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Fantasio Cuentos para bailadores Por Fabio Martínez - Dirección de ...

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y las Estrellas <strong>de</strong> Fania.<br />

Una noche, mientras tocábamos el primer set, entró a Cabo<br />

Rojeño una extraña pareja que haciendo alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> las prendas<br />

que llevaba puestas, se sentó en una mesa, ubicada justo al<br />

pie <strong>de</strong> los músicos. Ella, <strong>de</strong> cuerpo ondulante y <strong>de</strong>lgado como<br />

una serpiente, llevaba un traje negro <strong>de</strong> cuero mojado, muy<br />

ceñido a su cuerpo, y salpicado <strong>de</strong> lentejuelas. El, que tenía<br />

cara <strong>de</strong> macaco y la doblaba en kilos y edad, llevaba<br />

«guayabera» <strong>de</strong> seda, pantalón y zapatos blancos y, en el<br />

cuello y muñecas, auténtica bisutería <strong>de</strong> importación. Se<br />

sentaron y pidiendo un litro <strong>de</strong> Sello Negro, se pusieron a<br />

escucharnos.<br />

La mujer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que me vio, empezó a coquetear y, apenas<br />

terminamos el set, se paró <strong>de</strong> la mesa y, con el pretexto <strong>de</strong> ir<br />

al baño, pasó por mi lado y me sonrió. Alta y espigada, con su<br />

piel <strong>de</strong> ámbar y su vestido negro, parecía una diosa traída <strong>de</strong>l<br />

África negra. Yo le sonreí y, enseguida, una corriente eléctrica<br />

se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> mi cuerpo.<br />

Fue entonces cuando el hombre que había llegado con ella<br />

se paró <strong>de</strong> la mesa y, dirigiéndose hacia nosotros, la cogió <strong>de</strong><br />

un brazo y la sacudió:<br />

-¡Perra, miserable! -le dijo- ¡¿Con que te gusta, éste, no?!<br />

Ella trató <strong>de</strong> refugiarse en mí, pero el hombre volvió sobre<br />

ella, más duro:<br />

¡¿Te gusta?! ¡Contesta! -Y apenas ella negó con la cabeza,<br />

el hombre le zumbó el primer golpe en la cara-,<br />

Entonces, el viejo y los músicos saltamos, y ya Bebé<br />

estaba listo a aplicarle una llave, cuando el hombre que tenía<br />

cara <strong>de</strong> macaco, sacó una pistola y nos inmovilizó.<br />

-Perdone, viejo -dijo- lo que pasa es que a esta perra le<br />

gusta <strong>de</strong>masiado la música.<br />

-Dígame una cosa, ¿cuánto vale el grupo por el resto <strong>de</strong> la<br />

noche?<br />

Y sacando un fajo <strong>de</strong> billetes ver<strong>de</strong>s don<strong>de</strong> estaba el<br />

buenote <strong>de</strong> Georges Washington, metió un billete en el bolsillo<br />

<strong>de</strong> la camisa <strong>de</strong>l viejo. Agripino, que no sabía qué hacer, pidió<br />

al hombre que guardara la pistola.<br />

-¿Cuánto?-dijo, y metiendo otro billete en su bolsillo, guardó<br />

la pistola y se sonrió-. Pero con una condición: Que esta mujer<br />

viaja <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tumbadora.

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