"La vega de Granada: pasado y presente". - Agrega - Junta de ...

Proyecto de Investigación Educativa:
“La Vega de Granada: pasado y presente”.
Y un pan casero.
Y un pan casero, si
Un pan casero, no
Un pan casero, niña
De mi corazón.
De aquellos tres que
Vienen
Cuál es el tuyo
De Aquellos tres que
Vienen
Cuál es el tuyo
El de la gorra a cuadros
Y el pelo rubio.
Y el pelo rubio, si
Y el pelo rubio, no
Y el pelo rubio, niña
De mi corazón.
DICIEMBRE: Vísperas del día 8. Serenatas, Navidad, Nochevieja –cedulas-.
El 7 de Septiembre, víspera de la fiesta de la inmaculada, los jóvenes salían por la
noche a rondar a sus novias bajo su balcón con las llamadas serenatas. Siempre había
algunos aficionados a tocar la guitarra, bandurria o acordeón que unas veces por amistad y
otras previo pago rompían el silencio de la noche con los sones de las canciones de moda.
Esta costumbre se hizo muy popular y, aunque en esta fecha eran mucho más
numerosas, no era extraño oírlas en cualquier estación del año. El año terminaba con las
fiestas de navidad. Para la cena de Nochebuena se sacrificaba el pollo o el pavo que
durante buena parte del año se había criado en el corral de la casa. El toque de zambomba y
almirez llenaba las calles, pues los vecinos formaban grupos y al son del villancico “Que
eche usted vino, que eche usted vino, que no lo he probao en todo el camino” entraban en
la casa vecina para echar un trago.
En Nochevieja no había cotillón, los jóvenes se reunían en alguna casa para
comerse las doce uvas y echar las “cedulas”. En un montón se ponían papeletas con los
nombres de las chicas, en otro con los de los chicos y en otro el regalo de boda que
recibirían. Se emparejaban mozos y mozas y se sacaba el regalo, cuyo texto siempre tenía
que rimar: “Te regalo porque sí la Alhambra y el Albaicín”.
Estas costumbres tenían fecha fija; pero había otras muchas que tenían lugar durante
todo el año; por ejemplo: Regalar postales el día del Santo o cumpleaños en las que se
escribían versos como este: “Por ser la primera postal, que de mis manos recibes, guárdala
en tu corazón, para que nunca me olvides”. También estaban los discos dedicados cuando
la radio tuvo las cotas más altas de popularidad. Los piropos eran costumbre generalizada y
los decían los hombres al paso de una guapa mujer. La cencerrada el ruido que con
cencerros, almireces y tapaderas se hacía frente a la casa del viudo o viuda que se volvía a
casar.
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