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ENSAYO (i) DEL BIMESTRE
JUDITH GOMEZ BAS
- Argentina-
EL LUNFARDO DE HOY
EVOLUCION DE LA PALABRA
Las palabras no aparecen en forma espontánea. Las necesidades culturales de los
pueblos hacen que cada vez con más frecuencia se acreciente su léxico formando
nuevas palabras, ya que las primitivas son insuficientes para los actuales modos de
expresión.
Es entonces que para lograrlo no sólo se recurre a elementos procedentes de lenguas
extranjeras o aborígenes, hay también las que surgen por defectos de audición, las que
aparecen por asociación de ideas, las que traviesamente se acoplan, se estiran, se
contraen.
Este proceso formativo, semejante al de cualquier idioma, creó el lunfardo. Este torrente
de palabras cambiantes que comenzará a fines del siglo pasado, preocupó a nuestros
escritores y dio origen a considerable cantidad de obras poéticas, con la finalidad de
expresar la literatura del momento.
Este lenguaje popular, que aún es investigado por estudiosos en la materia, se vio
reflejado en el teatro, sobre todo en el sainete que tuvo extraordinario auge por las
décadas del ´30 y ´40.
Actualmente el lenguaje se modifica tan aceleradamente que no ingresa en la literatura,
pero seguramente alguna palabra quedará incorporada para siempre como una realidad
nacional.
CARA Y PELA
¡Pobre barrio, ya fuiste!
Con el sauce llorando en la vereda,
con la barra sabihonda de la esquina
y en el sapie mistonga de la catrera.
Se borraron matungos y tranvías,
no hay gavión, ni cafiolos con sus grelas.
Ya no escupe su tisis la percanta
ni empilcha de percal la fabriquera.
Del boliche piantaron el estaño
Junto al chamuyo agrio del curdela,
en lo’oscuro no hay chorros de gallinas
con el hambre colgada de una estrella.
Rioba de ayer que de pebeta anduve
Pateando fango por la yeca vieja,
hoy se curten los pendex en la disco
y en vez de guita manejás tarjeta.
Lucís chopping, falopa, trolos, coimas,
minitas flacas, anorexia, sida,
es trucha la moral o está podrida,
pero no desmayés, que en tu sabiola
de barrio chato que se va p’arriba
están rebién, lo sé, aunque me digas:
¡Cortala con tu verso y no me jodas¡