Colaboraciones - Personal Telefónica Terra

Como el estanque todavía acumulaba bastante barro en el
fondo sólo había que removerlo para preservar las partes
púdicas de la mirada femenina, y mantener una conversación
de disimulo. La conversación pudo ser algo parecida
a ésta:
Chicas: No vais a salir del agua
Chicos: No, no salimos del agua que hace mucho calor y
aquí se está muy bien.
¿Por qué no tomáis vosotras un baño?
Chicas: En esa agua tan asquerosa. ¡Ni soñarlo!
Chicos: ¡Bueno! Vosotras os lo perdéis. .......Y tanto
Al final se fueron y salimos del apuro, y es que en
aquellos tiempos del “cuéntame” que una chica te viese
desnudo era mayor ofensa que verle un tobillo a una dama
medieval. Después del incidente cada uno se las apañó
como pudo para hacerse con un bañador, cosa nada fácil,
pues de todos es sabido que Alustante no tiene Corte
Inglés, y la tienda de Jesús no daba para artículos tan exóticos.
Otra problema que surgió fue el de la culebra.
Alguien la descubrió en el agua y salió pitando, pero como
no se veía nada no había forma de comprobar la veracidad
de la amenaza. Total que los más valientes se aventuraban
en su busca, entre bromas y sustitos, pero el susodicho
monstruo del lago no daba muestras de vida, con lo cual
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nos relajamos y atribuimos su presencia a una mente imaginativa.
Hasta que un día se dejó ver en todo su esplendor,
con su metro y pico de largo, y salimos todos del agua
pies en polvorosa.
Ante el problema surgían las propuestas. La más
lógica, vaciar el estanque:
-¡Qué! Con lo que nos ha costado llenarlo y lo vamos a
vaciar por una simple culebra.
-¡Que no, que es una víbora!
-Anda ya, eres más de ciudad que los semáforos. Cuándo
has visto tú una víbora nadando. Además las cule -
bras no son venenosas.
-¿Seguro?
-Si, pero pican.
- No, ¡burro! Que no tienen pico. Será que muerden.
Bueno, al final hubo que vaciar el estanque y la culebra
desapareció. Se debió ir espantada ante la que le
venía encima. Y vuelta a empezar para llenar la “piscina”.
Otro tema que daba lugar a fuertes discusiones
“científicas” era el de la digestión.
Que si cuesta dos horas hacerla, que si cuesta una,
que si es desde que has comenzado a comer o desde que
has tragado el ultimo bocado. Que por haber comido cocido
cuesta más que los macarrones o al revés. No había
forma de ponerse de acuerdo y cada una hacía lo que quería,
pero todos mirábamos impacientes el reloj de la primera
comunión esperando que llegase la hora del ansiado
baño.
Conforme fuimos creciendo llenábamos más el
estanque y poco a poco dábamos las primeras brazadas y
.... los primeros tragos. Lo que no mata engorda. Al final,
sin monitores ni modelos, el que más o el que menos,
todos sabíamos nadar y nos hacíamos nuestras carreras a
lo Mark Spitz. Además, teníamos una cámara de tractor
como flotador, que daba mucho juego y proporcionaba
diversión sin límites. Que si me tiro de cabeza y paso por
el agujero, que si voy buceando hasta el flotador..... Y
cuando salías de la gélida agua tenías un solarium con
hierba natural, que ríete de la de las piscinas de los hoteles,
con toda la gente amontonada. Además había una
diversión añadida. Como en esos tiempos todavía había
muchos mulos, caballos y borricos para las tareas agrícolas,
abundaban los tábanos que te asaltaban en cuanto
salías del agua. La diversión estaba en machacarlos en
cuanto se posaban en tu cuerpo y anotarlos en la cuenta.
-¿Tú cuántos llevas? 40.
-¡Buf! Te gano que yo voy por 60.
- Pues ayer yo maté casi cien.