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72 Las semillas de la felicidad
como los prisioneros a quienes se les da cada día
algunos minutos de descanso para respirar un poco
y, luego, «de nuevo al redil...» O como un dolor
de muelas: se para un momento y vuelve a empezar.
Para ser felices tenéis que encontrar un punto
inamovible al que aferraros sin que nada pueda
nunca haceros perder esta posición de equilibrio;
es lo que en física se llama equilibrio estable. Mirad
el péndulo : se le hace oscilar a derecha, a izquierda,
pero siempre vuelve a la posición de equilibrio
porque está sujeto a un punto fijo. Pues bien, el
hombre debe encontrar ese punto en sí mismo y
aferrarse a él. Entonces puede decir como el Iniciado
del antiguo Egipto: «Soy estable, hijo de lo
estable, concebido y engendrado en el territorio de
la estabilidad.»
Mientras vaciléis, dudéis, cambiéis, ¡es inútil
hablar de felicidad ! La felicidad pertenece a las
regiones del infinito y de la eternidad, que son las
regiones del alma y del espíritu. Si, el infinito, la
eternidad : he ahí las dos regiones aún inexploradas
en donde el alma y el espíritu tienen necesidad de
sumergirse para alimentarse, vestirse, para ser colmados
de bienes y ser libres. Ahora empezáis a comprender
que la felicidad exige de vosotros toda una
disciplina gracias a la cual eleváis vuestra comprensión
y vuestro amor hasta las regiones del alma y del
espíritu, y es entonces cuando podéis beber en las
fuentes de ese océano sin límites de paz y de f elici