Trobairitz 5 - 2023 AGO

Viggo P. Mortensen
«EL POEMA PARTE DE UN
DESEO IMPOSIBLE»
Por Andrea V. Luna
Mil doscientas cuarenta y ocho veces empecé
esta reseña; mil doscientas cuarenta y siete
la abandoné: espero que esta aguante hasta el
final. A veces (me) pasa que las palabras no
quieren salir, se resisten a ser escritas y, mucho
menos, a ser pronunciadas. Triste momento, en
Foto: Infobae
verdad, para quien se dedica a escribir y ha hecho
de esto mismo su pasión y su vida… o al
menos lo ha intentado. ¿Qué me enmudece? La
sola idea de definir qué es poesía; y es que me
resulta imposible ponerme de acuerdo conmigo
misma y que esas ideas se lleven bien con aquellas
definiciones inolvidables de Bécquer o Baudelaire,
de Aristóteles o de Girondo, de Dadá…
o de la posibilidad tautológica de "poesía es
todo aquello que se lee como poesía". Sin embargo,
no hay más que levantar la cabeza y observar
más allá de las propias narices, o por dentro
de nuestros propios párpados, para que el
mundo de las cosas se transforme como consecuencia
lógica e inevitable.
Nadie dijo que la poesía debe ser bella,
seria y melancólica, y cantar solo a los amores,
la luna y los ojos del ser amado. Tampoco que
deba ser escrita en la soledad de un encierro voluntario
en lo alto de una torre de marfiles y algodones,
a la espera de que la musa toque al
poeta y lo lleve consigo más allá del mundo real,
al cual pertenece aunque lo niegue.
La poesía es más y no depende de la superficie
textual de un poema sino del espíritu
con el cual todo lo que nos rodea cambia de
forma, color y sustento. Por eso conlleva todo lo
que nos hace humanos, incluso aquellos cuyo
fin es diametralmente opuesto: amor, odio, pasión,
lealtad, justicia, reclamo, recelo, tristeza,
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