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El caballero de la carreta - Ladeliteratura.com.uy

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orgullo.»<br />

Y respon<strong>de</strong> el otro:<br />

www.<strong>la</strong><strong>de</strong>literatura.<strong>com</strong>.<strong>uy</strong><br />

«No quiero más otra cosa. Pase lo que tenga que pasar, he <strong>de</strong> tenerte a<br />

mi merced.»<br />

Entonces el <strong>caballero</strong> avanza al medio <strong>de</strong>l vado. <strong>El</strong> otro le coge <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

riendas con <strong>la</strong> mano izquierda y <strong>de</strong> <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>ra con <strong>la</strong> diestra. Le agarra y<br />

tira y aprieta tan duramente que el guardián se <strong>la</strong>menta <strong>de</strong> dolor; le<br />

parece sentir que con violencia le <strong>de</strong>sgarra su pierna <strong>de</strong>l cuerpo. Así le<br />

ruega que lo <strong>de</strong>je y le dice:<br />

«¡Caballero, si te p<strong>la</strong>ce <strong>com</strong>batir conmigo <strong>de</strong> igual a igual, toma tu<br />

escudo y tu <strong>la</strong>nza y tu caballo y ven a justar contra mí!»<br />

Aquél respon<strong>de</strong>:<br />

«No lo haré, por mi fe, que temo que huirías <strong>de</strong> mí en cuanto te vieras<br />

libre.»<br />

<strong>El</strong> otro, al oírlo, tuvo gran vergüenza, y le dice <strong>de</strong> nuevo:<br />

«Caballero, monta sobre tu caballo con toda confianza. Yo te garantizo<br />

lealmente que ni ce<strong>de</strong>ré ni huiré. Me has dicho una infamia; y enojado<br />

estoy por tal.»<br />

Y el otro toma <strong>de</strong> nuevo <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra:<br />

«Antes me habrás dado <strong>com</strong>o garantía tu juramento. Quiero que me<br />

<strong>de</strong>s tu pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> honor que no te apartarás ni huirás, y que no me<br />

tocarás ni te acercarás a mí, hasta que no me veas a caballo. Te habré<br />

hecho buen favor, si, ahora que te tengo, te suelto.»<br />

Aquél le dio su pa<strong>la</strong>bra; que ya no podía más.<br />

Cuando el <strong>caballero</strong> tuvo <strong>la</strong> fianza, recogió su escudo y su <strong>la</strong>nza que<br />

por el río flotando iban y a toda prisa se alejaban. Ya estaban un <strong>la</strong>rgo<br />

trecho más abajo. Luego regresa a por su caballo. Cuando lo hubo<br />

alcanzado y estuvo montado, empuñó <strong>la</strong>s correas <strong>de</strong>l escudo y puso <strong>la</strong><br />

<strong>la</strong>nza en ristre sobre el arzón. Entonces se enfrentan el uno contra el otro

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