Pensamientos indígenas en nuestra América - Educabolivia
Pensamientos indígenas en nuestra América - Educabolivia
Pensamientos indígenas en nuestra América - Educabolivia
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
INTRODUCCIÓN<br />
Ladislao Landa Vásquez*<br />
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
<strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
11<br />
A Caty<br />
La cuestión indíg<strong>en</strong>a es uno de los temas más discutidos por varias g<strong>en</strong>eraciones<br />
de intelectuales, y las reflexiones sobre ella nos acompañan<br />
tanto como la misma exist<strong>en</strong>cia de <strong>América</strong>. Sin embargo, es necesario<br />
señalar que la fundación de las repúblicas americanas <strong>en</strong> el siglo XVIII,<br />
y sobre todo <strong>en</strong> el XIX, trajeron nuevos planteami<strong>en</strong>tos, porque <strong>en</strong> ellas<br />
aparec<strong>en</strong> de difer<strong>en</strong>te manera temas de la id<strong>en</strong>tidad y la nación, lo cual<br />
significó, <strong>en</strong>tre otras cosas, <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarse ante problemas de inclusión y<br />
exclusión de poblaciones pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> estos territorios.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, las discusiones sobre lo indíg<strong>en</strong>a aparec<strong>en</strong> intermit<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> la historia de nuestros países, donde voces de distintos<br />
sectores de la sociedad manifestaban sus puntos de vista, expresando<br />
* Doctor <strong>en</strong> Antropología por la Universidad de Brasilia (UnB), Brasil. Maestro <strong>en</strong> Antropología<br />
por la Facultad Latinoamericana de Ci<strong>en</strong>cias Sociales (FLACSO-Ecuador),<br />
Ecuador. Lic<strong>en</strong>ciado <strong>en</strong> Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos<br />
(UNMSM), Perú.
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
precisam<strong>en</strong>te un carácter inacabado e inher<strong>en</strong>te a los Estados-nación<br />
modernos. Nuestra <strong>América</strong> repres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong>tonces una de las mejores<br />
expresiones de lo indíg<strong>en</strong>a, pues <strong>en</strong> ella exist<strong>en</strong> poblaciones que se debat<strong>en</strong><br />
<strong>en</strong>tre lo nativo y lo exóg<strong>en</strong>o. En este s<strong>en</strong>tido, si hoy pret<strong>en</strong>demos<br />
compr<strong>en</strong>der el surgimi<strong>en</strong>to y desarrollo de las ci<strong>en</strong>cias sociales, es<br />
pertin<strong>en</strong>te retomar también este debate y compr<strong>en</strong>derlo desde ángulos<br />
nuevos y quizás más heterodoxos, tal como se inicio su discusión a fines<br />
del siglo XIX.<br />
En este contexto, las ci<strong>en</strong>cias sociales latinoamericanas que<br />
emergieron principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la primera mitad del siglo XX fueron<br />
<strong>en</strong>volviéndose <strong>en</strong> estas discusiones, como no podía esperarse m<strong>en</strong>os.<br />
No había pues una “división del trabajo” tan estricta <strong>en</strong>tre las disciplinas,<br />
y las difer<strong>en</strong>tes opiniones podían partir desde filósofos, poetas,<br />
abogados e historiadores. En este s<strong>en</strong>tido, si pret<strong>en</strong>demos mant<strong>en</strong>er las<br />
ci<strong>en</strong>cias sociales d<strong>en</strong>tro de los carriles de las humanidades, t<strong>en</strong>drían<br />
que retomarse algunos elem<strong>en</strong>tos de esta discusión. Particularm<strong>en</strong>te,<br />
las discusiones ocurridas a fines del siglo XIX y comi<strong>en</strong>zos del XX estuvieron<br />
teñidas de política, literatura y filosofía. No obstante, estos<br />
modos de reflexión fueron perdiéndose cuando las especialidades nos<br />
disciplinaron y se dividieron los compartim<strong>en</strong>tos hasta pres<strong>en</strong>tarnos un<br />
mapa que a fines del siglo XX nos ofrece super-especializaciones que a<br />
veces no permit<strong>en</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo que sucede hoy.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, hoy este debate sobre lo indíg<strong>en</strong>a se pres<strong>en</strong>ta de<br />
una manera algo más compleja, pues los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> han resurgido con<br />
voz propia y ya no necesitan de repres<strong>en</strong>tantes o voceros externos a<br />
su sociedad. Son ellos mismos los que hablan ante la sociedad y el Estado,<br />
y tratan de difer<strong>en</strong>ciarse de los indig<strong>en</strong>istas paternalistas. Estos<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> organizados asum<strong>en</strong> un discurso y una ideología que según<br />
algunos autores podría definirse como indianismo (Bonfil, 1981a; Favre,<br />
1998). No obstante, este debate se pres<strong>en</strong>ta con varias similitudes a<br />
la época indig<strong>en</strong>ista, si<strong>en</strong>do una de las más importantes el compon<strong>en</strong>te<br />
político. En este s<strong>en</strong>tido, por un lado quisiera plantear la recuperación<br />
de un contexto de debate inicial o primig<strong>en</strong>io de la cuestión indíg<strong>en</strong>a<br />
formulada por un grupo de p<strong>en</strong>sadores que d<strong>en</strong>ominaré indig<strong>en</strong>istas<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, qui<strong>en</strong>es se expresaron a fines del siglo XIX y comi<strong>en</strong>zos<br />
del XX, y por otro, asociarlos con las discusiones contemporáneas manifestadas<br />
por líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que hoy se han convertido <strong>en</strong> grandes<br />
figuras públicas.<br />
Para iniciar <strong>nuestra</strong> pres<strong>en</strong>tación es necesario marcar algunas<br />
distinciones que nos ayud<strong>en</strong> a compr<strong>en</strong>der este panorama, señalando<br />
que estos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos sobre los indios han t<strong>en</strong>ido una peripecia muy<br />
singular, trazando su itinerario de manera cambiante. Así, <strong>en</strong> el siglo<br />
XIX los p<strong>en</strong>sadores sobre lo indíg<strong>en</strong>a asumieron la autodefinición de<br />
indianismo, pero luego a inicios del XX fueron más conocidos como<br />
12
Ladislao Landa Vásquez<br />
indig<strong>en</strong>istas, y a fines de ese siglo se vuelve a usar nuevam<strong>en</strong>te el <strong>en</strong>unciado<br />
indianismo, pero esta vez asumido como discurso de los mismos<br />
indios. La larga historia de reflexión indig<strong>en</strong>ista es lo sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
conocida como para pres<strong>en</strong>tarla más ampliam<strong>en</strong>te. No obstante, el nuevo<br />
indianismo desarrollado a partir de la década del ses<strong>en</strong>ta requiere<br />
una breve explicación: se trata pues del movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a liderado<br />
por los mismos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que se han expresado ampliam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Bolivia,<br />
Ecuador y México principalm<strong>en</strong>te. A este p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que dirige<br />
tales acciones, hoy conocido como indianismo, debemos difer<strong>en</strong>ciarlo<br />
del antiguo indianismo desarrollado por intelectuales blancos a fines<br />
del siglo XIX –y que continuó de alguna manera hasta después de la<br />
segunda década del siglo XX. Si el indianismo primig<strong>en</strong>io y el indig<strong>en</strong>ismo<br />
del siglo XX fueron reflexiones desarrolladas por los blancos, el<br />
indianismo contemporáneo pret<strong>en</strong>de repres<strong>en</strong>tar el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de los<br />
indios, de sus intelectuales y herederos de los primeros habitantes de<br />
este contin<strong>en</strong>te.<br />
Con estas difer<strong>en</strong>cias señaladas, tal vez deberíamos preguntarnos<br />
ahora: ¿qué podría ofrecernos de nuevo un debate del siglo pasado? ¿Exist<strong>en</strong><br />
difer<strong>en</strong>cias radicales <strong>en</strong>tre p<strong>en</strong>sar como indig<strong>en</strong>ista y como indianista?<br />
Veamos <strong>en</strong>tonces cómo puede contestarse a estos interrogantes.<br />
LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL DESDE EL INDIGENISMO<br />
El indig<strong>en</strong>ismo es una doxa que nos <strong>en</strong>vuelve a qui<strong>en</strong>es discurseamos<br />
sobre los nativos americanos. Discutir, (re)definir o simplem<strong>en</strong>te pasar<br />
revista a las difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>unciaciones acerca del indig<strong>en</strong>ismo es una tarea<br />
casi imposible de agotar, pues sobre esta cuasi disciplina americana<br />
y de americanistas existe una incalculable bibliografía, que nos llevaría<br />
a revisar casi dos siglos de producción de libros, artículos y otras expresiones<br />
relacionadas con el interés a los indios. Sigui<strong>en</strong>do algunas de estas<br />
reflexiones, <strong>en</strong> esta sección me gustaría dar una mirada muy rápida<br />
a algunos tópicos ya tratados, y seguidam<strong>en</strong>te procurar otros ángulos<br />
que tal vez nos puedan dar nuevas ideas sobre este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o. En primer<br />
término pres<strong>en</strong>taré las ideas más comunes que han ido desarrollándose<br />
a este respecto, y <strong>en</strong> un segundo mom<strong>en</strong>to abordaré lo que d<strong>en</strong>ominaría<br />
la verti<strong>en</strong>te de un indig<strong>en</strong>ismo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y primig<strong>en</strong>io.<br />
Para empezar, recordaremos que los estudiosos del indig<strong>en</strong>ismo<br />
han int<strong>en</strong>tado algunas periodificaciones que vale la p<strong>en</strong>a rescatar. Por<br />
ejemplo, el antropólogo Manuel Marzal (1989: 51-53) 1 había realizado<br />
una distinción <strong>en</strong>tre un indig<strong>en</strong>ismo colonial, uno republicano y otro<br />
moderno. Las políticas coloniales, a pesar de la debacle poblacional,<br />
1 Exist<strong>en</strong> otras periodizaciones anteriores del indig<strong>en</strong>ismo como las de Juan Comas (1953),<br />
H<strong>en</strong>ri Favre (1998) y otros que sigu<strong>en</strong> insisti<strong>en</strong>do <strong>en</strong> que debemos ver su génesis desde Colón.<br />
13
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
habrían querido “conservar la ‘nación india como tal’ d<strong>en</strong>tro del ‘reino’<br />
del Perú <strong>en</strong> un régim<strong>en</strong> de libertad protegida”; mi<strong>en</strong>tras que el indig<strong>en</strong>ismo<br />
republicano “pret<strong>en</strong>día ‘asimilar’ al indio, convirtiéndolo <strong>en</strong> un<br />
ciudadano más de una república homogénea”. En cambio, el indig<strong>en</strong>ismo<br />
moderno quiso “‘integrarla’ d<strong>en</strong>tro de la sociedad nacional, pero<br />
respetando sus valores y peculiaridades culturales”.<br />
Si bi<strong>en</strong> es cierto que las políticas indig<strong>en</strong>istas tuvieron su principal<br />
sede <strong>en</strong> México, <strong>en</strong> Perú sin embargo su discusión había tomado<br />
grandes proporciones <strong>en</strong> las tres primeras décadas del siglo XX. Con<br />
mucha razón el indig<strong>en</strong>ista mexicano Moisés Sá<strong>en</strong>z decía <strong>en</strong> 1933:<br />
“probablem<strong>en</strong>te no hay otro país <strong>en</strong> <strong>América</strong> donde la preocupación<br />
por el indio o por las cuestiones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> sea más profunda y más estudiada<br />
que <strong>en</strong> el Perú” (Trujillo, 1993: 54). Hoy se conoce a este período<br />
como la “polémica del indig<strong>en</strong>ismo”, una discusión que se desarrolló<br />
<strong>en</strong>tre 1926 y 1927 (Aquézolo, 1976). Apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, el debate c<strong>en</strong>tral<br />
se realizó <strong>en</strong>tre Luis Alberto Sánchez y José Carlos Mariátegui. No obstante,<br />
observando los docum<strong>en</strong>tos, es pertin<strong>en</strong>te recalcar que se trató<br />
de una polémica con tres cont<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, repres<strong>en</strong>tando la tercera posición<br />
Luis Ángel Escalante (periodista cusqueño que <strong>en</strong> ese <strong>en</strong>tonces era<br />
diputado oficialista <strong>en</strong> el gobierno de Leguía). Sánchez, podríamos señalar,<br />
repres<strong>en</strong>taba el costeñismo agredido por la vorágine indig<strong>en</strong>ista;<br />
Mariátegui, la posición del militante socialista que quería partidarizar<br />
el indig<strong>en</strong>ismo; mi<strong>en</strong>tras que Escalante repres<strong>en</strong>taba a un indig<strong>en</strong>ismo<br />
“puro” y provinciano que reclamaba los derechos históricos de los indios<br />
que los criollos habían negado y desconocían 2 .<br />
Para explicar el surgimi<strong>en</strong>to y desarrollo de esta discusión g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te<br />
se ha recurrido al refer<strong>en</strong>te socioeconómico: es decir, la explicación<br />
estructural ha sido la preferida por varias g<strong>en</strong>eraciones de<br />
analistas del indig<strong>en</strong>ismo. Esta línea de análisis comi<strong>en</strong>za <strong>en</strong> Perú, desde<br />
Mariátegui <strong>en</strong> la década del veinte, y continúa hasta hace muy poco<br />
(Degregori et al., 1978; Lauer, 1997; 1997; Favre, 1998; Kristal, 1991;<br />
Tamayo, 1998). En Ecuador, la mayoría de los estudiosos considera que<br />
2 Para recordar un poco: siempre me llamó la at<strong>en</strong>ción que Luis Alberto Sánchez iniciara<br />
tal polémica reivindicando el criollismo y, por otro lado, m<strong>en</strong>ospreciando la temática del indig<strong>en</strong>ismo<br />
(ver Aquézolo, 1976: 69-100). En realidad, parece que Sánchez temía que el costeñismo<br />
estuviera perdi<strong>en</strong>do terr<strong>en</strong>o por el crecimi<strong>en</strong>to del discurso indig<strong>en</strong>ista. Además,<br />
como bu<strong>en</strong> modernizador, veía muy despectivam<strong>en</strong>te a la comunidad indíg<strong>en</strong>a (“algo de<br />
inaplicable, de absurdo hay <strong>en</strong> el sistema comunitario de <strong>nuestra</strong> sierra”) (Aquézolo, 1976:<br />
96), y por tanto proponía la privatización individual de las tierras comunales. Podríamos<br />
decir hoy que temía el desborde serrano hacia la costa, mucho antes de que José Matos Mar<br />
y otros lo evid<strong>en</strong>ciaran <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta. En suma, podemos decir también que Sánchez<br />
parece haber <strong>en</strong>trado a un debate que apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te no dominaba muy bi<strong>en</strong>, esto es, no<br />
había logrado ver la otra parte del asunto (la que manejaba con mayor amplitud José Ángel<br />
Escalante, por ejemplo), pues su def<strong>en</strong>sa del costeñismo y la modernidad lo llevó a hablar<br />
desde el s<strong>en</strong>tido común y no desde un análisis económico ni cultural más reflexivo.<br />
14
Ladislao Landa Vásquez<br />
la estructura social de dominación y la relación desigual <strong>en</strong>tre la haci<strong>en</strong>da<br />
y el huasipungo fueron una de las causantes de la rebeliones<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que también condujo a reflexiones sobre el indig<strong>en</strong>ismo<br />
(Jaramillo, 1983; Mor<strong>en</strong>o y Figueroa, 1992; Guerrero, 1984;<br />
Rhon, 1978; Ibarra, 1992). De cierta manera el marxismo influyó <strong>en</strong><br />
este tipo de análisis, y sus explicaciones consistían <strong>en</strong> una ilustración de<br />
cómo el desarrollo del capitalismo y la ampliación del mercado interno<br />
(unas veces se dice la modernidad) van afectando a las comunidades<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que se v<strong>en</strong> desplazadas y pierd<strong>en</strong> sus tierras <strong>en</strong> manos de<br />
latifundistas. Consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, algunos grupos (g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te de las<br />
clases medias) inician una serie de discursos y desarrollan ideologías<br />
que también están impregnadas de posiciones indig<strong>en</strong>istas.<br />
En Brasil, la forma de análisis que correspondería a este refer<strong>en</strong>te<br />
estructural es lo que se ha d<strong>en</strong>ominado los fr<strong>en</strong>tes de expansión,<br />
y consiste <strong>en</strong> la explicación de ciclos de avance de la sociedad nacional<br />
que arremet<strong>en</strong> contra las poblaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Gran parte de los estudios<br />
de antropólogos brasileños y brasilianistas ha dedicado esfuerzos<br />
a explicar estas políticas tanto de parte del Estado como de las clases<br />
dominantes que avanzan sobre territorios <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> (Davis y M<strong>en</strong>get,<br />
1981; Ramos, 1998), y <strong>en</strong> los últimos años esto se ha expresado <strong>en</strong> las<br />
constantes críticas al gobierno que construye grandes carreteras y t<strong>en</strong>didos<br />
de cables de electricidad que cruzan territorios <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
La construcción de la nación es otro filón de análisis que explicaría<br />
el interés de los intelectuales por las cuestiones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> (Degregori,<br />
1978; Ibarra, 1992; Ramos, 1998; Souza, 1995). Estas ideas se<br />
pres<strong>en</strong>taron <strong>en</strong> casi todas las épocas y por parte de difer<strong>en</strong>tes analistas,<br />
de manera abierta o implícita; <strong>en</strong> concreto se considera que la marginación<br />
de algunos sectores (<strong>en</strong> este caso los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>) de la sociedad<br />
nacional haría incompleta a tal sociedad. Quizás la inquietud más significativa<br />
de tal incompletitud de la nación, desde un punto de vista netam<strong>en</strong>te<br />
indig<strong>en</strong>ista, pueda resumirse <strong>en</strong> las palabras de Pío Jaramillo<br />
Alvarado, qui<strong>en</strong> <strong>en</strong> 1943 planteaba <strong>en</strong> un congreso indig<strong>en</strong>ista:<br />
¿Existe el indio?... ¿Pero es posible que pueda discutirse la exist<strong>en</strong>cia<br />
del indio? No es del indio como factor étnico lo que se discute, pues su<br />
exist<strong>en</strong>cia es real, y su número <strong>en</strong> toda <strong>América</strong> es de millones... si no,<br />
que, lo que se averigua es... ¿existe el indio <strong>en</strong> el espíritu de las naciones<br />
americanas, o prevalece el espíritu europeo? ¿Es el indio y su mestizaje<br />
con el blanco, con el negro y con el chino, lo que da su tonalidad<br />
a la cultura indoamericana, y <strong>en</strong> qué grado afectan a esa tonalidad<br />
las responsabilidades históricas que ti<strong>en</strong>e <strong>América</strong> <strong>en</strong> la Cultura del<br />
Mundo? Esta es la cuestión. Y la respuesta es afirmativa, <strong>en</strong> forma categórica:<br />
el indio existe... pese a todos los hibridismos de las razas, al<br />
mestizaje de tono más o m<strong>en</strong>os blanco o bronceado, y a los prejuicios<br />
15
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
16<br />
de las nuevas castas sociales que han creado el coloniaje antiguo y la<br />
nueva inmigración europea y asiática (Jaramillo, 1993: 457).<br />
En este s<strong>en</strong>tido, casi todos los planteami<strong>en</strong>tos, tanto de intelectuales<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes como de funcionarios del Estado y gobiernos, al tratar<br />
de explicar sus actitudes fr<strong>en</strong>te a la cuestión indíg<strong>en</strong>a, señalaban la necesidad<br />
de su inclusión al torr<strong>en</strong>te de la nación moderna.<br />
Por otro lado, la definición de la ideología indig<strong>en</strong>ista dep<strong>en</strong>de de<br />
desde dónde se la mire y de la época <strong>en</strong> que se la analice. Si nos acercamos<br />
a su auge institucional, cuando los Institutos Indig<strong>en</strong>istas (<strong>en</strong> la<br />
mayoría de los países americanos de habla castellana, particularm<strong>en</strong>te<br />
desde los años veinte hasta los ses<strong>en</strong>ta) estaban <strong>en</strong> boga, se la consideraba<br />
como la propuesta más importante que el Estado había elaborado<br />
para solucionar la marginación de los indios. Los intelectuales indig<strong>en</strong>istas<br />
que participaban de estas propuestas creían necesaria la superación<br />
ci<strong>en</strong>tífica de los modos de reflexión diletantes de los indianistas que los<br />
precedieron. En cambio, si vemos el indig<strong>en</strong>ismo después de la publicación<br />
del libro De eso que llaman Antropología (1970) <strong>en</strong> México y de la<br />
primera reunión de Barbados (1971), la mirada será otra. Desde aquella<br />
época, pocos quisieron comprometerse con aquella ideología (a no ser<br />
los antiguos funcionarios y los que continuaban <strong>en</strong> aquellas políticas) y,<br />
por el contrario, sobrevino la avalancha de cond<strong>en</strong>as y críticas 3 .<br />
El agotami<strong>en</strong>to del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to indig<strong>en</strong>ista sucedió <strong>en</strong> los años<br />
ses<strong>en</strong>ta. Igual que <strong>en</strong> México, <strong>en</strong> Perú había una s<strong>en</strong>sación de embarazo<br />
o hastío incluso antes de los años ses<strong>en</strong>ta. Aunque sin la virul<strong>en</strong>cia de<br />
los mexicanos, José María Arguedas, por ejemplo, quería sacudirse aquel<br />
epíteto, pues al mom<strong>en</strong>to de escribir uno de sus textos hablaba como de<br />
un pasado que ya no t<strong>en</strong>ía mayor vig<strong>en</strong>cia 4 . Luego de esta etapa, se ha<br />
d<strong>en</strong>ominado neoindig<strong>en</strong>ismo a las reflexiones y discursos <strong>en</strong> pro de los<br />
indios, porque ya estaban forjándose los movimi<strong>en</strong>tos indianistas.<br />
¿Cuál sería <strong>en</strong>tonces una definición de este movimi<strong>en</strong>to ideológico?<br />
Exist<strong>en</strong> al respecto una pléyade de conceptualizaciones que van<br />
desde calificaciones positivas, como “humanistas bi<strong>en</strong> int<strong>en</strong>cionados”,<br />
hasta interesados integracionistas de mano de obra al capitalismo, así<br />
3 Sólo para recordar algunas de las críticas más importantes: para Margarita Nolasco<br />
(1981: 71), indig<strong>en</strong>ismo y antropología aplicada eran la misma cosa <strong>en</strong> México, y se trataba<br />
de un modo colonialista de conocimi<strong>en</strong>to. Bonfil Batalla decía: “la meta del indig<strong>en</strong>ista,<br />
dicha brutalm<strong>en</strong>te, consiste <strong>en</strong> lograr la desaparición del indio” (1981a: 90).<br />
4 “El propio nombre, sobrevivi<strong>en</strong>te aún, de indig<strong>en</strong>ismo, demuestra que, por fin, la población<br />
marginada y la más vasta del país, el indio, que había permanecido durante varios<br />
siglos difer<strong>en</strong>ciada de la criolla y <strong>en</strong> estado de inferioridad y servidumbre, se convierte <strong>en</strong><br />
problema, o mejor, se advierte que constituye un problema, pues se comprueba que no<br />
puede, ni será posible que siga ocupando la posición social que los intereses del régim<strong>en</strong><br />
colonial le habían obligado a ocupar” (Arguedas, 1987: 196).
