El caballero de la carreta - Ladeliteratura.com.uy
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contesta:<br />
www.<strong>la</strong><strong>de</strong>literatura.<strong>com</strong>.<strong>uy</strong><br />
«Si quieres montar en <strong>la</strong> <strong>carreta</strong> que conduzco, mañana podrás saber lo<br />
que le ha pasado a <strong>la</strong> reina.»<br />
Mientras aquél reanuda su camino, el <strong>caballero</strong> se ha <strong>de</strong>tenido por<br />
momentos, sin montar. ¡Por su <strong>de</strong>sdicha lo hizo y por su <strong>de</strong>sdicha le<br />
retuvo <strong>la</strong> vergüenza <strong>de</strong> saltar al instante a bordo! ¡Luego lo sentirá!<br />
Pero Razón, que <strong>de</strong> Amor disiente, le dice que se guar<strong>de</strong> <strong>de</strong> montar, le<br />
aconseja y advierte no hacer algo <strong>de</strong> lo que obtenga vergüenza o<br />
reproche. No habita el corazón, sino <strong>la</strong> boca, Razón, que tal <strong>de</strong>cir<br />
arriesga. Pero Amor fija en su corazón y le amonesta y or<strong>de</strong>na subir en<br />
seguida a <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>. Amor lo quiere, y él salta; sin cuidarse <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
vergüenza, puesto que Amor lo manda y quiere.<br />
A su vez mi señor Galván acercábase hacia <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>; y cuando<br />
encuentra sentado encima al <strong>caballero</strong>, se asombra y dice:<br />
«Enano, infórmame sobre <strong>la</strong> reina, si algo sabes.»<br />
Contesta el enano:<br />
«Si tanto te importa, <strong>com</strong>o a este <strong>caballero</strong> que aquí se sienta, sube a su<br />
<strong>la</strong>do, si te parece bien y yo te llevaré junto con él.»<br />
Apenas le oyó mi señor Galván, lo consi<strong>de</strong>ró <strong>com</strong>o una gran locura, y<br />
contestó que no subiría <strong>de</strong> ningún modo; pues haría <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego un vil<br />
cambio si trocara su caballo por <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>.<br />
«Pero ve adon<strong>de</strong> quieras, que por doquier vayas, allí iré yo.»<br />
Así se ponen en marcha; él cabalga, aquellos dos van en <strong>carreta</strong>, y<br />
juntos mantenían un mismo camino. Al caer <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> llegaron a un<br />
castillo. Sabed bien que el castillo era m<strong>uy</strong> espléndido y <strong>de</strong> arrogante<br />
aspecto.<br />
Los tres entran por una puerta. Del <strong>caballero</strong>, traído en <strong>la</strong> <strong>carreta</strong>, se<br />
asombran <strong>la</strong>s gentes. Pero no lo animan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego; sino que lo<br />
abuchean gran<strong>de</strong>s y pequeños, viejos y niños, a través <strong>de</strong> <strong>la</strong>s calles, con<br />
gran vocerío. <strong>El</strong> <strong>caballero</strong> oyó <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> él muchas vilezas y befas. Todos