AL borde delacaverna número 15(1)

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ENSAYO (i) DEL BIMESTRE
MARCELO “CHELO” MARCIAL
- Argentina-
DECLAMANDO EN LA TINIEBLA NOCTURNA:
Lores, condes, duques, príncipes y reyes: aristócratas, amos de la flora, la fauna y el
pueblo. Más de doscientos años llevaba la nobleza haciendo negocios de ultramar sin
pedirle permiso al Papa, el Sacro Imperio Romano Germánico principiaba su agonía, y
las bellas artes ya no eran aliadas del Vaticano; el artista del Clasicismo, de cánones
solemnes y contrapeso greco-romano, a mediados del XVIII sufrirá las consecuencias.
Alegrías y nostalgias enardecerán el yo del Romanticismo: la antorcha del espíritu
libertario como acción revolucionaria será una pesquisa tenaz en el arte, con el fin de
“transformar lo cotidiano en sublime, lo finito en infinito”, y así “romantizar el mundo”
sin constreñir a su natural ingenio, excitando sus fantasías mediante la insinuación de la
obra.
El Criticismo e Idealismo de Kant dimanó legítimos educadores; las cátedras
universitarias en Jena, de Schiller y Fichte, de historia y filosofía respectivamente,
revelaron un contrarresto intelectual en Alemania “paralelo” al ocaso del Primer Reich.
Empero asimismo hubo un alumno sobresaliente, tenía dieciocho años y llamábase
Fiedrich Leopold von Hardenberg, de Sajonia, Castillo de Oberwiederstedt, que a
petición de su ascendencia en 1790 ingresó a estudiar derecho; no obstante para disgusto
de la casta, pronto acabó incursionando en ciencias naturales, matemáticas, inglés, latín,
e historia y filosofía con dichos excelsos.
El patrimonio familiar íbase redoblando, cuando Fiedrich supo inscribirse en la
Escuela de Minas de Freiberg; aquí es un descollante discípulo del virtuoso Abraham
Werner, cuyas lecciones serán sumamente útiles a la hora de ejercer la administración de
las salinas de Weissenfelds, plaza que ocupó a la perfección custodiando las nuevas
tierras sajonas de los von Hardenberg. Ahora el mancebo Federico es un acaudalado,
tiene lacayos y sobre todo tiempo para reunir sus Fragmentos, emancipar a Cristo de la
iglesia romana y ahondar en la mágica realidad de los sueños; en busca del Arte
Universal, la matriz de su escritura se fundirá en utopías ecuménicas.
Protestando hasta de Lutero marchó a la Universidad de Leipzig, y enseguida entabló
amistad con los románticos hermanos Schlegel y Ludwig Tieck. Los tres, que por
supuesto compartían demoler las arbitrariedades del arte, quedaron absortos frente a un
artista sin parangón; solo Ludwig Tieck, atesoró la gloria de haber leído porciones
exquisitas de originales jamás publicados, concernientes al erudito y agotador ejercicio