Ladislao Landa Vásquez<br />
como etnocidas que quisieron eliminar culturas nativas. Algunas definiciones<br />
contemporáneas incluso consideran que son formas de p<strong>en</strong>sar<br />
alterizantes semejantes al ori<strong>en</strong>talismo 5 . También se las asoció con el<br />
populismo, y por supuesto con el nacionalismo. Quisiera proponer <strong>en</strong><br />
esta ocasión que debemos <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der al indig<strong>en</strong>ismo como un movimi<strong>en</strong>to<br />
ideológico formulado por difer<strong>en</strong>tes g<strong>en</strong>eraciones de intelectuales<br />
para expresar la alteridad instituida <strong>en</strong> la colonia y la expansión de<br />
Occid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el mundo: se trata de ideologías y discursos explicativos<br />
que supon<strong>en</strong> razones económicas, presupuestos etnocéntricos y modos<br />
de reflexión <strong>en</strong> función de la nación.<br />
¿UN INDIGENISMO INDEPENDIENTE?<br />
Para explicar estos alcances prefiero explorar ahora otros caminos, tratando<br />
de observar actuaciones concretas de algunos indig<strong>en</strong>istas y rep<strong>en</strong>sar<br />
las difer<strong>en</strong>cias que puedan existir <strong>en</strong>tre una u otra actitud. Una<br />
mirada sobre los análisis respectivos nos hace ver que aún continuamos<br />
con una refer<strong>en</strong>cia constante a un indig<strong>en</strong>ismo oficial, y la mayor parte<br />
de los <strong>en</strong>foques se relacionan con las políticas de Estado. No exist<strong>en</strong><br />
todavía análisis sost<strong>en</strong>idos que discutan con mayor det<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to sobre<br />
los intelectuales indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes que trataron los temas <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> desde<br />
perspectivas más liberales. Prestar un poco más de at<strong>en</strong>ción a estos y<br />
estas activistas e intelectuales podría darnos nuevas luces respecto a<br />
las políticas indig<strong>en</strong>istas, sobre todo si partimos desde conceptos políticos<br />
como el de sociedad civil. En este s<strong>en</strong>tido, la hipótesis básica que<br />
considero <strong>en</strong> este caso consiste <strong>en</strong> señalar que el discurso de los primeros<br />
indig<strong>en</strong>istas fue un claro reto y crítica a la sociedad y al Estado,<br />
una propuesta de construcción de políticas al marg<strong>en</strong> del Estado y sus<br />
gobiernos respectivos. Si bi<strong>en</strong> es cierto que sus discursos recogían las<br />
ideas cívicas de un Estado-nación de tipo liberal, al verse solitarios o rechazados<br />
por la sociedad política optaron por actuar al marg<strong>en</strong> de ellos<br />
e incluso contra ellos. Para desarrollar este planteami<strong>en</strong>to, me referiré<br />
a las figuras de Leolinda Daltro y Dora Mayer, dos mujeres importantes<br />
del quehacer indig<strong>en</strong>ista de Brasil y Perú que pued<strong>en</strong> ayudarnos a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />
este terr<strong>en</strong>o de las políticas sobre lo indíg<strong>en</strong>a.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, el indig<strong>en</strong>ismo no ha sido un terr<strong>en</strong>o sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
explorado para discutir la temática de la sociedad civil <strong>en</strong> su<br />
s<strong>en</strong>tido amplio. Sin embargo, <strong>en</strong> nuestros países, donde lo indíg<strong>en</strong>a es<br />
5 En Brasil específicam<strong>en</strong>te, la profesora Alcida Ramos (1998: 6) ha comparado el indig<strong>en</strong>ismo<br />
con el ori<strong>en</strong>talismo formulado por Edward Said. Es interesante anotar también<br />
que esta profesora considera que el indig<strong>en</strong>ismo no es sólo política del Estado, sino que es<br />
parte de una concepción o percepción de toda la sociedad con respecto al indio. Sería una<br />
especie de s<strong>en</strong>tido común que impregna a toda la sociedad.<br />
17
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
un compon<strong>en</strong>te importante, es pertin<strong>en</strong>te indagar estos ángulos para<br />
compr<strong>en</strong>der la política de la nación. Tal vez explorar la actuación de<br />
ciertos personajes clave que tuvieron un protagonismo <strong>en</strong> la def<strong>en</strong>sa de<br />
los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> nos pueda ayudar a recorrer caminos difer<strong>en</strong>tes. Y esto<br />
puede realizarse a partir de conceptos como el de intelectual orgánico y<br />
sociedad civil. Se trata pues de preguntarse: ¿los p<strong>en</strong>sadores indig<strong>en</strong>istas<br />
deberían ser considerados los intelectuales orgánicos de los indios?<br />
¿Y cuál fue el rol del movimi<strong>en</strong>to indig<strong>en</strong>ista <strong>en</strong> la construcción de la<br />
sociedad civil?<br />
Es importante insistir <strong>en</strong> que se trata de una reflexión descuidada<br />
<strong>en</strong> varios análisis del indig<strong>en</strong>ismo, pues g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se ha dado<br />
mayor at<strong>en</strong>ción a la acción del Estado fr<strong>en</strong>te a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, mi<strong>en</strong>tras<br />
que las actividades indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de hombres y mujeres fr<strong>en</strong>te a los<br />
mismos han sido poco analizadas, y cuando se lo ha hecho, estas fueron<br />
g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te consideradas complem<strong>en</strong>tarias a las del Estado. Si bi<strong>en</strong><br />
es cierto que la acción del Estado es casi apabullante fr<strong>en</strong>te a las opacadas<br />
y casi marginales expresiones de los indig<strong>en</strong>istas sin compromiso<br />
con el Estado, habría que observar con mayor at<strong>en</strong>ción si un punto de<br />
vista <strong>en</strong>focado <strong>en</strong> estos indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes podría ayudarnos a compr<strong>en</strong>der<br />
mejor la historia del indig<strong>en</strong>ismo.<br />
Antes de <strong>en</strong>trar a observar la actuación de las m<strong>en</strong>cionadas activistas,<br />
es importante aclarar que de acuerdo a la época, a este grupo de<br />
amigos del indio que trabajaban de manera indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te corresponde<br />
la autodefinición de indianistas: Leolinda Daltro llamaba “meu indianismo”<br />
a sus acciones fr<strong>en</strong>te a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> brasileños; <strong>en</strong> Perú Pedro<br />
Zul<strong>en</strong> hablaba <strong>en</strong> 1915 de “red<strong>en</strong>ción indiana”. Esto nos indica que se<br />
trata de un período donde la d<strong>en</strong>ominación indig<strong>en</strong>ismo todavía estaba<br />
aus<strong>en</strong>te. Sin embargo, para difer<strong>en</strong>ciarlos del indianismo contemporáneo,<br />
es decir, de las políticas actuales que realizan los mismos indios,<br />
agruparemos a los indianistas de inicios del siglo XX como proto-indig<strong>en</strong>istas,<br />
y simplificado el término, como indig<strong>en</strong>istas.<br />
LEOLINDA DALTRO O LA ACCIÓN SIN PALABRAS<br />
De la brasileña Leolinda de Figueiredo Daltro se conoc<strong>en</strong> mucho más<br />
sus acciones como feminista que su militancia como indig<strong>en</strong>ista “leiga”<br />
(o laica, como gustaba definirse a ella misma). Sin embargo, el interés<br />
mostrado por algunos antropólogos brasileños <strong>en</strong> los últimos años nos<br />
permite saber un poco más sobre esta figura simbólica de la acción civil<br />
brasileña. Los trabajos de Mariza Corrêa (1989) y José Mauro Gagliardi<br />
(1989) han ofrecido algunas semblanzas sobre ella. De todas formas es<br />
bu<strong>en</strong>o señalar que, a pesar de estos trabajos importantes, sigu<strong>en</strong> abiertas<br />
aún algunas incógnitas sobre la vida de esta mujer. Por ejemplo,<br />
no se sabe exactam<strong>en</strong>te cuándo nació. Corrêa (1989: 45) nos recuerda<br />
18
Ladislao Landa Vásquez<br />
solam<strong>en</strong>te que fue natural de Bahía, y “cuando com<strong>en</strong>zó a interesarse<br />
por los indios, <strong>en</strong> 1896, estaba probablem<strong>en</strong>te separada del marido y ya<br />
era madre de cinco hijos”.<br />
El activismo de Leolinda debe dividirse <strong>en</strong> dos fases, tal como<br />
sugiere Corrêa: la primera parte como indig<strong>en</strong>ista, y la segunda como<br />
feminista 6 . Y sobre esta fase indig<strong>en</strong>ista sólo t<strong>en</strong>emos las informaciones<br />
que ella misma dejó <strong>en</strong> forma de un álbum de recortes de periódicos y<br />
testimonios de muchas personas que firmaron <strong>en</strong> dicho texto, así como<br />
cartas que le fueron <strong>en</strong>viadas, discursos y actas de instituciones. Se trata<br />
de un singular texto publicado <strong>en</strong> forma de libro, que ti<strong>en</strong>e el título<br />
Da catechese dos indios no Brasil (noticias e docum<strong>en</strong>tos para a Historia)<br />
y que la misma Leolinda publicó <strong>en</strong> 1920 <strong>en</strong> Río de Janeiro. Este mismo<br />
texto fue analizado por Corrêa y Gagliardi. Tuve la suerte de acceder a<br />
un ejemplar que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la Biblioteca de la Universidad de Brasilia,<br />
que me permite conocer y pres<strong>en</strong>tar una biografía de la militancia<br />
indig<strong>en</strong>ista de Daltro.<br />
¿Cómo <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der a una mujer de fines del siglo XIX, que posiblem<strong>en</strong>te<br />
frisaba los 40 años cuando de pronto decide marchar hacia el planalto<br />
brasileño a “catequizar” indios? Y no se trata de algui<strong>en</strong> que podía<br />
tomar su mochila y proponerse conocer el mundo, sino de una mujer<br />
que t<strong>en</strong>ía cinco hijos y un trabajo fijo <strong>en</strong> Río de Janeiro como “profesora<br />
municipal de la primera escuela de sexo masculino de Barra de Gávea”.<br />
En realidad, la historia de Leolinda Daltro como indig<strong>en</strong>ista comi<strong>en</strong>za<br />
cuando un grupo de nativos xer<strong>en</strong>tes llegaron a Río de Janeiro<br />
para pedir al “Papai Grande” (presid<strong>en</strong>te de Brasil) que les “mande a<br />
proporcionar a la aldea, haci<strong>en</strong>das, herrami<strong>en</strong>tas, armas, etc.” (Daltro,<br />
1920: 2). Este grupo, dirigido por el indíg<strong>en</strong>a Joaquin Sepe Brasil, jefe<br />
de la aldea Provid<strong>en</strong>cia (ubicada <strong>en</strong> una de las márg<strong>en</strong>es del río Tocantins<br />
y hoy correspondi<strong>en</strong>te al estado de Tocantins), cambiaría la vida<br />
tranquila de Leolinda. El capitán Sepe –como fue conocido <strong>en</strong> la pr<strong>en</strong>sa<br />
de Río– y sus acompañantes fueron alojados <strong>en</strong> una delegación policial,<br />
cuyos miembros fueron dilatando la realización de esta anhelada visita<br />
al presid<strong>en</strong>te. Entonces, la pr<strong>en</strong>sa de Río, especialm<strong>en</strong>te el diario D’O<br />
Paiz, inició una serie de reportajes sobre estos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que llegaron a<br />
oídos de Leolinda Daltro; ella decidió, uno de esos días de julio de 1896,<br />
visitar y conocer a estos “verdaderos dueños do Brasil”. El diario D’O<br />
Paiz informó el 17 de julio de 1896:<br />
6 “Sobre su fase ‘feminista’ hay informaciones fugaces, pero que nunca la relacionan con la<br />
primera, la fase ‘indig<strong>en</strong>ista’. Fundadora del Partido Republicano Fem<strong>en</strong>ino <strong>en</strong> 1910, organizó,<br />
<strong>en</strong> 1917, ‘una marcha de 84 mujeres <strong>en</strong> Río de Janeiro. Dos años después fue al Congreso<br />
acompañada por un grupo grande de mujeres para asistir a la votación de un proyecto que<br />
pret<strong>en</strong>día conceder el voto a la mujer, ejerci<strong>en</strong>do por primera vez el mismo tipo de presión<br />
política que sería después adoptado por el movimi<strong>en</strong>to sufragista’” (Corrêa, 1989: 44).<br />
19
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
20<br />
Sepe, Danson-equequá, Decapsicuá, valerosos repres<strong>en</strong>tantes de la<br />
lejana tribu de los cher<strong>en</strong>tes, impresionaron largam<strong>en</strong>te la imaginación<br />
meridional y el alma g<strong>en</strong>erosa de una distinguida profesora<br />
flumin<strong>en</strong>se, D. Leolinda de Figueiredo Daltro. [...] A sus ojos de mujer<br />
de instrucción, espíritu abierto para la fantasía por las lecturas<br />
novelescas de viajes sertanejas por lejanas tierras; la historia de bella<br />
abnegación de Sepe y de sus compañeros atravesando florestas y ríos<br />
para v<strong>en</strong>ir a la capital de Brasil <strong>en</strong> busca de la civilización de su tribu;<br />
la historia de estos simpáticos indios, la organización ejemplar<br />
de su aldea; la dulzura de sus costumbres verdaderam<strong>en</strong>te admirables,<br />
todo, tomó el carácter de una seducción irresistible. Se impuso<br />
como una sugestión fortísima [...] Misionaria que ya era como<br />
maestra de <strong>nuestra</strong> niñez, la profesora Leolinda Daltro quiso tomar<br />
<strong>en</strong> hombros esta otra misión más difícil, aunque más meritoria –la<br />
de ir a las distantes márg<strong>en</strong>es del Tocantins a <strong>en</strong>señar a los niños y<br />
adultos… (Daltro, 1920: 9-10).<br />
Esta “seducción” del mundo indíg<strong>en</strong>a transformó a Daltro de profesora<br />
urbana <strong>en</strong> Río a civilizadora de los indios de Brasil: una transformación<br />
que duró bu<strong>en</strong>a parte de su vida. La decisión de Leolinda fue muy<br />
difícil. Tuvo que dejar a sus hijos y sólo viajar con el mayor de ellos,<br />
Alfredo, de 21 años, que <strong>en</strong> esos mom<strong>en</strong>tos t<strong>en</strong>ía un futuro promisorio,<br />
pues trabajaba ya <strong>en</strong> el servicio de Correos, del que fue despedido 7 .<br />
Ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te Alfredo tuvo que volver a Río para ayudarle desde allí<br />
durante sus más de cuatro años de av<strong>en</strong>tura <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes grupos<br />
étnicos <strong>en</strong> el Brasil c<strong>en</strong>tral.<br />
Inicialm<strong>en</strong>te, ella pidió al gobierno que le dieran un permiso<br />
–hoy diríamos sabático– de sus labores como profesora con goce de<br />
sueldo, y que dos de sus hijos fueran aceptados <strong>en</strong> el Colegio Militar.<br />
Según informa el diario D’O Paiz (Daltro, 1920: 25-27), esta petición<br />
no fue aceptada. A pesar de estos inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes, Leolinda viajó con<br />
los xer<strong>en</strong>tes a San Pablo y de allí partió a cumplir su misión aun sin<br />
apoyo del gobierno 8 . Un grupo de ciudadanos de San Pablo iniciaron<br />
una campaña de recolección de fondos para apoyar la misión de doña<br />
Leolinda. Y fue otra mujer, la Dra. Maria R<strong>en</strong>ote, qui<strong>en</strong> a través de una<br />
carta al diario D’A Platéa donó “cem mil réis” con los que se inició la colecta.<br />
Le siguieron varias personas, y el más empeñoso y <strong>en</strong>tusiasta de<br />
7 A modo de pres<strong>en</strong>tación <strong>en</strong> su álbum, pide perdón a Alfredo (“sufriste y continúas sufri<strong>en</strong>do<br />
por haberme acompañado, como bu<strong>en</strong> hijo, y por haber t<strong>en</strong>ido la veleidad, como<br />
yo, de ser patriota y practicar el bi<strong>en</strong>, perdóname”).<br />
8 Mariza Corrêa señala a este respecto: “la profesora <strong>en</strong>tregó su requerimi<strong>en</strong>to al presid<strong>en</strong>te<br />
de la República, pero por falta de presupuesto lo pospuso. Obt<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do, <strong>en</strong> cambio, una<br />
lic<strong>en</strong>cia para tratami<strong>en</strong>to de salud” (1989: 49).
Ladislao Landa Vásquez<br />
ellos fue el director de la Escuela Mack<strong>en</strong>zi, el norteamericano Horace<br />
Lane, qui<strong>en</strong> manifestaba <strong>en</strong> una carta al m<strong>en</strong>cionado diario:<br />
La civilización de la gran tribu de los Chitows fue debida, casi exclusivam<strong>en</strong>te,<br />
a los esfuerzos y dedicación de una señora, que pasó veinte<br />
años de su vida <strong>en</strong> medio de ellos y gastó una fortuna considerable<br />
[...] Fue también una señora que abrió la primera escuela <strong>en</strong>tre los<br />
Dakota 9 , y que aún reside <strong>en</strong>tre ellos, contribuy<strong>en</strong>do grandem<strong>en</strong>te<br />
para su civilización. [...] Sirvan estos ejemplos de estímulo a la corajosa<br />
D. Leolinda <strong>en</strong> la espinosa, aunque grata y patriótica misión que<br />
va a empr<strong>en</strong>der (Daltro, 1920: 36).<br />
Horace Lane fue de gran ayuda para Leolinda, pues dos de sus hijos, Oscar<br />
y Leobino, quedaron internados <strong>en</strong> la Escuela Mack<strong>en</strong>zi <strong>en</strong> San Pablo<br />
10 . Su relación está testimoniada <strong>en</strong> varias cartas <strong>en</strong>viadas a Leolinda.<br />
Desde octubre de 1896 hasta diciembre del mismo año, D’A Platéa<br />
de San Pablo recibió los donativos que sirvieron para el viaje de Leolinda<br />
bajo la consigna “En pro de los Xer<strong>en</strong>tes” o simplem<strong>en</strong>te “Por los xer<strong>en</strong>tes”.<br />
Fueron donaciones <strong>en</strong> dinero, pero el diario también recogió:<br />
Objetos remitidos: D. Eponina Macedo Soares, diversos objetos para<br />
niños; de los niños José, Roberto y Stella, una caja de lápices de<br />
color y juguetes; de Hel<strong>en</strong>a y Weinsch<strong>en</strong>ck espejos, botones, objetos<br />
de armario y escritorio; de Miguel Mellito & C., objetos que constan<br />
<strong>en</strong> la relación; de un alumno, 1$; del Sr. Antonio de Souza Martins<br />
(Sastrería Martins), una caja con 9 doc<strong>en</strong>as de corbatas; Espinola<br />
Siquiera & C., objetos de escritorio; Block Treves & C. (Au Bom Diable),<br />
una camisa; Salle Loureiro & C., 25 metros de cinta y una capa<br />
para señora; B<strong>en</strong>to Gonçalves Porto (Rey de los Barateros), 6 pelerines<br />
de vidrillo, 15 gorros de lana y seda, un saco y un par de zapatos;<br />
Compañía Industrial de S. Paulo, una resma de papel, 500 sobres, un<br />
paquete de tinta, 50 bolígrafos diversos, 100 lápices, 500 plumas, 12<br />
estuches para dibujo, [...] 10 juguetes diversos y 5 muñecas; Moisés<br />
Barreto de Queiroz, 3 latas de galletas nacionales, una caja de jabón,<br />
200 gramos de clavo, 200 de canela, 200 de m<strong>en</strong>ta, 200 de tapioca,<br />
200 de té, 1 saco de arvejas <strong>en</strong>teras, 250 gramos de pimi<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> grano<br />
y un paquete de chocolate” (Daltro, 1920: 59-60).<br />
Este despr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de la “sociedad civil”, mi<strong>en</strong>tras que el gobierno<br />
hacía la vista gorda, es impresionante. La campaña de D’A Platéa había<br />
9 Esta señora, según el mismo Horace Lane m<strong>en</strong>ciona <strong>en</strong> otra carta a Leolinda (Daltro,<br />
1920: 339), era Suzana Mc Beth.<br />
10 No sabemos de otros dos hijos, así como tampoco de los padres de los niños; los nombres<br />
de todos ellos son Alcina, Alfredo, Oscar, Leobino y Aúrea, a qui<strong>en</strong>es dedica el libro-álbum.<br />
21
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
despertado una inquietud d<strong>en</strong>tro la sociedad “paulistana” fr<strong>en</strong>te a la<br />
posibilidad de resarcir y reivindicar a los “dueños de este país” 11 . Por<br />
lo que se puede percibir, las personas que poco t<strong>en</strong>ían que ver con la<br />
política o las cuestiones de Estado respondieron con amplio espíritu de<br />
compr<strong>en</strong>sión fr<strong>en</strong>te a la solicitud de Daltro y la pr<strong>en</strong>sa que la apoyó.<br />
Por otra parte, exist<strong>en</strong> varias cartas que reflejan las dudas de<br />
Leolinda sobre si iniciar o no su viaje <strong>en</strong> tales condiciones adversas.<br />
Muchos creyeron que sería una locura llevar a cabo esa av<strong>en</strong>tura sin<br />
apoyo del gobierno. No obstante, ella partió a Goiás el 22 de abril de<br />
1897. Las peripecias de su camino están parcialm<strong>en</strong>te testimoniadas <strong>en</strong><br />
notas de saludo y ali<strong>en</strong>to que fue recogi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> su álbum a lo largo de<br />
su recorrido. En este viaje Leolinda sufrió varios percances, pues fue<br />
acusada del robo de unos caballos a pesar de haberlos pagado, problema<br />
que fue aclarado después. Sin embargo, su conflicto mayor fue con<br />
algunos sectores de la iglesia católica, que la consideraban protestante<br />
por haber dejado a sus hijos <strong>en</strong> un colegio inglés. Otro tanto ocurrió<br />
con algunos hac<strong>en</strong>dados que no consideraban apropiada la pres<strong>en</strong>cia<br />
de una mujer, y como hace notar Corrêa (1989: 56), hubo opiniones de<br />
algunos lugareños como esta:<br />
22<br />
moza aún, bonita a valer, capaz de apasionar media doc<strong>en</strong>a de una<br />
sola vez, y se atreve a atravesar estos inhóspitos sertoes [interior],<br />
semi-desnuda, pues el vestido de brim [tejido fuerte] grueso, que mal<br />
le cubre el cuerpo, ya está <strong>en</strong> harapos, los pies hinchados y sangrados<br />
por piedras del camino.<br />
Precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> estas peripecias, casi al final de su excursión, había<br />
logrado contactar a otro héroe del indig<strong>en</strong>ismo brasileño, el futuro marechal<br />
Candido Rondon (<strong>en</strong> ese <strong>en</strong>tonces t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te coronel), que <strong>en</strong> esa<br />
época estaba a cargo de la instalación de las líneas telegráficas. Leolinda,<br />
aunque no pudo conversar con él directam<strong>en</strong>te, se esmera <strong>en</strong> pres<strong>en</strong>tar<br />
esta experi<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> su álbum, pues reproduce un facsímil con la<br />
carta de Rondon y luego la transcribe para que pueda leerse mejor. En<br />
esta carta (notarizada por el Tabellião), Rondon se disculpa por no haber<br />
podido esperarla y la ali<strong>en</strong>ta: “su <strong>en</strong>tusiasmado empeño por la cate-<br />
11 D’A Platéa publica una alocución muy repres<strong>en</strong>tativa del s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de ese mom<strong>en</strong>to:<br />
“el pueblo de S. Paulo tan g<strong>en</strong>eroso, tan grande y tan rico, no dejará por cierto que D.<br />
Leolinda de Figueiredo Daltro se desanime y regrese a Río de Janeiro, ni cons<strong>en</strong>tirá que el<br />
capitán Sepé y sus compañeros continú<strong>en</strong> <strong>en</strong> Uberaba incrédulos fr<strong>en</strong>te a <strong>nuestra</strong> civilización<br />
y de nuestros s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos humanitarios, y sin coraje de volver a sus lugares de donde<br />
partieron prometi<strong>en</strong>do llevar al maestro para sus niños y los instrum<strong>en</strong>tos de trabajo para<br />
los hombres [...] Los paulistas han de mostrar más de una vez que son capaces de grandes<br />
acciones y que no dudarán <strong>en</strong> abrir sus bolsillos para dejar caer un óbolo a favor de la<br />
instrucción y civilización de los cher<strong>en</strong>tes. [...] Una limosna es lo que pedimos, sea ella <strong>en</strong><br />
dinero, víveres, instrum<strong>en</strong>tos agrícolas o ropas” ( ver Daltro, 1920: 42).
Ladislao Landa Vásquez<br />
quesis de los selvícolas es digno de animación, si bi<strong>en</strong> que espero sea el<br />
camino para la delicadeza fem<strong>en</strong>ina [...] Señora, admiro vuestro coraje<br />
y rindo hom<strong>en</strong>aje a vuestra abnegación”. En otro párrafo dice: “Señora,<br />
soñaste con la solución de este problema <strong>en</strong> el sublime regazo de vuestra<br />
alma [...] luz que ha de guiar la raza de nuestros abuelos <strong>en</strong> la s<strong>en</strong>da<br />
de la verdadera civilización” (Daltro, 1920: 321-323) 12 .<br />
La pres<strong>en</strong>cia de Leolinda <strong>en</strong>tre los xer<strong>en</strong>tes también motivó algunas<br />
r<strong>en</strong>cillas con el director de los indios, pues este creía que le iba<br />
a arrebatar su puesto, y t<strong>en</strong>ía alguna razón, ya que los indios querían<br />
que ella lo ocupara. Sin embargo, ella no se mantuvo <strong>en</strong> un solo lugar.<br />
Fr<strong>en</strong>te a las supuestas am<strong>en</strong>azas de algunos curas y del director, cambiaba<br />
de lugar constantem<strong>en</strong>te, ya sea acompañada de xer<strong>en</strong>tes o a veces<br />
solam<strong>en</strong>te con su ayudante negro. Cuando quiso ir a <strong>en</strong>señar a otro<br />
grupo –a los krahó, que habían solicitado su pres<strong>en</strong>cia– sus amigos<br />
xer<strong>en</strong>tes se opusieron, e incluso am<strong>en</strong>azaron con matar a miembros<br />
del otro grupo étnico. Se puede notar que durante la mayor parte de<br />
su av<strong>en</strong>tura Leolinda <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral estuvo trasladándose constantem<strong>en</strong>te<br />
de uno a otro lado, conoci<strong>en</strong>do a difer<strong>en</strong>tes grupos además de los<br />
xer<strong>en</strong>tes, hasta que finalm<strong>en</strong>te decidió volver a Río <strong>en</strong> mayo de 1901.<br />
En total parece haber estado cuatro años y un mes <strong>en</strong>tre varios grupos<br />
de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>: tapirapé, xer<strong>en</strong>te, krahó, javaé, xavante y carajá, a qui<strong>en</strong>es<br />
quiso reunir <strong>en</strong> una colonia que llevaría el nombre de Joaquim<br />
Mortiño (Corrêa, 1989: 58), una especie de sueño utópico de república<br />
indíg<strong>en</strong>a tal como int<strong>en</strong>taron hacer los jesuitas con los guaraníes dosci<strong>en</strong>tos<br />
años antes que Leolinda.<br />
Al sigui<strong>en</strong>te año de haber vuelto Leolinda de las “matas”, <strong>en</strong> 1902,<br />
de nuevo un grupo de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> llegó a Río pidi<strong>en</strong>do esta vez solución<br />
a las constantes invasiones de tierras por parte de faz<strong>en</strong>deiros [terrat<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes].<br />
Según los diarios eran apinages pero Leolinda aclara que <strong>en</strong><br />
ese grupo también había xer<strong>en</strong>tes (uno de ellos ahijado de ella y hermano<br />
del capitán Sepe) y guaraníes; y que esta vez habían v<strong>en</strong>ido también<br />
mujeres. Igualm<strong>en</strong>te fueron alojados <strong>en</strong> la delegación policial, y <strong>en</strong> los<br />
días que siguieron hubo una división <strong>en</strong>tre los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, y una parte<br />
de ellos se marchó. En Río se quedaron por varios años los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
apinages y guaraníes, a qui<strong>en</strong>es Leolinda educó para que se convirtieran<br />
<strong>en</strong> ciudadanos, <strong>en</strong>señándoles geografía, música, francés, y además<br />
tramitando sus docum<strong>en</strong>tos de id<strong>en</strong>tidad para que se convirtieran <strong>en</strong><br />
electores. La docum<strong>en</strong>tación pres<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> su álbum registra precisam<strong>en</strong>te<br />
los docum<strong>en</strong>tos y varias fotos donde se muestran las labores de<br />
<strong>en</strong>señanza de Leolinda <strong>en</strong> su casa de Morro de S. Calos.<br />
12 Aquí debemos señalar que Rondon, al m<strong>en</strong>cionar a los abuelos, se estaba refiri<strong>en</strong>do exactam<strong>en</strong>te<br />
a su condición de desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, pues t<strong>en</strong>ía ancestros <strong>en</strong>tre los Bororo.<br />
23
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
La pres<strong>en</strong>cia de estos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> Río de Janeiro se ext<strong>en</strong>dió<br />
durante casi toda la primera década del siglo XX, pues desde 1902 hasta<br />
el año <strong>en</strong> que finaliza el álbum (1911) ellos fueron los “hijos adoptivos”<br />
de Leolinda: la habían nombrado “Mamae Grande”. El álbum pres<strong>en</strong>ta<br />
varias fotos y algunos docum<strong>en</strong>tos de id<strong>en</strong>tidad donde los indios están<br />
vestidos con terno y vestido urbano de la época –una transformación<br />
completa– y solam<strong>en</strong>te conservaban el pelo largo para ser aceptados <strong>en</strong><br />
sus aldeas cuando volvieran a <strong>en</strong>señar lo que apr<strong>en</strong>dieron. Esta imag<strong>en</strong><br />
transformada de los indios parece haber inspirado a los redactores del<br />
