LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
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LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA
La iglesia como cuerpo dice a la persona: “reconocemos
como válida tu profesión de fe, tu bautismo y tu
discipulado con Cristo. Por tanto, te aceptamos, confirmamos
públicamente ante las naciones que perteneces
a Cristo y aceptamos la supervisión mutua de nuestra
comunión”. Principalmente, la persona le dice a la
iglesia como cuerpo: “en la medida que sigáis siendo
una iglesia que declara el evangelio, someto mi asistencia
y mi discipulado a vuestro amor y supervisión”.
Los requisitos para la membresía de la iglesia no deberían
ser ni más altos ni más bajos que los requisitos
para ser cristiano, y no hay excepciones. El cristiano es
alguien que se ha arrepentido y ha creído, y así es como
las iglesias deberían confirmar a sus miembros. El
único requisito adicional es el bautismo. Los miembros
de la iglesia deben ser bautizados, un patrón que es uniforme
en el Nuevo Testamento. Pedro le dijo a la multitud
en Jerusalén, “Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros” (Hch. 2:38). Y Pablo, escribiendo a la
iglesia en Roma, sencillamente supone que todos los
que pertenecen a la iglesia romana han sido bautizados
(Ro. 6:1-3).
Dicho de otra manera, la membresía de la iglesia no
tiene que ver con demandas adicionales. Trata de cómo
la iglesia asume responsabilidades específicas por el
cristiano, y el cristiano por la iglesia. Trata de poner,
representar, vivir y hacer efectiva nuestra membresía
en el cuerpo universal de Cristo. En cierto modo, la
unión constituida por la iglesia local y sus miembros
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