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196 Las semillas de la felicidad
Pero, incluso ahí, hay que ser precavidos y no
hacerse ilusiones. Incluso entre los santos, los místicos,
muchos que no trabajaron suficientemente
sobre el dominio de uno mismo y sobre la pureza,
no consiguieron con sus meditaciones más que
desencadenar en ellos las pasiones más desordenadas.
Porque, si bien nos es posible a todos hacer
esfuerzos para espiritualizar nuestro amor, no todos
poseemos el don de gozar del verdadero éxtasis
místico.
Este trabajo representa la alquimia más elevada.
Quienes no han trabajado suficientemente sobre la
purificación para liberar los canales etéricos de sus
cuerpos sutiles tienen estos canales obstruidos;
entonces, la energía divina se queda en lo alto, no
puede descender, y ello ocurre porque viven en un
estado de insatisfacción terrible; parece como si un
fuego devorador les fuera quemando.
Cuando Hermes Trismegisto dijo en la Tabla de
Esmeralda: «Sube de la tierra y desciende del Cielo,
recibe su fuerza de cosas superiores y de cosas inf e
riores ... Es la fuerza más fuerte de todas las fuerzas,
porque vencerá a todas las cosas sutiles y penetrará
en todas las cosas sólidas»; esta fuerza más fuerte
de todas las fuerzas, que Hermes Trismegisto llama
« telesma », es el amor. Y el Iniciado debe captar
esta fuerza en lo alto, en el estado sutil, para hacerla
descender en seguida a las profundidades de su ser
y dar de beber a sus células. No basta que se eleve