Recursos Tema 15. CD Historia del Arte 2º - Algaida

4) PLANTEAMIENTO DIDÁCTICO
Lo dicho al respecto en la unidad anterior tiene, si cabe, mayor vigencia en ésta, pues, más que nunca,
nos encontramos en una época en la que los cambios son constantes y rápidos. Por ello, el principio
didáctico básico consiste en subrayar los elementos de cambio frente a los de permanencia, para que
aparezca como una época de transición constante, en la que las corrientes artísticas se suceden y se
solapan, y las novedades se relevan más como reacción ante lo precedente que como su herencia.
Tampoco se puede desviar la atención del análisis de aquellos elementos contextuales que, de forma
más directa, inciden en la renovación del panorama artístico de cada momento. Se trata de dar el
máximo relieve a los hechos e ideas en que se sustentan las distintas vanguardias, y contribuyen a
explicar las motivaciones de los artistas y sus obras, y los contenidos esenciales de éstas. Sin esta
tarea, el alumnado de Bachillerato seguirá tan distante de la apreciación del arte contemporáneo
como, desgraciadamente, lo está un importante sector del gran público que no ha tenido ocasión de
conectar con él y educarse en su valoración.
Es necesario, además, trabajar una visión de conjunto en la que se valoren los elementos de cambio y
permanencia, al objeto de poder apreciar que, aunque unas vanguardias surgen como reacción frente a
las precedentes, dicha reacción no debe entenderse de forma negativa, sino como un estímulo a seguir
avanzando en el descubrimiento de nuevos lenguajes, en los que muchas veces permanecen
planteamientos teóricos y rasgos técnicos y plásticos de lo anterior. En resumen, ninguna vanguardia
parte de cero, sino que recoge enseñanzas del arte anterior, más o menos distante, e incluso de
culturas ajenas a la tradición europea.
Dificultades previsibles en el aprendizaje y sugerencias metodológicas
Las dificultades que suelen presentarse en esta unidad, la última del programa y generalmente con
poco tiempo para su estudio, se relacionan sobre todo con el procedimiento de análisis de obras. El
modelo de análisis morfológico que se puede practicar en la pintura y la escultura hasta el
impresionismo inclusive, no tienen apenas validez en el siglo XX, y menos cuando se trata de obras
con un alto grado de abstracción.
Hay, por tanto, que buscar otros referentes y otras pautas, que están más en las motivaciones
subyacentes del movimiento de vanguardia al que corresponda la obra, o en planteamientos personales
de su autor que en la compleja gramática visual, susceptible de análisis en otros niveles superiores al
del alumnado de Bachillerato.
Esto no quiere decir que haya que renunciar a realizar análisis morfológicos de las obras. Se pueden
seguir usando los parámetros aplicados al análisis de obras de épocas anteriores, mediante una
selección de los que resulten más pertinentes, pero hay que priorizar la observación de elementos
conceptuales y contextuales que son los que mejor explican el cómo y el por qué de cualquier obra o
autor.
En ese sentido, es recomendable revisar las “recetas” que se han venido aplicando a lo largo del curso
al comentario de obras –por otra parte absolutamente necesarias para que el alumnado no se pierda– a
fin de adecuarlas a las nuevas realidades artísticas.
También son muy convenientes los ejercicios de síntesis: esquemas, sinopsis, mapas conceptuales, que
resuman y aclaren los conceptos y los hechos recogidos en la unidad y en el entramado de relaciones
que se establecen entre ellos.
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