Correio da Noite de esa época para definir a los alumnos de Leolinda<br />
como “los indios del Brasil Elegante”, y la profesora Mariza Corrêa retoma<br />
esta idea para titular su artículo.<br />
Durante este tiempo de conviv<strong>en</strong>cia urbana con los indios, Leolinda<br />
pugnó por conseguir su jubilación de profesora para volver a internarse<br />
<strong>en</strong> tierras <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y civilizar o catequizar a los indios del interior.<br />
Sin embargo, no pudo conseguir tal propósito, y se planteó <strong>en</strong>tonces<br />
publicitar la educación laica, es decir, la participación de civiles <strong>en</strong> la<br />
educación de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Por ese <strong>en</strong>tonces la Iglesia positivista había<br />
logrado un lugar promin<strong>en</strong>te, luego de haberse convertido <strong>en</strong> gobierno<br />
con la proclamación de la república. Esta época fue muy crítica para la<br />
iglesia católica, que había monopolizado desde principios de la colonia<br />
el derecho a catequizar y “transformar el alma indíg<strong>en</strong>a”, como se decía<br />
<strong>en</strong>tonces. Con la pres<strong>en</strong>cia de los positivistas crecieron las críticas a los<br />
métodos de conversión de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> por parte de la iglesia católica.<br />
Leolinda participa activam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> estas críticas, y <strong>en</strong> esta medida su autodefinición<br />
como catequizadora leiga (laica) se torna simbólica.<br />
De otro lado, con la ayuda de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que vivían con ella,<br />
inició otra campaña fr<strong>en</strong>te a los poderes del Estado, participando <strong>en</strong> ceremonias<br />
con autoridades del gobierno, proclamando discursos leídos<br />
por los mismos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, y fundando organizaciones civiles de apoyo<br />
a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. En 1903, al interior del Instituto Histórico y Geográfico,<br />
fundan el Instituto de Protección a los Indíg<strong>en</strong>as Brasileños. Años después,<br />
<strong>en</strong> 1908, ella lidera la fundación de la Asociación de Protección<br />
y Auxilio a los Selvícolas del Brasil. Sin embargo, estas instituciones<br />
no pudieron cuajar por causa de la pres<strong>en</strong>cia de personas que seguían<br />
crey<strong>en</strong>do <strong>en</strong> modalidades educativas religiosas.<br />
Doña Leolinda Daltro es un típico personaje del que puede decirse<br />
que batalló a contracorri<strong>en</strong>te. Su partida a los sertoes (tierras <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>)<br />
<strong>en</strong> 1897 le valió una serie de epítetos, como recuerda bi<strong>en</strong> Corrêa<br />
(1989: 54): “hereje, judía errante, mujer del diablo, hija de Satanás, excomulgada,<br />
loca evadida del hospicio, pie de pato, capa verde”. Hubo<br />
algunos diarios que la apoyaron activam<strong>en</strong>te a lo largo de su militancia<br />
indig<strong>en</strong>ista, pero también hubo otros que la satanizaron frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te.<br />
Ella misma se s<strong>en</strong>tía incompr<strong>en</strong>dida, y a m<strong>en</strong>udo decía que había<br />
24
Ladislao Landa Vásquez<br />
sido traicionada: por el gobierno que no la apoyó <strong>en</strong> un proyecto del<br />
que supuestam<strong>en</strong>te debía participar (la civilización de los indios), y por<br />
algunos amigos que no la apoyaron y la cond<strong>en</strong>aron por abandonar a<br />
sus hijos. Incluso <strong>en</strong> 1910, cuando se funda la Sociedad Protectora de<br />
los Indios (SPI) al interior del Ministerio de Gobierno por iniciativa de<br />
Rondon, ella no fue invitada: el gobierno la había marginado 13 .<br />
Leolinda Daltro o Uassi-Zauré (Estrella del Alba, como habría<br />
sido bautizada por los xer<strong>en</strong>tes), había “descubierto” a lo largo de su<br />
militancia indig<strong>en</strong>ista su asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia indíg<strong>en</strong>a. Según el Jornal do Comercio,<br />
ella parece haber admitido que desc<strong>en</strong>día de los tupinambá por<br />
el lado paterno, y de los timbira por el materno (ver Daltro 1920: 348).<br />
Leolinda repres<strong>en</strong>tó para los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> que la conocieron y escucharon,<br />
así como para los “neo-brasileros” que simpatizaron con ella, la luz que<br />
alumbraría a los “legítimos dueños del país” hacia la civilización modernizadora,<br />
empresa que no fue apoyada por el gobierno brasileño.<br />
Años después, su pasión de mujer luchadora por las conquistas civiles<br />
fue mucho más fuerte. En los años sigui<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>rumbó hacia la causa<br />
de las mujeres, pero lam<strong>en</strong>tablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> 1935 deja de existir por causa<br />
de un accid<strong>en</strong>te de tránsito, dejando una imag<strong>en</strong> asociada con el feminismo<br />
después de su muerte.<br />
DORA MAYER Y LAS FRUSTRACIONES DEL INDIGENISMO<br />
De Dora Mayer exist<strong>en</strong> más datos y obras publicadas. Para conocer su<br />
vida se puede acceder a un texto, Memorias (que fue dictado por ella<br />
misma a una secretaria casi al final de su vida), así como también a<br />
una obra de José B. Adolph, autor de una lindísima novela, Dora, que<br />
la pres<strong>en</strong>ta con bastante sinceridad. Además exist<strong>en</strong> varias semblanzas<br />
cortas hechas por historiadores y especialistas <strong>en</strong> indig<strong>en</strong>ismo. Según<br />
estos docum<strong>en</strong>tos, nació <strong>en</strong> Hamburgo <strong>en</strong> 1868; su padre fue Anatol<br />
Mayer, qui<strong>en</strong> al emigrar a Perú se unió a otra pareja, Matilde, con qui<strong>en</strong><br />
13 En ese <strong>en</strong>tonces, José María Pradez escribió <strong>en</strong> el Jornal do Comercio el 10 de junio<br />
de 1910: “esa falta injustificable no pasó desapercibida a los ojos del público. D. Leolinda<br />
Daltro dejó el hogar, hijas e hijos para, tocada por la influ<strong>en</strong>cia oculta del Urubatão y otros<br />
poderosos espíritus de los selvícolas, internarse <strong>en</strong> las selvas <strong>en</strong> conviv<strong>en</strong>cia con los indios,<br />
durante cinco años, mereci<strong>en</strong>do de ellos el sobr<strong>en</strong>ombre de Estrella d’Alva y la confianza<br />
de traerlos <strong>en</strong> grupos a esta capital para conocer de ‘visu’ <strong>nuestra</strong> civilización, infelizm<strong>en</strong>te<br />
trabajada por la ingratitud y apodrecida por la <strong>en</strong>vidia y codicia de los pot<strong>en</strong>tados [...]<br />
Cristóbal Colon fue víctima del <strong>en</strong>vidioso Hernán Cortes [...] Isabel, la red<strong>en</strong>tora de los<br />
esclavos, fue víctima de los hac<strong>en</strong>dados esclavistas; D. Leolinda Daltro es la víctima de los<br />
jesuitas de casaca azulada por la batina, escarnecidos por la culta Europa y aquí <strong>en</strong>contraron<br />
los poderes públicos bestializados para darles <strong>en</strong>trada libre <strong>en</strong> el país y fascinados por<br />
los capitales que ellos tra<strong>en</strong> para inmediatam<strong>en</strong>te exportarlos c<strong>en</strong>tuplicados, concederles<br />
monopolios por largo plazo; como los de la tracción eléctrica, fuerza y luz y otras píldoras<br />
hábilm<strong>en</strong>te doradas por el Sr. Card<strong>en</strong>al arzobispo” (ver Daltro, 1920: 595-596).<br />
25
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
vivió hasta sus últimos días. En uno de sus viajes a Alemania trajo a<br />
la niña Dora, de cinco años de edad, a vivir con él y con su madrastra<br />
Matilde. La historia de la madre biológica de Dora, que posiblem<strong>en</strong>te<br />
continuó <strong>en</strong> Europa, es obscura y no se sabe mucho de ella.<br />
En esta ocasión, tratando de compr<strong>en</strong>der las militancias indig<strong>en</strong>istas,<br />
abordaremos la vida de Dora como activista de los derechos<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, aunque es pertin<strong>en</strong>te insistir <strong>en</strong> que esta actividad estuvo<br />
ligada fuertem<strong>en</strong>te a la vida de otro indig<strong>en</strong>ista: Pedro Zul<strong>en</strong> 14 . Efectivam<strong>en</strong>te,<br />
el inicio de su militancia por la causa indíg<strong>en</strong>a así como su<br />
acercami<strong>en</strong>to a Pedro Zul<strong>en</strong> se dan paralelam<strong>en</strong>te. Ella misma dice:<br />
26<br />
Yo conocí a Zul<strong>en</strong> el 24 de abril de 1909, con motivo de una discusión<br />
sobre el problema indíg<strong>en</strong>a propuesta por él y las conversaciones organizadas<br />
por el C<strong>en</strong>tro Universitario que funcionaba <strong>en</strong> ese tiempo<br />
<strong>en</strong> la calle del Fano, bajo la presid<strong>en</strong>cia de Oscar Miro Quesada, y<br />
con asist<strong>en</strong>cia de Víctor Andrés Belaunde, los hermanos Alayza y<br />
Paz Soldan, José de la Riva Agüero, Pedro Dulanto y otros. Ahí nació<br />
la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a que estableció un contacto <strong>en</strong>tre Pedro<br />
Zul<strong>en</strong> y yo (Mayer, 1925: 19).<br />
Estas reuniones, constituyeron los preparativos para la fundación de<br />
una de las instituciones indig<strong>en</strong>istas más importantes de inicios del siglo<br />
XX. La Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a apareció el 13 de octubre del mismo<br />
año, según Basadre (1968: 188), si<strong>en</strong>do su secretario Pedro Zul<strong>en</strong>.<br />
Tanto Zul<strong>en</strong> como Dora fueron el alma de la asociación. Entre ambos<br />
se hizo posible la redacción de la revista m<strong>en</strong>sual El Deber Pro-Indíg<strong>en</strong>a<br />
que tuvo exist<strong>en</strong>cia desde 1909 hasta 1915.<br />
En 1911, según relata Mayer (1925: 20), “a los dos años [de haber<br />
conocido a Zul<strong>en</strong>] un mom<strong>en</strong>to que puedo precisar, se me hizo consci<strong>en</strong>te<br />
el haberme <strong>en</strong>amorado de Zul<strong>en</strong>”. En ese <strong>en</strong>tonces él t<strong>en</strong>ía una afección<br />
<strong>en</strong> los pulmones, padecía de una pleuresía, y <strong>en</strong> su lecho de hospital Dora<br />
le declaró su amor. Este sincerami<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> vez de t<strong>en</strong>er un feliz des<strong>en</strong>lace<br />
abrió, por el contrario una serie de problemas. Según cu<strong>en</strong>tan los amigos<br />
de Zul<strong>en</strong>, este no correspondía a los “requerimi<strong>en</strong>tos” de Dora, pues había<br />
una difer<strong>en</strong>cia de edades; Dora misma confiesa: “yo era 22 años mayor a<br />
Zul<strong>en</strong>”. Sin embargo, Dora se propuso ayudar y apoyar a Zul<strong>en</strong> para que<br />
viajara a Estados Unidos para asistir a un curso de posgrado, y le prestó<br />
una considerable suma de dinero. Él aceptó, aunque sin aceptar su amor.<br />
14 Sobre su <strong>en</strong>amorami<strong>en</strong>to con Pedro Zul<strong>en</strong> existe una controversia muy grande <strong>en</strong>tre<br />
los historiadores. Jorge Basadre (1968: 313), que fue amigo de Zul<strong>en</strong>, cree que era una<br />
alucinación de Dora que nunca fue correspondida. Luis E. Valcárcel (1981: 149) dice: “se<br />
hacía llamar Dora Mayer de Zul<strong>en</strong> pese a que nunca estuvo casada con Zul<strong>en</strong>. Ocurría que<br />
estaba muy <strong>en</strong>amorada de él y adoptó su apellido cuando murió. Su caso fue singular <strong>en</strong><br />
una época <strong>en</strong> que a la mujer no se le daba la m<strong>en</strong>or oportunidad”.
Ladislao Landa Vásquez<br />
En mayo de 1916, la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a fue declarada <strong>en</strong> recesión.<br />
Varios testigos de esa época com<strong>en</strong>taban que era por causa de las<br />
“impertin<strong>en</strong>cias” de Dora con Zul<strong>en</strong>, a lo cual ella respondió <strong>en</strong> 1926:<br />
Suponi<strong>en</strong>do que algui<strong>en</strong> me haya culpado de haber truncado la obra<br />
de la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a, por dar pábulo a una pasión egoísta,<br />
puedo contestarle, con ser<strong>en</strong>idad de conci<strong>en</strong>cia que, <strong>en</strong> mi convicción,<br />
matando involuntariam<strong>en</strong>te la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a, he<br />
prolongado siquiera por unos años más, la vida de Pedro S. Zul<strong>en</strong><br />
que era la vida de ella, y hacia su c<strong>en</strong>tro atrajo la mía [...] La fría<br />
razón no t<strong>en</strong>drá nunca su puesto <strong>en</strong> los mom<strong>en</strong>tos creadores, <strong>en</strong> los<br />
meses primaverales de la historia: es el calor del s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to el único<br />
principio destinado a hacer brotar los verdes retoños y blancas flores<br />
de los troncos que parec<strong>en</strong> muertos (Mayer, 1926: 21).<br />
En 1925 Pedro Zul<strong>en</strong> fallece a causa de su <strong>en</strong>fermedad pulmonar. Dora<br />
asiste a su velorio, después de haber int<strong>en</strong>tado durante varios años alcanzar<br />
su amor. Tanto los familiares de Zul<strong>en</strong> como él mismo siempre<br />
le negaron acercarse a su amado.<br />
En este s<strong>en</strong>tido, la militancia indig<strong>en</strong>ista de Dora Mayer es una<br />
historia que ha recorrido vaiv<strong>en</strong>es parecidos a los de la propia historia<br />
peruana. Si pudiéramos trazar fases, debiéramos hacerlo de la sigui<strong>en</strong>te<br />
manera: de 1909 hasta 1916 es la época más importante, donde se<br />
editó con bastante esmero el m<strong>en</strong>suario El Deber Pro-Indíg<strong>en</strong>a, donde<br />
ella produjo una serie de artículos, y también se publicaron boletines<br />
extraordinarios (La historia de las sublevaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de Puno y La<br />
conducta de la Compañía Minera Cerro de Pasco) de d<strong>en</strong>uncia sobre las<br />
agresiones a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> la sierra peruana 15 . De 1916 <strong>en</strong> adelante,<br />
Dora escribe algunos artículos, por ejemplo para Amauta (revista dirigida<br />
por J. C. Mariátegui), y sobre todo produce pequeños libros como<br />
Zul<strong>en</strong> y yo (1925), el Onc<strong>en</strong>io de Leguía (1933) e Indig<strong>en</strong>ismo (1949),<br />
todos ellos relacionados con el análisis de la cuestión indíg<strong>en</strong>a.<br />
En todo este proceso, al parecer Dora nunca tuvo una relación<br />
directa con ningún gobierno, lo cual le permitía hacer duras críticas<br />
tanto a los gobernantes como a varios de los indig<strong>en</strong>istas también. Esto<br />
nos ayudaría a compr<strong>en</strong>der efectivam<strong>en</strong>te los inicios del indig<strong>en</strong>ismo<br />
peruano, de cierta manera asociado con una trágica historia de amor<br />
no correspondido. Tal vez debido a la incompr<strong>en</strong>sión de Zul<strong>en</strong>, los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
peruanos también perdieron a sus caudillos o intelectuales. Aun<br />
así, sus sueños continuaron, unas veces <strong>en</strong> complicidad con algunos in-<br />
15 Para una idea más amplia de la labor periodística de Dora se pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>contrar varios<br />
de sus artículos <strong>en</strong> la compilación de Wilfredo Kapsoli (1980).<br />
27
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
díg<strong>en</strong>as, como aquellos que habían llegado a Lima y conocieron a Dora,<br />
luego de lo cual <strong>nuestra</strong> indig<strong>en</strong>ista puede permitirse estas reflexiones:<br />
28<br />
El domingo 8 del mes actual [1926], hallándome <strong>en</strong> una actuación<br />
<strong>en</strong> el local de las Aliadas, Plazuela de Santa Catalina, tuve la inm<strong>en</strong>sa<br />
satisfacción de escuchar una refer<strong>en</strong>cia hecha por el artesano don<br />
Teodomiro Figueroa, a la obra red<strong>en</strong>tora empr<strong>en</strong>dida por mi esposo<br />
y continuada por mí, y luego se pres<strong>en</strong>taron cuatro indios deseosos<br />
de verme y me saludaron titulándome su Mama Ocllo. S<strong>en</strong>tí, halagada<br />
<strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to, que una idea <strong>en</strong> el exterior respondía a un<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que abrigo <strong>en</strong> el interior: “la mayoría de los pueblos,<br />
he p<strong>en</strong>sado muchas veces, conserva la ley<strong>en</strong>da de un fundador político;<br />
así el Guillermo Tell de Suiza; el Carlo Magno de los germanos;<br />
Guillermo el Conquistador de los británicos; Rómulo y Remo de los<br />
latinos y las grandes religiones ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su Buda, su Confucio, su Cristo,<br />
hombres solitarios o solteros” [...] El Perú posee <strong>en</strong> Manco Capac<br />
y Mama Ocllo el hermoso símbolo de la pareja fundadora, es decir el<br />
símbolo de la perfección social más completa d<strong>en</strong>tro de los moldes<br />
de la vida humana tal como es <strong>en</strong> nuestros tiempos. Ni el hombre<br />
solo, ni la mujer sola, sino una doble individualidad fundida <strong>en</strong> la<br />
maravillosa unidad del complem<strong>en</strong>to (Mayer, 1926: 20).<br />
Sus palabras nos indican que Dora quería una compañía para su misión,<br />
y no partió como Leolinda al sacrificio de atravesar peligros <strong>en</strong> tierras<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, ni caminar hasta que le sangras<strong>en</strong> los pies o <strong>en</strong> harapos sólo<br />
para catequizar indios, sino que más bi<strong>en</strong> sufrió su congoja de amor <strong>en</strong>tre<br />
los indios que llegaban a la ciudad, conservando la memoria de su amor<br />
imposible, a qui<strong>en</strong> guardara fidelidad a pesar de todo. Dora murió el 6 de<br />
julio de 1958 a los 91 años: una niña alemana que primero vivió <strong>en</strong>tre negros<br />
del Callao y que luego <strong>en</strong> la madurez se <strong>en</strong>amoró de un desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />
de chino, y desde allí amó <strong>en</strong>tonces a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> hasta su muerte.<br />
DE LA SOCIEDAD CIVIL AL INDIGENISMO OFICIAL<br />
Como acertadam<strong>en</strong>te dice Norberto Bobbio (1998), el concepto de sociedad<br />
civil que se usa <strong>en</strong> los análisis políticos es de raigambre marxista.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, las reflexiones del marxista italiano Antonio Gramsci<br />
han guiado la mayoría de los debates sobre esta temática. Este manifestaba<br />
que “se pued<strong>en</strong> fijar dos grandes planos superestructurales, el<br />
que se puede llamar ‘sociedad civil’, que está formado por el conjunto<br />
de los organismos vulgarm<strong>en</strong>te llamados ‘privados’, y el de la ‘sociedad<br />
política o Estado’” (Gramsci, 1997: 16) 16 .<br />
16 Bobbio ha insistido <strong>en</strong> otro trabajo (Bobbio y Bovero, 1986) <strong>en</strong> que las ideas de Gramsci<br />
sobre la sociedad civil se difer<strong>en</strong>cian de las que t<strong>en</strong>ían Marx y Engels. Para Gramsci, la socie-
Ladislao Landa Vásquez<br />
De manera g<strong>en</strong>eral, se puede decir también que “<strong>en</strong> la contraposición<br />
Sociedad Civil-Estado, se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de por Sociedad Civil la esfera de<br />
las relaciones <strong>en</strong>tre individuos, <strong>en</strong>tre grupos, <strong>en</strong>tre clases sociales, que<br />
se des<strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong> al marg<strong>en</strong> de las relaciones de poder que caracterizan<br />
las instituciones estatales. En otras palabras, Sociedad Civil es repres<strong>en</strong>tada<br />
como el terr<strong>en</strong>o de los conflictos económicos ideológicos, sociales<br />
y religiosos que el Estado ti<strong>en</strong>e el deber de resolver intervini<strong>en</strong>do como<br />
mediador o suprimiéndolos; como la base de la cual part<strong>en</strong> las exig<strong>en</strong>cias,<br />
las cuales el sistema político está llamado a responder; como el<br />
campo de las varias formas de movilización de las asociaciones y de organizaciones<br />
de las fuerzas sociales que empujan la conquista del poder<br />
político” (Bobbio, 1998: 1.210). El mismo Bobbio aclara también que<br />
“Sociedad Civil y Estado no son dos <strong>en</strong>tidades sin relación <strong>en</strong>tre sí, pues<br />
<strong>en</strong>tre uno y otro existe un continuo relacionami<strong>en</strong>to” (Bobbio, 1998).<br />
Hoy, con la difusión del discurso posmoderno y la proliferación<br />
de los nuevos movimi<strong>en</strong>tos sociales, este concepto –sociedad civil– se<br />
ha puesto de moda y sirve como una muletilla aplicable a cualquier acción,<br />
sobre todo asumi<strong>en</strong>do una posición ambigua para oponerse tanto<br />
al Estado como a los antiguos movimi<strong>en</strong>tos 17 . Es preciso señalar que las<br />
distinciones <strong>en</strong>tre sociedad civil y Estado, tal como se aplican aquí, son<br />
básicam<strong>en</strong>te analíticas. Sirv<strong>en</strong> para explicar los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os políticos,<br />
tal como Gramsci sugirió <strong>en</strong> sus Cuadernos de la Cárcel. En este s<strong>en</strong>tido<br />
nos servimos de ellas para explicar las acciones políticas de un grupo<br />
de personas y asociaciones que actuaron <strong>en</strong> pro de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> principalm<strong>en</strong>te<br />
a comi<strong>en</strong>zos del siglo XX.<br />
Estos conceptos nos deberían ayudar a determinar cuán cerca o<br />
cuán lejos estaban estos movimi<strong>en</strong>tos de las políticas del Estado, cómo<br />
se complem<strong>en</strong>taban o se oponían a los gobiernos, qué intereses de grupo<br />
repres<strong>en</strong>taban, y sobre todo qué esperaban que hicieran la sociedad<br />
<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y el Estado <strong>en</strong> particular <strong>en</strong> pro de los pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
Entonces, para conocer un poco más sobre esta época, demos una breve<br />
mirada a otros movimi<strong>en</strong>tos y personajes a fin de compr<strong>en</strong>der mejor<br />
la actuación de estos indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de los países que estamos<br />
analizando.<br />
dad civil estaría compr<strong>en</strong>dida <strong>en</strong> la superestructura, mi<strong>en</strong>tras que para los dos intelectuales<br />
alemanes la sociedad civil estaría constituida <strong>en</strong> la base o infraestructura (donde se dan las<br />
relaciones sociales). Para una historia más minuciosa de aquellos conceptos (incluso desde<br />
épocas del Iluminismo), los textos citados del mismo Bobbio son bastante esclarecedores.<br />
17 Las propuestas de nuevos movimi<strong>en</strong>tos sociales fueron criticadas por Alberto Melucci<br />
y Mario Diani (1998). Y, sobre la crítica de los usos contemporáneos del concepto sociedad<br />
civil, se puede leer el texto “Nationalism and Civil Society: Democracy, Diversity<br />
and Self-Determination” de Craig Calhoun (1994); y también un panfleto irónico publicado<br />
<strong>en</strong> Internet <strong>en</strong> México, “La fundadora de la sociedad civil”, 25 de junio de 2000, <strong>en</strong><br />
.<br />
29
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
En sus Ensayos sobre Indig<strong>en</strong>ismo, Juan Comas (1953) ha recogido<br />
información de la actuación de un movimi<strong>en</strong>to más o m<strong>en</strong>os amplio<br />
de ciertos “amigos” de los indios <strong>en</strong> México. Aunque algunos de estos<br />
personajes fueron miembros activos del Estado (como el gobernador de<br />
Chihuahua, Enrique C. Creel, que promulgara una ley para los tarahumara<br />
<strong>en</strong> 1906), también actuaron al marg<strong>en</strong> del Estado. Tal es el caso<br />
de la Sociedad Indianista Mexicana, impulsada por el Lic. Francisco<br />
Belmar <strong>en</strong> 1910, <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>a efervesc<strong>en</strong>cia de la revolución. Belmar escribió<br />
una carta dirigida a difer<strong>en</strong>tes personalidades de la política y<br />
miembros promin<strong>en</strong>tes de la sociedad <strong>en</strong> la que comunicaba su deseo<br />
de organizar “el estudio de <strong>nuestra</strong>s razas <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y procurar su evolución”,<br />
si<strong>en</strong>do aceptado y apoyado incluso por el <strong>en</strong>tonces presid<strong>en</strong>te.<br />
Sin embargo, de acuerdo a los acontecimi<strong>en</strong>tos políticos, <strong>en</strong> 1913 esta<br />
sociedad tuvo que retroceder.<br />
30<br />
Trata de adquirir carácter más práctico, más realista, acercándose<br />
a los verdaderos problemas de mejorami<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a, insinuando<br />
la necesidad de eliminar de su s<strong>en</strong>o a qui<strong>en</strong>es “son <strong>en</strong>emigos de la<br />
raza indíg<strong>en</strong>a”; y procurando, por otra parte, no aunar lazos excesivam<strong>en</strong>te<br />
estrechos con el Gobierno a fin de t<strong>en</strong>er libertad de crítica<br />
y c<strong>en</strong>sura <strong>en</strong> los problemas que se “relacion<strong>en</strong> con la raza indíg<strong>en</strong>a”<br />
(Comas, 1953: 79).<br />
En México, <strong>en</strong>tonces, el indig<strong>en</strong>ismo (<strong>en</strong> la acepción indianista de esa época)<br />
tuvo iniciativas particulares, aunque muchos de sus miembros eran<br />
parte del sistema estatal. Quizás se pueda afirmar que se trataba de la iniciativa<br />
de personalidades públicas antes que estrictam<strong>en</strong>te estatales.<br />
En Brasil, a inicios del siglo XX, aparte de la profesora Leolinda<br />
Daltro, también existieron otros indig<strong>en</strong>istas importantes. Por ejemplo,<br />
Albert Vojtech Fric, del Museo Etnográfico de Berlín, que llegado a Brasil<br />
int<strong>en</strong>tó trabajar con los xokl<strong>en</strong>g y fue partícipe de la Liga Patriótica<br />
para Catequese dos Selvícolas (fundada <strong>en</strong> <strong>en</strong>ero de 1907 <strong>en</strong> Florianópolis).<br />
Este indig<strong>en</strong>ista realizó varias d<strong>en</strong>uncias importantes sobre la<br />
agresión contra las poblaciones nativas, sobre todo <strong>en</strong> el XVI Congreso<br />
Internacional de Americanistas <strong>en</strong> Vi<strong>en</strong>a (1908). Sin embargo, a raíz de<br />
las maniobras de los hac<strong>en</strong>dados de esa región, fue susp<strong>en</strong>dido de su<br />
trabajo y del apoyo de la Embajada Alemana (Gagliardi, 1989: 64-71).<br />
Igualm<strong>en</strong>te, Luis Bu<strong>en</strong>o Horta Barbosa, desde el C<strong>en</strong>tro de Ciências,<br />
Letras e Artes, también fundó la Comissão Protetora da Defesa e Civilização<br />
dos Índios, cuya dirección asumió, proponi<strong>en</strong>do un programa<br />
concreto fr<strong>en</strong>te a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
En Perú, aparte de la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a fundada por Pedro<br />
Zul<strong>en</strong>, Dora Mayer y Joaquín Capelo, debemos considerar a toda<br />
esta serie de <strong>en</strong>sayistas que difundieron ideas de apoyo y reivindicación<br />
a la “raza” indíg<strong>en</strong>a. Debemos com<strong>en</strong>zar, según Tamayo (1998), con
Ladislao Landa Vásquez<br />
Pío B<strong>en</strong>igno Meza, Juan Bustamante Dueñas, Clorinda Matto, Manuel<br />
González Prada, los miembros del indig<strong>en</strong>ismo cusqueño y el puneño,<br />
así como Mariátegui y Haya de la Torre (Francke, 1978; Valderrama,<br />
1978; Alfajeme y Valderrama, 1978). A todos ellos debemos compr<strong>en</strong>derlos<br />
<strong>en</strong> esta militancia indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te que cubre cerca de un siglo de<br />
activismo intermit<strong>en</strong>te (1867-1930).<br />
En Bolivia, sociedad <strong>en</strong> la que se conoce m<strong>en</strong>os sobre el activismo<br />
indig<strong>en</strong>ista indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, dos de los personajes importantes serían<br />
Franz Tamayo y Alcides Arguedas (con difer<strong>en</strong>cias ideológicas), que a<br />
inicios de siglo impulsaron un discurso indig<strong>en</strong>ista. Mi<strong>en</strong>tras que Tamayo<br />
era un def<strong>en</strong>sor más abierto de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, Arguedas parece<br />
haber t<strong>en</strong>ido ambigüedades y hasta d<strong>en</strong>ostaciones contra la “raza indíg<strong>en</strong>a”<br />
(ver Tamayo, 1998: 34-37).<br />
