Vaixell de paper XXIII PDF (14.4 Megas) - Escola TECNOS
Vaixell de paper XXIII PDF (14.4 Megas) - Escola TECNOS
Vaixell de paper XXIII PDF (14.4 Megas) - Escola TECNOS
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
28 <br />
En todo momento. Volví a la realidad y me puse <strong>de</strong> nuevo el<br />
auricular en la oreja, ya que me había relajado <strong>de</strong>masiado y<br />
contesté:<br />
-Ahora bajo.<br />
Abrí la puerta y salí. Volví a entrar, me puse los zapatos y volví<br />
a salir. Volví a entrar, cogí las llaves, salí por última vez y cerré<br />
la puerta. Quería bajar corriendo las escaleras, <strong>de</strong> cinco en cinco.<br />
Aunque al final cogí el ascensor para evitar cualquier caída y<br />
cansarme <strong>de</strong>masiado. No quería parecer nerviosa. Nerviosa por<br />
un libro… Qué i<strong>de</strong>a más estúpida. Aunque era Su libro. Dejaba<br />
<strong>de</strong> ser tontería. El ascensor llegó y se abrió la puerta. Entré con<br />
la cabeza a punto <strong>de</strong> explotar, confusa y con miedo.<br />
Allí estaba yo, encerrada entre los cuatro bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l espejo,<br />
mirándome a mí misma, <strong>de</strong>speinada y <strong>de</strong>sesperada por nada.<br />
Qué curiosa metáfora. ¿Y a qué venía eso? Estaba bajando a<br />
toda velocidad hacia el chico <strong>de</strong>l libro. No estoy segura <strong>de</strong> por<br />
qué, pero <strong>de</strong>seé que las puertas <strong>de</strong>l ascensor no se abrieran, y me<br />
quedara allí encerrada. Pero no me hicieron caso. Se abrieron <strong>de</strong><br />
todos modos. Caminé intentando parecer lo más segura posible.<br />
Cogí las llaves y las puse en la cerradura. La giré y abrí. Entró y<br />
se quedó frente a mí.<br />
-Esto… quería <strong>de</strong>cirte…<br />
¿Por qué tardaba tanto? Me estaba poniendo muy nerviosa.<br />
¡Todo por un dichoso libro! Pero… ¿Y si no era un libro? ¿Y<br />
si era un mechero? ¿Había empezado a fumar? ¡No me había<br />
dicho nada!<br />
-No hace mucho que nos conocemos pero…<br />
No era un mechero. No podía serlo.Se podía pedir un mechero a<br />
cualquier persona <strong>de</strong> la calle. Entonces, soltó la frase fatal:<br />
-Te quiero.<br />
Me quedé <strong>de</strong> piedra. No sabía qué hacer. No sabía qué <strong>de</strong>cir. No<br />
sabía cómo actuar. No sabía nada. Tan solo sabía una cosa: “Te<br />
quiero”. Resonaba en mi mente y no me <strong>de</strong>jaba escuchar mis<br />
pensamientos, arrinconándolos en un lugar muy distante. Volví<br />
a la realidad y encontré dos ojos mirándome. ¿Qué cara se me<br />
<strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haber quedado? Abrió la boca para <strong>de</strong>cir algo, aunque<br />
luego la volvió a cerrar. ¿Qué hacía? No lograba articular<br />
palabra.<br />
Entonces, como un rayo en mitad <strong>de</strong> un día claro, se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong><br />
mí. ¿Por qué? Dijo algo que me resultó ininteligible, seguido <strong>de</strong><br />
un “adiós”. “Adiós”. Se <strong>de</strong>spidió con la mano y cerró la puerta.<br />
Con la mano… no me lo acababa <strong>de</strong> creer. Quise ir tras él y<br />
pararlo, que no se fuera, pero no pu<strong>de</strong>. Mis piernas se negaban a<br />
moverse. No podía ser. Tanto tiempo esperando esto y…<br />
“Mierda… ¿Qué he hecho? ¿Vuelvo? ¿Qué pensará? ¿Qué<br />
pensaba? ¿He hecho bien? ¿Cómo se lo habrá tomado?” Y sobre<br />
todo… “¿Qué hago ahora?”<br />
Esta historia va <strong>de</strong>dicada a todos aquellos que llegaron,<br />
combatieron y vencieron; a todos aquellos que se cayeron, aunque<br />
no dudaron en volver a levantarse y seguir caminando; y a todos<br />
aquellos que se lo callan por miedo a… ¿qué? De veras… ¿a qué?<br />
BAILARINA DE ALMA SILENTE<br />
Judith Pérez (4t ESO)<br />
Silencio. Tan dominante, tan mudo… Y, sin embargo, tan lleno.<br />
Sobran las palabras, sentir es suficiente. Sólo mi respiración<br />
