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Somos las criaturas de nuestro futuro 211
Porque la tierra es un hijo del sol, ha salido de
su seno. Es el sol quien la ha proyectado, pero sigue
alimentándola, educándola, a fin de que se haga
sabia y razonable y aprenda también a dar como
él. Hasta ahora, la tierra está acostumbrada más
bien a coger; aunque produce alguna vegetación,
algunos frutos, está lejos de saber dar con la generosidad
del sol. Por esto debe seguir instruyéndose,
observando, escuchando las palabras del sol, que
le dice: «Hay que aprender a dar, hay que aprender
a iluminar como yo, a salir un poco de si mismo,
a sonreír.» Y la tierra que escucha, hace cada día
esfuerzos para parecerse al sol.
Me diréis: «Sí, pero el sol, que está ahí, ¿habla
también de nosotros?» Naturalmente: los humanos,
que tienen el mismo origen que la tierra, tienen
también el mismo destino. Cada ser humano es una
pequeña parcela de tierra y cada una de esas tierras
debe también hacerse un día como el sol. He ahí
el futuro de la humanidad. Muchos dirán: «¡Oh,
estamos lejos de pensar así!» Evidentemente,
cuando se tienen las ideas ocupadas con cigarrillos,
con vino, con dinero, con amantes, con coches, no
se puede oír hablar al sol de nuestro futuro.
Todos los grandes Maestros, todos los grandes
Iniciados nos lo enseñan: el hombre es un espíritu,
una llama surgida como la misma tierra del seno
del Eterno. Hay todo un camino por recorrer, y en
el transcurso de esa ruta, es posible que el hombre