En Ecuador, la figura principal fue Pío Jaramillo Alvarado. Sus<br />
reflexiones sobre la cuestión indíg<strong>en</strong>a se inician <strong>en</strong> la década del veinte,<br />
si<strong>en</strong>do su primer libro El Indio Ecuatoriano (primera edición <strong>en</strong> 1922),<br />
que escribió muchos años antes de la reunión de Patzcuaro (1940) y antes<br />
de ser director del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Ecuatoriano (IIE). No obstante,<br />
debemos m<strong>en</strong>cionar también a Víctor Gabriel Garcés, sociólogo<br />
cofundador del IIE, que también reflexionó sobre cuestiones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
y participó <strong>en</strong> la fundación del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Interamericano <strong>en</strong><br />
México. Tratando de compr<strong>en</strong>der de una manera amplia el indig<strong>en</strong>ismo,<br />
tal vez deberíamos incluir el activismo de la Federación Ecuatoriana<br />
de Indios (FEI), que fue ori<strong>en</strong>tada por la izquierda y tuvo una clara<br />
expresión autonomista e indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te. En este s<strong>en</strong>tido, militantes<br />
comunistas como María Luisa Gómez de la Torre, que propiciaron las<br />
organizaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> Cayambe, deb<strong>en</strong> ser considerados como<br />
indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />
Como podemos apreciar, las acciones de este grupo de indig<strong>en</strong>istas<br />
supon<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes reflexiones “sociológicas”, y las acciones de def<strong>en</strong>sa<br />
que se han producido <strong>en</strong> nuestros países latinoamericanos fr<strong>en</strong>te<br />
a los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> son realizadas por organizaciones de carácter<br />
privado, o personales, que pued<strong>en</strong> definirse claram<strong>en</strong>te como un indig<strong>en</strong>ismo<br />
de la sociedad civil cuyo trayecto cubre más de un siglo:<br />
empezando por Pío B<strong>en</strong>igno Mesa (Perú) y pasando por Leolinda Daltro<br />
(Brasil), Francisco Belmar (México), Franz Tamayo (Bolivia) y Pío<br />
Jaramillo Alvarado (Ecuador), todos ellos iniciaron sus batallas <strong>en</strong> pro<br />
de los indios como indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />
Y retomando la experi<strong>en</strong>cia de Leolinda Daltro, que me parece la<br />
más simbólica, las palabras de uno de sus m<strong>en</strong>tores, Horace Lane, nos<br />
recuerdan que algunas acciones de lo que podemos d<strong>en</strong>ominar la sociedad<br />
civil de ese <strong>en</strong>tonces se construy<strong>en</strong> gracias a empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos de<br />
estas personas particulares, es decir, “los primeros y más b<strong>en</strong>éficos movimi<strong>en</strong>tos<br />
<strong>en</strong> pro de la civilización de los indios norteamericanos fueron<br />
31
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
de iniciativa particular” (Daltro, 1920: 36). Esta pres<strong>en</strong>cia de una sociedad<br />
civil es más evid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el testimonio de Lour<strong>en</strong>zo Guedes da Silva<br />
(comerciante viajante), que <strong>en</strong> 1897 escribe <strong>en</strong> el álbum de Leolinda:<br />
32<br />
Es verdad que antes de D. Leolinda hubo un Anchieta, un padre Antonio<br />
Vieira, etc.; pero esos misioneros eran hombres, no t<strong>en</strong>ían familia,<br />
pert<strong>en</strong>ecían a una religión, a una ord<strong>en</strong> que los socorría, que<br />
los amparaba y, además de eso, eran pagados –bi<strong>en</strong> pagados– por<br />
los gobiernos. Iban recom<strong>en</strong>dados, bi<strong>en</strong> acompañados y protegidos.<br />
Sus hechos no se pued<strong>en</strong> comparar con la espontaneidad de esta<br />
mujer –profesora pública, jov<strong>en</strong>, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, ilustrada, con una fe<br />
de oficio honrosa y brillante– abandonando su hogar, sus hijitos, sus<br />
pari<strong>en</strong>tes, la sociedad –donde era reconocida y feliz y donde contaba<br />
con amigos verdaderos y emin<strong>en</strong>tes (Daltro, 1920: 111).<br />
En este s<strong>en</strong>tido, el sacrificio de Leolinda es muy emblemático para compr<strong>en</strong>der<br />
esta idea de sociedad civil; de allí podemos formarnos la idea<br />
de militancia que existía <strong>en</strong> esa época. Efectivam<strong>en</strong>te, si comparamos<br />
con otro tipo de experi<strong>en</strong>cias, como la de los comunistas, podremos<br />
advertir las semejanzas. Los comunistas siempre dieron esa imag<strong>en</strong> de<br />
despr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to que a veces rayaba <strong>en</strong> el extremo de marginar a sus<br />
familias y <strong>en</strong>tregar sus vidas <strong>en</strong> aras de la realización de sus utopías.<br />
Hoy, de acuerdo a los criterios de un discurso posmoderno y hedonista,<br />
la acción de doña Leolinda y la de los comunistas sería inconcebible y<br />
rechazada por este afán de involucrarse <strong>en</strong> estas actividades de ayuda y<br />
protección a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> o los desposeídos.<br />
Esta comparación es vital para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der las distancias del accionar<br />
del gobierno fr<strong>en</strong>te a los ciudadanos comunes. Si se compr<strong>en</strong>de que<br />
las acciones de los Aparatos Ideológicos del Estado (como diría Louis<br />
Althusser) y la hegemonía conciern<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te a los gobiernos y<br />
al Estado fr<strong>en</strong>te a la sociedad, tratando de dominar e internalizar una<br />
ideología, el indig<strong>en</strong>ismo, por el contrario, se movía <strong>en</strong> algunos casos<br />
como una contracorri<strong>en</strong>te liberal. En efecto, <strong>en</strong> nuestro caso, tratar de<br />
compr<strong>en</strong>der las acciones de Leolinda significa t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que sus<br />
iniciativas partían desde otros ángulos, desde lo que estamos d<strong>en</strong>ominando<br />
sociedad civil. Consideramos que esta indig<strong>en</strong>ista brasileña, con<br />
sus actitudes, int<strong>en</strong>taba cubrir aquel vacío que el Estado había dejado<br />
<strong>en</strong> la construcción de la nación. Es decir, algunos indig<strong>en</strong>istas pret<strong>en</strong>dían<br />
contribuir a la construcción de una nación desde sus propias perspectivas,<br />
difer<strong>en</strong>tes de las de los gobernantes que no habían logrado<br />
realizar la integración de la sociedad; por tanto, ideologías como las<br />
sost<strong>en</strong>idas por Daltro, Mayer y otros indig<strong>en</strong>istas, levantaron ciertas<br />
banderas para esta construcción inacabada, y <strong>en</strong> ese proceso <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taron<br />
al Estado. Y <strong>en</strong> este caso, Leolinda, junto con el grupo que la<br />
apoyó <strong>en</strong> su viaje a la aldea de los xer<strong>en</strong>tes, abrió con su acción una
Ladislao Landa Vásquez<br />
grieta para la compr<strong>en</strong>sión del Estado y la nación, cuyos gobernantes<br />
no t<strong>en</strong>ían una política clara fr<strong>en</strong>te a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y, por el contrario,<br />
mant<strong>en</strong>ían una actitud indifer<strong>en</strong>te, dejándolos <strong>en</strong> las márg<strong>en</strong>es para<br />
que no perturbas<strong>en</strong> el propio modelo de desarrollo del Estado del “café<br />
con leche”, como defin<strong>en</strong> a este período los historiadores brasileños<br />
(refiriéndose a la alianza de los cafetaleros paulistas con los ganaderos<br />
de Minas Gerais).<br />
Entonces, ¿eran estos indig<strong>en</strong>istas de la sociedad civil los intelectuales<br />
orgánicos de los indios? Para responder a esta pregunta debemos<br />
recordar la definición de Antonio Gramsci sobre los intelectuales; él<br />
dice: “el punto c<strong>en</strong>tral de la cuestión es la distinción <strong>en</strong>tre los intereses<br />
como categoría orgánica de cada grupo social fundam<strong>en</strong>tal y los intelectuales<br />
como categoría tradicional; distinción de la que surge toda<br />
una serie de problemas y posibles investigaciones históricas” (Gramsci,<br />
1997: 19). Para Gramsci, el intelectual funcional es el que aparece junto<br />
con la clase social, el que corresponde directam<strong>en</strong>te a los intereses del<br />
grupo social de donde provi<strong>en</strong>e; mi<strong>en</strong>tras que el tradicional es aquel que<br />
a lo largo de mucho tiempo manti<strong>en</strong>e su posición de p<strong>en</strong>sador, como<br />
por ejemplo el grupo de los sacerdotes, qui<strong>en</strong>es g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te estuvieron<br />
al servicio de la aristocracia.<br />
Tratándose de una discusión sobre indig<strong>en</strong>ismo, habría que p<strong>en</strong>sar<br />
<strong>en</strong> la posibilidad de que los indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, como Daltro,<br />
Mayer y otros, puedan haberse ubicado d<strong>en</strong>tro de la gama de intelectuales<br />
orgánicos funcionales de los movimi<strong>en</strong>tos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> o simplem<strong>en</strong>te<br />
de los indios, aunque no pert<strong>en</strong>ecieran a ellos por orig<strong>en</strong> (no<br />
debemos olvidar que Gramsci estaba planteando su propuesta d<strong>en</strong>tro<br />
de esquemas clasistas). En este caso, no se trata pues de que los grupos<br />
rurales o selvícolas (<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, por supuesto) hayan g<strong>en</strong>erado sus propios<br />
intelectuales para iniciar su def<strong>en</strong>sa, sino que obviam<strong>en</strong>te aparec<strong>en</strong><br />
estas “voluntarias” que se compromet<strong>en</strong> profundam<strong>en</strong>te con la causa<br />
de la “raza indíg<strong>en</strong>a” (un grupo que es <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido no solam<strong>en</strong>te como<br />
grupo cultural sino también según su relación social d<strong>en</strong>tro de la sociedad).<br />
De acuerdo con esta visión, podemos decir que estos indig<strong>en</strong>istas<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dían claram<strong>en</strong>te que la subordinación de los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> se<br />
debía a su marginación, y de lo que se trataba era de su integración de<br />
acuerdo con los esquemas de la modernidad, como trabajadores. Entonces,<br />
es posible afirmar que las indig<strong>en</strong>istas que se comprometieron<br />
con la causa indíg<strong>en</strong>a estaban int<strong>en</strong>tando resolver la integración de un<br />
grupo social marginado de la nación, pero que, sin embargo, esta iniciativa<br />
red<strong>en</strong>cionista nacía desde un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de clase media que t<strong>en</strong>ía<br />
su propia perspectiva de modernidad, que se difer<strong>en</strong>ciaba de aquella<br />
que llevaba a cabo el gobierno o, mejor dicho, de aquellas que el gobierno<br />
impedía al evitar o posponer la integración de sectores de la<br />
sociedad a la nación; los y las indig<strong>en</strong>istas consideraban que había que<br />
33
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
apresurar la pres<strong>en</strong>cia de estos sectores <strong>en</strong> la sociedad nacional, bajo<br />
perspectivas difer<strong>en</strong>tes a las de los gobiernos oligárquicos.<br />
¿Y cómo lograr aquella integración? La educación fue el leit motiv<br />
más importante. La acción de Leolinda Daltro estuvo c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong><br />
crear escuelas <strong>en</strong>tre las aldeas <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, y al no lograrlo se dedicó a<br />
educar a unos pocos apinages y guaraníes <strong>en</strong> Río de Janeiro que simbolizarían<br />
su alternativa. Por su lado, <strong>en</strong> Perú, un indig<strong>en</strong>ista como<br />
Joaquín Capelo, miembro de la Asociación Pro-Indíg<strong>en</strong>a, decía <strong>en</strong> 1914:<br />
“<strong>en</strong> el Perú, un indio es un paria y nada más [...] Al paria no se le educa,<br />
antes se liberta, se le vuelve a la condición de hombre. Esa es la primera<br />
educación que necesita” (Kapsoli, 1980: 76-77). Es posible que los<br />
indig<strong>en</strong>istas (indianistas de esos tiempos) estuvieran int<strong>en</strong>tando abrir<br />
paso a uno de los elem<strong>en</strong>tos fundam<strong>en</strong>tales de la modernidad (uno de<br />
los Aparatos Ideológicos del Estado, diríamos con Althusser): la educación.<br />
Y esto quiere decir que la visión de estos militantes consistía <strong>en</strong><br />
inculcar que la sociedad debería abrir los ojos a esa incompletitud <strong>en</strong><br />
que vivía, que la sociedad moderna era imposible sin la participación de<br />
todos sus miembros. En este s<strong>en</strong>tido, la educación no correspondía sólo<br />
a los indios (los marginados históricam<strong>en</strong>te) sino también a los que se<br />
consideraban miembros “natos” (la oligarquía y las clases medias) de<br />
tal sociedad, pues una nación sólo de “natos” era incompleta; había que<br />
incluir a todos.<br />
Sin desconocer la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de estos intelectuales a las clases<br />
medias –o, como dirían los marxistas, miembros de la pequeña burguesía–,<br />
tampoco debemos descuidar el ejercicio de reflexión que podían<br />
haber ofrecido <strong>en</strong> ese <strong>en</strong>tonces desde su propia situación. No basta descubrir<br />
su pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de clase sino que también es necesario observar<br />
sus posibles salidas universalistas, <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de ideales puram<strong>en</strong>te<br />
liberales que les permitían una crítica al Estado y la sociedad reinantes<br />
<strong>en</strong> esa época. Tal vez debamos admitir con Edward Said que “decirle<br />
la verdad al poder no es un idealismo [...] es sopesar cuidadosam<strong>en</strong>te<br />
las alternativas, escoger la correcta, y luego exponerla intelig<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
donde pueda hacer el máximo bi<strong>en</strong> y provocar el cambio adecuado”<br />
(1996: 108); y esto parece haber ocurrido con estas activistas. Quién<br />
sabe, si no hubieran existido aquellos discursos –a veces un tanto estrid<strong>en</strong>tes,<br />
y que causaban malestar <strong>en</strong> las clases dominantes y g<strong>en</strong>eraban<br />
burlas desde el poder–, los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> simplem<strong>en</strong>te hubieran sido arrasados<br />
sin siquiera m<strong>en</strong>cionar un ápice de sus id<strong>en</strong>tidades. No olvidemos<br />
que muchos elem<strong>en</strong>tos creados o recreados por los indig<strong>en</strong>istas son aún<br />
utilizados por los indianistas de hoy, como veremos más adelante.<br />
Debemos <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der, <strong>en</strong>tonces, que al utilizar <strong>en</strong> este caso el concepto<br />
de sociedad civil, estamos planteando que se trata de un modo de<br />
p<strong>en</strong>sar de una g<strong>en</strong>eración que consideraba que la sociedad debería ser<br />
construida de manera armónica y permitir que sus difer<strong>en</strong>tes miem-<br />
34
Ladislao Landa Vásquez<br />
bros participaran de manera libre e igualitaria. Sin embargo, este grupo<br />
descubre o evid<strong>en</strong>cia que existe un sector considerado como los “dueños<br />
originales del país” (indios) que no estaban invitados a tal conviv<strong>en</strong>cia<br />
<strong>en</strong> el Estado-nación, y por lo tanto inician una lucha fr<strong>en</strong>te al Estado y<br />
la sociedad nacional para que sean incluidos. No se trata de una posición<br />
de ruptura fr<strong>en</strong>te al Estado, sino básicam<strong>en</strong>te de ampliación de la<br />
sociedad civil (<strong>en</strong> su s<strong>en</strong>tido más lato).<br />
Así, los indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, sin desconocer el papel del<br />
Estado moderno, <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taban a los gobiernos exist<strong>en</strong>tes utilizando los<br />
resquicios que la civilidad les ofrecía, luchando contra las formas de<br />
gobierno que se as<strong>en</strong>taban <strong>en</strong> el derecho natural. La lucha indig<strong>en</strong>ista es<br />
partícipe de una batalla por ampliar la sociedad civil, <strong>en</strong> tanto partícipe<br />
de la modernización del Estado, y una de sus banderas principales fue<br />
la educación: indios educados eran sinónimo de civilización. Entonces,<br />
no podemos decir que el desarrollo de la ideología indig<strong>en</strong>ista fue una<br />
política que quiso destruir al Estado (como sería el caso del marxismo y<br />
el anarquismo), sino que más bi<strong>en</strong> quiso afianzar la sociedad civil contra<br />
la indifer<strong>en</strong>cia del Estado y la intolerancia de las clases dominantes.<br />
Estas indig<strong>en</strong>istas, por ejemplo, propugnaban que los estadosnación<br />
incompletos debían ampliar sus espacios para su realización<br />
liberal; eran partidarias, como diría Norberto Bobbio (Bobbio y Bovero,1986:<br />
98) de una “concepción de Estado como mom<strong>en</strong>to positivo de<br />
desarrollo histórico, como solución perman<strong>en</strong>te y necesaria de los conflictos<br />
que <strong>en</strong>volvían a los hombres <strong>en</strong> la lucha cotidiana por la propia<br />
conservación, como salida del hombre del vi<strong>en</strong>tre de la naturaleza (para<br />
usar una célebre expresión kantiana) a fin de <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> una sociedad<br />
guiada por la razón”. Entonces, debemos p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> estas fracturas de<br />
la civilidad que se observan a partir de la actuación de estas mujeres y<br />
hombres que desafiaron la ins<strong>en</strong>sibilidad del Estado fr<strong>en</strong>te a una población<br />
que debería ser considerada parte de la nación. Estas ideas indig<strong>en</strong>istas<br />
permitían albergar ideas liberales que la sociedad <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y el<br />
Estado <strong>en</strong> particular no consideraban.<br />
La oligarquía dominante era reacia a la pres<strong>en</strong>cia de varios sectores<br />
que el país albergaba (<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, negros e inmigrantes); fr<strong>en</strong>te a esta<br />
negativa, fueron las clases medias las que destacaron la pres<strong>en</strong>cia de<br />
estos aus<strong>en</strong>tes, y forjaron una especie de bandera para la compr<strong>en</strong>sión<br />
de una formación completa de la sociedad nacional. La civilización sólo<br />
era posible, según la perspectiva de este grupo de indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes,<br />
considerando a uno de los bastiones de la nación, los indios. En<br />
Brasil, este empuje posiblem<strong>en</strong>te permitió, años después, la aparición<br />
de un Gilberto Freire con su teoría populista de la conviv<strong>en</strong>cia de las<br />
tres razas como compon<strong>en</strong>te de la nación. Y <strong>en</strong> Perú favoreció la integración<br />
de un conting<strong>en</strong>te de indig<strong>en</strong>istas <strong>en</strong> el gobierno de Leguía, que<br />
elaboraron algunas leyes <strong>en</strong> pro de las comunidades <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
35
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
EL TRÁNSITO DEL INDIGENISMO HACIA EL ESTADO<br />
Sin embargo, este movimi<strong>en</strong>to de indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes fue cancelado o absorbido<br />
por el Estado y las clases dominantes con los cambios y reacomodami<strong>en</strong>tos<br />
que ocurrieron <strong>en</strong> las tres primeras décadas del siglo XX.<br />
Este indig<strong>en</strong>ismo floreci<strong>en</strong>te tuvo que transitar hacia el indig<strong>en</strong>ismo<br />
oficial y participar de políticas trazadas básicam<strong>en</strong>te por el Instituto Indig<strong>en</strong>ista<br />
Interamericano, pero que también obedecían a las realidades<br />
políticas de sus propios países. La transición del indig<strong>en</strong>ismo de la sociedad<br />
civil hacia el oficial fue así de brusca, y ti<strong>en</strong>e muchas semejanzas<br />
<strong>en</strong>tre México, Perú y Brasil.<br />
En Perú, liquidada la rica discusión de los indig<strong>en</strong>istas indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes,<br />
la absorción se inicia <strong>en</strong> el gobierno de Leguía <strong>en</strong>tre 1920 y<br />
1930; más adelante, luego de un período de sil<strong>en</strong>cio (1930-1945), sólo<br />
aparece académicam<strong>en</strong>te con la fundación del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Peruano<br />
(1946) y la fundación de la Escuela de Etnología <strong>en</strong> la Universidad<br />
de San Marcos (bajo las pautas del culturalismo norteamericano).<br />
Este indig<strong>en</strong>ismo oficial <strong>en</strong> realidad es inocuo (si lo comparamos con<br />
el indig<strong>en</strong>ismo de la sociedad civil de las tres primeras décadas del siglo<br />
XX); diríamos que hizo lo que pudo sin contradecir al poder. Los<br />
indig<strong>en</strong>istas que sobrevivieron aprovecharon ciertas v<strong>en</strong>tajas de sus<br />
cargos (Ministerio de Educación, Museo de Antropología y Arqueología,<br />
Universidad, Casa de la Cultura) para organizar y controlar ciertas<br />
expresiones artísticas y programas de antropología aplicada, pero ya no<br />
tuvieron el ímpetu de los activistas de inicios de siglo.<br />
El indig<strong>en</strong>ismo brasileño también ti<strong>en</strong>e su transición definida. La<br />
fundación de la SPI (1910) hace posible esta inflexión que marca la época<br />
que va de los indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, como Daltro, Fric y Horta Barbosa, a la<br />
pres<strong>en</strong>cia hegemónica del Estado –sin duda, la transición brasileña es<br />
más temprana que la mexicana, la peruana y la ecuatoriana. En Brasil,<br />
desde aquella época, parece que no surgió ningún grupo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />
que pret<strong>en</strong>da def<strong>en</strong>der o repres<strong>en</strong>tar a los indios, a no ser años después<br />
cuando algunos antropólogos (como es normal) inician sus investigaciones<br />
<strong>en</strong> este país y apoyan los movimi<strong>en</strong>tos de los mismos indios. El<br />
mariscal Cándido Rondon se convirtió, desde 1910 hasta su muerte <strong>en</strong><br />
1958, <strong>en</strong> el indig<strong>en</strong>ista por excel<strong>en</strong>cia, y su indig<strong>en</strong>ismo siempre estuvo<br />
del lado oficial; fue fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te parte de la sociedad política,<br />
pues su actividad como militar y luego como presid<strong>en</strong>te de la SPI no<br />
podía dejarle marg<strong>en</strong> para que se expresara indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te o para<br />
pert<strong>en</strong>ecer a la sociedad civil; su proyecto indig<strong>en</strong>ista nunca estuvo al<br />
marg<strong>en</strong> de los intereses del Estado, aunque posiblem<strong>en</strong>te difiriera con<br />
algunos sectores de gobierno e intereses de clases. En ese s<strong>en</strong>tido, los<br />
def<strong>en</strong>sores de Rondon han calificado su labor indig<strong>en</strong>ista como altam<strong>en</strong>te<br />
positiva; su lema tantas veces repetido, Morrer se preciso for, ma-<br />
36
Ladislao Landa Vásquez<br />
tar nunca, habría sido el de un humanista que compr<strong>en</strong>dió la cultura<br />
indíg<strong>en</strong>a, aunque esta floreciera sólo a partir del Estado. El profesor<br />
Cardoso de Oliveira, por su lado, ha calificado la actitud de Rondon<br />
como “idealista”, fundam<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> el positivismo comtiano.<br />
En Perú, Ecuador y Bolivia, sin duda, la fundación de los institutos<br />
indig<strong>en</strong>istas es el marco de oficialización del indig<strong>en</strong>ismo. Sin<br />
embargo, es importante señalar que <strong>en</strong> Ecuador (el IIE se funda <strong>en</strong><br />
1942), Pío Jaramillo y los miembros del IIE parec<strong>en</strong> haber actuado con<br />
cierta autonomía (con un perfil más bajo), tratando de cumplir con sus<br />
labores como miembros de una institución oficial, pero <strong>en</strong> relación con<br />
los organismos internacionales, ya que los institutos indig<strong>en</strong>istas formalm<strong>en</strong>te<br />
fueron y son miembros de la UNESCO y la OIT.<br />
Volvi<strong>en</strong>do la at<strong>en</strong>ción a Perú, el indig<strong>en</strong>ista peruano Luis E. Valcárcel<br />
es quizás el ejemplo más importante de este tránsito por el activismo<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te que luego pasa a participar de las políticas del<br />
Estado. Veamos cómo él mismo evalúa esta transformación:<br />
De haber sido una corri<strong>en</strong>te de d<strong>en</strong>uncia y crítica, y después de haber<br />
anunciado la “indig<strong>en</strong>ización” del Perú, el indig<strong>en</strong>ismo se convertía<br />
ahora <strong>en</strong> una escuela de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to. Nosotros no habíamos<br />
buscado el cambio total, sino la valoración y el respeto hacia la cultura<br />
indíg<strong>en</strong>a. A pesar de que desaparecieron las condiciones para la<br />
d<strong>en</strong>uncia y la propaganda a favor de los indios, quedó vivo el s<strong>en</strong>tido<br />
es<strong>en</strong>cial: la conservación de los valores culturales autóctonos (Valcárcel,<br />
1981: 325).<br />
Y de allí considera que:<br />
De esa manera, desde la etnología fue vertebrándose el nuevo indig<strong>en</strong>ismo.<br />
Con las jóv<strong>en</strong>es disciplinas éste asumió un carácter ci<strong>en</strong>tífico<br />
y práctico, pues las opiniones de los etnólogos com<strong>en</strong>zaron a ser<br />
consideradas como la condición previa para cualquier plan destinado<br />
a mejorar las condiciones de vida de la población aborig<strong>en</strong>. La<br />
perspectiva indig<strong>en</strong>ista se incorporó a los fines del desarrollo a partir<br />
de 1946 con la fundación del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Peruano, organismo<br />
dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del Ministerio de Justicia y Trabajo. En proyectos<br />
desarrollados <strong>en</strong> varios puntos del país –Puno, Tambopata, Cusco,<br />
etc.– los etnólogos egresados de San Marcos colaboraron con los<br />
técnicos del Estado dándoles a sus apreciaciones un <strong>en</strong>foque ci<strong>en</strong>tífico<br />
social. El Instituto Indig<strong>en</strong>ista Peruano, del que fui su primer<br />
director, se fundó <strong>en</strong> 1946 sigui<strong>en</strong>do las directivas de la Conv<strong>en</strong>ción<br />
Indig<strong>en</strong>ista de Patzcuaro de 1940, <strong>en</strong> la que se recom<strong>en</strong>dó la formación<br />
de este tipo de organismos. Su objetivo no era simplem<strong>en</strong>te la<br />
investigación sobre aspectos relacionados con la población indíg<strong>en</strong>a,<br />
sino que <strong>en</strong>tre sus funciones incluía asesorar al gobierno <strong>en</strong> las<br />
37
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
38<br />
disposiciones administrativas que de alguna manera afectaran a las<br />
poblaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y proponer medidas que contribuyeran a su<br />
bi<strong>en</strong>estar (Valcárcel, 1981: 368-369).<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, después de que el Estado absorbe estas voces indig<strong>en</strong>istas,<br />
<strong>en</strong> realidad existe un vaivén de varias de estas figuras <strong>en</strong>tre la<br />
indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y la participación <strong>en</strong> la burocracia del Estado. Aparte<br />
de Valcárcel, <strong>en</strong> Perú José María Arguedas repres<strong>en</strong>ta también una figura<br />
indig<strong>en</strong>ista, pues su actuación <strong>en</strong>tre la población indíg<strong>en</strong>a inmigrante<br />
<strong>en</strong> Lima, apoyando y ori<strong>en</strong>tando <strong>en</strong> el folclore, podría definirse<br />
como indig<strong>en</strong>ismo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, aunque también su labor como funcionario<br />
<strong>en</strong> el Museo de la Cultura correspondería a su condición de<br />
partícipe de un indig<strong>en</strong>ismo oficial. En realidad, muchos indig<strong>en</strong>istas,<br />
g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te artistas, aquellos que Mirko Lauer (1997) definiría como<br />
