Fernando Castro Flórez. Iros todos a tomar por - Biblioteca Centro ...
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complicidad 148 . Una y otra vez retorna la idea obsesiva de que estamos<br />
atrapados en un círculo vicioso de la violencia sin que aparezca ritual alguno<br />
que pudiera librarnos de esa fatalidad. La sociedad, en la que todavía tiene<br />
alguna energía lo sacrificial, intenta, <strong>por</strong> <strong>todos</strong> los medios, desviar hacia una<br />
víctima relativamente indiferente (susceptible de formar parte del sacrificio), una<br />
violencia que amenaza con herir a sus propios miembros o despertar el ansia de<br />
venganza interminable 149 , sin embargo, en nuestra época advertimos un aumento<br />
del odio que va más allá de la violencia atávica. En la época del terrorismo<br />
privatizado (esa extraña guerra sin guerra) tras el mega-acontecimiento<br />
traumatizante (la Gran Demolición) falta, obviamente, el chivo expiatorio.<br />
Tampoco existen los cadáveres, volatilizados, transformados en nada o, peor,<br />
respirados, como venenos raros, <strong>por</strong> los supervivientes 150 . Hemos visto una<br />
crueldad hiperbólica y todavía deambulamos atemorizados, al borde del delirio<br />
como <strong>todos</strong> aquellos que han sufrido algo extremo 151 , sin saber lo que (nos)<br />
pasa.<br />
Tal vez tenga razón Sloterdijk cuando sugiere que el siglo XX comienza<br />
con las técnicas bélicas de gaseamiento 152 que intentan acabar con el medio<br />
148 Tengamos presente que la agencia Reuters ha indicado que se siente incómoda a la hora<br />
de utilizar el término “terrorista” <strong>por</strong>que puede ofender a los terroristas y poner en peligro a sus<br />
corresponsales en distintos puntos del planeta, mientras el Chicago Tribune decidió obviar el<br />
uso de la palabra “terroristas” <strong>por</strong>que era tendenciosa y propagandística y “<strong>por</strong>que los<br />
terroristas de hoy pueden llegar a ser los estadistas del mañana”. “La decisión de Reuters<br />
provocó un buen número de comentarios cínicos: ¿Por qué no nos referimos a Jack el<br />
Destripador como a un “cirujano abdominal aficionado” o a Timothy McVeigh (famoso <strong>por</strong> la<br />
bomba de Oklahoma) “alguien que dejó una carga volátil en una zona donde el<br />
estacionamiento estaba prohibido”?¿Por qué no nos referimos a Pol Pot como alguien que se<br />
dedicó a reclutar a gente para trabajar en granjas y a Eichmann como un activista de la<br />
demografía? Como hiciera Humpty Dumpty, algunos medios de comunicación decidieron que,<br />
cuando utilizan una palabra, “significa exactamente lo que yo quiero, ni más ni menos”” (Walter<br />
Laqueur: La guerra sin fin. El terrorismo en el siglo XXI, Ed. Destino, Barcelona, 2003, p. 366).<br />
149 Cfr. René Girard: La violencia y lo sagrado, Ed. Anagrama, Barcelona, 1983, p. 334.<br />
150 “Octubre 2001, Zona Cero, un bombero: “Lo peor es que no encontramos cuerpos, <strong>por</strong> más<br />
que busquemos, no hay cuerpos”. El periodista: “¿Por qué?”. El bombero: “Si el hierro se<br />
derrite y el hormigón se pulveriza bajo el calor, dígame, ¿qué pasa con la carne humana? Todo<br />
este polvo que flota en el aire, este polvo que estamos respirando es hormigón y carne de mis<br />
compañeros”” (André Gluksmann: Dostoievski en Manhattan, Ed. Taurus, Madrid, 2002, pp. 43-<br />
44).<br />
151 Pienso en esa imagen, rescatada <strong>por</strong> Sebald, de los bombardeos sobre Alemania en los que<br />
un cadáver del un niño salía de una maleta reventada que llevaba una madre enloquecida, cfr.<br />
W.G. Sebald: Sobre la historia natural de la destrucción, Ed. Anagrama, Barcelona, 2003, pp.<br />
96-97.<br />
152 “El siglo XX quedó inaugurado de modo espectacular el 22 de abril de 1915 con el primer<br />
uso masivo de gas clórico como recurso bélico en manos de un “Regimiento de Gas” de la<br />
armada alemana del Frente-Oeste equipada para tal fin que, apostada en el saliente norte de<br />
Yprés, luchaba contra las posiciones de la infantería franco-canadiense” (Peter Sloterdijk:<br />
Temblores de aire. En las fuentes del terror, Ed. Pre-textos, Valencia, 2003, p. 40).