Quinta Edición Revista Nirvana (digital)
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Los partidos dominicanos en el exterior
Por Nelson Encarnación
18
OPINIÓN
L
La presencia de los partidos dominicanos en el
exterior, especialmente en la ciudad de Nueva
York y otras pocas ciudades de los Estados
Unidos, combinan una mezcla positiva y negativa;
siendo la positiva la que más sobresale y los
convierte en casi únicos en cuanto a los demás
países que reconocen el voto de sus nacionales
allende los mares.
De hecho, y hasta hace relativamente pocos años,
las organizaciones dominicanas eran las únicas de
los países latinoamericanos con locales operando en
el territorio estadounidense, a pesar de que el
reconocimiento del derecho al voto de los
quisqueyanos en ultramar se produjo cuando ya
otras naciones de la región lo tenían establecido
hacía décadas.
La historia de la presencia de las formaciones
dominicanas en ultramar, especialmente en Nueva
York, guarda lugares de pioneros a los partidos
Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación
Dominicana (PLD), los cuales dieron a sus seguidores
en ese territorio el lugar que entendían eran
merecedores, dado el interés permanente de los
criollos por los asuntos de sus organizaciones.
El primero en establecer un local formal fue el PRD,
empujado por su entonces líder doctor José
Francisco Peña Gómez, al que siguió el PLD con el
mismo aliento de su fundador, profesor Juan Bosch.
Posteriormente, PRD y PLD abrieron locales en
Boston y Lawrence, en el estado de Massachusetts,
siguiendo, en el caso del partido blanco, con sedes
en al menos una ciudad del estado de Nueva Jersey
y posteriormente en Filadelfia, Pensilvania, y Miami,
Florida.
Desde entonces se fueron estableciendo, de
manera particular en Nueva York, el Partido
Reformista Social Cristiano (PRSC), así como una
parte importante de los demás partidos
nacionales, aun los llamados emergentes. Sin
embargo, no todos tienen locales operando, sino
que su presencia se expresa con actividades
públicas, pronunciamientos y otros mecanismos de
difusión, entre los que cabe destacar su
participación en protestas y otras formas de
oposición.
De locales al voto.
Aunque la presencia de los partidos data de más de
cuatro décadas, la participación directa de los
dominicanos en el exterior era muy limitada, debido
a que no podían ejercer el derecho al voto a menos
que pagaran un vuelo para viajar a la República
Dominicana el día de los comicios, lo que quedaba
limitado a unas cuantas de las personas más
comprometidas con las organizaciones políticas.
Esa realidad cambió a partir de la modificación
constitucional de 1994, acordada por los partidos
tras la crisis electoral de ese año, derivada de las
denuncias de fraude esgrimidas por el Acuerdo de
Santo Domingo que postuló al doctor Peña Gómez
a la presidencia de la República.
Entre las modificaciones, se introdujo el
reconocimiento de la doble ciudadanía,
devolviendo a los dominicanos residentes en el
exterior los derechos que tienen los nacionales
dentro del país, de modo que pudieran aspirar a las
posiciones electivas que sus compatriotas no
emigrados.
El reconocimiento constitucional de la doble
ciudadanía implica que los dominicanos que hayan
adquirido otra nacionalidad pueden incluso aspirar
a la Presidencia de la República, siempre que se
ajusten a lo establecido en el artículo 20 de la
Constitución que, entre otras cosas, obliga a
renunciar a aquella cuando menos 10 años antes de
la elección presidencial en la que aspira.
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