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AL borde delacaverna número 15(1)

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insuflaron aquello que deseó con ansias para asistir al “encuentro”; a partir de aquí las

expresiones tísicas se irán incrementando al mismo tiempo que las ediciones, pero no

todavía de los himnos. Los discípulos en Sais (‘98), y La cristiandad o Europa (‘99): el uno

un precioso racimo de cuentos, el otro un refinado ensayo político y filosófico, demuestran

el ápice que Novalis escoge desde la ficción y la diplomacia, en rigor a las respuestas del

espejo interior de ese burgués que añora el Siglo de Oro, la Edad Media, y “los hermosos

tiempos en los que Europa era un país cristiano, cuando una cristiandad única habitaba

este continente”.

Por fin Athenaeum, propiedad literaria de los hermanos Schlegel y Ludwig Tieck, en

agosto de 1800 publica Himnos a la Noche; sin embargo ya no es partícipe de ninguna

tertulia, se encuentra exhausto, confinado en su castillo Novalis intuye que los aplausos

provienen debajo de la tierra.

Una junta de médicos ilustres velará siete meses en orbe al dosel; la feroz tos convulsa

del 25 de marzo de 1801 vació sus entrañas a los veintinueve años.

Von Hardenberg, también nos legó un relato inconcluso; sucintas carillas que ambicionan

la Flor Azul, símbolo del equilibrio: Poesía-Amor- Sabiduría, se editaron post mortem. El

joven protagonista Enrique de Ofterdingen, acude a proyectos sanguinarios de la próxima

Cruzada, se topa con un anacoreta y después con Zulima, la naturaleza. Matilde invade su

corazón, el muchacho se desdobla y renace devenido en poeta; la ingenuidad de Enrique

por momentos nos recuerda el Cándido de Voltaire: acerca de la Guerra, interroga a

Klingsohr, un longevo filósofo que no es otro más que Goethe, a lo que el sabio responde,

“(…) es el caos en estado de agitación. Nuevas partes del mundo y nuevas gentes quieren

brotar y surgir de ella. La guerra verdadera es la guerra religiosa, que sólo persigue la

destrucción, y en ella se manifiesta en todo su exceso la locura humana. Muchas guerras,

y sobre todo las que nacen del odio nacionalista, pertenecen a esta clase.”

Y para ultimar, cerremos los ojos y respiremos hondo, rememoremos determinados

inmortales, verbigracia Johann Fichte, von Schiller, von Goethe, Caspar Friedrich, Goya,

Delacroix, Rossini, Beethoven, Pushkin, Keats, Byron, todos ellos danzando en los siempre

vivos jardines del Romanticismo, y Novalis… refulgente de los pies a su ondulante

cabellera declamando en la tiniebla nocturna.

chelosaynomor@yahoo.com.ar

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