LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
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Apéndice
12) Olvidan que ellos también viven bajo la misericordia
que provee el evangelio y, de esta manera,
aplican la disciplina desde una postura de fariseísmo.
Hay otros errores que emanan de esta postura
errónea como, por ejemplo: un tono demasiado
severo y frío.
13) No logran amar verdaderamente al pecador…
porque no suplican al Señor por su arrepentimiento.
14) Exigen demasiado a la caña cascada y al pábilo
que humea. En otras palabras, sus condiciones
para el arrepentimiento son demasiado altas para
alguien que ha sido profundamente esclavizado
por la mordaza del pecado.
15) No logran instruir correctamente a la congregación
acerca de cómo interactuar con el pecador
impenitente como, por ejemplo: relacionarse con
él en un contexto social o cómo buscar su arrepentimiento.
16) No logran animar a las personas disciplinadas a
seguir asistiendo a las reuniones de la iglesia para
que continúen oyendo la palabra de Dios (asumiendo
que no hay ninguna amenaza, ni perjuicio
penal). Tampoco logran explicar a la iglesia
que todos deberían desear que la persona disciplinada
continúe asistiendo a las reuniones.
17) Ponen toda la responsabilidad de dirigir el proceso
en los hombros de un hombre, el pastor
principal, provocando que la gente se sienta ten-
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