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68 Las semillas de la felicidad
en las montañas. La paz, la verdadera paz, tal como
la conciben los Iniciados, es un estado de conciencia
superior que necesita el conocimiento de la estructura
del hombre y del universo. Sí, los Iniciados os
lo dirán: no disfrutaréis verdaderamente de la paz
hasta el día en que los elementos de vuestros dif e
ren tes cuerpos (físico, astral, mental, causal, búdico,
átmico) estén purificados, armonizados entre ellos
y vibren al unísono con las regiones más elevadas
del universo.
La paz es, pues, un estado de conciencia al que
se llega tras un largo trabajo de autodominio y de
armonización interna. Mientras, llegaréis sin duda
a tener algunos instantes de tranquilidad, de quietud;
pero, en tanto no hayáis realizado ese trabajo,
no tendréis la paz, porque cada día, varias veces al
día, pueden producirse incidentes capaces de turbaros.
En cambio, cuando hayáis obtenido la verdadera
paz, aun cuando tengáis que afrontar dificultades,
desgracias, no tropezaréis; sin duda
podréis estar inquietos o ser desgraciados, pero sólo
superficialmente. Profundamente la paz no os abandonará
jamás; sentiréis que está siempre ahí con
vosotros ... Al igual que el fondo del mar: ninguna
tempestad puede turbarlo. En la paz verdadera hay
algo de inmensamente vasto e inalterable ya que es
una adquisición del alma y del espíritu.
Así pues, la verdadera paz está situada muy alto:
es un acorde, una síntesis, una armonía de todos