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Fernando Castro Flórez. Iros todos a tomar por - Biblioteca Centro ...

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de atemorizar a la burguesía era, al mismo tiempo, un intento de dinamitar<br />

situaciones culturales 70 , aunque se comprobó que el público y la institución<br />

artística eran capaces de asimilar a toda velocidad las propuestas de los<br />

estéticas del terror. El colapso de lo artístico-revolucionario o, parafraseando a<br />

Benjamin, la estetización de la política sirvieron para pavimentar (con todo lo<br />

que implica de pánico) el pedregoso y atormentado camino de la crítica. Acaso<br />

el único lugar en el que todavía las cosas resplandecían como joyas, en una<br />

tonalidad vanguardista, era el basurero, ese sito al que se había arrojado, sin<br />

miramientos, a la historia. Es como si el siglo XX hubiera asimilado,<br />

inconscientemente, aquella contundente declaración de Buenaventura Durruti<br />

de que “no nos espantan las ruinas”. No puede elevarse desde la escombrera<br />

en que habitamos ningún romanticismo o nostalgia, tampoco promete nada esa<br />

ruina que crece tan rápido como el desierto del nihilismo. La desarquitectura<br />

contem<strong>por</strong>ánea (nuclear en la entropología de Robert Smithson) puede<br />

conducir tanto al abatimiento mayúsculo cuanto al camuflaje cínico (dispuesto a<br />

ofrecer, con interés compuesto, el urbanismo del no-lugar), siendo también<br />

posible, ante el escándalo de las ruinas, un pesimismo de la fuerza 71 .<br />

Con todo al nombrar la fuerza convocamos no solamente la voluntad que<br />

se enfrenta críticamente al desastre sino la potencia (ubicua y, al mismo<br />

tiempo, difusa) que genera la misma destrucción que casi nos hipnotiza. Hay<br />

un retorno súbito de la violencia que es, en buena medida, nuestra única ley:<br />

completamente distinto de lo habitualmente en el mundo político, con independencia de que<br />

nos resulte hermoso, sublime o sencillamente atroz. La polaridad de la compleja experiencia<br />

ética, en oposición a y como parte de la estética del 11 de septiembre, ayudó a concentrar las<br />

tensiones necesarias para una experiencia plena y delimitada <strong>por</strong> el torrente incesante de la<br />

experiencia cotidiana, una experiencia para el recuerdo” (Max Ryyvanen: “La experiencia<br />

estética del 11 de septiembre” en “Dossier Terror-ISM” en Atlántica. Revista de Arte y<br />

Pensamiento, n° 35, verano del 2003, <strong>Centro</strong> Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas de Gran<br />

Canaria, p. 134).<br />

70 “La Modernidad estética es un procedimiento que no hace uso de la violencia contra<br />

personas o contra cosas, sino contra situaciones culturales sin esclarecer. Organiza una oleada<br />

de embates contra las actitudes comprensivas del tipo creencia, amor, honradez, así como<br />

contra pseudocategorías tales como la forma, el contenido, la imagen, la obra y el arte. Su<br />

modus operandi es el experimento vivo con los usuarios de estos conceptos” (Peter Sloterdijk:<br />

Temblores de aire. En las fuentes del terror, Ed. Pre-textos, Valencia, 2003, p. 111).<br />

71 Frente al discurso hegelianizante de la Historia y todas las justificaciones del status quo<br />

aparece un pesimismo que se niega a ver en las ruinas otra cosa que ruinas, intentando no<br />

añadir la injuria al desamparo: “Pesimista sí, pero que ahorran a los parias el último ultraje de<br />

tener que oír que es ese gran sufrimiento el que permite las más bellas redenciones y que,<br />

cuando se lo machaca, es cuando el hombre exhala su olor: puro escándalo de estas ruinas.<br />

Su horror insuperable” (Bernard-Henri Lévy: “Filosofía de la ciudad en ruinas” en Reflexiones<br />

sobre la Guerra, el Mal, y el fin de la Historia, Ed. B, Barcelona, 2002, pp. 140-141).

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