Historia física y política de Chile - Centro de Documentación ...
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h i s t o r i a – c a P í t u l o X X<br />
ofreciéndosele a parte en la expedición, mas que hubieran <strong>de</strong> ir en clase inferior<br />
a su carácter.<br />
¡Vamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí mismo contra los enemigos <strong>de</strong> nuestra patria!... exclamaba<br />
con temeraria uniformidad aquella muchedumbre beblada, y sacudida todavía <strong>de</strong>l<br />
ardoroso fuego en que se mantuvieran al principio los <strong>de</strong>bates <strong>de</strong> la asamblea; mas<br />
no entendía su cauto jefe obrar con ligereza tanta, ni fiar tampoco al acaso el éxito<br />
<strong>de</strong> un empeño en que la sana razón no había tomado parte alguna, antes aplazó las<br />
operaciones para cuando tuviese combinado un plan <strong>de</strong> campaña capaz <strong>de</strong> rendir<br />
frutos más o menos consi<strong>de</strong>rables.<br />
Entre los salvajes el ardid es la verda<strong>de</strong>ra táctica militar; así es que Caupolicán<br />
<strong>de</strong>bía dar en esta ocasión pruebas inequívocas <strong>de</strong> sagacidad, imaginando el medio<br />
<strong>de</strong> tomar por interpresa la fortaleza <strong>de</strong> Arauco. En una como reseña que <strong>de</strong> todas<br />
sus tropas hizo, sacó aparte ochenta individuos <strong>de</strong> los más audaces y resueltos, y<br />
los puso a las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cayeguano y <strong>de</strong> Alcatipay. Estos cabos habían <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse<br />
con los indios que servían a la guarnición <strong>de</strong> Arauco, y penetrar <strong>de</strong>spués en<br />
la plaza, con sus armas ocultas ya en haces <strong>de</strong> leña, ya en gavillas <strong>de</strong> yerba, cosas<br />
que diariamente entraban para las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los moradores, y alimento <strong>de</strong><br />
sus ganados. Conseguido así, atacarían todos reunidos a la guarnición, cuidando<br />
<strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> la plaza para <strong>de</strong>jar libre el paso a la gente con que<br />
había <strong>de</strong> acudir Caupolicán. Difícil, arriesgada era la empresa, pero los indios la<br />
ejecutaron como se les tenía prevenido, ya que el éxito no respondiera a las esperanzas,<br />
porque el comandante <strong>de</strong>l fuerte don Francisco Reinoso, hombre vigilante<br />
y astuto, se encontró en disposición <strong>de</strong> parar esta ingeniosa sorpresa, y como,<br />
dada la alarma, todos sus soldados corrieran contra el común peligro, al instante<br />
se empeñó una refriega funesta para los alentados indios, pues los más fueron <strong>de</strong>gollados,<br />
y muy pocos los que pudieron volver al campo <strong>de</strong> Caupolicán, quien no<br />
llegó a tiempo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a sus valerosos soldados.<br />
No <strong>de</strong>salentó este revés al general araucano, antes viendo que no podía penetrar<br />
en el fuerte se <strong>de</strong>cidió a sitiarle, aunque <strong>de</strong> un modo tan imperfecto que<br />
Reinoso pudo fácilmente <strong>de</strong>spachar partes a Concepción, dando cuenta al Cabildo<br />
y al Gobernador <strong>de</strong> todo cuanto ocurría.<br />
Los araucanos no se mantuvieron mucho tiempo en Arauco, pues como creyera<br />
Caupolicán que le era imposible el reducir esta plaza, prefirió ir contra la <strong>de</strong><br />
Tucapel, antes que llegara a oídos <strong>de</strong> esta guarnición el alzamiento general que<br />
se acababa <strong>de</strong> cumplir. Emprendió su marcha a favor <strong>de</strong> la noche, yendo por<br />
atajos que tenía muy bien conocidos, pero también le fallaron estas precauciones,<br />
porque avisado oportunamente Martín Ecija, comandante <strong>de</strong> aquella guarnición,<br />
compuesta <strong>de</strong> cuarenta caballos, con ánimo sereno esperaba al enemigo, y le recibió<br />
a balazos. Como quiera, un tan corto número <strong>de</strong> hombres no podía ofen<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong>masiado, aun su propia <strong>de</strong>fensa parecía <strong>de</strong> poca duración, y fue tal el apuro en<br />
que el asedio los puso que uno <strong>de</strong> ellos, aventurando su vida en obsequio <strong>de</strong> la <strong>de</strong><br />
sus compañeros, se ofreció a pasar a Arauco, como lo hizo, <strong>de</strong>mandando auxilio a<br />
Reinoso, jefe <strong>de</strong> esta plaza. Seis hombres bien montados se le dieron, y los mandaba<br />
Diego Maldonado, los cuales partieron para Tucapel; pero tenían los indios tan<br />
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