Colaboraciones - Personal Telefónica Terra
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Allá por los años 1085, Castilla<br />
se encontraba dividida por los distintos<br />
señores que ciegos por la codicia y la<br />
ambición de poder, convirt i e ron sus<br />
señoríos en tramas y reyertas, que salpicaban<br />
a padres y hermanos; pero en<br />
pueblos y poblados, nobles y plebeyos,<br />
convivían juntos sin hacerse la guerra<br />
entre ellos, quizás temerosos por las<br />
incontables hordas de bandidos que<br />
campaban a sus anchas diezmando<br />
a los indefensos aldeanos<br />
de su ganado y de las escasas<br />
monedas que conseguían<br />
enviando toda clase de cereales<br />
y alimentos al castillo del condado<br />
más cercano. En las agrestes<br />
tierras de Molina, sólo eran<br />
combatidos por los aldeanos y<br />
milicianos de las distintas<br />
c o m a rcas. Su escasa cultura<br />
contrastaba con su valentía que<br />
les hacía unirse ante cualquier<br />
signo de intromisión viniere de<br />
donde viniere, aunque la brujería<br />
y la supersticiones eran tabú<br />
para ellos aferrándose a sus<br />
creencias, que era vital para la supervivencia<br />
de los humildes lugareños.<br />
El asfixiante calor que había<br />
hecho ese día tenía al joven pastor al<br />
borde de la deshidratación. El cansancio<br />
acumulado a lo largo de la jornada por<br />
mantener unido al nervioso y crispado<br />
rebaño de ovejas de una mezcla entre<br />
C h u rras y Merinas, que pare c í a n<br />
barruntar algún mal fario, lo habían tenido<br />
sin un momento de descanso. Su<br />
inseparable perro se había recostado<br />
en un estrecho ribazo, que separaba un<br />
raído rastrojo en el paraje denominado<br />
Los Llanos, de unas sabrosas mielgas<br />
manteniendo una vigilancia constante<br />
PACTO EN LA DEHESA<br />
sobre el ganado. El jadear sin descanso<br />
del animal para mantener ventilado su<br />
peludo cuerpo contrastaba con el rostro<br />
sudoroso de Paulino. El joven pastor<br />
hacía ya un buen rato que había consumido<br />
la poca agua almacenada en una<br />
cantimplora hecha con piel de cabra.<br />
Una espumilla blanca se iba resecando<br />
cada vez más en la comisura de sus<br />
labios. La paridera en la cumbre del<br />
Gayubico aún quedaba algo lejana y no<br />
tenía más remedio que aguantar.<br />
Poco a poco, el claro día fue<br />
dando paso a un tranquilo atardecer. La<br />
pálida luz se desvanecía lentamente<br />
haciendo que las ovejas aceleraran su<br />
cansino andar en busca del refugio y<br />
lugar de descanso. La noche estaba a<br />
punto de llegar.<br />
Unos nubarrones que parecían<br />
gigantescas canteras de granito comenzaron<br />
a formarse en los montes entre<br />
las aldeas de Piqueras y Adobes. La<br />
luna llena situada sobre la Serratilla de<br />
Alustante empezaba a ser amenazada<br />
en su claridad soleada.<br />
A la voz de Paulino, el perro hizo<br />
un par de carreras bordeando el agrupado<br />
rebaño, dando pequeñas tarascadas<br />
con sus afilados colmillos sobre el<br />
lomo de algunas ovejas, que asustadi-<br />
20<br />
por Félix Sanz Gómez<br />
zas se dispersaron hacia una pequeña<br />
vaguada, quedando inquietas y confundidas.<br />
El viento comenzó a agitar el<br />
ramaje semiseco de las abundantes zarzas<br />
de la loma. Las nubes, que habían<br />
avanzado sin tregua, se estaban destripando<br />
dejando grandes menchajos<br />
sueltos que tapaban de vez en cuando<br />
una tenebrosa y extraña luna llena. El<br />
joven pastor miraba nervioso hacia un<br />
lado y otro. Apenas se había separado<br />
unos metros de los animales cuando<br />
unos extraños sonidos comenzaron a<br />
escucharse en la lejanía provenientes<br />
de la dehesa. Esto le hizo detenerse<br />
y escuchar atemorizado<br />
aquellos inquietantes ru i d o s .<br />
Como alma que lleva el diablo y<br />
sobresaltado buscó camuflarse<br />
detrás de un espeso escaramujo.<br />
La oscuridad le hizo engancharse<br />
con el morral en los<br />
n u m e rosos pinchos de sus<br />
ramas. Aunque las manos le<br />
temblaban y parecía que sus<br />
dedos estaban entumecidos,<br />
utilizó la garrota para deshacerse<br />
de ellos y poder ocultarse lo<br />
más pronto posible.<br />
Las nubes seguían desgajándose<br />
a favor del viento. La<br />
luna situada ya encima de la dehesa iluminaba<br />
el tupido rebollar. Cada vez que<br />
los nubarrones se deslizaban de una<br />
parte a otra, unos aullidos escalofriantes<br />
provenientes de la misma sobrecogieron<br />
aún más al temeroso pastor. La<br />
angustia y el pánico le hicieron acurrucarse<br />
abrazado a su fiel perro. Cerró los<br />
ojos fuertemente no pudiendo evitar un<br />
pequeño sollozo.<br />
Aquel sobrecogedor y escalofriante<br />
murmullo se podía cortar con un<br />
cuchillo. Unos puntos brillantes avanzaban<br />
de forma incontrolada deslizándose<br />
entre la maleza, donde también podía<br />
escucharse un extraño pataleo. Este