Indig<strong>en</strong>ismo-2, se mantuvieron de alguna manera al marg<strong>en</strong> del Estado<br />
aunque estuvieran <strong>en</strong> la academia.<br />
De modo parecido, Darcy Ribeiro, <strong>en</strong> Brasil, fue primero miembro<br />
de la SPI (aún <strong>en</strong> tiempos de Rondon) para retirarse años después<br />
y, <strong>en</strong> la década del och<strong>en</strong>ta, pasar a apoyar al movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a<br />
levantando la figura del líder indíg<strong>en</strong>a Mario Juruna.<br />
En este s<strong>en</strong>tido, si consideramos la trayectoria de varios antropólogos,<br />
debemos concluir que no sólo <strong>en</strong> México la antropología fue<br />
sinónimo de indig<strong>en</strong>ismo. En Sudamérica también exist<strong>en</strong> esos tránsitos<br />
de funcionarios de las instituciones indig<strong>en</strong>istas a indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes,<br />
y viceversa. Y tampoco debemos olvidar que fueron los mismos antropólogos<br />
qui<strong>en</strong>es iniciaron su autocrítica y apoyaron más que nadie el<br />
surgimi<strong>en</strong>to del movimi<strong>en</strong>to indianista que hoy florece.<br />
¿Hasta qué punto se puede considerar que la oficialización del<br />
indig<strong>en</strong>ismo relega (para no decir algo más drástico: traiciona) estos<br />
ideales de las clases medias emerg<strong>en</strong>tes? Algunos estudios sugier<strong>en</strong> que<br />
este retroceso del discurso (muchas veces bastante radical, como <strong>en</strong> el<br />
caso peruano) fue causado por la derrota de las clases populares <strong>en</strong> los<br />
años treinta (con el retorno de la oligarquía <strong>en</strong> Perú, y el asc<strong>en</strong>so del Estado<br />
Novo de Getulio Vargas <strong>en</strong> Brasil, así como también con el triunfo<br />
del Movimi<strong>en</strong>to Nacionalista Revolucionario de Bolivia). Estas clases,<br />
al haber perdido su indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, ya no podían expresarse abiertam<strong>en</strong>te,<br />
sino acomodarse a los vaiv<strong>en</strong>es de los gobiernos que utilizaban<br />
el discurso indig<strong>en</strong>ista (como elem<strong>en</strong>to del nacionalismo) <strong>en</strong> función de<br />
obt<strong>en</strong>er apoyo para sus políticas.<br />
De esta manera, cuando se analiza el discurso indig<strong>en</strong>ista, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te<br />
se lo id<strong>en</strong>tifica principalm<strong>en</strong>te con las acciones del Estado que<br />
absorbió y tal vez distorsionó aquellos discursos liberales primig<strong>en</strong>ios.<br />
En México esta trayectoria es mucho más evid<strong>en</strong>te. Cuando los autores<br />
de De eso que llaman Antropología (1970) realizaron el balance del
Ladislao Landa Vásquez<br />
indig<strong>en</strong>ismo, el c<strong>en</strong>tro de análisis estuvo <strong>en</strong> las acciones del Estado; de<br />
allí la imag<strong>en</strong> del indig<strong>en</strong>ismo como si estuviera conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> acciones<br />
puram<strong>en</strong>te estatales, sin considerar que los indig<strong>en</strong>ismos anteriores<br />
(aun <strong>en</strong> sus expresiones indianistas) correspondían posiblem<strong>en</strong>te a<br />
otras lógicas que no necesariam<strong>en</strong>te estaban contrapuestas a algunas<br />
concepciones de la modernidad, y por tanto podían pres<strong>en</strong>tar ángulos<br />
distintos de compr<strong>en</strong>sión y realización de políticas indig<strong>en</strong>istas.<br />
En este s<strong>en</strong>tido, si consideramos que la construcción del Estadonación<br />
<strong>en</strong> algunos países de <strong>América</strong> Latina fue un campo de batalla<br />
<strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes grupos sociales, el triunfo de una oligarquía que retomó<br />
las ri<strong>en</strong>das –luego del interregno de inicios del siglo XX– marginó<br />
y eliminó a varios otros sectores de la sociedad nacional, recreando<br />
su sociedad <strong>en</strong> un reducido esquema que solam<strong>en</strong>te consideró a unos<br />
cuantos hac<strong>en</strong>dados, comerciantes e incipi<strong>en</strong>tes sectores industriales, y<br />
relegó a otros sectores a los márg<strong>en</strong>es de aquella construcción.<br />
Para finalizar esta parte, diremos que los intelectuales descriptos<br />
como clases medias <strong>en</strong> los estudios históricos de inicios del siglo XX<br />
fueron los que com<strong>en</strong>zaron una batalla para integrarse y procuraron<br />
decir sus verdades, pero al <strong>en</strong>unciar dicho discurso int<strong>en</strong>taron repres<strong>en</strong>tar<br />
a toda la sociedad. Esto es lo que, d<strong>en</strong>tro de la reflexión marxista,<br />
Gramsci explicaba brillantem<strong>en</strong>te como la acción de la hegemonía y el<br />
bloque histórico. Así, <strong>en</strong> términos del resquebrajami<strong>en</strong>to de la hegemonía<br />
oligárquica, el indianismo-indig<strong>en</strong>ista repres<strong>en</strong>tó una posición que<br />
pret<strong>en</strong>día recoger la voz de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, puesto que la consideraba un<br />
compon<strong>en</strong>te es<strong>en</strong>cial de la nación. En este s<strong>en</strong>tido, si los observamos<br />
<strong>en</strong> su proceso histórico, debemos compr<strong>en</strong>der que el indig<strong>en</strong>ismo de la<br />
sociedad civil o los indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes perdieron una batalla y nunca más<br />
pudieron recuperarse hasta el adv<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de un nuevo discurso que<br />
también retoma parámetros similares, ahora <strong>en</strong> la forma de indianismo.<br />
Un proceso que emerge a principios del siglo XX, primero desarrollándose<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te y luego participando del discurso de<br />
un nuevo modelo de sociedad civil que muy poco ti<strong>en</strong>e que ver con la<br />
indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y mucho con la t<strong>en</strong>tación del poder estatal.<br />
EL DISCURSO DEL INDIANISMO<br />
Hemos pres<strong>en</strong>tado un modo de reflexión sobre la cuestión indíg<strong>en</strong>a a<br />
fines del siglo XIX y comi<strong>en</strong>zos del XX, donde un grupo de personajes<br />
planteó la necesidad de construir la nación desde un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to liberal,<br />
tratando de poner <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro del debate la inclusión de la población<br />
nativa. No obstante, la discusión ha continuado a lo largo del siglo XX<br />
expresándose de varias maneras, si<strong>en</strong>do una de las más importantes<br />
el discurso de los mismos indios. Efectivam<strong>en</strong>te, el auge de los movimi<strong>en</strong>tos<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> contemporáneos <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina nos ha permiti-<br />
39
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
do observar una brumosa red ideológica que ha sido d<strong>en</strong>ominada indianismo,<br />
pan-indianismo o simplem<strong>en</strong>te p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político indio.<br />
Aunque no existe cons<strong>en</strong>so sobre una definición de la ideología indianista,<br />
algunos de sus estudiosos han descripto y mostrado ciertas clasificaciones<br />
que nos permit<strong>en</strong> distinguir sus variantes, así como delinear<br />
algunas nociones sobre este tema. Esta ideología indianista surge, <strong>en</strong>tre<br />
otros aspectos, contra el indig<strong>en</strong>ismo que hemos pres<strong>en</strong>tado anteriorm<strong>en</strong>te,<br />
pues sus cultores se caracterizan por construir un discurso <strong>en</strong><br />
oposición a una tradición que, según sus def<strong>en</strong>sores, no permitía la<br />
emerg<strong>en</strong>cia de un sujeto político que hablase por sí mismo: los indios.<br />
En algunos espacios es bastante conocido el argum<strong>en</strong>to crítico<br />
de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y antropólogos señala que el indig<strong>en</strong>ismo es (y fue) un discurso<br />
de los sectores dominantes (blancos, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te) que negaron<br />
a los indios la posibilidad de expresarse por sí mismos. Por otro lado,<br />
los pocos def<strong>en</strong>sores del indig<strong>en</strong>ismo que aún quedaban seguían sost<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do<br />
–<strong>en</strong> el mejor de los casos– que su objetivo siempre había sido<br />
def<strong>en</strong>der y reivindicar a los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> (Aguirre Beltrán, 1993;<br />
Gomes, 1988). Fr<strong>en</strong>te a esta discusión política e ideológica, y para permitir<br />
la subsist<strong>en</strong>cia de los pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, el indianismo (de los<br />
indios) habría surgido como un discurso de los propios <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> para<br />
su propia liberación. En realidad, el indianismo practicado por los líderes<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> contemporáneos es un discurso que int<strong>en</strong>ta desahecrse<br />
de cualquier par<strong>en</strong>tesco con otros p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y ha int<strong>en</strong>tado crecer<br />
precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> esta era de la difer<strong>en</strong>cia.<br />
Varios antropólogos <strong>en</strong> estos últimos cuar<strong>en</strong>ta años han ido<br />
alineándose con estas críticas al indig<strong>en</strong>ismo, afirmando que fue una<br />
política g<strong>en</strong>ocida que trató de desaparecer a los pueblos indios. Este<br />
discurso, por otro lado, fue posible también gracias a que los propios<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> fueron incluyéndose, con gran <strong>en</strong>tusiasmo, <strong>en</strong> el conting<strong>en</strong>te<br />
de los nuevos movimi<strong>en</strong>tos sociales que se apoyan <strong>en</strong> la difer<strong>en</strong>cia. Entonces,<br />
un bu<strong>en</strong> número de intelectuales progresistas y ci<strong>en</strong>tíficos sociales<br />
de alguna manera ha apoyado al indianismo, porque se considera<br />
que es una alternativa adecuada y políticam<strong>en</strong>te correcta. No obstante,<br />
al aceptar esta def<strong>en</strong>sa irrestricta de la causa indíg<strong>en</strong>a, fuimos reacios a<br />
rep<strong>en</strong>sar que, además de las fronteras g<strong>en</strong>eracionales o evolutivas <strong>en</strong>tre<br />
uno y otro p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, también pudiera haber ciertas transposiciones<br />
de conceptos o nociones respecto de las definiciones de la cuestión indíg<strong>en</strong>a.<br />
Poco hemos p<strong>en</strong>sado <strong>en</strong> la posibilidad de la exist<strong>en</strong>cia de lazos de<br />
par<strong>en</strong>tesco más sost<strong>en</strong>idos <strong>en</strong>tre el indig<strong>en</strong>ismo y el indianismo, pues<br />
sólo se registraron las supuestas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre ellos. Sin embargo,<br />
no debemos concluir de allí que no existan efectivam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>cias<br />
<strong>en</strong>tre uno y otro discurso. Estas exist<strong>en</strong>, por supuesto.<br />
Con respecto a esta temática, es posible hallar propuestas teóricas<br />
así como análisis bastante desarrollados, ya que <strong>en</strong> cada país exis-<br />
40
Ladislao Landa Vásquez<br />
te abundante material que nos permite percibir semejanzas y problemas<br />
comunes, copias de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos u olas políticas que <strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong><br />
a <strong>América</strong> Latina. Pero es bu<strong>en</strong>o detectar también algunas particularidades<br />
<strong>en</strong> la formación discursiva de estos movimi<strong>en</strong>tos teóricos que<br />
trabajan con la temática indíg<strong>en</strong>a, tanto desde la visión de los académicos<br />
como de los mismos líderes y teóricos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. En esta parte trataré<br />
de mostrar, precisam<strong>en</strong>te, algunos lineami<strong>en</strong>tos de discusión que<br />
contribuyan a un análisis de lo que puede d<strong>en</strong>ominarse una ideología<br />
indianista, lo cual significaría dar una mirada g<strong>en</strong>eral a las definiciones<br />
y conceptualizaciones que desde difer<strong>en</strong>tes reflexiones académicas y<br />
políticas han contribuido con esta temática.<br />
Estos contextos de <strong>en</strong>unciación del indianismo podríamos observarlos,<br />
por ejemplo, desde los autores reales de estos discursos. Podemos<br />
<strong>en</strong>contrar, <strong>en</strong>tonces, hasta cuatro <strong>en</strong>unciantes del indianismo: 1) los indios,<br />
2) los teóricos indios, 3) los indig<strong>en</strong>istas radicales, y 4) los antropólogos<br />
indianistas. No todas las reflexiones de estos grupos defi<strong>en</strong>d<strong>en</strong> o<br />
teorizan la actuación política indianista de manera directa; <strong>en</strong> realidad,<br />
se trata de discursos que podrían juntarse a partir de <strong>en</strong>unciados comunes<br />
que <strong>en</strong> algunas de sus líneas se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran y se amalgaman.<br />
EL INDIANISMO ENUNCIADO: LA PALABRA DEL INDIO<br />
Aunque los varios <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y las mutuas visitas <strong>en</strong>tre líderes<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de diversos países latinoamericanos han pres<strong>en</strong>tado una<br />
voluntad manifiesta de un espíritu común de los pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, no<br />
existe un discurso doctrinario unificado, pues <strong>en</strong> cada país los líderes<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> ti<strong>en</strong><strong>en</strong> sus propias reflexiones. Hace pocos años, el 9 de abril<br />
de 2001, un nuevo Manifiesto de los aymara planteaba:<br />
Nosotros los aymara-qhichwas somos habitantes mil<strong>en</strong>arios de este<br />
territorio llamado Qullasuyu, hemos nacido a la vida con raíces profundas<br />
<strong>en</strong> este contin<strong>en</strong>te americano, del vi<strong>en</strong>tre fecundo de <strong>nuestra</strong><br />
Pachamama [...] Con mucho respeto y <strong>en</strong> armonía con la naturaleza<br />
nuestros ancestros han desarrollado <strong>nuestra</strong> propia filosofía de vida,<br />
<strong>nuestra</strong> ci<strong>en</strong>cia y tecnología, <strong>nuestra</strong> espiritualidad. Durante mil<strong>en</strong>ios<br />
hemos sabido cultivar la vida <strong>en</strong> abundancia, sin explotar ni dañar<br />
a la naturaleza ni a <strong>nuestra</strong> comunidad (Acta de Reconstitución<br />
de la Nación Aymara-Qhichwa. Manifiesto de Jach’ak’achi, 2001: 2).<br />
En México, el movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a también ti<strong>en</strong>e una definición sobre<br />
su propio accionar político, señalando que:<br />
indianismo podría llamarse a la fuerza organizativa y plural de organizaciones<br />
sociales <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, que buscan resolver los seculares<br />
problemas de t<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de la tierra y obt<strong>en</strong>er el reconocimi<strong>en</strong>to legal,<br />
institucional y social a los derechos colectivos de los pueblos indí-<br />
41
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
42<br />
g<strong>en</strong>as, como son la libre determinación, la autonomía indíg<strong>en</strong>a, los<br />
sistemas normativos propios, las formas de gobierno y de estructura<br />
social, la planeación y aplicación de recursos públicos, etc., todo ello<br />
a partir de investigación y acción autogestionaria (Congreso Nacional<br />
Indíg<strong>en</strong>a, 1997).<br />
Sin embargo, el discurso más emblemático sobre una politicidad indianista<br />
ha sido manifestado <strong>en</strong> Ollantaytambo, Cusco, <strong>en</strong> 1980, <strong>en</strong><br />
ocasión de la fundación del Consejo Indio Sudamericano (CISA), cuyo<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to es postulado como Ideología y Filosofía Indianista:<br />
Que el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to cósmico de la vida y del mundo que nos rodea, es<br />
la base sustantiva para compr<strong>en</strong>der la IDEOLOGÍA INDIANISTA, la<br />
cual significa: ord<strong>en</strong> <strong>en</strong> constante movimi<strong>en</strong>to y la armónica sucesión<br />
de opuestos que se complem<strong>en</strong>tan. Que, la IDEOLOGÍA INDIANISTA<br />
como el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del mismo Indio, de la naturaleza y del universo,<br />
es la búsqueda, el re<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro y la id<strong>en</strong>tificación con nuestro<br />
glorioso pasado, como base para tomar <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong>s manos la decisión<br />
del destino de los pueblos indios; Que, el INDIANISMO se nutre<br />
<strong>en</strong> la concepción colectivista y comunitarista de <strong>nuestra</strong> civilización<br />
tawantinsuyana, basada <strong>en</strong> la filosofía del bi<strong>en</strong>estar igualitario; Que<br />
la concepción ci<strong>en</strong>tífica india, define al hombre como parte integrante<br />
del cosmos y como factor de equilibrio <strong>en</strong>tre la naturaleza y el<br />
universo, ya que de ello dep<strong>en</strong>de el desarrollo de su vida creadora <strong>en</strong><br />
la tierra (Estatuto CISA, 1980: 1 y 2, mayúsculas <strong>en</strong> el original).<br />
Quizás Guillermo Bonfil Batalla haya sido el primer sistematizador de<br />
estos discursos indianistas cuando publicó su libro Utopía y Revolución.<br />
El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de los indios de <strong>América</strong> Latina,<br />
<strong>en</strong> 1981 18 , una de las compilaciones más completas de los discursos<br />
de varios grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de <strong>América</strong> Latina que se realizaron hasta<br />
1980. A partir de este libro se ha destacado que el movimi<strong>en</strong>to indianista<br />
surge <strong>en</strong> la década del set<strong>en</strong>ta, con discursos y manifiestos elaborados<br />
por líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de varios países latinoamericanos. Se considera<br />
que fue <strong>en</strong> esta época cuando apareció un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to indio singular,<br />
superando el paternalismo de los indig<strong>en</strong>istas que dominaron casi la<br />
mayor parte del siglo XX. En la introducción al m<strong>en</strong>cionado libro, Bonfil<br />
resume: “la definición básica del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político indio está <strong>en</strong><br />
su oposición a la civilización occid<strong>en</strong>tal. El fundam<strong>en</strong>to que legitima<br />
un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to propio no occid<strong>en</strong>tal es la continuidad histórica del<br />
18 Bonfil Batalla nuevam<strong>en</strong>te pres<strong>en</strong>tó estas ideas <strong>en</strong> diciembre de 1987 <strong>en</strong> el 1º Simposio<br />
Iberoamericano de Estudios Indig<strong>en</strong>istas, <strong>en</strong> Sevilla, publicadas <strong>en</strong> Indianismo e Indig<strong>en</strong>ismo<br />
<strong>en</strong> <strong>América</strong>, compilado por José Alcina Franch (1990a).
Ladislao Landa Vásquez<br />
pueblo indio” (Bonfil, 1981b: 192). Agregando después que “<strong>en</strong> <strong>América</strong><br />
existe una sola civilización” (Bonfil, 1981b: 193).<br />
Originalm<strong>en</strong>te, cuando <strong>en</strong> 1979 Bonfil Batalla 19 escribe el artículo<br />
introductorio de Utopía y Revolución, señala: “<strong>en</strong> la esfera ideológica,<br />
las organizaciones políticas indias ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a fom<strong>en</strong>tar una id<strong>en</strong>tificación<br />
pan-india opuesta a Occid<strong>en</strong>te, que se expresa a través de la indianidad”<br />
(1981c: 53); y seguidam<strong>en</strong>te hace las d<strong>en</strong>uncias respectivas: discriminación,<br />
represión, dominación y exclusión de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Luego<br />
ofrece un resum<strong>en</strong> de lo que d<strong>en</strong>omina el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político indio, y<br />
como conclusión afirma:<br />
el cont<strong>en</strong>ido profundo de la lucha de los pueblos indios es su demanda<br />
de ser reconocidos como unidades políticas. No importa cuáles y<br />
qué tan grandes sean las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las diversas organizaciones:<br />
todas, implícita y explícitam<strong>en</strong>te, afirman que los grupos étnicos<br />
son <strong>en</strong>tidades sociales que reún<strong>en</strong> las condiciones que justifican su<br />
derecho a gobernarse a sí mismas, bi<strong>en</strong> sea como naciones autónomas<br />
o bi<strong>en</strong> como segm<strong>en</strong>tos claram<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>ciados de un todo<br />
social más amplio (Bonfil, 1981c).<br />
Para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der estas propuestas del indianismo, podemos acercarnos<br />
también a otros docum<strong>en</strong>tos significativos que expresan de manera acabada<br />
lo que puede definirse como la ideología, p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to o doctrina<br />
del movimi<strong>en</strong>to indianista. Por ejemplo, la Declaración de Quito –docum<strong>en</strong>to<br />
importante del movimi<strong>en</strong>to indio ecuatoriano– simbólicam<strong>en</strong>te<br />
anuncia que el <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de 1990 repres<strong>en</strong>ta la conci<strong>en</strong>cia de “500 años<br />
de Resist<strong>en</strong>cia”. Los redactores de este docum<strong>en</strong>to no anuncian explícitam<strong>en</strong>te<br />
el indianismo como p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político, aunque asum<strong>en</strong><br />
repres<strong>en</strong>tar a 120 naciones, tribus y organizaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de 20<br />
países de <strong>América</strong>, lo que supone una política pan-indianista. Como es<br />
habitual, <strong>en</strong> este tipo de docum<strong>en</strong>tos abundan los reclamos y afirmaciones;<br />
sin embargo, exist<strong>en</strong> fragm<strong>en</strong>tos que podrían permitir la definición<br />
de un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to común, como por ejemplo el sigui<strong>en</strong>te:<br />
<strong>nuestra</strong> concepción de la tierra está sust<strong>en</strong>tada por la compr<strong>en</strong>sión<br />
de que lo humano y lo natural es similar y a la vez está interrelacionado.<br />
Nuestras formas políticas, económicas y productivas, todas<br />
son formas culturales y están <strong>en</strong>raizadas y ori<strong>en</strong>tadas por el comunitarismo.<br />
Además, creemos que la propiedad de la tierra es colectiva.<br />
Cultivamos <strong>en</strong> comunidad y distribuimos los frutos <strong>en</strong> comunidad.<br />
19 Bonfil, como es sabido, fue uno de los antropólogos que impulsó las dos primeras reuniones<br />
de Barbados <strong>en</strong> la década del set<strong>en</strong>ta; este antropólogo mexicano fue uno de los<br />
más <strong>en</strong>tusiastas propulsores del indianismo; a inicios de los set<strong>en</strong>ta criticó junto con otro<br />
grupo de antropólogos la política integracionista del Instituto Indig<strong>en</strong>ista <strong>en</strong> México.<br />
43
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
44<br />
Y además creemos <strong>en</strong> la solidaridad, nuestros niños son de la comunidad<br />
(Declaración de Quito, 1990).<br />
Asumir una id<strong>en</strong>tidad difer<strong>en</strong>ciada y a la vez pan-indíg<strong>en</strong>a le permite<br />
<strong>en</strong>tonces a este grupo de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> plantear que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> derecho a la<br />
autonomía y al autogobierno d<strong>en</strong>tro de los países donde viv<strong>en</strong>. Otro<br />
punto c<strong>en</strong>tral es su perman<strong>en</strong>te y ácida crítica a los estados, a los que<br />
id<strong>en</strong>tifica como occid<strong>en</strong>tales. Lo occid<strong>en</strong>tal, consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, es la<br />
contrapartida negativa de los pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Existe así un cons<strong>en</strong>so<br />
<strong>en</strong> afirmar que Occid<strong>en</strong>te y el capitalismo crearon los males que sufre<br />
el mundo actual.<br />
Para Bonfil Batalla, aunque exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el nivel de<br />
organización e ideas de estos movimi<strong>en</strong>tos de <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, existiría un<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político unificado 20 , cuyos aspectos más importantes, efectivam<strong>en</strong>te,<br />
serían la negación de Occid<strong>en</strong>te, además del hecho de manifestar<br />
que durante los 500 años transcurridos ha existido una pelea<br />
<strong>en</strong>tre dos civilizaciones: una que ha agredido (Occid<strong>en</strong>te), y otra que ha<br />
sobrevivido y ti<strong>en</strong>e continuidad (indianidad, concepto que ampliaremos<br />
más adelante); <strong>en</strong> este proceso, la primera civilización se ha impuesto<br />
y su concepción ha fracasado a lo largo de los siglos 21 . Según él, con el<br />
pan-indianismo “se postula que <strong>en</strong> <strong>América</strong> existe una sola civilización<br />
india. Todos los pueblos indios participan de ella. La diversidad de culturas<br />
y l<strong>en</strong>guas no obsta para afirmar la unidad de civilización” (Bonfil,<br />
1981c: 39). En realidad, <strong>en</strong> Occid<strong>en</strong>te también existiría diversidad, pero<br />
fr<strong>en</strong>te a otros espacios se considera <strong>en</strong> bloque que toda Europa es Occid<strong>en</strong>te,<br />
y aquí <strong>en</strong> <strong>América</strong> todo es indio. Por otra parte, señala que para<br />
afirmar la id<strong>en</strong>tidad indianista se debe recurrir a la historia; ella iluminará<br />
el camino; por lo tanto, la tarea es conocer el proceso histórico de<br />
los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y las agresiones del colonialismo. Y fr<strong>en</strong>te al fracaso de<br />
20 Bonfil (1981b) destaca diez puntos comunes que estarían manifestando esta unidad:<br />
negación de Occid<strong>en</strong>te, pan-indianismo: afirmación de una civilización, recuperación<br />
de la historia, revaloración de las culturas indias, naturaleza y sociedad, dinámica de<br />
la civilización india, recuperación del mestizo, visión del futuro, problemas de clase, y<br />
demandas concretas.<br />
21 Es bu<strong>en</strong>o recordar que Bonfil Batalla admitía que se terminaba el indianismo una vez<br />
que se eliminara el colonialismo: “la base evid<strong>en</strong>te de esta id<strong>en</strong>tificación pan-india es precisam<strong>en</strong>te<br />
el reconocimi<strong>en</strong>to de su condición común de colonizados que compart<strong>en</strong> por<br />
<strong>en</strong>cima de sus difer<strong>en</strong>cias y particularidades étnicas. Ser maya, o aymara, o mapuche,<br />
ti<strong>en</strong>e significados concretos difer<strong>en</strong>tes, porque implica participar de comunidades distintas,<br />
con l<strong>en</strong>gua, cosmovisión, historia y prácticas sociales diversas; pero ser maya, aymara<br />
o mapuche significa también compartir pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te una condición común: la de indios,<br />
es decir, colonizados. Este es el fundam<strong>en</strong>to del proyecto histórico de la indianidad, que<br />
dialécticam<strong>en</strong>te se cumplirá con la desaparición del indio. La desaparición del indio <strong>en</strong><br />
tanto colonizado será el resultado de la supresión de la situación colonial, pero no implica<br />
la desaparición de las etnias; por el contrario, la muerte del indio como categoría colonial<br />
es condición para el surgimi<strong>en</strong>to de todas y cada una de las etnias sometidas. Es claro,
Ladislao Landa Vásquez<br />
Occid<strong>en</strong>te como civilización, se considera la naturaleza intrínseca del<br />
ecologismo indianista como una alternativa de sobreviv<strong>en</strong>cia no sólo<br />
para los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, sino para todas las civilizaciones.<br />
Entonces, para definir el indianismo debería <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse que se<br />
trata de un movimi<strong>en</strong>to heterogéneo, cuyo eje c<strong>en</strong>tral es la reivindicación<br />
