CARMEN

Octubre 2015 - CARMEN
DESNUDO ANTE DIOS
Antonio García Moreno
Cuando vives en una ciudad que es terreno
fértil para que alguien que lleve dentro
la semilla de la espiritualidad pueda
desarrollarla en plenitud, te dejas arrastrar por
sus formas, por su manera de sentir. La vida me
trajo a Sevilla y de la mano de un hermano en
el presente sacerdote, conocí todo un torrente
de espiritualidad que brota en sus calles, me
dejé llevar y uniendo lo humano y lo divino
acabé formando parte de esta hermandad. En
ella me siento como en casa, pero no ha sido
un camino fácil.
En un lugar donde lo que nos identifica,
nuestro hábito de nazareno, nos hace a todos
iguales el Miércoles Santo cuando todos nos
desvestimos y lo adoptamos. El resto del año lo
olvidamos un poco y a algunos les ha costado
trabajo ver dentro de nuestra casa algunas
formas de vestir diferente. Yo, que me siento
desnudo ante lo divino, entré con mis formas
y sin esperar nada más que servir y ayudar.
En mis primeros tiempos a los más pequeños
del hospital Macarena. Fue un buen comienzo
pues mis hermanos me abrieron las puertas
de par en par. Dentro olí a amor, sentimientos
profundos de gente que amaba su hermandad,
su Virgen del Carmen y el Señor de la Paz; eso
es lo que hizo que desde el principio yo pudiera
sentir ese calor carmelita. Aunque decir
también que no siempre a los mismos grados.
Sin embargo el camino no ha estado siempre
lleno de buenos recuerdos: mis hijos que en
un principio fueron recibidos, hoy no pueden
continuar su camino en nuestra hermandad.
Son piedras que el Señor nos va poniendo en
el camino, pero no pasa nada, confío en que el
Señor de la Paz y la Virgen del Carmen me vean
vestir junto a mis hijos el hábito nazareno.
Los obstáculos van siendo superados gracias
al amor que le tengo a la hermandad y al que
me han demostrado muchos de mis hermanos;
ellos abrieron no solo las puertas sino hasta las
ventanas de esta casa.
Para mí, la Hermandad es una forma de vivir
la vida: asistir a sus cultos, actividades, desde
el respeto a sus reglas, su Junta de Gobierno
con el Hermano Mayor al frente, nuestro
Director Espiritual que ayuda a canalizar todo
ese amor que le demostramos a Nuestra Madre
y a su Hijo.
Así que, cuando entro por las puertas de
Ómnium Sanctorum sé que la Virgen del Carmen
y el Señor de la Paz no se fijan en mis sandalias
ni en trajes, ven directamente el corazón de
alguien que siente muy profundamente todo
lo que vivimos durante todo el año los que
formamos la familia carmelita. A Él le pido vivir
otros 25 años más dentro de esta corporación
y ver a mis hijos algún día formando parte de
esta familia; y a mis hermanos que los vivan
conmigo como lo estamos haciendo, en unión
y fraternidad en torno al que por nosotros fue
capaz de sacrificar su vida, desnudo en una
cruz sin hábito que lo protegiese.
Es por todo ello que yo también acudo…
Desnudo ante Dios.
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