You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
les permitiese castigar a quienes se habían atrevido a semejantes cosas. Intenté
por todos los medios convencerlos de que perdonaran a esos hombres,
sabiendo que toda sedición es funesta para el bien común; pero el pueblo
mantenía invariable su furia y se lanzó en masa hacia la casa donde se
alojaban Jonatán y sus compañeros. Cuando comprendí que no podía controlar
su cólera, salté al caballo y ordené a la multitud que me siguiera a la aldea de
Sogane, que dista de Garaba veinte estadios. Con esta estratagema conseguí
que no pareciera que yo iniciaba una guerra civil.
Josefo envía una delegación a Jerusalén
Cerca ya de Sogane, hice que la multitud se detuviera y les exhorté a que
no se dejasen llevar impetuosamente por su cólera, cuando las consecuencias
podían ser fatales; luego, ordené que cien hombres de edad avanzada y,
además, notables, se prepararan para viajar a Jerusalén a presentar ante el
pueblo las quejas contra los que sembraban la división en el país. «Si se dejan
ablandar por vuestras palabras, les dije, pedid a la Comunidad que dé por
escrito la orden de que yo permanezca en Galilea, y que Jonatán y los suyos se
vayan de aquí». Cuando les hube dado esas instrucciones, hicieron
inmediatamente los preparativos y, tres días después de la asamblea, les hice
emprender la marcha con una escolta de quinientos soldados. También escribí
a mis amigos de Samaria para que cuidasen de su seguridad durante el trayecto
a través de su territorio, pues Samaria estaba ya bajo dominación romana y era
necesario pasar por allí si se quería ir deprisa; de esta manera, desde Galilea se
puede llegar a Jerusalén en tres días. Yo mismo acompañé a los delegados
hasta las fronteras de Galilea, después de poner vigilantes en los caminos para
que nadie pudiera enterarse fácilmente de su partida. Una vez hecho esto,
establecí mi residencia en Jafa.
Intento de insurrección en Tiberíade
Los hombres de Jonatán, al fracasar su acción contra mí, dejaron que Juan
regresara a Giscala y ellos se dirigieron a Tiberíade esperando tenerla pronto
en sus manos; pues Jesús, que entonces era su arconte, les había escrito que
estaba influyendo en el pueblo para que, cuando ellos llegaran, los acogieran y
se pusieran de su parte. Con esa esperanza se pusieron en camino. Silas, a
quien, como he dicho, había dejado al cuidado de Tiberíade, me notificó todo
esto en una carta y me pedía que acudiera rápidamente. Yo le hice caso y acudí