Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
aprendido a esquivar la frustración que<br />
puede acarrear la profesión de guionista.<br />
Una ávida lectora que, como sus colegas<br />
de gremio, ha tenido que encajar muchas<br />
críticas y rehacer sus historias hasta 6, 7, 8 y 9 veces. Todas las<br />
versiones que hicieran falta hasta obtener el voto de calidad<br />
de quienes sacan adelante una película. Defensa de un proyecto<br />
ante una <strong>mayo</strong>ría que opina sobre todo. Algo parecido a<br />
lo que tendrá que hacer en el Consejo de Ministros.<br />
Le ponemos sobre la mesa el asunto de la piratería, del canon<br />
digital, y del valor y el precio de la cultura. Asume González<br />
Sinde que el anuncio, promovido desde el Ministerio de <strong>Cultura</strong>,<br />
que se proyecta en las salas de cine españolas “no es<br />
útil, ni comunica la idea”. Y va al grano: “La responsabilidad<br />
no puede ser de quien tiene un ordenador en su casa. Los<br />
fabricantes de tecnología , las teleoperadoras, nos han puesto<br />
un grifo en casa de donde sale música y cine, y ahora quieren<br />
que nos lo regulemos... No puede ser”.<br />
Y una segunda explicación, todavía más clara: “Se ha construido<br />
muy rápidamente el habito de la cultura gratuita —dice<br />
la actual Ministra— potenciado por quien saca el beneficio,<br />
que no es quien paga el ADSL, el más caro de Europa por<br />
cierto, ni tan poco quien produce el contenido; la única que<br />
se lleva el dinero es la teleoperadora”.<br />
Si González Sinde responsabiliza a las teleoperadoras de los<br />
daños que ocasiona la piratería, usa el mismo argumento para<br />
sostener que deben ser los fabricantes quienes se hagan cargo<br />
del canon digital. No han de ser los usuarios del iPod quienes<br />
compensen a los autores de las canciones que escuchan<br />
mientras caminan por la calle, sino los fabricantes del aparato.<br />
Un aparato que sólo tiene razón de ser gracias a las descargas<br />
de música. González Sinde aboga por que los fabricantes “detraigan<br />
de sus beneficios el canon digital”, en vez de repercutirlo<br />
en el precio de los aparatos que venden.<br />
Reflexiones<br />
González Sinde ha dedicado tiempo de navegante<br />
para escudriñar las carteleras de todos los cines<br />
de España. Se repiten las mismas películas con<br />
frecuencia. Y se repiten doblemente: la misma<br />
película en todos los sitios y en varias sesiones. No<br />
es un drama; habida cuenta de que desde Cuenca<br />
hasta Moratalaz pasando por Máguez querrían ver<br />
Ben Hur en sus cines. Pero sí lo es cuando sólo se<br />
proyecta lo que más se ha visto en Estados Unidos.<br />
Éxitos de taquilla en el otro lado del Charco, que<br />
se presuponen éxitos de taquilla en España. González<br />
Sinde entiende que el empresario “quiere<br />
asegurarse el éxito”; como toda empresa privada<br />
que quiera sobrevivir, pero critica que por esa circunstancia<br />
el público español esté perdiendo paladar.<br />
Acostumbrado como está, por la oferta de<br />
“Los fabricantes de<br />
tecnología tienen que<br />
detraer de sus beneficios<br />
el canon digital”<br />
la televisión privada (se salva La 2) y de los multicines,<br />
a un modelo de cine muy determinado. Con<br />
gags, ritmos y montajes concretos. “¿Cuántas películas<br />
europeas llegan a Lanzarote”. Respondemos<br />
con mueca de haber mordido un limón podrido:<br />
“Bueno, las que El Almacén pueda conseguir, fundamentalmente”.<br />
González Sinde asiente y hace<br />
una curiosa reflexión sobre la Unión Europa y el<br />
cine de los 60: “El Cine Club de los años 60 ponía<br />
películas de Luis de Funes, Belmondo, Laura Antonelli,<br />
Nino Manfredi… Pregunta ahora a un<br />
niño cuántos actores franceses conoce. Sólo a<br />
Mónica Bellucci, y porque ha salido en James<br />
Bond”. Los mercados de los países europeos están<br />
“muy blindados” y es milagroso o tremendamente<br />
freak que un español pueda o quiera ver el cine<br />
“Las multinacionales han creado una demagogia<br />
que mucha gente se cree: la cultura<br />
tiene que ser gratis. Como si fuéramos<br />
a empezar una gran revolución bolchevique<br />
por la cultura. ¿Por qué no empezamos mejor por la<br />
electricidad que antes era pública? O por el uso de agua para<br />
beber, que es un bien de primera necesidad. O por el pan o<br />
por los cereales. Resulta que hay que hacer la gran revolución<br />
marxista empezando por la cultura...”.<br />
González Sinde habla sin ambages de la demagogia y la hipocresía<br />
que esconde este “plan magníficamente organizado”<br />
por las multinacionales. Que luego son las que abanderan<br />
la cultura gratuita. “Pica todo el mundo”. Hasta “gente<br />
de izquierdas”. “¿Por qué la única propiedad que se cuestiona<br />
es la intelectual? ¿Qué hay de la propiedad inmobiliaria?<br />
No cuestionamos la propiedad privada de la vivienda, que<br />
también es un bien de primera necesidad. En cambio, cuestionamos<br />
la propiedad intelectual, que es una conquista de<br />
la Revolución Francesa. Fue entonces cuando se dijo que<br />
una idea tenía el mismo valor que un palacio”, sentencia la<br />
escritora.<br />
No es fácil defender ciertas actuaciones de la SGAE (por ejemplo,<br />
la contratación de investigadores para que graben la selección<br />
del pinchadiscos en una boda) y González Sinde, si<br />
bien defiende con absoluta firmeza la propiedad intelectual,<br />
aconseja a la Sociedad General de Autores de España que “revise<br />
su estrategia de comunicación”.<br />
Nos despedimos hablando de cortometrajismo, que es el tema<br />
central de este número. Su recomendación: Miente, de Isabel<br />
Docampo, ganador de los Goya de este año. Su teoría:<br />
“Rodar y rodar cortos... Es la mejor práctica”. Su crítica: “Los<br />
cortometrajistas son víctimas del negocio que existe en torno<br />
al cortometraje y tienen que hacer una inversión para que su<br />
corto se distribuya. Es una pena”.<br />
que se hace en, pongamos, Noruega. Con el menú<br />
de cine que nos ofrece el empresario en general,<br />
puede pasarnos lo que a Hanna, la protagonista<br />
de La vida secreta de las palabras: de tanto comer<br />
arroz, pollo y media manzana, nos sorprenderemos<br />
ingratamente al probar un cordero asado.<br />
¿Soluciones a corto plazo? 1) Apañar un cine club<br />
en casa, como hace González Sinde (tiene dos<br />
hijas, de 8 y 11 años, y Charlot le priva a la pequeña...),<br />
y 2) exigir a los centros educativos que<br />
usen las películas como herramientas educativas,<br />
y no como método de evasión. Por cierto: dice la<br />
actual Ministra de <strong>Cultura</strong>, como post data, que la<br />
Filmoteca Canaria, junto a la de Zaragoza, tienen<br />
los dos mejores programas de educación<br />
audiovisual de España.<br />
15