de los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de <strong>América</strong> (desde Canadá hasta la Patagonia),<br />
afirmando que constituy<strong>en</strong> la her<strong>en</strong>cia de varias culturas nativas y<br />
expresan un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to único: el ser una sola civilización (pan-indianidad).<br />
De manera que este p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to se caracteriza por considerar<br />
armónica la relación <strong>en</strong>tre la naturaleza (madre tierra) y el hombre, y<br />
que este pert<strong>en</strong>ece a ella y no a la inversa (como <strong>en</strong> Occid<strong>en</strong>te, donde la<br />
tierra pert<strong>en</strong>ece al hombre). Es también partícipe de una forma organizativa<br />
intrínseca y “congénita” de estos pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>: el comunitarismo.<br />
Es un movimi<strong>en</strong>to político y no exclusivam<strong>en</strong>te étnico, es decir,<br />
es la reunión de la diversidad étnica de <strong>América</strong> <strong>en</strong> un solo principio: la<br />
civilización pan-indianista; por ello, a veces cree necesario disputar los<br />
difer<strong>en</strong>tes niveles de poder de los países y el mundo.<br />
LOS FORMADORES: EL INDIANISMO CIENTÍFICO COMO VANGUARDIA<br />
Sin embargo, este indianismo tal como hoy es id<strong>en</strong>tificado, <strong>en</strong> tanto discurso<br />
elaborado por los propios indios, fue forjado principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />
la década del ses<strong>en</strong>ta y set<strong>en</strong>ta del siglo XX. Fue una g<strong>en</strong>eración –como<br />
tantas veces se ha repetido– de mestizos e <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> latinoamericanos<br />
que tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela y formarse incluso <strong>en</strong><br />
la universidad, lo cual les permitió visibilizarse <strong>en</strong> la academia y luego<br />
<strong>en</strong> la política; o, como dice Bonfil, “una característica señalada de los<br />
intelectuales indios es su capacidad para hacer uso de los instrum<strong>en</strong>tos<br />
del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to occid<strong>en</strong>tal de una manera crítica, lo que les permite<br />
poner esas herrami<strong>en</strong>tas intelectuales al servicio de la indianidad”<br />
(1981c: 57). Veamos <strong>en</strong>tonces sus anteced<strong>en</strong>tes.<br />
En Perú se manifestaron, <strong>en</strong>tre otros, dos intelectuales indianistas<br />
destacados. Nos referiremos particularm<strong>en</strong>te a Guillermo Carnero<br />
Hoke y Virgilio Roel Pineda. Fueron p<strong>en</strong>sadores que escribieron sus<br />
propuestas <strong>en</strong> la década del ses<strong>en</strong>ta y set<strong>en</strong>ta, y se preocuparon principalm<strong>en</strong>te<br />
por descifrar el pasado. Por tanto, la historia fue su refer<strong>en</strong>cia<br />
c<strong>en</strong>tral para exponer sus ideas; pero su forma de historiar tuvo un<br />
carácter político, esto es, revisaron la historia int<strong>en</strong>tando observar un<br />
punto de vista indíg<strong>en</strong>a, y no simplem<strong>en</strong>te una visión neutral.<br />
pues, el cont<strong>en</strong>ido descolonizador de la lucha pan-india, que significa tomar conci<strong>en</strong>cia<br />
de la situación colonial y poner <strong>en</strong> primer plano la contradicción colonizado-colonizador”<br />
(Bonfil, 1981b: 21).<br />
45
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Efectivam<strong>en</strong>te, Guillermo Carnero Hoke (1981: 113) propone el<br />
programa de trabajo del indianismo, señalando la importancia de que:<br />
46<br />
<strong>nuestra</strong> lucha combati<strong>en</strong>te sea antes que nada, una conti<strong>en</strong>da de liberación<br />
revolucionaria. Por ello es que exigimos el estudio exhaustivo<br />
del Tawantinsuyo, para que nuestros hermanos sean los dueños de<br />
una verdadera conci<strong>en</strong>cia histórica, <strong>en</strong> base a los hechos y realizaciones<br />
de nuestros abuelos (cursivas <strong>en</strong> el original).<br />
Para Carnero Hoke (1981: 114) el socialismo existió <strong>en</strong> la sociedad inka,<br />
pues señala que:<br />
nosotros los indios somos socialistas auténticos, no por imitación<br />
extranjera, sino porque nuestros abuelos lo fueron al plasmarlo y<br />
proyectarlo hacia el futuro desde los días aurorales del Tawantinsuyo.<br />
Planteamos, <strong>en</strong>tonces, la lucha como una acción de reconquista.<br />
Queremos retornar el curso de <strong>nuestra</strong> historia para volver a la libertad,<br />
a la justicia, a la creación y al m<strong>en</strong>saje (cursivas <strong>en</strong> el original).<br />
En cambio, Virgilio Roel Pineda, como bu<strong>en</strong> teórico de mitad del siglo<br />
XX –conocedor y participante de las discusiones marxistas y, sobre<br />
todo, de los modos de producción– sabía de los altibajos de las tesis indig<strong>en</strong>istas<br />
del “socialismo inka”. Por tanto, con ciertas difer<strong>en</strong>cias fr<strong>en</strong>te<br />
al p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de Carnero Hoke, planteó que <strong>en</strong> Perú hubo un modo<br />
de producción particular, un modo de producción inka, inconfundible<br />
con otros esquemas y no uniformizable con otros modos de producción<br />
formulados por el marxismo <strong>en</strong> boga.<br />
La dialéctica marxista fue fundam<strong>en</strong>tal para la formulación indianista<br />
de Roel Pineda (1981: 134). Su explicación de las mitades <strong>en</strong> las<br />
sociedades prehispánicas es desarrollada de acuerdo al marxismo: “de<br />
estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias surgieron luchas <strong>en</strong>tre ayllus, pero también se dieron<br />
uniones de los unos con los otros; de los de arriba con los de abajo: así<br />
se concretó la dialéctica operativa de nuestros antepasados, basada <strong>en</strong> el<br />
concepto de que, <strong>en</strong> las sociedades armónicas, socialistas y comunistas,<br />
el progreso se funda <strong>en</strong> la integración de los contrarios que se complem<strong>en</strong>tan,<br />
<strong>en</strong> la integración de la parte hanan [arriba] con la parte urin [abajo]”<br />
(cursivas <strong>en</strong> el original).<br />
Así, aun con difer<strong>en</strong>cias, estos intelectuales peruanos plantearon<br />
preguntas singulares a la historia con el int<strong>en</strong>to de rescatar una tradición<br />
y recalcar una continuidad. En este s<strong>en</strong>tido, los preceptos de civilización<br />
paralela o, mejor dicho, de competición civilizatoria son evid<strong>en</strong>tes. Se<br />
trata de demostrar que la civilización prehispánica instituida por los<br />
inkas no ti<strong>en</strong>e nada que <strong>en</strong>vidiar a ninguna otra del mundo. Entonces,<br />
como tantos otros p<strong>en</strong>sadores peruanos, los intelectuales indianistas<br />
también hablaron desde la historia. En este s<strong>en</strong>tido, si pudiéramos buscar<br />
algunos pilares básicos del indianismo, el peruano es indudablem<strong>en</strong>-
Ladislao Landa Vásquez<br />
te uno de los principales, pues <strong>en</strong> lo que respecta al conocimi<strong>en</strong>to y la<br />
reflexión histórica sigue si<strong>en</strong>do un punto de partida importante.<br />
En el lado boliviano, mi<strong>en</strong>tras Ernesto “Che” Guevara int<strong>en</strong>taba<br />
instalar un “foco guerrillero” <strong>en</strong> las partes bajas del territorio de Bolivia,<br />
algunos intelectuales como Fausto Reinaga estaban produci<strong>en</strong>do discursos<br />
bastante radicales <strong>en</strong> función de la organización de un movimi<strong>en</strong>to<br />
que <strong>en</strong> el futuro habría de implantarse principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre los aymara.<br />
Reinaga, más político que filósofo, produjo varios libros que hoy parec<strong>en</strong><br />
estar desempolvando algunos indianistas de Bolivia 22 . De la prolífica<br />
producción de Reinaga, daremos una mirada a su Manifiesto del Partido<br />
Indio de Bolivia (1970), cuyo prefacio y últimas partes ofrec<strong>en</strong> las propuestas<br />
c<strong>en</strong>trales de una ideología indianista bastante preclara.<br />
Para el indio el PIB [Partido Indio de Bolivia] es religión y filosofía.<br />
Fe y conci<strong>en</strong>cia. Fe <strong>en</strong> su destino y conci<strong>en</strong>cia de su Revolución.<br />
El indio que llega al PIB se vuelve místico; un crey<strong>en</strong>te y un ideólogo<br />
dogmático. De ahí que el PIB ti<strong>en</strong>e una esperanza ciega <strong>en</strong> la<br />
Revolución India (Reinaga, 1970: 12).<br />
Una lectura at<strong>en</strong>ta de los textos de Reinaga nos indica también un claro<br />
diálogo con el discurso marxista 23 . Reinaga afirma <strong>en</strong>fáticam<strong>en</strong>te que “el<br />
indianismo es el instrum<strong>en</strong>to ideológico y político de la Revolución del<br />
Tercer Mundo. ¡El indianismo es espíritu y puño ejecutor de la Revolución<br />
India!” (Reinaga, 1970: 16). Como podemos ver, este discurso se apoya<br />
<strong>en</strong> una retórica vanguardista, pues compite con otros discursos vig<strong>en</strong>tes<br />
<strong>en</strong> esa época, y especialm<strong>en</strong>te con el maoísmo que había conquistado<br />
con bastante rapidez a sectores amplios de la población. Frases como “el<br />
indio, el demiurgo de la era socialista ya no permanecerá mudo. Hablará.<br />
Porque ti<strong>en</strong>e intereses y derechos históricos propios” (Reinaga, 1970: 15)<br />
nos recuerdan a varios textos de divulgación marxista.<br />
No obstante, para construir un discurso particular, Reinaga int<strong>en</strong>tará<br />
distanciarse de la retórica marxista <strong>en</strong>unciando la cuestión étnica,<br />
formulada <strong>en</strong> términos de raza. Para Reinaga, la liberación nacional<br />
no ti<strong>en</strong>e s<strong>en</strong>tido si es dirigida por los mestizos y los blancos. El duro<br />
epíteto que expresa contra ellos es “cholaje blanco-mestizo”, para referirse<br />
a los sectores de poder y las clases medias de Bolivia. También<br />
Occid<strong>en</strong>te es motejado como la “fiera rubia”.<br />
22 En una <strong>en</strong>trevista reci<strong>en</strong>te, Felipe Quispe, presid<strong>en</strong>te de la CSUTCB de Bolivia, manifestaba:<br />
“nosotros t<strong>en</strong>emos un gran p<strong>en</strong>sador, Fausto Reinaga, que nos dio bastante como<br />
teoría”. Ver , 17 de julio de 2001.<br />
23 Su hijo, Ramiro Reinaga, propuso una tesis indianista-marxista, como puede verse <strong>en</strong><br />
su libro Ideología y raza <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (1972), algunas de cuyas partes están también<br />
<strong>en</strong> la compilación Utopía y Revolución de Bonfil (Reinaga, 1981).<br />
47
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Advertimos además que Reinaga construye su discurso d<strong>en</strong>tro de<br />
los esquemas de la tradición de polémica revolucionaria porque int<strong>en</strong>ta<br />
apoyarse <strong>en</strong> una ci<strong>en</strong>cia revolucionaria, que <strong>en</strong> este caso consiste <strong>en</strong><br />
análisis de la realidad social, aunque esta vez parti<strong>en</strong>do desde intereses<br />
de grupo étnico y no de una clase:<br />
48<br />
la clase obrera de Bolivia no es la clase obrera de Francia o Norteamérica;<br />
ni siquiera de la Arg<strong>en</strong>tina, Uruguay o Brasil. Bolivia industrialm<strong>en</strong>te<br />
no produce nada. Bolivia sólo produce “materias primas”<br />
destinadas para las Metrópolis blancas de all<strong>en</strong>de los mares. Y “la<br />
materia prima no g<strong>en</strong>era, no crea proletariado”. En Bolivia los trabajadores<br />
de las minas y de las fábricas son una rama orgánica y<br />
psíquica, carne viva y “soplo vital” de la raza india. En Bolivia la<br />
“clase obrera” pres<strong>en</strong>cial y es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te es la vanguardia india de<br />
la liberación de la Nación india (Reinaga, 1970: 19).<br />
Es decir, a un discurso de vanguardia obrerista, Reinaga estaba oponi<strong>en</strong>do<br />
uno indianista, debido a las condiciones naturales de su país,<br />
donde la pres<strong>en</strong>cia indíg<strong>en</strong>a era decisiva.<br />
Sin duda, esta es una larga discusión que podemos retrotraer<br />
hasta los escritos de Luis E. Valcárcel –como veremos más adelante–<br />
cuando decía que los indios necesitaban de su L<strong>en</strong>in, pero refiriéndose<br />
precisam<strong>en</strong>te a que debería ser un L<strong>en</strong>in indio, con ideas propias; igualm<strong>en</strong>te<br />
Mariátegui –con su clásico estilo elegante– discutía la necesidad<br />
de incorporar el compon<strong>en</strong>te indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> las revoluciones de nuestros<br />
países. Entonces, el discurso de Reinaga se asemeja a aquellas ideas,<br />
pero, al igual que Valcárcel, dirá que la liberación de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> será,<br />
de una manera activa y decisiva, obra de ellos mismos, y no secundando<br />
“la gran revolución proletaria”.<br />
No obstante, también debemos t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> claro que la revolución<br />
indianista es un combate contra el “cholaje cipayo blanco-mestizo y al<br />
imperialismo de las ‘fieras rubias’ de EE.UU. y Europa” (Reinaga, 1970:<br />
19). Es decir, Reinaga consideraba de alguna manera el paradigma de<br />
la clase, pues clase y raza se imbricaban mutuam<strong>en</strong>te y, <strong>en</strong> cierto s<strong>en</strong>tido,<br />
la dominación era de raza y clase. Así, Reinaga considera que el<br />
indianismo es una “tercera fuerza <strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario político” de la Bolivia<br />
de los años set<strong>en</strong>ta.<br />
Entonces, la propuesta indianista sobre el cambio social, según<br />
Reinaga, debería ser la sigui<strong>en</strong>te:<br />
a) Nuestra Revolución no es una “revolución comunista” pro-soviética,<br />
pro-china o pro-cubana; no. Nuestra Revolución no ti<strong>en</strong>e ningún<br />
“pro”. b) Los indios no somos “campesinos” de la calaña del Gral.<br />
Barri<strong>en</strong>tos Cantinflas y sus ladillas [pacto campesino]. No somos<br />
“campesinos” que integran la sociedad del cholaje blanco-mestizo.
Ladislao Landa Vásquez<br />
No. Eso no somos. c) Nosotros somos indios; hijos de Pachacutej,<br />
Tupaj Amaru, Tomas Katari, Tupaj Katari, Pablo Atusparia, Zarate<br />
Willka. Somos de tal trigo tal pan. Y <strong>nuestra</strong> Revolución es <strong>nuestra</strong><br />
Revolución: una Revolución India! [...] La Revolución India, <strong>en</strong> el<br />
plano mundial, es la Revolución del Tercer Mundo [...] El Tercer<br />
Mundo es el África negra y amarilla Asia esclavas; y <strong>en</strong> <strong>América</strong> es<br />
el indio, el hombre salido del Anáhuac y Tiwanaku; el hijo de Moctezuma<br />
y de Manco Kapaj [...] La Revolución Francesa (1789) y la<br />
Revolución Rusa (1917) no han liberado al hombre. La 3 ra Revolución,<br />
la Revolución India es qui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e que liberarlo. La Revolución del<br />
Tercer Mundo es la última. Es ahora cuando: o triunfa o desaparece<br />
el hombre (Reinaga, 1970: 77, cursivas <strong>en</strong> el original).<br />
Reinaga, <strong>en</strong> un int<strong>en</strong>to de competir con la filosofía occid<strong>en</strong>tal, propone<br />
también un r<strong>en</strong>glón ontog<strong>en</strong>ético para el discurso indianista, al que<br />
pres<strong>en</strong>ta como un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del Nuevo Mundo (subtítulo de su libro<br />
<strong>América</strong> India y Occid<strong>en</strong>te), y que explica de la sigui<strong>en</strong>te manera:<br />
La sociedad de Preamérica, después de mil<strong>en</strong>ios de evolución, llega<br />
a la era maya, azteca, inca, donde el prójimo no es prójimo, sino la<br />
persona misma del sujeto. Entre los hombres, no sólo hay fraternidad,<br />
sino id<strong>en</strong>tidad. La sociedad está toda íntegra <strong>en</strong> la unidad<br />
humana; y la unidad humana es la sociedad total. El hombre fr<strong>en</strong>te<br />
a otro hombre es como si tuviera ante un espejo su propia imag<strong>en</strong>.<br />
El prójimo del hombre es el hombre mismo. El “ama a tu prójimo<br />
como a ti mismo” de Cristo y el “conócete a ti mismo” de Sócrates,<br />
se contra<strong>en</strong> <strong>en</strong> el “ámate a ti mismo” de Pachacutej. Preamérica es<br />
una sociedad donde no hay “ni lo tuyo ni lo mío”. El hombre, síntesis<br />
cósmica, chispa de sol, no concibe el nacimi<strong>en</strong>to ni la muerte.<br />
Vida y muerte son dos formas naturales del pulso infinito del cosmos<br />
(Reinaga, 1981b: 80).<br />
Así, Reinaga se caracterizó por una verborragia muy <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dida que<br />
ahora parece repetirse <strong>en</strong> las palabras del actual secretario de la Confederación<br />
Sindical Unitaria de Trabajadores Campesinos de Bolivia<br />
(CSUTCB), Felipe Quispe Huanca. Es un habla que no teme porque se<br />
si<strong>en</strong>te con el derecho a reclamar fr<strong>en</strong>te a la opresión racista de más de<br />
400 años; por tanto se atreve a desafiar:<br />
Yo t<strong>en</strong>go el derecho de decir la verdad <strong>en</strong> forma directa, cruda; de fr<strong>en</strong>te,<br />
cara a cara; ¿qué, esto es una procacidad? ¿Que es procaz mi estilo?<br />
No escribo para los oídos hipócritas del cholaje. Yo escribo para los indios.<br />
Y los Indios necesitan una verdad de fuego (Reinaga, 1981a: 61).<br />
Precisam<strong>en</strong>te, Guillermo Bonfil, al editar su Utopía y Revolución, pres<strong>en</strong>tó<br />
<strong>en</strong> primer lugar los textos de Reinaga, Carnero Hoke y Virgilio<br />
49
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Roel como textos fundadores y teóricos (“Los ideólogos”), para <strong>en</strong>seguida<br />
recoger los docum<strong>en</strong>tos de varios otros líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Entonces,<br />
los indianistas peruanos y bolivianos pued<strong>en</strong> ser considerados básicam<strong>en</strong>te<br />
como los marcos teóricos, doctrinarios (incluso filosóficos) del<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to indio de Latinoamérica contemporánea.<br />
Ahora veamos hasta dónde puede ser posible una distinción del<br />
indig<strong>en</strong>ismo con respecto al pasado o, <strong>en</strong> su defecto, un acercami<strong>en</strong>to.<br />
Se trata pues de rastrear las raíces de algunos <strong>en</strong>unciados que pued<strong>en</strong><br />
estar pres<strong>en</strong>tes hoy.<br />
LAS RAÍCES: ¿UN INDIGENISMO INDIANISTA?<br />
Con la fórmula “indig<strong>en</strong>ismo hasta 1960 e indianismo desde 1970” parec<strong>en</strong><br />
existir dos aguas divisorias irreconciliables, una división formal<br />
como <strong>en</strong>tre el agua y el aceite; y con este esquema tal vez estemos cometi<strong>en</strong>do<br />
injusticias, no sólo políticas sino también analíticas, y clasificaciones<br />
erróneas. Por otro lado, quizás sea adecuado observar las<br />
incrustaciones y las mutuas cim<strong>en</strong>taciones que pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er ambas<br />
ideologías. En este s<strong>en</strong>tido, a partir de algunos autores harto conocidos<br />
<strong>en</strong> Perú –pero tal vez desconocidos <strong>en</strong> otros países–, trataremos de<br />
observar algunos elem<strong>en</strong>tos que el “indig<strong>en</strong>ismo” (peruano principalm<strong>en</strong>te)<br />
ha permeado <strong>en</strong> el discurso indianista. Efectivam<strong>en</strong>te, las ideas<br />
dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de qui<strong>en</strong>es las <strong>en</strong>unci<strong>en</strong>; sin embargo, también es adecuado<br />
ver <strong>en</strong> dónde se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran y por dónde se desvían.<br />
LUIS E. VALCÁRCEL, INDIANISTA<br />
Luis E. Valcárcel fue uno de los indig<strong>en</strong>istas más importantes de Perú.<br />
En sus inicios, como estudiante y profesor <strong>en</strong> la Universidad San Antonio<br />
Abad del Cuzco, fue un activo militante de la causa indíg<strong>en</strong>a y la Reforma<br />
Universitaria. El período que permaneció <strong>en</strong> Cusco podemos ubicarlo<br />
como parte de su actividad indig<strong>en</strong>ista; podríamos decir que fue su<br />
período como indig<strong>en</strong>ista indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o miembro de la sociedad civil,<br />
según lo que hemos desarrollado <strong>en</strong> la primera parte de este texto. En<br />
los años sigui<strong>en</strong>tes, sobre todo cuando se traslada a Lima y su actividad<br />
se inscribe <strong>en</strong> las políticas gubernam<strong>en</strong>tales, se observa una especie de<br />
distanciami<strong>en</strong>to de sus ideas y prácticas iniciales –particularm<strong>en</strong>te de su<br />
radicalismo de juv<strong>en</strong>tud– y una integración a un indig<strong>en</strong>ismo estatal o<br />
de gobierno 24 . Dejemos por el mom<strong>en</strong>to la temática de la historia del indig<strong>en</strong>ismo<br />
de Valcárcel, y acerquémonos a algunas de sus afirmaciones<br />
24 Estos cambios <strong>en</strong> Valcárcel se pued<strong>en</strong> observar comparando su Tempestad <strong>en</strong> los Andes (1970)<br />
y el Prólogo al libro de Uriel García, El Nuevo Indio (García, 1973); a este respecto, ver también<br />
los com<strong>en</strong>tarios de Manuel Marzal (1989: 463-476) y Carlos Iván Degregori (1978: 235).<br />
50
Ladislao Landa Vásquez<br />
de su período inicial que nos ayud<strong>en</strong> a compr<strong>en</strong>der algunos <strong>en</strong>unciados<br />
que habrían de ser rescatados por el discurso indianista.<br />
El libro Tempestad <strong>en</strong> los Andes de 1927 de Valcárcel (1970) es<br />
quizá uno de los docum<strong>en</strong>tos más radicales que se hayan escrito sobre<br />
la cuestión de la dignidad y reivindicación indíg<strong>en</strong>a hasta 1930 –exceptuando,<br />
claro, otros textos cortos escritos <strong>en</strong> la revista Kuntur por<br />
otros indig<strong>en</strong>istas de Cusco y Puno <strong>en</strong> Perú (Francke, 1978: 151-154).<br />
No conozco otros docum<strong>en</strong>tos que muestr<strong>en</strong> un discurso de elogio tan<br />
ditirámbico sobre la raza indíg<strong>en</strong>a hasta ese <strong>en</strong>tonces (1927), y Tempestad<br />
<strong>en</strong> los Andes es un libro formalm<strong>en</strong>te escrito por un “blanco”.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, Valcárcel sostuvo la tesis de que la deg<strong>en</strong>eración<br />
de la raza indíg<strong>en</strong>a americana se debe a la mezcla de europeos con<br />
indios después de la conquista, como puede advertirse <strong>en</strong> su frase: “la<br />
raza del Cid y de don Pelayo mezcla su sangre a la sangre americana. Se<br />
han mezclado las culturas. Nace del vi<strong>en</strong>tre de <strong>América</strong> un nuevo ser híbrido,<br />
no hereda las virtudes ancestrales, sino deformidades” (Marzal,<br />
1989: 466). Este rechazo al mestizaje fue muy contund<strong>en</strong>te <strong>en</strong> varios<br />
otros pasajes:<br />
El señor del poblacho mestizo es el leguleyo, el “kelkere”. El indio<br />
toca a sus puertas. El gamonal lo si<strong>en</strong>ta a su mesa. El juez le estrecha<br />
la mano. Le sonrí<strong>en</strong> el subprefecto y el cura [...] La atmósfera de los<br />
poblachos mestizos es idéntica: alcohol, parasitismo, mala fe, ocio,<br />
brutalidad primitiva [...] Todos los poblachos mestizos pres<strong>en</strong>tan el<br />
mismo paisaje: miseria, ruina; las casas no se derrumban de golpe,<br />
sino como atacadas por la lepra, se desconchan, se deshac<strong>en</strong> l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te,<br />
son el símbolo más fiel de esta vida <strong>en</strong>ferma, miserable, de las<br />
agrupaciones de híbrido mestizaje (Francke, 1978: 162-163).<br />
Con Valcárcel alcanzamos pues una de las críticas más radicales de la<br />
hibridación. Sus textos reproduc<strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que existía un espíritu<br />
de reivindicación indíg<strong>en</strong>a muy fuerte, por lo m<strong>en</strong>os discursivam<strong>en</strong>te,<br />
como hemos visto <strong>en</strong> algunas expresiones señaladas <strong>en</strong> la primera<br />
parte. Se trata de un mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el que varios intelectuales, provincianos<br />
principalm<strong>en</strong>te, evid<strong>en</strong>ciaron su deseo de manifestar sus reflexiones<br />
respecto a la cuestión indíg<strong>en</strong>a. Como hemos señalado, <strong>en</strong> la primera<br />
mitad del siglo XX se respiraba un ambi<strong>en</strong>te de reivindicación de los<br />
indios; los intelectuales dedicaban su verbo a reflexionar sobre la situación<br />
del indio. Así, la apuesta del jov<strong>en</strong> Valcárcel por la raza indíg<strong>en</strong>a es<br />
inconfundible, anunciando ciertos cambios que debían realizarse:<br />
La cultura bajará otra vez de los andes [...] De las altas mesetas desc<strong>en</strong>dió<br />
la tribu primig<strong>en</strong>ia a poblar las planicies y valles [...] No muer<strong>en</strong><br />
las razas, podrán morir las culturas, su exteriorización d<strong>en</strong>tro<br />
del tiempo y el espacio [...] No ha de ser la Resurrección del Incario<br />
51
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
52<br />
con todas sus exteriores pompas. No coronaremos al Señor de los<br />
Señores <strong>en</strong> el templo del sol. No vestiremos el unku [manto] ni cubriráse<br />
la trasquilada cabeza con el llauto [cubrecabeza), ni calzaránse<br />
los desnudos pies con la usuta [calzado] Habremos olvidado<br />
para siempre los kipus: no int<strong>en</strong>taremos reanimar las instituciones<br />
desaparecidas definitivam<strong>en</strong>te. Habrá que r<strong>en</strong>unciar a muchas cosas<br />
del tiempo ido, que añoramos como románticos poetas. Mas cuánta<br />
belleza, cuánta verdad, cuánto bi<strong>en</strong>, emanan de la vieja cultura, del<br />
mil<strong>en</strong>ario espíritu andino: todo fue desvalorizado por la presunción<br />
de superioridad de los civilizadores europeos. La raza, <strong>en</strong> el nuevo<br />
ciclo que se adivina, reaparecerá espl<strong>en</strong>dorosam<strong>en</strong>te [...] es el avatar<br />
que marca la reaparición de los pueblos andinos <strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario de<br />
las culturas (Valcárcel, 1970: 23-24).<br />
Si de pronto borrásemos la fecha y el autor de este texto o, mejor, <strong>en</strong>contrásemos<br />
este m<strong>en</strong>saje <strong>en</strong> una botella <strong>en</strong> el litoral de Ecuador, o<br />
quizá <strong>en</strong> el mismo Lago Titicaca, tal vez sería indifer<strong>en</strong>te quién pueda<br />
haberlo escrito: si un indig<strong>en</strong>ista, un indianista o un neo-indig<strong>en</strong>ista,<br />
pues la reivindicación de condición indíg<strong>en</strong>a americana, especialm<strong>en</strong>te<br />
de la cultura inka, <strong>en</strong> términos indianistas es evid<strong>en</strong>te. No obstante,<br />
retrocedamos un poco más y veamos a otro “indig<strong>en</strong>ista” del cual difícilm<strong>en</strong>te<br />
sospecharíamos que pueda t<strong>en</strong>er elem<strong>en</strong>tos comunes con el<br />
discurso indianista. Se trata de un personaje que se expresó a fines del<br />
siglo XIX y comi<strong>en</strong>zos del XX.<br />
GONZÁLEZ PRADA: ¿INDIANISTA?<br />
Los estudiosos del indig<strong>en</strong>ismo peruano han repetido hasta el cansancio<br />
las impetuosas expresiones de Manuel González Prada con respecto<br />
a la situación de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. Los textos que int<strong>en</strong>tan explicar a<br />
los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> peruanos siempre inician su exposición con las frases de<br />
este poeta, anarquista y crítico de la id<strong>en</strong>tidad peruana. Con respecto al<br />
tema que nos atañe, creo que es adecuado dar –de nuevo– una mirada<br />
a estas expresiones tan conocidas. Primero, veamos uno de sus sacudones<br />
más decisivos, que, <strong>en</strong>tre otras cosas, <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó a los peruanos con<br />
su problema étnico irresuelto; y González Prada hizo esta exposición<br />
luego de la Guerra del Pacífico:<br />
Hablo, señores, de la libertad para todos, y principalm<strong>en</strong>te para los<br />
más desvalidos. No forman el verdadero Perú las agrupaciones de<br />
criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada <strong>en</strong>tre el Pacífico<br />
y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de<br />
indios diseminados <strong>en</strong> la banda ori<strong>en</strong>tal de la cordillera (González<br />
Prada, 1985a: 45-46).
