Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
188 Las semillas de la felicidad
que sienten en ellos. ¡Dios mío, qué ignorancia! No
saben que esa atracción que les impulsa el uno hacia
el otro no es en modo alguno una necesidad superficial
fácil de satisfacer, sino la manifestación de
un fenómeno cósmico que afecta en primer lugar
a su alma y a su espíritu. De ahí que esa fusión
del hombre y de la mujer deba hacerse en primer
lugar en lo alto, en el mundo divino, en el mundo
de la luz. Sólo después puede tener lugar en el plano
físico: entonces, sí, será la plenitud y esta plenitud
producirá creaciones de una belleza inaudita.
Comprendéis ahora porque los Iniciados nos
enseñan que debemos armonizamos con el Cielo,
con el mundo divino: porque sin esta unión con el
Cielo, toda relación con los humanos estará condenada
tarde o temprano al fracaso. Armonizarse
con el Cielo es vibrar en la misma longitud de onda
que él, adaptarse, por consiguiente, conformarse,
ser receptivo. En caso contrario, no se recibe nada
de él. Ante alguien que no es receptivo, el Cielo no
insiste; no se comporta como uno de esos brutos
que se apoderan por la violencia de una mujer que
se les resiste. Para que exista la armonía es necesario
que participen dos voluntades. Si el principio
masculino, emisor, quiere imponerse y si el principio
femenino, receptor, se defiende, ¡es inútil hablar
de armonía ! Armonía significa acuerdo entre, al
menos, dos principios, dos elementos.