El caballero de la carreta - Ladeliteratura.com.uy
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www.<strong>la</strong><strong>de</strong>literatura.<strong>com</strong>.<strong>uy</strong><br />
fue tiempo y lugar <strong>de</strong> acostarse <strong>la</strong> doncel<strong>la</strong> a<strong>com</strong>paña a tal aposento a<br />
los dos huéspe<strong>de</strong>s que albergaba, les muestra los dos lechos hermosos y<br />
amplios y les dice:<br />
«Para vosotros están dispuestos aquel<strong>la</strong>s dos camas <strong>de</strong> allá. En cuanto a<br />
esta <strong>de</strong> aquí, en el<strong>la</strong> no pue<strong>de</strong> echarse más que aquel que lo merezca.<br />
Ésta no está hecha para vosotros.»<br />
Entonces le respon<strong>de</strong> el <strong>caballero</strong>, el que llegó sobre <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>, que<br />
consi<strong>de</strong>ra <strong>com</strong>o <strong>de</strong>sdén y baldón <strong>la</strong> prohibición <strong>de</strong> <strong>la</strong> doncel<strong>la</strong>.<br />
«Decidme pues el motivo por el que nos está prohibido este lecho.»<br />
Respondió el<strong>la</strong>, sin pararse a pensar, pues <strong>la</strong> respuesta estaba ya<br />
meditada.<br />
«A vos no os toca en absoluto ni siquiera preguntar. Deshonrado está en<br />
<strong>la</strong> tierra un <strong>caballero</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber montado en <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>. No es<br />
razón que inquiera sobre ese don que me habéis preguntado, ni mucho<br />
menos que aquí se acueste. ¡En seguida podría tener que arrepentirse!<br />
Ni os lo he hecho preparar tan ricamente para que vos os acostéis en él.<br />
Lo pagaríais m<strong>uy</strong> caro, si se os ocurriese tal pensamiento.<br />
-¿Lo veré?<br />
-¡En verdad!<br />
-¡Dejádmelo ver! No sé a quién le dolerá -dijo el <strong>caballero</strong>-, ¡por mi<br />
cabeza! Aunque se enoje o se apene quien sea, quiero acostarme en<br />
este lecho y reposar en él a p<strong>la</strong>cer.»<br />
Con que, tras haberse quitado <strong>la</strong>s calzas, se echa en el lecho <strong>la</strong>rgo y<br />
elevado más <strong>de</strong> medio codo sobre los otros, con un cobertor <strong>de</strong><br />
brocado amarillo, tachonado <strong>de</strong> estrel<strong>la</strong>s <strong>de</strong> oro. No estaba forrado <strong>de</strong><br />
piel vulgar, sino <strong>de</strong> marta cibelina. Por sí misma habría honrado a un rey<br />
el cobertor que sobre sí tenía. Des<strong>de</strong> luego que el lecho no era <strong>de</strong> paja<br />
ni hojas secas ni viejas esteras.<br />
A media noche <strong>de</strong>l entab<strong>la</strong>do <strong>de</strong>l techo surgió una <strong>la</strong>nza, <strong>com</strong>o un<br />
rayo, <strong>de</strong> punta <strong>de</strong> hierro y <strong>la</strong>nzóse a ensartar al <strong>caballero</strong>, a través <strong>de</strong><br />
sus costados, al cobertor y <strong>la</strong>s b<strong>la</strong>ncas sábanas, al lecho don<strong>de</strong> yacía.