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OPINIóN<br />
Crónica de un encuentro anunciado (*)<br />
Por Nuria Magrans<br />
“Toda mi existencia de hombre y de escritor<br />
queda justificada por ese momento.<br />
Gracias, Sigifredo”.<br />
Sigifredo lo miraba con arrobo, intensamente:<br />
“Gracias a usted, maestro,<br />
por su ejemplo de vida, reflejado en su<br />
obra”.<br />
A José Saramago le costaba hablar, en<br />
parte por su bronquitis, sobre todo por<br />
su emoción no contenida. El verdadero<br />
encuentro tuvo que producirse unas<br />
horas antes, quizás unos días antes. Sin<br />
micrófonos, sin cámaras, en el calor<br />
de su casa de Tías. Me imagino las lágrimas,<br />
los abrazos, las manos… Miles<br />
de kilómetros, conquistador y conquistado,<br />
escritor y abogado, premio Nobel<br />
y secuestrado. El poder de los libros, el<br />
estigma de la palabra, herramienta utilísima<br />
para la transmisión de ideas.<br />
“¿Cómo se sobrevive a la falta de libertad,<br />
Sigifredo?” Sin odio, bueno, sólo una<br />
vez, cuando mataron a mis compañeros.<br />
Dejé de recordar las pequeñas y grandes<br />
cosas de mi vida, y me sumí en la desesperanza.<br />
Pero resurgí de las tinieblas y<br />
decidí luchar por el dialogo real y la paz.<br />
Y llegó Piedad, la senadora defensora de<br />
las causa perdidas y me entregó a los<br />
brazos de los míos, pero allí, en la selva,<br />
quedan cientos de presos políticos, presos<br />
de nadie, hartos de contribuir a este<br />
conflicto absurdo que dura más de 50<br />
años. ¡La Gran Colombia, manchada de<br />
muerte y sufrimiento!”.<br />
Como Fray Luis de León, hay que continuar<br />
la lección justo donde la dejamos,<br />
no importa el tiempo ni las renuncias.<br />
Don José prolonga los silencios, le sorprende<br />
la serenidad del político, todos<br />
compartimos el momento. Cuando contó<br />
que le gustaba leer, Sigifredo empequeñeció<br />
ante el literato. Recordé Ensayo<br />
sobre la Ceguera, relato inspirador y<br />
clarividente. ¿Cuántos ojos se han posado<br />
sobre sus líneas?, ¿cuántas mentes se<br />
han despojado de las sombras que nos<br />
atontan? Personajes que ya son de carne<br />
y hueso, que viven entre nosotros, literatura<br />
en estado puro.<br />
En esa blanca sala que tiene la Fundación<br />
César Manrique (FCM) en La Plazuela<br />
éramos muchos y éramos diversos,<br />
cada uno de nosotros hecho de las influencias<br />
de lo que nos rodea y sobreviviendo<br />
juntos en tiempo real. Oí la palabra<br />
dignidad, ante lo que uno es, ante las<br />
ideas, ante la tortura, ante las presiones<br />
del dinero. Debe ir tan adentro, en el genoma<br />
humano, que es lo único que no<br />
pueden arrebatarnos. Sigifredo, arropado<br />
por su familia, nos dijo a nosotros y al<br />
mundo que trabaja sin rencor por el entendimiento<br />
entre las partes. A eso pone<br />
ahora en servicio su vida. El anfitrión se<br />
marchó rápido y sigilosamente, acaso<br />
con el deseo de calzarse sus zapatillas,<br />
satisfecho de su vida consecuente, para<br />
romper a llorar largo y tendido sobre el<br />
hombro de Pilar.<br />
(*) Sensaciones del encuentro entre José Saramago y Sigifredo López celebrado en la Fundación César Manrique (FCM)<br />
bajo el título Testimonio de un encuentro: un futuro en paz para Colombia.