Después<br />
aparecieron muertos. Los militares obligaron a<br />
los refugiados a rezar sobre los esos cadáveres<br />
<strong>de</strong>sfigurados bajo la amenaza <strong>de</strong> sus armas. Y a<br />
callar posteriormente.<br />
Aun así, continuaba la vida en el refugio. Se<br />
bordaba como un ejercicio íntimo, sanador y<br />
reparador, lo que se podía. Mientras se bordaba<br />
en grupo, las mujeres hablaban. Esos bordados<br />
fueron enviados a otros países, sobre todo en<br />
Europa, y se llegaron a ven<strong>de</strong>r para generar<br />
algún tipo <strong>de</strong> solidaridad para las comunida<strong>de</strong>s.<br />
El MUPI en San Salvador, obtuvo a través <strong>de</strong><br />
una campaña algunos <strong>de</strong> esos bordados que se<br />
encontraban con personas en diversos lugares<br />
<strong>de</strong>l mundo. Resguarda medio centenar <strong>de</strong><br />
mantas en la colección <strong>de</strong>l Archivo Histórico,<br />
algunos <strong>de</strong> esos bordados se muestran expuestos<br />
en la sala “Bordadoras <strong>de</strong> Memorias”.<br />
El Museo continua su campaña <strong>de</strong> recolección<br />
<strong>de</strong> bordados, haciendo el llamado contra el caos<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>smemoria, para seguir reuniendo más<br />
<strong>de</strong> estos mantos dispersos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella época.<br />
Mantas viajeras, surgidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los bosques<br />
en esa frontera <strong>de</strong>l olvido entre El Salvador y<br />
Honduras, para unirse en voz y memoria. Son<br />
los nuevos códices bordados reveladores <strong>de</strong> la<br />
historia.<br />
En cualquier lugar <strong>de</strong>l mundo don<strong>de</strong> te<br />
encuentres…¿Tienes bordados realizados<br />
por mujeres en los refugios <strong>de</strong> ACNUR en<br />
Honduras? Comunícate con el Museo <strong>de</strong> la<br />
Palabra y la Imagen, en San Salvador, El<br />
Salvador. Al teléfono: (503) 2564 7005 o correo<br />
electrónico: mupi@museo.com.sv<br />
Sábado <strong>17</strong> / <strong>agosto</strong> / <strong>2019</strong> TRESMIL 3