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de negar afirmando que no se niega. Mudo palabrerío<br />

que disfraza un discurso encubridor.<br />

Nuestra sociedad occidental moderna, a<br />

diferencia de las sociedades orientales, carece<br />

del intrincado erotismo descrito en sus libros<br />

tradicionales, que para nuestras tierras resultan<br />

inaplicables; para compensar esta desventaja,<br />

se ha inventado una ciencia sexual, una<br />

tentativa de saber a través de la confesión.<br />

La confesión puede ser de corte: religioso,<br />

médico, legal, psicoanalítico.<br />

Este último modelo de<br />

la escucha es una novedad<br />

que nos dio el siglo XX,<br />

que vuelve peculiar a este<br />

siglo y nos hacer parecer,<br />

en general, bastante renuentes<br />

al discurso sexual.<br />

Freud ha llevado a<br />

cabo entonces una doble<br />

inauguración. Establece<br />

un diálogo con la locura,<br />

cuyo instrumento no es<br />

la mirada médica sino el<br />

oído, listo y atento al lenguaje.<br />

Además abre las<br />

puertas de una racionalización sin antecedentes;<br />

una revolución del pensamiento relacionado<br />

con la sexualidad. Corte que no tendrá<br />

marcha atrás.<br />

El diálogo analítico promueve el brote de<br />

materiales de otro modo inaccesibles, cuya<br />

fuente debe remitirse al cuerpo y a la infancia.<br />

Sectores que han tenido que sucumbir a una<br />

existencia negociada, disimulada.<br />

El psicoanálisis despojó a la infancia de su<br />

máscara de inocencia para mostrarla en su<br />

desnuda piel de sexo y perversión. Freud abrió<br />

su criterio, su entusiasmo y su atención a la<br />

sexualidad. Fue precisamente<br />

esta apertura<br />

lo que lo apartó de<br />

Breuer, la que signó<br />

esta primera escisión;<br />

la colaboración clínica<br />

de ambos se vio obstruida,<br />

para Breuer<br />

Dossier: Pensar en el nombre de Freud<br />

por una denodada insistencia en lo sexual que,<br />

a fin de cuentas, le resultó intolerable.<br />

Durante la ejecución de los Estudios sobre la<br />

histeria, (1895-1973) Freud miró de frente a la<br />

sexualidad, cuando la descubrió en el fondo de<br />

la sintomatología histérica; decidió desvelarla<br />

llamándola por su propio nombre; y lo mismo<br />

hizo en el caso de las llamadas neurosis actuales,<br />

donde la causalidad patológica era más<br />

directa, más inmediatamente localizable en su<br />

componente sexual.<br />

Rumbo a 1895, Freud<br />

une el proceso de gestación<br />

del método psicoanalítico,<br />

tantea, ensaya<br />

la posibilidad de no interrumpir<br />

el habla de las<br />

psiconeurosis, especialmente<br />

de la histeria; todo<br />

esto le posibilita el descubrimiento<br />

de la sexualidad<br />

como basamento energético<br />

de estas formaciones<br />

a las cuales pretendía<br />

aproximarse desde un<br />

punto de vista dinámico,<br />

en tanto que rejuegos de fuerzas, que intercambios<br />

económicos.<br />

Sacudir la memoria, indagar entre los recuerdos<br />

desordenados, dejar a las palabras<br />

brotar atropelladamente o lentamente, todo<br />

este dispositivo le permitía la formación de hipótesis<br />

atrevidas en torno a qué fuerzas se ocultaban<br />

detrás del velo sintomático que, como<br />

cortina de humo, le era puesto enfrente. Sus<br />

trabajos acerca de la histeria encierran tanto<br />

información de tipo teórico como indicaciones<br />

psicoterapéuticas y la presentación de informes<br />

clínicos.<br />

Breuer había dado con la «catarsis» y, armado<br />

con ella, había abordado la histeria mucho<br />

antes que Freud. Y este último se hará cargo de<br />

llevar este método al extremo, a sugerencia de<br />

una de sus pacientes. Este camino hacia la asociación<br />

libre, hacia la atención flotante, la neutralidad<br />

y la conceptualización de la neurosis<br />

de transferencia, en una palabra, hacia el mé-<br />

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