Ladislao Landa Vásquez<br />
Era 1888 cuando pronunció este anatema 25 que, según varios analistas,<br />
impulsó al indig<strong>en</strong>ismo peruano, pues muy pocos se habían atrevido a<br />
expresarse tan abiertam<strong>en</strong>te. Sin embargo, creo que también deberíamos<br />
prestar mayor at<strong>en</strong>ción a otras expresiones tanto o más importantes,<br />
de acuerdo con las circunstancias o intereses, y me refiero a estas<br />
otras afirmaciones:<br />
Tresci<strong>en</strong>tos años ha que el indio rastrea <strong>en</strong> las capas inferiores de la<br />
civilización, si<strong>en</strong>do un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las virtudes<br />
del europeo: <strong>en</strong>señadle siquiera a leer y escribir, y veréis si <strong>en</strong><br />
un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A vosotros,<br />
maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece<br />
bajo la tiranía embrutecedora del indio (González Prada, 1985: 46).<br />
No necesitamos seguir desm<strong>en</strong>uzando las ideas negativas que González<br />
Prada –como otros tantos escritores de las clases dominantes y criollas<br />
del Perú– t<strong>en</strong>ía fr<strong>en</strong>te los indios; efectivam<strong>en</strong>te, consideraban al indio<br />
ll<strong>en</strong>o de vicios, y además inferior fr<strong>en</strong>te a al europeo (sea cual fuere la<br />
razón para tal situación); sería inútil seguir insisti<strong>en</strong>do <strong>en</strong> criticar el<br />
racismo y la mirada negativa de aquella época. No obstante, reparemos<br />
<strong>en</strong> su expresión: <strong>en</strong>señadle a leer y escribir, y veréis si <strong>en</strong> un cuarto de siglo<br />
se levanta o no a la dignidad de hombre. Nos parece que con estas frases,<br />
González Prada estaba abri<strong>en</strong>do un espacio para la reivindicación de<br />
la población indíg<strong>en</strong>a; estaba retirándose –como bu<strong>en</strong> anarquista– del<br />
espacio de poder (por tanto, de su clase) para “ofrecer” una oportunidad<br />
a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de mostrar que son los dueños de los destinos de<br />
una nación; una nación que había sido construida por los criollos indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tistas,<br />
pero que ellos mismos habían traicionado <strong>en</strong> una guerra;<br />
<strong>en</strong>tonces serían los indios qui<strong>en</strong>es, como dueños, t<strong>en</strong>drían tal oportunidad<br />
de reconstruir esta nación. Y esto se evid<strong>en</strong>ciará mejor unos años<br />
después, cuando <strong>en</strong> 1904 afirma más claram<strong>en</strong>te esta idea:<br />
Al indio no se le predique humildad y resignación sino orgullo y rebeldía<br />
[...] En resum<strong>en</strong>, el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio,<br />
no por la humanización de sus opresores. Todo blanco es, más o m<strong>en</strong>os,<br />
un Pizarro, un Valverde o un Areche (González Prada, 1985b: 343) 26 .<br />
Es bastante claro que González Prada les estaba planteando a los indios<br />
pelear por su libertad. Él había pronosticado que con una bu<strong>en</strong>a alfabetización,<br />
<strong>en</strong> un cuarto de siglo, podrían levantarse. Y, efectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> los<br />
25 Estas frases correspond<strong>en</strong> al famoso “Discurso de Politeama”, rememorando la tragedia<br />
de la guerra Perú-Chile, donde González Prada (1985a) criticó a las elites políticas; escribió<br />
este texto para que lo leyera un niño <strong>en</strong> el desaparecido teatro Politeama <strong>en</strong> Lima.<br />
26 Estas afirmaciones están <strong>en</strong> un artículo suelto que titula “Nuestros Indios”.<br />
53
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
años veinte y treinta, <strong>en</strong> Perú hubo un resurgimi<strong>en</strong>to del movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a<br />
–lam<strong>en</strong>tablem<strong>en</strong>te aplastado por el retorno de la oligarquía– que<br />
finalm<strong>en</strong>te no logró conquistar el espacio deseado por González Prada.<br />
En este s<strong>en</strong>tido, la pregunta al indianismo contemporáneo sería<br />
si este espacio de libertad expresado por un indig<strong>en</strong>ista aristócrata y<br />
anarquista, como González Prada, podría permitirle <strong>en</strong>trar al gran panteón<br />
de los indianistas, o por lo m<strong>en</strong>os a los de los proto-indianistas,<br />
y evitar ser catalogado como un indig<strong>en</strong>ista paternalista. En verdad,<br />
González Prada tuvo muy poco de paternalista; al contrario, se le debería<br />
acusar de antipaternalista si consideramos sus expresiones sobre<br />
el orgullo y la rebeldía. Por lo tanto, al buscar sus raíces, el indianismo<br />
debería reconstruir su discurso con mucha más apertura, buscando<br />
efectivam<strong>en</strong>te distanciarse o refigurar estos discursos que están posiblem<strong>en</strong>te<br />
preanunciando uno más acabado.<br />
Entonces surge la pregunta: ¿estos mismos <strong>en</strong>unciados no podrían<br />
estar circulando nuevam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los textos de Bonfil Batalla, <strong>en</strong><br />
los de Darcy Ribeiro o <strong>en</strong> los del subcomandante Marcos?<br />
Exactam<strong>en</strong>te, las aguas divisorias <strong>en</strong>tre indig<strong>en</strong>ismo e indianismo<br />
son frágiles, pues una lectura conjunta de los textos indig<strong>en</strong>istas e<br />
indianistas evid<strong>en</strong>cia una relación estrecha <strong>en</strong>tre ellos. En vez de fronteras<br />
fijas, exist<strong>en</strong> incrustaciones mutuas que p<strong>en</strong>etran ambos territorios.<br />
Sin embargo, tratándose de un proceso histórico, donde el indig<strong>en</strong>ismo<br />
antecede al indianismo (de los indios contemporáneos), creo adecuado<br />
señalar que es el indig<strong>en</strong>ismo el que se incrusta <strong>en</strong> el indianismo.<br />
No obstante, no se debe concluir con esto que todos los indig<strong>en</strong>istas,<br />
<strong>en</strong> bloque, preludiaron el indianismo. En realidad, se trata<br />
básicam<strong>en</strong>te de determinados p<strong>en</strong>sadores que tuvieron cierta s<strong>en</strong>sibilidad<br />
y circunstancias que les permitieron <strong>en</strong>unciar un discurso que<br />
puede ser recogido por el indianismo. En este s<strong>en</strong>tido, algunos escritos<br />
(principalm<strong>en</strong>te los iniciales) de Luis E. Valcárcel, así como los discursos<br />
relacionados con el mundo indíg<strong>en</strong>a de Manuel González Prada,<br />
repres<strong>en</strong>tan un proto-indianismo sui g<strong>en</strong>eris que nos debe ayudar a reflexionar<br />
sobre temática. En cierta manera, debemos volver a mirar a<br />
aquellos personajes que H<strong>en</strong>ri Favre (1998: 59-63) define como teluristas,<br />
p<strong>en</strong>sadores como Luis E. Valcárcel; escritores como Alfonso Reyes,<br />
de México; Franz Tamayo y Jaime M<strong>en</strong>doza, de Bolivia; Ricardo Rojas,<br />
de Arg<strong>en</strong>tina 27 .<br />
Además es interesante resaltar que posiblem<strong>en</strong>te González Prada<br />
pudo elaborar aquel discurso gracias a su condición de p<strong>en</strong>sador anar-<br />
27 Favre dice: “la idea c<strong>en</strong>tral del telurismo, según la cual las formaciones nacionales son<br />
el producto de su <strong>en</strong>torno físico, coincide con la noción sp<strong>en</strong>gleriana de ‘alma del paisaje’,<br />
de la que probablem<strong>en</strong>te se deriva” (1998: 62).<br />
54
Ladislao Landa Vásquez<br />
quista y libertario. La burguesía y las clases dominantes peruanas <strong>en</strong><br />
realidad habían decepcionado a este p<strong>en</strong>sador. Pues, de acuerdo con<br />
las condiciones de aquella época, Perú había sufrido un fracaso con la<br />
Guerra del Pacífico. La burguesía, <strong>en</strong>cargada de construir y def<strong>en</strong>der<br />
una nación, había traicionado los principios sagrados de la comunidad<br />
imaginada. En ese mom<strong>en</strong>to, González Prada se atreve a volver la vista<br />
y <strong>en</strong>trever <strong>en</strong> medio de la niebla a la agrupación que había permanecido<br />
durante 300 o 400 años <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio: los indios. Y deberían ser estos<br />
indios los que, según él, realm<strong>en</strong>te t<strong>en</strong>drían que repres<strong>en</strong>tar a este<br />
<strong>en</strong>te abstracto d<strong>en</strong>ominado nación que la modernidad reclama como<br />
un símbolo emin<strong>en</strong>te.<br />
En cambio, <strong>en</strong> Valcárcel la motivación es algo distinta. Cusco, la<br />
capital del antiguo imperio, había marcado su niñez y juv<strong>en</strong>tud. Y esta<br />
situación había influido significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, de manera<br />
que las exig<strong>en</strong>cias de la nación <strong>en</strong> Perú obligaban, según él, a considerar<br />
a los indios como la agrupación humana ad hoc para esta nación,<br />
y mejor aún si esto estaba evid<strong>en</strong>ciado por los grandiosos monum<strong>en</strong>tos<br />
cusqueños. En este s<strong>en</strong>tido, no sólo es Luis Valcárcel el abanderado del<br />
discurso indig<strong>en</strong>ista, sino toda una g<strong>en</strong>eración que se agrupó <strong>en</strong> círculos<br />
de estudios, revistas y movimi<strong>en</strong>tos que aparecieron durante las tres<br />
primeras décadas del siglo XX. Si se trata de auscultar las raíces del indianismo,<br />
deberemos remitirnos a Gamaliel Churata (Arturo Peralta) y<br />
Ezequiel Urviola, intelectuales provincianos cuyos discursos y acciones<br />
<strong>en</strong> def<strong>en</strong>sa de la id<strong>en</strong>tidad indíg<strong>en</strong>a desde una política activa, así como<br />
desde la literatura, fueron impulsados con bastante convicción. Churata<br />
y Urviola, como provincianos, fueron conocedores de la cultura<br />
nativa y miembros del famoso grupo Orkopata de Puno.<br />
Entonces, cuando nos proponemos conocer sus acciones, no se<br />
trata sólo de exagerar sus defectos racistas, su paternalismo, su episteme<br />
integracionista, su positivismo –aspectos que pued<strong>en</strong> tambalear<br />
como anacrónicos si miramos desde nuestros “tiempos posmodernos”–,<br />
sino también de recuperar las ideas que pued<strong>en</strong> haberse filtrado <strong>en</strong> el<br />
movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a contemporáneo.<br />
Así, no se trata simplem<strong>en</strong>te de distancias <strong>en</strong>tre indianismo e indig<strong>en</strong>ismo<br />
a finales del siglo XX, como sugiere el profesor José Fernández<br />
(1997) 28 , sino de int<strong>en</strong>tar buscar también los oríg<strong>en</strong>es del indianismo<br />
28 Analizando la política indig<strong>en</strong>ista del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Interamericano, este estudioso<br />
afirma: “la converg<strong>en</strong>cia que <strong>en</strong> los últimos años se ha v<strong>en</strong>ido dando <strong>en</strong>tre los planteami<strong>en</strong>tos<br />
indig<strong>en</strong>istas y el indianismo <strong>en</strong> cuestiones fundam<strong>en</strong>tales y que parecía augurar un<br />
brillante futuro para los pueblos indios de <strong>América</strong> se ha visto perturbada por la irrupción<br />
<strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario latinoamericano del fundam<strong>en</strong>talismo neoliberal dispuesto a ‘modernizar’ a<br />
los indios a toda costa, empezando por poner sus tierras <strong>en</strong> el mercado y abrirlas a la libre<br />
iniciativa de las empresas y los capitales privados” (Fernández, 1997: 25).<br />
55
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
<strong>en</strong> estas reflexiones singulares. Y tal vez deberíamos seguir buscando<br />
también <strong>en</strong>tre los sacerdotes proteccionistas de la colonia (los padres<br />
Montesinos y Las Casas, y algunos personajes del siglo XVI como Cabeza<br />
de Vaca, tema que gustan reivindicar algunos estudiosos españoles<br />
–ver Alcina Franch, 1990b), que tuvieron actitudes y discursos que<br />
posiblem<strong>en</strong>te coincidan con los que hemos revisado hasta aquí. Esta es<br />
otra tarea que felizm<strong>en</strong>te ha sido explorada por historiadores. Ahora<br />
volvamos a nuestros tiempos para <strong>en</strong>contrarnos con los estudiosos más<br />
emin<strong>en</strong>tes de los indios: los antropólogos.<br />
LOS ANTROPÓLOGOS INDIANISTAS: EL GRUPO DE BARBADOS<br />
Otros discursos formadores del indianismo pued<strong>en</strong> ubicarse <strong>en</strong> la década<br />
del ses<strong>en</strong>ta, esta vez elaborados por antropólogos radicales que<br />
empezaron a d<strong>en</strong>unciar 29 con más frecu<strong>en</strong>cia las políticas indig<strong>en</strong>istas<br />
del Estado, imponi<strong>en</strong>do uno de los leit motivs más reproducidos por el<br />
discurso indianista: el etnocidio y el g<strong>en</strong>ocidio. Este movimi<strong>en</strong>to académico<br />
y político también se puede compr<strong>en</strong>der como la autocrítica y<br />
crítica más severa que la antropología haya t<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> su historia. Como<br />
pocas veces, <strong>en</strong> esta época se descubrieron tantas barbaridades de la<br />
antropología que incluso un escritor y antropólogo muy conocido <strong>en</strong><br />
<strong>América</strong> Latina se hizo eco de tales d<strong>en</strong>uncias y popularizó esta afirmación:<br />
“los remordimi<strong>en</strong>tos de Occid<strong>en</strong>te se llaman Antropología, una<br />
ci<strong>en</strong>cia que nació al mismo tiempo que el imperialismo europeo y que<br />
lo ha sobrevivido” (Paz, 1983: 15).<br />
Algunos autores que han estudiado la historia del indig<strong>en</strong>ismo<br />
señalaron que si <strong>en</strong> México se impulsó el indig<strong>en</strong>ismo interamericano,<br />
<strong>en</strong> ese país también surgieron las críticas más duras a este indig<strong>en</strong>ismo.<br />
Se considera que estas nacieron con la publicación de De eso que llaman<br />
antropología mexicana, libro compilado por Arturo Warman (1970), que<br />
recoge varias críticas de antropólogos jóv<strong>en</strong>es a la política indig<strong>en</strong>ista<br />
mexicana. Es la g<strong>en</strong>eración pos-Tlatelolco (<strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cia a la masacre<br />
estudiantil de 1968 <strong>en</strong> México) la que impulsó la politización y profesionalización<br />
de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>. El indig<strong>en</strong>ista Gonzalo Aguirre<br />
Beltrán, por ejemplo, describe esta situación <strong>en</strong> tono def<strong>en</strong>sivo:<br />
56<br />
De pronto, esta imag<strong>en</strong> dulce, magnánima, cambia. En el curso de<br />
una década, a lo sumo, la antropología se vuelve maldita y los antro-<br />
29 Se considera que <strong>en</strong> el XXXIX Congreso de Americanistas realizado <strong>en</strong> Lima <strong>en</strong> 1970<br />
organizó al grupo de antropólogos que luego, <strong>en</strong> 1971, se reunieron <strong>en</strong> la Isla de Barbados<br />
y escribieron el famoso manifiesto de Barbados I, institucionalizando las palabras malditas<br />
etnocidio y g<strong>en</strong>ocidio, palabras que van a ser reproducidas miles de veces <strong>en</strong> todo el<br />
material de los indianistas (ver Aguirre Beltrán, 1993).
Ladislao Landa Vásquez<br />
pólogos e indig<strong>en</strong>istas pasan a convertirse <strong>en</strong> burgueses despreciables,<br />
sospechosos de servir a los intereses del imperialismo (1993: 363) 30 .<br />
Estos antropólogos mexicanos, junto con otros latinoamericanos, serán los<br />
que formarán <strong>en</strong> los años sigui<strong>en</strong>tes el Grupo de Barbados. Ellos elaboraron<br />
los discursos indianistas más importantes, aquellos que t<strong>en</strong>drán su<br />
expresión <strong>en</strong> comunicados o manifiestos. Hubo hasta tres reuniones del<br />
Grupo de Barbados, donde participaron antropólogos, líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y<br />
misioneros. El nombre del grupo se debe a que las dos primeras reuniones<br />
se realizaron <strong>en</strong> la Isla de Barbados (1971 y 1977), y la tercera se realizó<br />
<strong>en</strong> Río de Janeiro (1993). Estos docum<strong>en</strong>tos expresan los análisis y recom<strong>en</strong>daciones<br />
que sus autores hicieron para los gobiernos y demás sectores<br />
sociales de los países latinoamericanos sobre la situación de marginación y<br />
peligro de extinción de los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> ubicados <strong>en</strong> dichos países.<br />
Una rápida revisión de estos comunicados nos indica que, además<br />
de las d<strong>en</strong>uncias consabidas, los dos primeros demandan la auto-organización<br />
de los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>; recomi<strong>en</strong>dan, <strong>en</strong>tre otras cuestiones,<br />
que los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> no sigan dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do de la tutela de los misioneros,<br />
antropólogos ni indig<strong>en</strong>istas, lo cual les permitiría su liberación. Por<br />
ejemplo, <strong>en</strong> el comunicado de Barbados II, <strong>en</strong> 1977, se dice:<br />
Para alcanzar el objetivo anterior se plantean las sigui<strong>en</strong>tes estrategias:<br />
a es necesaria una organización política propia y auténtica que se dé a<br />
propósito del movimi<strong>en</strong>to de liberación;<br />
b es necesaria una ideología consist<strong>en</strong>te y clara que pueda ser del dominio<br />
de toda la población;<br />
c es necesario un método de trabajo que pueda utilizarse para movilizar<br />
a la mayor parte de la población;<br />
d es necesario un elem<strong>en</strong>to aglutinador que persista desde el inicio<br />
hasta el final del movimi<strong>en</strong>to de liberación.<br />
30 El mismo Aguirre Beltrán, como testigo de esta época, se refiere al <strong>en</strong>torno político de la<br />
antropología <strong>en</strong> ese <strong>en</strong>tonces: “<strong>en</strong> diciembre de 1968 Sol Tax publica <strong>en</strong> Curr<strong>en</strong>t Anthropology<br />
un simposio que con el título de La responsabilidad social de los ci<strong>en</strong>tíficos sociales recoge<br />
las inconformidades de los antropólogos anglos; <strong>en</strong> julio de 1969 <strong>América</strong> Indíg<strong>en</strong>a traduce<br />
la polémica <strong>en</strong> l<strong>en</strong>gua castellana. El artículo de Catalina Gough, ‘Antropología e Imperialismo’,<br />
desata la tempestad que agita irrever<strong>en</strong>te la subversión <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o hasta <strong>en</strong>tonces<br />
respetable de la comunidad académica. Ese año, Roberto Jaulin funda <strong>en</strong> Francia las unidades<br />
de <strong>en</strong>señanza sobre etnocidio y etnología neocolonial; <strong>en</strong> 1970 publica La paz blanca;<br />
<strong>en</strong> 1972 El libro blanco del etnocidio <strong>en</strong> <strong>América</strong>; <strong>en</strong> 1973 G<strong>en</strong>te de sí, g<strong>en</strong>te del otro y <strong>en</strong> 1974<br />
La descivilización: política y práctica del etnocidio; casi todos vertidos al castellano. En el<br />
año 1972 Gerardo Leclerc publica Antropología y Colonialismo; <strong>en</strong> 1974 Victor Lanternari,<br />
Antropología e imperialismo. Otros autores acumulan una abundantísima bibliografía <strong>en</strong><br />
que se demuestra hasta la saciedad, reiterando argum<strong>en</strong>tos que son novedosos <strong>en</strong> 1968, la<br />
estrecha relación del proceso neocolonial con la antropología europea –inglesa y francesa<br />
particularm<strong>en</strong>te– y la norteamericana al servicio del P<strong>en</strong>tágono” (1993: 365-366).<br />
57
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
58<br />
e es necesario conservar y reforzar las formas de comunicación interna,<br />
los idiomas propios, y crear a la vez un medio de información<br />
<strong>en</strong>tre los pueblos de difer<strong>en</strong>tes idiomas, así como mant<strong>en</strong>er los esquemas<br />
culturales básicos especialm<strong>en</strong>te relacionados con la educación<br />
del propio grupo (Declaración de Barbados II, 1977: 415).<br />
Estas propuestas sin duda ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mucho que ver con la constitución de<br />
lo que hoy conocemos como movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina.<br />
Si observamos el trajinar de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> ecuatorianos, guatemaltecos,<br />
bolivianos, chil<strong>en</strong>os y mexicanos, claram<strong>en</strong>te podemos apreciar que las<br />
huellas de los comunicados de Barbados están lat<strong>en</strong>tes. Se trata pues<br />
de un programa que ninguno de los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> –hoy organizados–<br />
puede rechazar como extraño y alejado de sus intereses; por el<br />
contrario, con un espíritu semejante al de González Prada y tal vez al<br />
del mismo Luis Valcárcel, estas recom<strong>en</strong>daciones cumpl<strong>en</strong> cabalm<strong>en</strong>te<br />
con la política indíg<strong>en</strong>a actual.<br />
En Brasil esta situación es más evid<strong>en</strong>te, porque el apoyo de los<br />
antropólogos fue decisivo <strong>en</strong> las gestas del indianismo. Por ejemplo, la<br />
Asociación Brasileña de Antropología (ABA), así como los misioneros<br />
organizados <strong>en</strong> el Consejo Indíg<strong>en</strong>a Misionero (CIMI), fueron importantes<br />
para el surgimi<strong>en</strong>to de lo que hoy se llama movimi<strong>en</strong>to pan-indíg<strong>en</strong>a<br />
brasileño (Cardoso de Oliveira, 1988; Ortolan Matos, 1997) 31 .<br />
Entonces, la relación de los antropólogos con los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
ha sido una especie de amor y odio perman<strong>en</strong>te que se ha expresado<br />
de varias formas. Así, la década del set<strong>en</strong>ta, gracias también al impulso<br />
de los antropólogos, se caracteriza por la concretización del sujeto hablante:<br />
el indio, que se expresa con su propia ideología. No obstante, a<br />
pesar de dejar la política <strong>en</strong> manos de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, los discursos<br />
de d<strong>en</strong>uncia continuaron todavía <strong>en</strong> manos de antropólogos, pues<br />
se percibe claram<strong>en</strong>te que t<strong>en</strong>ían un papel activo, y esto se expresa <strong>en</strong><br />
las actividades del colectivo que elabora Barbados I (1971) y Barbados<br />
II (1977) –que fueron más difundidos, continuando con las d<strong>en</strong>uncias<br />
de etnocidios y g<strong>en</strong>ocidios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina.<br />
Durante la década del och<strong>en</strong>ta observamos, <strong>en</strong> cambio, cada vez<br />
más, un int<strong>en</strong>to de autonomización del movimi<strong>en</strong>to indianista 32 , y po-<br />
31 Alcida Ramos señala al respecto que “la frecu<strong>en</strong>te actitud de convertir la cultura y etnicidad<br />
<strong>en</strong> capital político sin duda fue influ<strong>en</strong>ciada por el énfasis dado por ag<strong>en</strong>tes externos<br />
al Indig<strong>en</strong>ismo, por ejemplo antropólogos que pusieron al ord<strong>en</strong> del día la diversidad<br />
cultural. No obstante, los Indios han amoldado esos conceptos a sus propios propósitos,<br />
sorpr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do, y a veces perturbando, a los amigos de los Indios” (Ramos, 1998: 176-177,<br />
original <strong>en</strong> inglés).<br />
32 Uno de los hechos importantes que habría que m<strong>en</strong>cionar como hito <strong>en</strong> esta década es<br />
la fundación de la CONAIE <strong>en</strong> Ecuador, el fraccionami<strong>en</strong>to del Movimi<strong>en</strong>to Tupak Katari<br />
<strong>en</strong> Bolivia, y la fundación de una ONG <strong>en</strong> Perú, CISA, con su órgano Pueblo Indio.
