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MALCOLM PEÑARANDA
- Colombia-
ENTRE MANUELA Y MANUELA
Serie: PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE
Infierno inspirador: Tilarán
Provincia, Estado, Región o Departamento: Guanacaste (Costa Rica)
Cuando crecemos o maduramos, los hombres vamos perdiendo miedos y vergüenzas.
Más rápido se pierden los miedos. Más ayudan el alcohol y los “no sos capaz de
hacerlo” de los amigos. Por aquí decimos que bobo careado mata la mama. Y es que
somos de retos y de papelones, de mostrarnos en piscinas y playas con trajes de baño
diminutos o panzas que, ante la aproximación de una presa, desaparecen en minutos.
Chupás barriga y aguantás la respiración como si tu próximo polvo dependiera de ello.
Y depende. Y te prende. Y te sentís flaco y digno, aunque sea por unos cuantos
segundos mientras tu presa catreable se va o tus amigos te exponen.
A José Luis lo conocí virtualmente hace muy poco tiempo porque me eligió como
padrino para explorar su reinvención profesional y convertirse en un profesor de ELE
(Español Lengua Extranjera), dado que, por la pandemia, los turistas dejaron de llegar
por montones y una escuela en línea lo reclutó para aprovechar la reputación que tiene
Costa Rica como el segundo mejor lugar del mundo para aprender español, después de
Colombia.
- Me pareció un tipo joven y entusiasta. Dicharachero y entrón como pocos ticos.
Luego de la asesoría, intercambiamos opiniones sobre nuestros rincones de este
apocalipsis en el que todos tuvimos que aprender a navegar en medio de la
tormenta. Y la teoría del bar empezó a dispararse cuando se tomó su segunda
cerveza y brindar conmigo virtualmente. Me contó que estaba enamoradísimo de
una colombiana y que no quería cagarla antes de impresionarla. ¿Y cómo se
llama?, le pregunté intrigado.
- Manuela, me dijo con el entusiasmo de un adolescente que coronó a la más linda
del barrio.
- Entonces debe ser de esta región de Colombia, porque ese era uno de los
nombres más comunes que les ponían a las niñas en los 90s e inicios de este
milenio.
- Sí, en efecto mi Manuela tiene apenas 22 añitos y un culito todo redondito.
Su apasionada descripción y los gestos que hacía con sus manos, me hicieron suponer
que el tipo más que enamorado, lo que está es encoñado. Al notar en mí la camaradería
de género y luego de contarle que además de lingüista soy escritor, su lengua se
convierte en un motor fuera de borda que me cuenta su agonía con lujo de detalles.
Entonces descubro que es más pajizo que un adolescente y que solo a un desconocido
podría contarle lo que los hombres que no son de signo escorpión se empeñan en