Eve Lipchik - El Desarrollo Involucra Ganancias y Pérdidas
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sas escuelas teóricas de terapia familiar (Simon, 1985,<br />
pág. 4).<br />
Mientras estudiaba la retina de los sapos en la década<br />
de 1950, Humberto Maturana descubrió que la imagen<br />
que el cerebro de un sapo recibe cuando ve una mosca<br />
es el resultado de la estructura de sus ojos, y no una representación<br />
objetiva de la mosca como se la ve en el mundo<br />
externo. Este descubrimiento tuvo una considerable<br />
influencia en la comprensión de la percepción, y con el<br />
tiempo llevó a una teoría de la cognición (1980, 1987) según<br />
la cual nuestra realidad, o lo que conocemos, depende<br />
de nuestra identidad desde el punto de vista de la estructura,<br />
así como de nuestras interacciones con otros.<br />
La teoría de Maturana y Varela afirma que los sistemas<br />
vivientes son «autopoiéticos», y como tales se organizan<br />
para sobrevivir y re-crearse. Esta supervivencia y recreación<br />
dependen del acoplamiento de estructuras, un<br />
estado de interdependencia con el medio ambiente u otros<br />
sistemas vivientes. La supervivencia mutua sufre el reto<br />
constante de perturbaciones internas, así como de perturbaciones<br />
externas recíprocas, y depende de la adaptación<br />
de unos a otros. Las perturbaciones no" pueden modificar<br />
otro sistema viviente; sólo pueden suscitar la posibilidad<br />
del cambio. Este depende de la organización específica del<br />
sistema (determinismo estructural). De este modo, si dos<br />
o más sistemas interdependientes no pueden satisfacer<br />
sus necesidades básicas de supervivencia en la interacción<br />
recíproca, su relación terminará. Por ejemplo, si el corazón<br />
falla, destruirá los sistemas respiratorio, vascular y<br />
renal, y la persona morirá.<br />
De acuerdo con esta teoría, el desarrollo del lenguaje se<br />
produjo en una etapa tardía de la evolución de los sistemas<br />
vivientes y distingue a los seres humanos de otros<br />
mecanismos vivientes. <strong>El</strong> lenguaje se considera parte de<br />
la estructura individual de una persona, pero también<br />
una acción mutuamente dependiente, «un fenómeno que<br />
se produce en la recursión de interacciones lingüísticas:<br />
coordinaciones lingüísticas de coordinaciones lingüísticas<br />
de acción» (Maturana y Varela, 1987, pág. 211). En otras<br />
palabras, cada ser humano tiene una red neuronal cerra-<br />
da que genera su propia información (Efran et al., 1990,<br />
pág. 67), pero el lenguaje es un acto de adaptación mutua<br />
o de consenso sobre el significado entre el individuo y los<br />
grupos sociales.<br />
Si voy a un restaurante y pido un sandwich de pan tostado,<br />
tengo ya en mi sistema, gracias a interacciones lingüísticas<br />
previas, cierta información sobre lo que significa<br />
pan tostado. Tal vez haya aprendido de mi madre, de niña,<br />
el significado de «pan» y «tostado». Si en esta situación<br />
el camarero no sabe qué quiere decir pan tostado, tendremos<br />
que actuar para coordinar el significado. Otra manera<br />
de expresarlo es que tendremos que adaptarnos mutuamente<br />
de tal modo que nuestra relación pueda sobrevivir:<br />
que el camarero satisfaga mi pedido, cumpliendo<br />
así con la tarea a su cargo y evitando que lo despidan. La<br />
coordinación del significado de pan tostado depende de<br />
que ambos hablemos el mismo idioma. De no ser así, ¿podríamos<br />
entendernos de algún otro modo, quizá por medio<br />
de gestos o indicaciones no verbales? Si ambos hablamos<br />
el mismo idioma pero el camarero no está familiarizado<br />
con el pan tostado, ¿seré capaz de explicarle de qué<br />
se trata, y será él capaz de entender mi explicación, de<br />
modo tal que podamos mantener una relación mutuamente<br />
provechosa?<br />
Hay dos aspectos de la obra de Maturana y Varela que<br />
me parecieron particularmente atractivos en mi carácter<br />
de terapeuta centrada en la solución. Uno es la idea de<br />
que la supervivencia y la adaptación constituyen un proceso<br />
interdependiente entre sistemas vivientes, basado<br />
en la conservación de lo que cada uno de ellos necesita para<br />
sobrevivir; en otras palabras, es esencial tomar como<br />
base lo que funciona. <strong>El</strong> otro aspecto es la idea de que no<br />
podemos conocer ni actuar sin la dinámica biológica que<br />
llamamos emociones. En particular, la emoción que Maturana<br />
y Varela (1987) llaman «amor», o la aceptación de<br />
otra persona junto a nosotros en nuestro diario vivir, es la<br />
base biológica de la vida social que hace posible la continuidad<br />
de las relaciones y de la vida misma. Esta idea, basada<br />
en los puntos fuertes, es llamativamente similar al<br />
concepto de «validación consensual» de Harry Stack Sulli-<br />
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