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Historia física y política de Chile - Centro de Documentación ...

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historia <strong>física</strong> y p o l í t i c a d e c h i l e<br />

nada <strong>de</strong> locos entusiastas que con su hijo seguían, y no menos <strong>de</strong>sconfiado <strong>de</strong> éste,<br />

puso en juego todo su crédito y valer, para que concurrieran soldados <strong>de</strong> nombre y<br />

práctica al campamento <strong>de</strong> Millapoa, al que también bajó con veinticinco hombres<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Cañete el intrépido y entendido mariscal <strong>de</strong> campo Altamirano, en cuanto<br />

supo que en él se hallaba el hijo <strong>de</strong>l jefe supremo.<br />

En tanta fuerza confiados, se dieron los españoles a la tala <strong>de</strong> los campos indios,<br />

<strong>de</strong>jando el país en estado lastimoso, y rechazando los naturales a lo más<br />

retirado <strong>de</strong> los montes; que Antuhuenu no hubo <strong>de</strong> creer cuerdo el atacarlos a<br />

<strong>de</strong>scubierto. Como supiera el Gobernador que con su hijo andaba Altamirano, ya<br />

no titubeó en disponer la ofensiva contra el ejército <strong>de</strong>l Toqui, antes mandó que se<br />

fuese en su busca, y se le acometiese con arresto siempre que se reconociera oportunidad;<br />

pero sucedió que al recibo <strong>de</strong> esta or<strong>de</strong>n, se estaban dando disposiciones<br />

en el campo <strong>de</strong>l joven General para trasladar a Concepción más <strong>de</strong> cien españoles<br />

y otros tantos auxiliares, cogidos <strong>de</strong> una encendidísima correncia que los tenía casi<br />

exánimes.<br />

Quedó por consiguiente el campo con ochenta y cinco españoles y cien auxiliares,<br />

y, aunque tan rebajado, todavía fue acuerdo <strong>de</strong> continuar las hostilida<strong>de</strong>s,<br />

como que si tal vez se tropezaba con algún cuerpo indio, era tan débil que no había<br />

motivo para respetarle.<br />

De entre esos cuerpos merodistas se recogió un día una persona <strong>de</strong> venerable<br />

aspecto, <strong>de</strong> gallarda presencia, <strong>de</strong> tan singular continente, que le creyó Altamirano<br />

uno <strong>de</strong> los más lucidos hombres <strong>de</strong> la Araucanía; y como le compeliera con amenazas<br />

<strong>de</strong> muerte a <strong>de</strong>cir francamente si era el mismo Antuhuenu, o don<strong>de</strong> éste se<br />

hallara, el prisionero le respondió:<br />

“No la muerte me hiciera hablar, antes la prefiero a la esclavitud en que la suerte<br />

acaba <strong>de</strong> colocarme; pero pí<strong>de</strong>sme verdad, y verdad es mi lenguaje ordinario.<br />

Antuhuenu tiene su cuartel en Mariguenú; por quince días se le han prometido<br />

víveres para su ejército. Si en la primera batalla es vencido, tendréis incontinenti<br />

la paz; si la fortuna corona sus sienes, guerra y no más que guerra habrá para vosotros”.<br />

Prendado Altamirano <strong>de</strong>l noble <strong>de</strong>sembarazo con que el indio se explicara,<br />

hizo que se le diesen ropas, se le curase una herida que traía, y que se le <strong>de</strong>jase en<br />

libertad con tres jóvenes más que <strong>de</strong> entre los prisioneros señaló como hijos suyos;<br />

y vuelto enseguida al campo <strong>de</strong> Villagra diole conocimiento <strong>de</strong> lo que acababa <strong>de</strong><br />

saber acerca <strong>de</strong> Antuhuenu.<br />

No más fue menester para que el ardoroso corazón <strong>de</strong>l joven General, atropellando<br />

todos cuantos consejos encontrara la pru<strong>de</strong>ncia y la pericia <strong>de</strong>l maestre <strong>de</strong><br />

campo, y los <strong>de</strong> algunos otros capitanes amaestrados en la guerra, se contemplara<br />

ya con el Toqui y todo su ejército, sino muertos, por lo menos aherrojados a sus<br />

plantas, y en tal enten<strong>de</strong>r el clarín profirió al instante la voz <strong>de</strong> marcha.<br />

Llegando a la plaza <strong>de</strong> Arauco, el mismo Bernal quiso redargüir contra la<br />

resolución <strong>de</strong> Pedro Villagra, pero se le impuso silencio, y or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> aparejar una<br />

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