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[NGE] Hijos de un Dios Ancestral, parte 9 - TransFanfic

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<strong>TransFanfic</strong><br />

[<strong>NGE</strong>] <strong>Hijos</strong> <strong>de</strong> <strong>un</strong> <strong>Dios</strong> <strong>Ancestral</strong>, Parte 9<br />

Asuka y Toji se miraron feo <strong>un</strong> momento más, blandiendo peligrosamente<br />

sus armas. Un momento <strong>de</strong>spués, los dos se dieron la espalda <strong>de</strong>spacio,<br />

maldiciendo entre dientes y con los ojos entornados.<br />

—Siguiente escena —dijo Kensuke, hojeando su copia <strong>de</strong> la obra—. A<br />

ver..., ¿en qué estábamos? ¿Acto tres, escena cuatro?<br />

—Sí, acto tres —dijo Asuka—. El gran final.<br />

Kensuke arrugó el ceño:<br />

—Maldición. Salgo montones en esa.<br />

—Mira tú, qué raro —dijo Asuka—. ¡Tu personaje le da el nombre a la<br />

obra, tarado! Apúrate, schnell, démosle.<br />

La muchacha se tendió en el piso, aferrándose <strong>un</strong>a herida imaginaria. Rei<br />

se arrodilló a su lado y se tapó el rostro con las manos, intentando fingir<br />

llanto. Lo <strong>de</strong> «fingir» le salía estupendo.<br />

—Ya, ya, ya voy. —Kensuke se ajustó los anteojos guardó su libreto, respiró<br />

hondo, luego empezó.<br />

—Y ahora, buen rey —dijo, con la voz más prof<strong>un</strong>da que <strong>de</strong> costumbre y<br />

con <strong>un</strong>a pizca <strong>de</strong> amenaza—. Tu dama Uoht yace abierta por mi espada, y<br />

tu dama Cassilda, enloquecida por mis palabras. No niegues que te di buenos<br />

consejos, mi señor. ¿Acaso mis palabras fueron a <strong>de</strong>sperdicio en tus<br />

oídos, rey <strong>de</strong> los necios?<br />

En ese momento, Shinji <strong>de</strong>bía entrar y <strong>de</strong>cir su diálogo, pero le resultó<br />

difícil moverse; Kensuke n<strong>un</strong>ca había logrado <strong>de</strong>l todo dar con el tono<br />

exacto. Lo cual no <strong>de</strong>bería haberle paralizado, pero, por <strong>un</strong> solo momento,<br />

sintió como si Kensuke se hubiera ido y que el Extraño <strong>de</strong> la Máscara Pálida<br />

<strong>de</strong> verdad estaba ante él.<br />

Con <strong>un</strong> vistazo a los <strong>de</strong>más, captó que estaban sorprendidos también. Se<br />

armó <strong>de</strong> valor; no era más que <strong>un</strong>a obra, y Kensuke estaba actuando, eso<br />

era todo. Asuka en realidad no se estaba muriendo, y Cassilda no estaba<br />

al... Rei no estaba al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la locura.<br />

Lo que Shinji <strong>de</strong>bía hacer a continuación era representar ira; no era su<br />

especialidad. Evocó todos sus recuerdos <strong>de</strong> gente que le había gritado, y<br />

trató <strong>de</strong> imitarlos.<br />

—¡Has entrado en mi reino! —dijo con voz fuerte, señalando con <strong>un</strong> <strong>de</strong>do<br />

a Kensuke.<br />

Avanzó <strong>un</strong> paso, recordando la vez en que sus padres adoptivos le<br />

habían gritado por robar <strong>un</strong>a bicicleta, cuando en realidad la había encontrado.<br />

Aún tenía momentos <strong>de</strong> amargura a causa <strong>de</strong> eso, y ahora todo se<br />

acumulaba:<br />

—¡Has vuelto a mi pueblo <strong>un</strong>os contra otros!<br />

—Ya se odiaban todos —dijo Kensuke con gesto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio—. No hice<br />

más que ayudarles a hacer lo que ya querían. La humanidad está dividida<br />

contra sí misma, y por esa razón siempre cae. Toda sociedad no es sino <strong>un</strong><br />

frágil barniz sobre la bestia que hay en cada hombre. Está en la naturaleza<br />

<strong>de</strong> las bestias el combatir y bregar y herirse <strong>un</strong>as a otras.<br />

„ Rod M. & John Biles<br />

„ Miguel García (traducción)<br />

Página 29 <strong>de</strong> 63

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