24.04.2013 Views

Fantasio Cuentos para bailadores Por Fabio Martínez - Dirección de ...

Fantasio Cuentos para bailadores Por Fabio Martínez - Dirección de ...

Fantasio Cuentos para bailadores Por Fabio Martínez - Dirección de ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

indé por la suerte <strong>de</strong> mi amigo. «Salud, Miguel», dije pleno<br />

<strong>de</strong> alegría y una voz que venía <strong>de</strong> lo más profundo <strong>de</strong> la noche,<br />

me contestó: «¡Salud!».<br />

La noche cálida y chisporroteante avanzaba veloz y se iba<br />

esfumando tan rápido como el ron que consumíamos. Ahora la<br />

voz <strong>de</strong> Tito Rodríguez se había apagado en medio <strong>de</strong> la noche.<br />

Entonces, fue cuando se produjo lo inevitable. La rubia, con<br />

sus gráciles y ondulados movimientos se <strong>de</strong>spegó <strong>de</strong> Miguel<br />

y, <strong>de</strong>jándolo abandonado en el centro <strong>de</strong> la pista, se sentó a<br />

mi lado. «Hola, querido -me dijo-, ¿puedo beber un trago<br />

contigo?», y yo que no podía vivir sin un trago entre mis manos,<br />

esta vez serví dos dobles, y me quedé contemplando la figura<br />

solitaria <strong>de</strong> mi amigo que empezaba a tambalearse en la pista.<br />

La rubia se bebió el trago y, poniendo sus dos hermosas manos<br />

sobre mis hombros, me propuso que bailáramos.<br />

« No -le dije - yo no bailo». «Entonces, ¿usted qué hace».<br />

«Yo sólo bebo; el que baila la está esperando allá, en la pista»,<br />

y señalé con el pico <strong>de</strong> la botella don<strong>de</strong> estaba mi amigo. La<br />

rubia se sirvió otro trago y, pegándose a mi cuerpo como una<br />

lapa, me dijo: «No sea malo, hombre; lo que pasa es que su<br />

amigo está borracho», y soltó una carcajada que quedó<br />

resonando en mis oídos.<br />

Yo volví a mirar hacia la pista y, efectivamente, Miguel parecía<br />

otra persona. Sus movimientos, antes armónicos y equilibrados,<br />

ahora eran torpes y <strong>de</strong>sarticulados.<br />

Podría <strong>de</strong>cirse que eran los movimientos <strong>de</strong> un borracho,<br />

pero en la expresión <strong>de</strong> su rostro había algo extraño, como si<br />

estuviera drogado, o lo hubieran embrujado. Y sentado cerca<br />

<strong>de</strong> la rubia, esta vez dije algo como <strong>para</strong> justificar el estado<br />

lamentable en el que había quedado mi amigo: «No sé, lo que<br />

pasa es que cuando yo bebo a él le hace daño» y, no había<br />

terminado <strong>de</strong> hablar, cuando la rubia me arrastró hacia la pista.<br />

«Va a ver -me dijo-cómo bailamos <strong>de</strong> bien» y, al verme enlazado<br />

por sus brazos, sentí un malestar <strong>de</strong>licioso que me iba<br />

recorriendo todo el cuerpo, y me iba <strong>de</strong>jando como un muñeco<br />

perdido en medio <strong>de</strong> la noche.<br />

¡Can<strong>de</strong>la! -fue lo único que alcancé a recordar <strong>de</strong> aquella<br />

noche-¡La gente quiere es can<strong>de</strong>la!<br />

Chía, 1988.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!