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Edicion 20200708

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w w w. f a c e b o o k . c o m / p a g i n a s i e te<br />

@ p a g i n a _ s i e te<br />

Seguridad<br />

Página SIETE M i é rc o l e s 8 de julio de 2020<br />

seguridad@ p a g i n a s i e te . b o<br />

19<br />

Fotos: Freddy Barragán / Página Siete<br />

Pe r s o n a l de la funeraria da tres vueltas con el ataúd, donde está Esther.<br />

La madre de la niña reza junto con sus familiares por el descanso de su hija.<br />

Decenas de personas pidieron desde castración hasta pena de muerte<br />

A gritos y en la calle, vecinos claman<br />

justicia y ayudan a familia de la niña<br />

l E N T I E R RO Esther fue raptada por uno de los inquilinos de su casa, en El Alto, y en dos horas apareció<br />

muerta. La madre, familiares y vecinos la enterraron ayer en medio de gritos de dolor e impotencia.<br />

Página Siete / La Paz<br />

“<br />

Mi hija ha vivido los peores<br />

momentos, en dos horas<br />

le ha pasado todo.<br />

Quiero justicia por favor”, dijo<br />

Yola Cavillo, la madre de Esther,<br />

de nueve años, que murió<br />

asfixiada. Su llanto impedía<br />

que pudiera hablar con facilidad,<br />

pues horas antes un hombre<br />

le había arrebatado a su<br />

hija mayor, a su compañera de<br />

juegos y a su principal apoyo.<br />

Los vecinos y los familiares de<br />

Esther llegaron la noche del lunes<br />

hasta la casa donde vivían la<br />

pequeña y su familia. En el mismo<br />

inmueble vivía el supuesto<br />

asesino, Zenón Manzaneda Juchani.<br />

Todos alquilan habitaciones.<br />

Los familiares y la gente que<br />

conocía a la niña no se movieron<br />

de la calle, ubicada en la zona<br />

Villa Alemania. Un grupo de vecinos<br />

de un barrio cercano entregó<br />

a la madre de Esther un<br />

monto de dinero para ayudarle<br />

con los gastos del sepelio.<br />

Los más cercanos habían pasado<br />

la noche en el velorio de la<br />

pequeña en un tinglado de la<br />

zona. Pero ayer, más vecinos se<br />

reunieron para marchar por las<br />

calles alteñas antes del entierro<br />

de Esther.<br />

“Pedimos pena de muerte para<br />

el asesino de Esther, pedimos<br />

justicia para la niña”, dijo entre<br />

sollozos una de las vecinas que<br />

“Tiene que haber<br />

castración o pena<br />

de muerte para el<br />

asesino, no puede<br />

pasar esto. Los niños<br />

están en pelig<br />

ro”.<br />

Yola Cavillo, madre de Esther<br />

llevaba del brazo a la madre de<br />

la niña, quien no podía caminar<br />

con firmeza.<br />

Algunos con flores, otros con<br />

carteles en la mano con peticiones<br />

de justicia y otros con cruces<br />

hechas de flores acompañaron<br />

a Esther hasta el cementerio<br />

de la zona Mercedario, también<br />

en la urbe alteña.<br />

Nadie reparó en la pandemia<br />

y en las medidas de bioseguridad<br />

que deben seguirse; el cariño<br />

a la niña era más grande, al<br />

igual que la rabia e impotencia<br />

para pedir incluso hasta pena<br />

de muerte para su asesino.<br />

“Tiene que haber castración o<br />

pena de muerte, no puede pasar<br />

esto. Los niños están en pelig<br />

ro”, demandó Yola, que caminaba<br />

detrás del ataúd blanco de<br />

su hija. El domingo la vio por última<br />

vez; la pequeña ayudaba a<br />

cuidar a su hermana de tres<br />

años, mientras su mamá se llevaba<br />

a su bebé de nueve meses<br />

al puesto donde vendía fruta.<br />

Una vez en el cementerio, los<br />

varones que cargaban el ataúd<br />

hicieron dar tres vueltas al cajón<br />

sobre su eje, por la creencia<br />

de que así se encontrará al responsable<br />

de su muerte.<br />

Yola tenía tres flores en la mano.<br />

En el momento de despedir<br />

a su hija se abalanzó al ataúd, no<br />

quería desprenderse de Esther<br />

y se desvaneció por unos segundos.<br />

Dos señoras, que permanecieron<br />

a su lado, la ayudaron a<br />

levantarse después.<br />

Esther deseaba ser maestra.<br />

Decía a su madre que la llevaría<br />

a vivir a su casa para que ella dejara<br />

de trabajar. “Era noble y cariñosa”,<br />

dijo Yola, quien ahora<br />

vivirá sólo con el recuerdo de su<br />

gran compañera.<br />

Una vecina no contiene el llanto en el velorio de Esther.<br />

El ataúd es llevado en hombros<br />

por la zona alteña.<br />

Un familiar despide a Esther y pide justicia para la niña.

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