rasga el vacío, en esquivos susurros <strong>de</strong> libertad. Mantengo la<br />
vista fija en un único punto, quieta, palpando la tensión en cada<br />
latido. A la espera.<br />
Al fin, suena el primer acor<strong>de</strong>: matices <strong>de</strong> violín, retazos <strong>de</strong> piano.<br />
Siento el peso inmóvil <strong>de</strong> un sinfín <strong>de</strong> miradas: algunas atentas,<br />
otras lejanas… Pero todas puestas en mí. Primer movimiento.<br />
Mi pie <strong>de</strong>recho se <strong>de</strong>sliza sobre la ma<strong>de</strong>ra pulida, dibujando el<br />
exquisito perfil <strong>de</strong> una media luna. Los brazos lo acompañan en<br />
una sincronía perfecta, marcando una ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>licada, bella.<br />
Pícaro placer el ser libre… y romper todas las ca<strong>de</strong>nas. Bailo.<br />
La lluvia golpeaba con fuerza el cristal <strong>de</strong> mi ventana, en un<br />
intento vano <strong>de</strong> llamar mi atención. Yo, tumbada en la cama,<br />
la observaba caer y caer, transparente, cual lágrimas en mi<br />
rostro. Sin pausa, sin prisa. Tan sólo agua imperturbable<br />
<strong>de</strong>rramándose entre nubes <strong>de</strong> algodón. Me sentía empequeñecer,<br />
más diminuta, más invisible. La habitación oscura se abatía<br />
sobre mí, <strong>de</strong>svaneciendo cualquier amago <strong>de</strong> lucha o sonrisa.<br />
Me ahogaba.<br />
Al mismo tiempo, algo quebrantaba el murmullo <strong>de</strong> la lluvia.<br />
Gritos. Sí, esa es la palabra. ¿Por qué escon<strong>de</strong>rla? Gritos <strong>de</strong><br />
rabia, <strong>de</strong> impotencia, tal vez <strong>de</strong> humillación. Todo mezclado con<br />
una pizca <strong>de</strong> estupi<strong>de</strong>z. Esos arrebatos <strong>de</strong> ira eran los que me<br />
hundían, asfixiándome en mi propio oxígeno. Papá y mamá, otra<br />
vez. Ansiaba evadirme <strong>de</strong>l infierno <strong>de</strong>satado en el piso <strong>de</strong> abajo,<br />
olvidar. Trataba <strong>de</strong> sepultar el llanto en mi interior, escon<strong>de</strong>rlo<br />
muy al fondo, creando sin saberlo charcos <strong>de</strong> agua sucia en mi<br />
cabeza. De pronto, el ruido pereció: llegaba el primer golpe.<br />
Música. Melancólica y profunda, emergiendo <strong>de</strong> mí. Etérea<br />
armonía que se escurre entre los segundos, que me eleva a un<br />
paralelismo cada vez más turbio. Los recuerdos se agolpan uno<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> otro, <strong>de</strong>nsos, amenazando con hacerme sucumbir. Mis<br />
pasos se vuelven rígidos, estrictos con un compás macabro e<br />
inquietante. La danza se oscurece y cada movimiento <strong>de</strong>ja tras<br />
<strong>de</strong> sí una estela <strong>de</strong> negrura. Me fundo lentamente, manifestando<br />
la gracilidad propia <strong>de</strong> un cisne negro. Aun así, sigo bailando.<br />
Necesitaba respirar. El eco <strong>de</strong> cada golpe llegaba penetrante<br />
hasta mí, también cada insulto, cada <strong>de</strong>sprecio. Se me clavaban<br />
en el pecho como cuchillas, causándome un dolor agudo y<br />
frío. Necesitaba sentir el aire fresco en mis venas, <strong>de</strong>shaciendo<br />
lentamente ese miedo tremebundo. Despacio, me levanté <strong>de</strong><br />
la cama. La mirada perdida, las manos temblorosas, los pies<br />
<strong>de</strong>scalzos. Sin hacer ruido, me <strong>de</strong>slicé por el pasillo, bajé las<br />
escaleras y salí a la calle, afuera.<br />
La lluvia manchaba mi ropa, mi pelo, mi rostro… Me empapaba<br />
con su olor líquido, <strong>de</strong>sdibujando la tristeza. Levanté la mirada<br />
hacia arriba, más allá <strong>de</strong>l cielo, y abrí los brazos en cruz con las<br />
palmas extendidas. Expuesta. Sentía el agua jugueteando con<br />
mis <strong>de</strong>dos, fluyendo a través <strong>de</strong> mí. Podía oír cómo resbalaba<br />
sutilmente entre mis pensamientos, cómo los limpiaba. Apreté<br />
los párpados con fuerza, inspiré profundamente y empecé a