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GLORIA ARCUSCHIN
- Argentina-
MUJER CON FONDO DE NUBES
Todo indica un cuadro impresionista, comienza el atardecer, y se va preparando una
tormenta, la luz toma tonalidades múltiples, se reparten en las imágenes; pasan por
los ojos de la mujer recortada en un aire de soledad que la envuelve, en ese misterio
sólo logrado por los pintores, cuando captan la soledad recostada sobre la espalda,
sobre el cabello levemente flotante, delicadamente cobrizo, ondulado en el reverberante
sol que se diluye, entre las nubes que comienzan a ocupar espacios, hasta hace
instantes, celeste pálidos.
Todo indica un cuadro impresionista, porque comienza a lloviznar, lentamente, y esos
tules luminosos se mueven alrededor de la mujer que camina, por el centro de esa
calle de su barrio, y dos puntos turquesa son las zapatillas moviéndose rítmicamente,
terminando el borde del jean, curvas suaves, que delimitan sus piernas. Esos dos
puntos turquesa, se equilibran triangulando con un paraguas abierto, celeste claro,
como iluminado transparente casi, volcado, con el mango hacia arriba, abandonado…
una extraña flor, y la mujer mientras pasa inclina su rostro y piensa en el destino de
cada cosa, y en ese paraguas quieto, tan quieto, en el atardecer, clavado en un lugar
inconveniente, fuera de contexto, se le ocurre.
Todo indica un cuadro impresionista, ahora, que las nubes son gris oscuro, con
bordes luminoso-plateados, ya no hay llovizna, sino la calle como un espejo ondulado,
y los dos puntos turquesa se deslizan sobre la calle espejada, y un punto amarillo es la
bolsa con los libros que acaba de comprar la mujer, recortada ahora contra un fondo
de nubes casi negras, pero vemos sus ojos grises, y el tono dorado de su piel, una
pincelada clara dibuja algo así como una leve sonrisa, su figura tiene una mayor carga
de luz, en un mismo plano con un paraguas celeste, abierto como una flor, en medio
de la calle , como de plata avejentada ahora, pero la mujer sonríe ampliamente, porque
notó que el paraguas avanzó desde su punto anterior, más de media cuadra, sin que
hubiera ni siquiera una brisa, y este cambio de composición en el cuadro la alegra,
“todo puede cambiar sin necesidad de grandes tempestades”, son las palabras que
atraviesan a la mujer recortada en soledad, ahora todo rojizo y naranja, menos el
punto amarillo, que oscila colgando de la mano, como si fuera un péndulo dorado.
De la novela de inter-géneros: “PARTIDAS (de naipes y otros amuletos)” De Gloria Arcuschin-
Ediciones del Dock-Ilustrada por Federico Mañanes-