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Fernando Castro Flórez. Iros todos a tomar por - Biblioteca Centro ...

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también lo fue en la articulación del movimiento nazi 84 que mezclaba, en su<br />

retórica devastadora, el racismo, que establece no una relación militar, guerra o<br />

política (aunque se sirva de ellas) sino biológica 85 , y la manía persecutoria (el<br />

fanático se ve rodeado <strong>por</strong> la traición, la delación y la infidelidad). De la misma<br />

forma que el “enemigo terrorista”, el déspota señalado <strong>por</strong> el Imperio<br />

(ejemplarmente, Sadam Husein) tiene que ser, inmediatamente, demonizado 86 ,<br />

los abanderados de la justicia internacional son el blanco de <strong>todos</strong> los odios.<br />

Los americanos tienen razones para preguntarse ¿<strong>por</strong> qué nos odian tanto? 87 .<br />

Nos sorprende la declaración del raro y genial campeón de ajedrez Bobby<br />

Fischer de que el atentado del 11 de septiembre había sido una noticia<br />

maravillosa 88 y, sin embargo, hemos escuchado, <strong>por</strong> todas partes, que los<br />

norteamericanos “se lo merecían”. No es solamente la rabia de los marginados<br />

del Imperio la que pronuncia, en distintos tonos, esa cruel sentencia. La<br />

venganza es, como sabemos interminable, aunque, en ocasiones, termine <strong>por</strong><br />

ser, más que nada, una amenaza, un recurso patriótico evocado lúcidamente<br />

<strong>por</strong> Santiago Sierra en el 2003 al remunerar a unos trompetistas para que en el<br />

límite de la Zona Cero interpretaran la música de “El degüello” que, en la<br />

película El Álamo, prefiguraba la victoria de los mejicanos y el terror de los<br />

diálogo con Theodor W. Adorno: “Diálogo sobre las masas, el miedo y la muerte” en Debats, n°<br />

17, Valencia, p. 103).<br />

84 “Hitler observó que jamás se podría lograr la movilización de las masas <strong>por</strong> medio de<br />

“discursos y actos tímidos”, sino <strong>por</strong> la falta total de consideración (humana) y la persecución<br />

fanática e implacable del objetivo. Había que acabar con el enemigo y destruirlo” (Walter<br />

Laqueur: La guerra sin fin. El terrorismo en el siglo XXI, Ed. Destino, Barcelona, 2003, p. 34).<br />

85 Cfr. las consideraciones que sobre el racismo hace Michel Foucault en Hay que defender a la<br />

sociedad, Ed. Akal, Madrid, 2003, p. 219.<br />

86 Cfr. Noam Chomsky: Poder y terror. Reflexiones posteriores al 11/09/2001, Ed. RBA,<br />

Barcelona, 2003, p. 38.<br />

87 “Después del 11 de septiembre, para de la prensa, y en particular el Wall Street Journal, hizo<br />

lo que debía hacer: empezó a investigar la opinión pública de la región de Oriente Medio.<br />

Intentaron encontrar la contestación a la plañidera pregunta de George Bush: “¿Por qué nos<br />

odias, con lo bueno que somos?”. ¿Cómo es posible?” (Noam Chomsky: Poder y terror.<br />

Reflexiones posteriores al 11/09/2001, Ed. RBA, Barcelona, 2003, p. 83).<br />

88 “[...] según parece, Bobby Fischer, <strong>por</strong> aquel entonces en Filipinas, dijo que el atentado había<br />

sido una noticia maravillosa. Ya era hora de acabar de una vez <strong>por</strong> todas con los Estados<br />

Unidos. No obstante, el antiguo campeón mundial de ajedrez llevaba un tiempo fuera de sus<br />

casillas y nadie consideró necesario ni comentar sus palabras, ni responderle” (Walter Laqueur:<br />

La guerra sin fin. El terrorismo en el siglo XXI, Ed. Destino, Barcelona, 2003, p. 250). “El 11 de<br />

septiembre de 2001, apenas unas horas después del hundimiento del World Trade Center, Billy<br />

Roper, coordinador adjunto de la Alianza Nacional (grupo neonazi norteamericano) escribe en<br />

Internet: “No queremos que ellos se casen con nuestras hijas, como ellos no quieren que<br />

nosotros nos casemos con las suyas... [“ellos”: los “árabes”]. El enemigo [Ben Laden] de<br />

nuestro enemigo [la America multicultural] es <strong>por</strong> el momento nuestro amigo. Doy mi<br />

aprobación a todo aquel que esté dispuesto a lanzar un avión contra un edificio para matar<br />

judios”, y Billy Roper termina expresando su admiración <strong>por</strong> el emir de los kamikazes” (André<br />

Gluksmann: Dostoievski en Manhattan, Ed. Taurus, Madrid, 2002, p. 221).

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