LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
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LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
Pero los seres humanos decidieron que eran más sabios
que Dios y escogieron gobernarse a sí mismos. Corrompieron
su propia naturaleza y se ganaron el castigo
de la muerte. La historia de los israelitas es la historia
ampliada de esta creación y caída. Se les dieron
todas las ventajas de la ley de Dios y de su presencia,
con el propósito de que lo representaran, pero ellos hicieron
lo que les apeteció. Él los expulsó, por eso, de
su tierra.
La buena noticia —que llega al final de esta triste
historia— es la del hijo de Adán e Israel que vino a hacer
lo que ni Adán ni Israel hicieron: gobernar obedientemente
y ganar un pueblo para Dios. Aquel que era la
mismísima imagen de Dios vino como un hombre y estableció
un Reino obedeciendo a su Padre celestial
hasta lo sumo. No solamente estableció un Reino; ganó
un pueblo para ese Reino entregando su vida como
pago por la culpa del pecado, y finalmente resucitó de
la muerte inaugurando una nueva y completa creación.
De forma resumida: la buena noticia es que Jesucristo
ha ganado la salvación y gobierna para todos
aquellos que ponen su confianza en él y lo siguen como
Señor. La salvación incluye el perdón de pecados, la reconciliación
con Dios en Cristo, la reconciliación con
la familia de Dios y un nuevo corazón —habitado por
el Espíritu Santo — que ahora quiere gobernar obedientemente
asumiendo las implicaciones de representar a
Jesús en la tierra.
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