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<strong>CARMEN</strong> - Octubre 2015<br />
DEVOCIÓN DE SANTA TERESA<br />
HACIA LA VIRGEN MARÍA<br />
Fray Juan Dobado Fernández OCD<br />
Convento del Santo Ángel, Sevilla.<br />
Celebramos en toda la Iglesia la alegría<br />
del V Centenario del nacimiento de<br />
Santa Teresa (1515-2015). La Santa<br />
escoge para entregarse al Señor una orden<br />
profundamente mariana. Tal vez desde aquella<br />
experiencia mariana en que pierde a su madre<br />
y se encomienda a la del cielo, la figura de<br />
María es esencial en su vida. Era la imagen de la<br />
Virgen de la Caridad, conservada en la catedral<br />
de Ávila, a la que según la tradición fue a<br />
rezarle tras perder a su madre: “Acuerdome<br />
que cuando murió mi madre quedé yo de edad<br />
de doce años, poco menos. Como yo comencé a<br />
entender lo que había perdido, afligida fuime<br />
a una imagen de nuestra Señora y supliquéla<br />
fuese mi madre, con muchas lágrimas.<br />
Paréceme que, aunque se hizo con simpleza,<br />
que me ha valido; porque conocidamente he<br />
hallado a esta Virgen Soberana en cuanto me<br />
he encomendado a ella” (Vida 1, 7).<br />
Cuando la hagan priora, contra su voluntad,<br />
del monasterio abulense de La Encarnación,<br />
ella pondrá los destinos de su priorato en las<br />
manos de la auténtica Priora de la casa, que es<br />
la Virgen de la Clemencia. Así pone de relieve<br />
en sus obras su profunda piedad mariana.<br />
Experimenta la protección de la Virgen desde<br />
niña, y en el Carmelo se acrecienta aún más:<br />
“Otra vez, estando todas en oración después de<br />
Completas, vi a nuestra Señora con grandísima<br />
gloria, con manto blanco, y debajo de él parecía<br />
ampararnos a todas; entendí cuán alto grado<br />
de gloria daría el Señor a las de esta casa”<br />
(Vida 36, 24).<br />
Cuando funde sus nuevos conventos dejará<br />
la imagen de la Virgen, como sucede en<br />
Caravaca, enviando ella personalmente la talla<br />
de la Virgen del Carmen: “Ahora he de enviar<br />
a Caravaca una imagen de nuestra Señora que<br />
les tengo, harto buena y grande, no vestida,<br />
y un San José me están haciendo; y no les ha<br />
de costar nada” (Carta 160, 8). La Virgen le<br />
acompañará a lo largo de su vida carmelitana.<br />
Viste el Santo Escapulario y reza el Santo<br />
Rosario.<br />
Teresa es una mujer piadosa, fiel a las<br />
costumbres que su madre le enseñó y que<br />
en el Carmelo ella desarrolló, como el rezo<br />
del rosario: “¿Quién puede decir si es mal, si<br />
comenzamos a rezar las Horas o el rosario,<br />
que comience a pensar con quién va a hablar<br />
y quién es el que habla, para ver cómo le ha<br />
de tratar?” (Camino de perfección 22, 3). En el<br />
Carmelo la presencia de María es central en<br />
todas las dependencias de los monasterios,<br />
preside no sólo la Iglesia, sino la portería, la<br />
escalera, el refectorio, la sala capitular, etc. Ella<br />
es hermana que acompaña a sus hermanas.<br />
En Teresa la experiencia de María le lleva<br />
a Cristo, Él es el amigo verdadero: “Con tan<br />
buen amigo todo se puede sufrir, es ayuda y<br />
da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero”<br />
(Vida 22, 6). Cristo le paga con creces todo lo<br />
que ha hecho por su Madre, da cuenta de ello<br />
esta experiencia mística: “Estando haciendo<br />
oración en la iglesia antes que entrase en el<br />
monasterio, estando casi en arrobamiento, vi<br />
a Cristo que con grande amor me pareció me<br />
recibía y ponía una corona, y agradeciéndome<br />
lo que había hecho por su Madre” (Vida 36, 24).<br />
Este suceso tiene su historia: Teresa obtiene el<br />
permiso para quedarse ya definitivamente en<br />
su conventico de san José, antes de entrar en<br />
clausura se detiene en la capilla y recibe este<br />
premio de Jesucristo por esta obra en honor<br />
de su Madre, Santa María del Monte Carmelo.<br />
Teresa nos enseña de este modo, todo lo que<br />
hagamos por la Virgen, su Hijo, Jesucristo, es<br />
quien lo recompensa.<br />
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