Ladislao Landa Vásquez<br />
cos antropólogos acompañan el movimi<strong>en</strong>to. Los dirig<strong>en</strong>tes indianistas<br />
se fortalec<strong>en</strong> y se atrev<strong>en</strong> a marchar al marg<strong>en</strong> de los antropólogos; aparec<strong>en</strong><br />
las primeras críticas de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> a los antropólogos <strong>en</strong><br />
g<strong>en</strong>eral, sin especificación alguna. Los antropólogos se repliegan y hablan<br />
desde sus lugares de siempre y no más a nombre de los indios. Y es <strong>en</strong><br />
esta década también cuando la idea de un indianismo alcanza a influir y<br />
buscar un sitial <strong>en</strong> las Naciones Unidas y sus organismos constituy<strong>en</strong>tes.<br />
Los comunicados de Barbados I y II sin duda fueron una colaboración<br />
<strong>en</strong>tre antropólogos, misioneros e <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> (<strong>en</strong> particular,<br />
Barbados II tuvo más pres<strong>en</strong>cia de líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>). En cambio, <strong>en</strong><br />
Barbados III sólo aparec<strong>en</strong> firmando antropólogos, y <strong>en</strong>tonces se abre<br />
un capítulo que antes no existía, una crítica a los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>:<br />
No podemos dejar de m<strong>en</strong>cionar, no obstante, que algunos líderes<br />
han desvirtuado el mandato de repres<strong>en</strong>tación que recibieron de sus<br />
pueblos y comunidades para empr<strong>en</strong>der una carrera de acumulación<br />
personal de poder. Al asumir el modelo criollo de cli<strong>en</strong>telismo y,<br />
no pocas veces, de corrupción, esos líderes no sólo se desprestigian<br />
a sí mismos, sino que además pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> riesgo la continuidad y pot<strong>en</strong>ciación<br />
de los proyectos políticos empr<strong>en</strong>didos por las organizaciones<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
Creemos que las organizaciones <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> deberían reflexionar sobre<br />
estos problemas y rectificar las conductas individualistas y competitivas<br />
de los líderes que se hayan apartado del espíritu solidario <strong>en</strong> que<br />
fundaron su constitución” (decalaración de Barbados III, 1993).<br />
Si Barbados I (1971) fue el descubrimi<strong>en</strong>to colectivo del etnocidio, Barbados<br />
II (1977) es el programa de acción del indianismo. Barbados III<br />
(1993), <strong>en</strong> cambio, es la “cordura” y rectificación de los excesos que<br />
había g<strong>en</strong>erado esta génesis del indianismo. A la reunión que elaboró<br />
el primer docum<strong>en</strong>to fueron sólo antropólogos (invitados por la iglesia<br />
católica); <strong>en</strong> el segundo hubo líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> pres<strong>en</strong>tes; <strong>en</strong> el tercero,<br />
nuevam<strong>en</strong>te, sólo asistieron y firmaron antropólogos.<br />
En los últimos años, los intelectuales indianistas parec<strong>en</strong> haber<br />
percibido que algunos antropólogos tuvieron bu<strong>en</strong>as int<strong>en</strong>ciones, que<br />
después de todo sus d<strong>en</strong>uncias eran tan efectivas como las grandes movilizaciones<br />
y levantami<strong>en</strong>tos; y <strong>en</strong>tonces hoy vemos aparecer <strong>en</strong> este<br />
nuevo mil<strong>en</strong>io elogios o reconocimi<strong>en</strong>tos a estos posibles aliados que<br />
habían sido criticados duram<strong>en</strong>te hace tan sólo unos pocos años atrás.<br />
El movimi<strong>en</strong>to aymara, que ha retomado sus ímpetus, por ejemplo, se<br />
expresa de la sigui<strong>en</strong>te manera:<br />
Luego de la gran traición del MNR de 1952, hemos vivido bajo la sombra<br />
integracionista del Conv<strong>en</strong>io 107/1957 de la OIT y cristianam<strong>en</strong>te<br />
resignados a desaparecer “por amor a la patria de los bolivianos”, cuan-<br />
59
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
60<br />
do <strong>en</strong> la Isla de Barbados (<strong>en</strong>ero 1971) un selecto grupo de ci<strong>en</strong>tistas<br />
sociales indig<strong>en</strong>istas, dio a conocer para todo el mundo la famosa DE-<br />
CLARACIÓN DE BARBADOS, un docum<strong>en</strong>to que acusa al ESTADO<br />
anglo-latinoamericano, a las MISIONES CRISTIANAS católico-protestantes<br />
y a la ANTROPOLOGÍA, como los causantes intelectuales y<br />
materiales de la muerte y desaparición paulatina de los Pueblos Indios<br />
<strong>en</strong> <strong>América</strong>. Este docum<strong>en</strong>to no fue conocido por los pueblos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
durante muchos años, así por ejemplo <strong>en</strong> mayo de 1971, se lanzó<br />
la TESIS INDIA de Fausto Reinaga, sin haber conocido la m<strong>en</strong>cionada<br />
Declaración; de igual manera <strong>en</strong> julio de 1973, los aymara-qhichwas<br />
rubricamos el MANIFESTO DE TIWANAKU sin t<strong>en</strong>er idea del respaldo<br />
que t<strong>en</strong>íamos con la DECLARACIÓN DE BARBADOS (Acta Reconstrucción<br />
de la Nación Aymara-Qhuchwa. Manifiesto de Jach’ak’achi,<br />
2001: 14; mayúsculas <strong>en</strong> el original).<br />
¿R<strong>en</strong>ace una nueva alianza <strong>en</strong>tre antropólogos e indios? Como puede<br />
observarse <strong>en</strong> esta cita, como es obvio, la antropología como institución<br />
no necesariam<strong>en</strong>te es admitida <strong>en</strong> el reino del indianismo, sólo<br />
son aceptados los antropólogos que adhirieron al Grupo de Barbados.<br />
Entonces, percibimos que los intelectuales <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> están realizando<br />
una revisión crítica de esta relación <strong>en</strong>tre la antropología y los movimi<strong>en</strong>tos<br />
indios. Consecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, van descubri<strong>en</strong>do que la política<br />
indianista no es una creación exclusiva de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, sino que está<br />
anclada también <strong>en</strong> discursos de p<strong>en</strong>sadores que no son estrictam<strong>en</strong>te<br />
indios. En este s<strong>en</strong>tido, la antropología, tanto como la historia, han<br />
contribuido efectivam<strong>en</strong>te a la elaboración de este discurso, y esto lo<br />
están <strong>en</strong>t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do muy bi<strong>en</strong> algunos de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
EL TEJIDO DE LA IDEOLOGÍA INDIANISTA<br />
Si pudiésemos resumir los compon<strong>en</strong>tes del discurso indianista hasta<br />
aquí esbozados, deberíamos considerar que los cuatro compon<strong>en</strong>tes de<br />
la ideología indianista arriba descriptos fueron forjándose básicam<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> el siglo XX. Ahora, para una mejor compr<strong>en</strong>sión, sería conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te<br />
reord<strong>en</strong>ar su pres<strong>en</strong>tación según la importancia o prioridad que nos<br />
ayude a percibir la estructura de esta ideología que pret<strong>en</strong>de instituirse<br />
como discurso alternativo. Así, <strong>en</strong> primer lugar, podríamos ubicar a la<br />
corri<strong>en</strong>te que d<strong>en</strong>ominamos “teóricos de la indianidad”. Las reflexiones<br />
de p<strong>en</strong>sadores como Guillermo Carnero Hoke, Fausto Reinaga y Virgilio<br />
Roel repres<strong>en</strong>tarían el corazón de tal discurso; es decir, se puede<br />
considerar que los escritos de estos autores fueron los que sintetizaron<br />
las ideas c<strong>en</strong>trales de la indianidad. En segundo lugar, ubicaríamos las<br />
reflexiones de los antropólogos, particularm<strong>en</strong>te los firmantes de las<br />
tres Declaraciones de Barbados; ellos repres<strong>en</strong>tan tanto el conocimi<strong>en</strong>to<br />
etnográfico-académico como también la alianza estratégica <strong>en</strong>tre los
Ladislao Landa Vásquez<br />
indios y los no-indios para permitir sacar fuera de la esfera local las reivindicaciones<br />
de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>; este grupo se caracterizó por combinar<br />
la academia con la politicidad, es decir, su labor consistió <strong>en</strong> formalizar<br />
académicam<strong>en</strong>te un conocimi<strong>en</strong>to sobre los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, así como también<br />
formular una def<strong>en</strong>sa de los varios aspectos de la problemática<br />
indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> términos de su sobreviv<strong>en</strong>cia y sus reivindicaciones. En<br />
tercer lugar, estaría la pres<strong>en</strong>cia de los indig<strong>en</strong>istas radicales (Valcárcel<br />
y González Prada), que podrían repres<strong>en</strong>tar el grito inicial, la toma de<br />
conci<strong>en</strong>cia sobre la necesidad de reivindicar a los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>;<br />
su discurso se caracterizó por un agonismo <strong>en</strong> pro de los indios. Y, <strong>en</strong><br />
cuarto lugar, ubicaríamos a los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> o activistas políticos<br />
que organizan los movimi<strong>en</strong>tos actuales, cuya pres<strong>en</strong>cia, mucho más<br />
amplia, se puede definir también como la pragmática de la política indianista,<br />
esto es, los mismos indios haci<strong>en</strong>do política por sus propios intereses;<br />
su ubicación <strong>en</strong> este último lugar se debe a que no existe aún un<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to claro, pues están dedicados principalm<strong>en</strong>te a la práctica y<br />
dan por supuesto que existe una ideología indianista. Las reflexiones de<br />
estos cuatro grupos son las que compondrían una ideología indianista,<br />
que se expresa <strong>en</strong> estos mom<strong>en</strong>tos aún de manera dispersa, repiti<strong>en</strong>do<br />
o variando las propuestas <strong>en</strong>unciadas por los teóricos c<strong>en</strong>trales.<br />
Discutir la temática indianista nos lleva necesariam<strong>en</strong>te a abordar<br />
otras nociones sueltas que se desplazan <strong>en</strong> medio de los textos escritos<br />
monum<strong>en</strong>talizantes y <strong>en</strong> los discursos orales de los mismos líderes<br />
que asum<strong>en</strong> esta ideología. Son palabras que su<strong>en</strong>an desde hace mucho<br />
tiempo y que nos <strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong> sin permitirnos, a veces, det<strong>en</strong>ernos a rep<strong>en</strong>sar<br />
<strong>en</strong> ellas y preguntarles hacia dónde están apuntando, a quién están<br />
repres<strong>en</strong>tando, cómo se escapan de un cuestionami<strong>en</strong>to más específico.<br />
De pronto vemos que el indig<strong>en</strong>ismo hoy se <strong>en</strong>mascara <strong>en</strong> un neoindig<strong>en</strong>ismo<br />
y evita tornarse indianismo. Los sujetos que <strong>en</strong>arbolan ciertos<br />
<strong>en</strong>unciados no solam<strong>en</strong>te cambian con el transcurso de la historia,<br />
sino que también asum<strong>en</strong> este adjetivo, indios, y se atrev<strong>en</strong> a reconocer<br />
tal estigma y levantarlo como bandera fr<strong>en</strong>te a aquellos que inv<strong>en</strong>taron<br />
tal epíteto, y de esta manera inician una respuesta hasta transformar<br />
las relaciones de dominación que repres<strong>en</strong>taba esta ideología c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>aria<br />
instituida <strong>en</strong> la Colonia. “Como indio nos dominaron, como indio nos<br />
libertaremos”, dic<strong>en</strong> los líderes. Entonces, el indianismo es el int<strong>en</strong>to de<br />
recuperar un estigma y transformarlo <strong>en</strong> adjetivación positiva. Así, las<br />
personas de difer<strong>en</strong>tes grupos étnicos que utilizaban sus propios etnónimos<br />
(guaraní, cañari, huanca, xavante, purepecha, embera, etc.) asum<strong>en</strong><br />
la d<strong>en</strong>ominación indio para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar al Estado y conseguir sus<br />
reivindicaciones. Es el indio g<strong>en</strong>érico que se expresa políticam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />
un diálogo con otros par<strong>en</strong>tes, como dirían los indios brasileños.<br />
Veamos, no obstante, algunos elem<strong>en</strong>tos disonantes <strong>en</strong> este proceso<br />
de elaboración de esta nueva autodefinición política. Si el indianis-<br />
61
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
mo como argum<strong>en</strong>to político de los indios fue <strong>en</strong>unciado teóricam<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> los años ses<strong>en</strong>ta, luego de un proceso riguroso de reflexión de parte<br />
de intelectuales peruanos y bolivianos, su aceptación por parte de los<br />
líderes y grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de <strong>América</strong> de habla española y portuguesa<br />
no ha sido aún satisfactoria; pues, hasta ahora, no todos se han visto<br />
obligados a asumir un discurso político más sofisticado. Según ellos,<br />
es sufici<strong>en</strong>te autonombrarse como indio, y el resto v<strong>en</strong>dría por añadidura.<br />
Por el contrario, las discusiones con la sociedad nacional y el<br />
Estado se van circunscribi<strong>en</strong>do hacia temas de autonomía de territorio<br />
y gobierno propio, dejando de lado la cim<strong>en</strong>tación de un discurso ideológico<br />
más afinado. Por tanto, los movimi<strong>en</strong>tos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de <strong>América</strong><br />
Latina se pres<strong>en</strong>tan aún como un coro descoordinado, a la manera de<br />
un canon atomizado sin director de orquesta, pues cada uno cree estar<br />
sust<strong>en</strong>tando lo mismo sin poder determinar exactam<strong>en</strong>te qué tipo de<br />
ideología se expresa. Estamos a más de 20 años de la edición de Utopía<br />
y Revolución de Bonfil Batalla, y los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> parec<strong>en</strong> no haber<br />
tomado conci<strong>en</strong>cia de aquellos docum<strong>en</strong>tos hartam<strong>en</strong>te sugestivos; por<br />
tanto, no han pasado aún a definir su ideología de manera clara. Exist<strong>en</strong><br />
movimi<strong>en</strong>tos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, pero no una ideología de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, y esto<br />
sucede a pesar del presupuesto unánime <strong>en</strong>tre ellos de un pan-indianismo<br />
que los unificaría. Todos los indios <strong>en</strong> sus <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros supon<strong>en</strong> que<br />
pi<strong>en</strong>san parecido <strong>en</strong> términos ideológicos; sin embargo, no aparece una<br />
sust<strong>en</strong>tación visible de tal unidad.<br />
No podemos criticar solam<strong>en</strong>te a los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de tal insufici<strong>en</strong>cia,<br />
pues los teóricos <strong>en</strong>cargados de su difusión tampoco fueron claros<br />
<strong>en</strong> su definición. Acerquémonos, si no, a los argum<strong>en</strong>tos de Bonfil Batalla.<br />
Cuando se refiere al “p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político indio”, podemos observar<br />
que señala básicam<strong>en</strong>te lo sigui<strong>en</strong>te: “<strong>en</strong> la esfera ideológica, las<br />
organizaciones políticas indias ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a fom<strong>en</strong>tar una id<strong>en</strong>tificación<br />
pan-india, opuesta a Occid<strong>en</strong>te, que se expresa a través de la indianidad”<br />
(1981a: 11), y más adelante continúa: “así, la id<strong>en</strong>tificación y la<br />
solidaridad <strong>en</strong>tre los indios, la indianidad, no es un postulado táctico<br />
sino la expresión necesaria de una unidad histórica basada <strong>en</strong> una civilización<br />
común, que el colonialismo ha querido ocultar. La indianidad,<br />
además, está reforzada por la experi<strong>en</strong>cia también común de casi cinco<br />
siglos de dominación” (Bonfil, 1981a: 37). Pi<strong>en</strong>so que Bonfil caracterizó<br />
adecuadam<strong>en</strong>te el discurso de los movimi<strong>en</strong>tos políticos de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>;<br />
sin embargo, exist<strong>en</strong> algunos aspectos que limitan una formulación<br />
de una ideología indianista, pues él supone que esta es connatural<br />
con el ser indíg<strong>en</strong>a, que su aparición es automática, que no requiere<br />
reflexión ni formulación, y, sigui<strong>en</strong>do a Agnes Heller, supone que esta<br />
ideología está básicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la vida cotidiana: basta con reconocerse<br />
indios y el resto es superfluo.<br />
62
Ladislao Landa Vásquez<br />
Fr<strong>en</strong>te a esta simplificación, por el contrario, considero que Roel<br />
Pineda, Reinaga y Carnero Hoke p<strong>en</strong>saban <strong>en</strong> la necesidad de elaborar<br />
un discurso más complejo; por lo tanto, para ellos era importante reflexionar<br />
y fundam<strong>en</strong>tar teóricam<strong>en</strong>te, y así lo hicieron. Y lo más importante<br />
es que elaboraron un discurso para polemizar con otras corri<strong>en</strong>tes<br />
políticas. Efectivam<strong>en</strong>te, a una ideología indianista adjetivada como<br />
política no le basta estar anclada <strong>en</strong> la cotidianeidad, pues requiere de<br />
una argum<strong>en</strong>tación como la que hicieron estos intelectuales peruanos<br />
y bolivianos. Si bi<strong>en</strong> es cierto que la vida cotidiana es un contexto de<br />
emerg<strong>en</strong>cia de ideologías, sin embargo, det<strong>en</strong>erse, p<strong>en</strong>sar y proponer<br />
también resulta pertin<strong>en</strong>te para la formulación de una ideología política.<br />
Así, una ideología debe ser capaz de ser sost<strong>en</strong>ida y def<strong>en</strong>dida sin<br />
dar la posibilidad de ser destruida a la m<strong>en</strong>or crítica, y m<strong>en</strong>os de ser<br />
concebida como natural y automática.<br />
Por otro lado, <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina, las ideas, principios y doctrinas<br />
del indianismo contemporáneo se des<strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong> atomizadam<strong>en</strong>te, pues<br />
su propia autodefinición lo d<strong>en</strong>uncia también: movimi<strong>en</strong>to. Una politicidad<br />
expresada como movimi<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> realidad, es precaria porque no<br />
logra construir propuestas duraderas, y por tanto no ti<strong>en</strong>e posibilidades<br />
de sobrevivir, y se limita a repres<strong>en</strong>tarse como parte de una coyuntura,<br />
moviéndose de acuerdo con las posibilidades que los sistemas de<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to vig<strong>en</strong>tes le brind<strong>en</strong> como marco. En este s<strong>en</strong>tido, el indianismo<br />
aún no es una ideología asumida ni def<strong>en</strong>dida. Por lo mismo, se<br />
pres<strong>en</strong>ta y repres<strong>en</strong>ta como un corri<strong>en</strong>te pan-indíg<strong>en</strong>a para compatibilizar<br />
con los discursos que están de moda.<br />
No obstante, debemos remarcar algunas bases que Bonfil había<br />
vislumbrado <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido. Se trata pues de una ideología política<br />
asumida por los grupos étnicos que se apropian de, y transforman, un<br />
estigma: lo indio. Esta ideología está constituida por una cosmovisión<br />
donde la naturaleza es indisociable del hombre; es colectivista o comunitarista<br />
(holista, dirían los indianistas); la historia marca un eje<br />
fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> su concepción política, pues se trata de anclarse <strong>en</strong> una<br />
tradición. Propon<strong>en</strong> reconstruir la sociedad <strong>en</strong> función de estos principios.<br />
En cuestiones de alternativa, consideran que las ideologías de<br />
la modernidad occid<strong>en</strong>tal han fracasado, <strong>en</strong>tonces propon<strong>en</strong> un futuro<br />
colectivista. En algunas verti<strong>en</strong>tes más contemporáneas, esta ideología<br />
no teme admitir que está asociada con la religión, pues ella puede ser<br />
un sust<strong>en</strong>to; <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido, se alejan de la secularización de la modernidad<br />
que rechaza lo sobr<strong>en</strong>atural.<br />
Entonces, el indianismo puede definirse como una filosofía nativa,<br />
se trata de búsquedas de filosofías latinoamericanas. En este s<strong>en</strong>tido,<br />
las reflexiones sobre <strong>América</strong> no deb<strong>en</strong> circunscribirse a los análisis<br />
de las discusiones <strong>en</strong>tre Leopoldo Zea y Augusto Salazar Bondy,<br />
Mariátegui, Fernández Retamar, Jorge Luis Borges, etc., sino que tam-<br />
63
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
bién es pertin<strong>en</strong>te volver la mirada a nuestros indianistas que se manifestaron<br />
principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las décadas del ses<strong>en</strong>ta y set<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> Perú y<br />
Bolivia. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to sobre lo indíg<strong>en</strong>a de difer<strong>en</strong>tes g<strong>en</strong>eraciones <strong>en</strong><br />
<strong>América</strong> nos ofrece un fructífero camino a explorar. Es por eso que el<br />
propósito de este trabajo es, antes que nada, ofrecer algunos elem<strong>en</strong>tos<br />
para explicar las bases heterogéneas del indianismo. No se trata de un<br />
afán conciliador, sino más bi<strong>en</strong> de compr<strong>en</strong>der y explicar por qué aparec<strong>en</strong><br />
<strong>en</strong>unciados que se asemejan <strong>en</strong>tre uno y otro discurso. Deberíamos<br />
señalar, <strong>en</strong>tonces, que existe un proceso de inter-incrustaciones de<br />
discursos <strong>en</strong> la formación de la ideología indianista; y de lo que se trata<br />
es de poder detectar algunos <strong>en</strong>unciados que transitan <strong>en</strong> las manifestaciones<br />
de los difer<strong>en</strong>tes intelectuales y movimi<strong>en</strong>tos que han propuesto<br />
ideas sobre la temática indíg<strong>en</strong>a. Si pudiéramos determinar algunos de<br />
ellos, me atrevería a anunciar por lo m<strong>en</strong>os siete.<br />
El pasado histórico mil<strong>en</strong>ario es un <strong>en</strong>unciado que todos los discursos<br />
pro-indios han reivindicado como un argum<strong>en</strong>to importante. Los<br />
indig<strong>en</strong>istas como Valcárcel y González Prada tuvieron <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que<br />
a los indios los respaldaba una civilización mil<strong>en</strong>aria que fue destruida<br />
por los invasores españoles. Este mismo argum<strong>en</strong>to sirvió a los teóricos<br />
indianistas como Carnero Hoke, Reinaga y Roel Pineda; por eso su<br />
preocupación c<strong>en</strong>tral fue desv<strong>en</strong>dar la historia. Aunque los antropólogos<br />
indianistas ya no asum<strong>en</strong> lo mismo, apoyan <strong>en</strong> cambio las manifestaciones<br />
de los indios, y tal fue el papel de los comunicados de Barbados y la<br />
compilación de Bonfil Batalla que analizamos previam<strong>en</strong>te.<br />
El otro <strong>en</strong>unciado que cruza estos discursos, quizás el más importante,<br />
es el indio dueño de estas tierras. Ninguno de los autores que<br />
hemos analizado deja de evid<strong>en</strong>ciar que precisam<strong>en</strong>te las poblaciones<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> fueron las dueñas de estas tierras y, por tanto, les compete el<br />
reconocimi<strong>en</strong>to por parte de la sociedad y el Estado.<br />
Socialismo o comunitarismo son dos expresiones que se intercambian,<br />
<strong>en</strong>unciando un esquema que fue reivindicado por todos los<br />
autores pro-indios. Aunque el socialismo era una expresión más usada<br />
por los indig<strong>en</strong>istas socialistas (Castro Pozo y Mariátegui, por ejemplo),<br />
la propuesta más elocu<strong>en</strong>te fue la del historiador socialista francés<br />
Louis Baudin, a qui<strong>en</strong> se considera como el primero que planteó<br />
el socialismo <strong>en</strong> la sociedad inka. En la segunda mitad del siglo XX,<br />
los indianistas Reinaga y Carnero Hoke retoman tal idea y la plantean<br />
como principio del discurso indianista. Los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> actuales y<br />
algunos antropólogos también sigu<strong>en</strong> inclinándose por conceptuar un<br />
comunitarismo indíg<strong>en</strong>a, aunque sin mayores refer<strong>en</strong>cias al pasado.<br />
Tal vez sea secundario, pero el rechazo al mestizaje fue otro <strong>en</strong>unciado<br />
que rondó casi todos los discursos. Valcárcel, como hemos visto,<br />
fue el más fervi<strong>en</strong>te crítico del mestizaje; sin embargo, el indianista<br />
Reinaga también elevó sus diatribas más duras al “cholaje blanco mes-<br />
64
Ladislao Landa Vásquez<br />
tizo”, aunque <strong>en</strong> los otros discursos no se pres<strong>en</strong>ta abiertam<strong>en</strong>te este<br />
<strong>en</strong>unciado ciertam<strong>en</strong>te racista. Guillermo Bonfil, al int<strong>en</strong>tar resumir el<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político indio, considera que los discursos indianistas se<br />
propusieron recuperar al mestizo, y afirma:<br />
el proyecto de recuperación del mestizo se funda –como <strong>en</strong> las clases<br />
sociales– <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia del indio <strong>en</strong> sí. El indio <strong>en</strong> sí se expresa <strong>en</strong><br />
la práctica de su cultura; su conci<strong>en</strong>cia inmediata incluye la noción<br />
de difer<strong>en</strong>cia (por contraste con los no indios), que se justifica ideológicam<strong>en</strong>te<br />
a través del mito (1981c: 44).<br />
Sin embargo, la def<strong>en</strong>sa de la difer<strong>en</strong>cia conlleva algún elem<strong>en</strong>to de<br />
discriminación que está rondando los discursos indianistas. Entonces,<br />
algunos antropólogos y los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> contemporáneos no ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
aún una alternativa para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar este <strong>en</strong>unciado cuyo tratami<strong>en</strong>to es<br />
de mucho cuidado.<br />
Un quinto <strong>en</strong>unciado sería la refer<strong>en</strong>cia contrastiva: esto es, los discursos<br />
refer<strong>en</strong>tes a la problemática indíg<strong>en</strong>a g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se discut<strong>en</strong><br />
t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta una alteridad política. Por ejemplo, si damos una mirada<br />
a los docum<strong>en</strong>tos pioneros del indianismo (Carnero, Roel y Reinaga),<br />
podemos constatar que fueron formulados bajo una episteme ci<strong>en</strong>tificista,<br />
donde debía paralelizarse una ci<strong>en</strong>cia indíg<strong>en</strong>a americana con<br />
la ci<strong>en</strong>cia occid<strong>en</strong>tal, de cuya elucidación emergería una verdad. Tanto<br />
Reinaga como los redactores de los docum<strong>en</strong>tos CISA (1980) dialogaban<br />
y discutían con el discurso marxista y asumían una ci<strong>en</strong>cia que los ayudaba<br />
a sust<strong>en</strong>tar una doctrina. Entonces hallamos que existe una “concepción<br />
ci<strong>en</strong>tífica india”, tan bu<strong>en</strong>a como o mejor que la occid<strong>en</strong>tal.<br />
El sexto sería la red<strong>en</strong>ción del indio; aunque positivista 33 , sin duda,<br />
<strong>en</strong> la <strong>América</strong> andina ha dado sus propios argum<strong>en</strong>tos. Esta reivindicación<br />
indig<strong>en</strong>ista (o “indianista”, como gustaban decir los literatos e<br />
indig<strong>en</strong>istas primig<strong>en</strong>ios) def<strong>en</strong>día la realidad de las “altas culturas” o<br />
“civilizaciones” que había que rescatar del olvido o del oscurecimi<strong>en</strong>to<br />
occid<strong>en</strong>tal. Integrar al indio, claro, fue el gran error de este red<strong>en</strong>cionismo,<br />
porque su alternativa resolutiva dep<strong>en</strong>día de la desaparición de las<br />
difer<strong>en</strong>cias; proponer que “ante la ley todos somos iguales”; creer que<br />
era una b<strong>en</strong>dición ser ciudadanos.<br />
No obstante, podríamos decir <strong>en</strong> su def<strong>en</strong>sa que, <strong>en</strong> el proceso de<br />
clarificar la pres<strong>en</strong>cia de un sujeto étnico, de afirmar “el indio existe”,<br />
los indig<strong>en</strong>istas estaban haci<strong>en</strong>do emerger, por lo m<strong>en</strong>os, el “indio abstracto”<br />
(aunque) prehispánico. No debemos olvidar que, aunque formal-<br />
33 Aquí nos estamos refiri<strong>en</strong>do a la ideología del positivismo sp<strong>en</strong>ceriano y comtiano que<br />
supone el progreso <strong>en</strong> todos sus s<strong>en</strong>tidos. Estos principios fueron casi unánimem<strong>en</strong>te acogidos<br />
por las elites intelectuales <strong>en</strong> nuestros países de <strong>América</strong> Latina.<br />
65
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
m<strong>en</strong>te, la literatura indig<strong>en</strong>ista <strong>en</strong> nuestros países al m<strong>en</strong>os mostró el<br />
rostro indio que las repúblicas criollas del siglo XIX int<strong>en</strong>taron ocultar.<br />
Y el indianismo contemporáneo, queriéndolo o no, ti<strong>en</strong>e que echar<br />
mano de algunos de los argum<strong>en</strong>tos indig<strong>en</strong>istas-positivistas para trazar<br />
su g<strong>en</strong>ealogía; la historia, <strong>en</strong>tonces, servirá como herrami<strong>en</strong>ta para<br />
constituir la nueva comunidad imaginada, si<strong>en</strong>do que “el conocimi<strong>en</strong>to<br />
de la historia verdadera, propia, es un requisito indisp<strong>en</strong>sable y arma formidable<br />
para la movilización política del pueblo indio” (Bonfil Batalla,<br />
1981a: 41). En esto no sólo exist<strong>en</strong> coincid<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre el indig<strong>en</strong>ismo<br />
positivista de fines del siglo XIX y comi<strong>en</strong>zos del XX y el indianismo contemporáneo<br />
de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de países como Ecuador, Bolivia y<br />
Perú; todos ellos reafirman, sobre todo, la necesidad de reivindicación de<br />
los excluidos. Los indig<strong>en</strong>istas positivistas no podían t<strong>en</strong>er su conci<strong>en</strong>cia<br />
tranquila sin afirmar la pres<strong>en</strong>cia de una porción de la población que fue<br />
marginada por casi cuatro siglos. Los indianistas hoy no pued<strong>en</strong> dejar<br />
de expresar vehem<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te que fueron “500 años”, y por eso <strong>en</strong> todos<br />
los discursos de este tipo, gran parte está dedicada a narrar <strong>en</strong> variadas<br />
formas esta exclusión, marginación, discriminación.<br />
Lo que queremos mostrar con esto es que el discurso indianista<br />
no puede despr<strong>en</strong>derse de este <strong>en</strong>unciado que fue manejado desde hace<br />
más de un siglo: la idea de red<strong>en</strong>ción del indio. Por supuesto, ahora lo<br />
políticam<strong>en</strong>te correcto es asumir la red<strong>en</strong>ción desde la difer<strong>en</strong>cia y no desde<br />
el integracionismo indig<strong>en</strong>ista patriarcal. Pero, como diría Foucault<br />
(1988: cap III), el <strong>en</strong>unciado sigue dando vueltas a nuestro alrededor, y<br />
los dirig<strong>en</strong>tes indianistas lo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> sus manos: la reivindicación de las<br />
“grandes civilizaciones” (azteca, inca, maya, y las locales) debe ser practicada<br />
activam<strong>en</strong>te tanto y mejor que la realizada por los indig<strong>en</strong>istas<br />
patriarcales; y así, desde miradas difer<strong>en</strong>tes, el discurso se repite.<br />
Finalm<strong>en</strong>te, el séptimo <strong>en</strong>unciado sería la ecología del bu<strong>en</strong> salvaje.<br />
Exist<strong>en</strong> varios actores <strong>en</strong> las políticas de conservación de la naturaleza.<br />
Sin embargo, los grupos <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> han logrado ubicarse adecuadam<strong>en</strong>te<br />
<strong>en</strong> la ar<strong>en</strong>a nacional e internacional, consigui<strong>en</strong>do una<br />
audi<strong>en</strong>cia y un espacio de poder a través del discurso ambi<strong>en</strong>talista.<br />
Los indianistas se reafirmaban:<br />
66<br />
no nos consideramos propietarios de la tierra; ella es <strong>nuestra</strong> madre<br />
y no una pieza de mercancía; pues es parte integral de nosotros. Es<br />
nuestro pasado, nuestro pres<strong>en</strong>te y el futuro. Creemos que la interacción<br />
<strong>en</strong>tre los humanos y el medio ambi<strong>en</strong>te es válida no sólo para<br />
<strong>nuestra</strong>s comunidades, sino para todos los pueblos de Indo-<strong>América</strong><br />
(Declaración de Quito, 1990).<br />
En estos últimos veinte años se ha descubierto que los mejores conservadores<br />
de la naturaleza son los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>, y esto ha sido triunfalm<strong>en</strong>te<br />
sintetizado <strong>en</strong> la reunión ecologista de Río 92. En este s<strong>en</strong>tido, cual-
Ladislao Landa Vásquez<br />
quier proyecto de conservación del medio ambi<strong>en</strong>te debe considerar la<br />
pres<strong>en</strong>cia y experi<strong>en</strong>cia de los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>.<br />
Sin embargo, hoy exist<strong>en</strong> algunas opiniones críticas que discut<strong>en</strong><br />
el ecologismo de los indianistas, sobre todo la participación de sus líderes.<br />
Conklin y Graham (1995) han discutido la alianza <strong>en</strong>tre <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
y conservacionistas desarrollando argum<strong>en</strong>tos muy interesantes. Señalan<br />
que el acceso de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> a los medios de comunicación<br />
fue posible debido a la ideología del “bu<strong>en</strong> salvaje” que está impregnada<br />
<strong>en</strong> la sociedad. Estas ideas, cuyos oríg<strong>en</strong>es se remit<strong>en</strong> a la llegada de europeos<br />
a <strong>América</strong>, proporcionaron una imag<strong>en</strong> idílica de los “otros” –<strong>en</strong><br />
este caso, los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong>– como nobles y armónicos con la naturaleza.<br />
Anclados <strong>en</strong> estos presupuestos, para los medios de comunicación no<br />
fue difícil reconstruir una imag<strong>en</strong> de los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> contemporáneos<br />
como repres<strong>en</strong>tantes auténticos de la conservación del medio ambi<strong>en</strong>te.<br />
Los conservacionistas, al descubrir un aliado que les permitiría<br />
desarrollar su discurso, difundieron las figuras de líderes que se des<strong>en</strong>volvieron<br />
<strong>en</strong> un medio tan poderoso y también peligroso como son los<br />
medios de comunicación. La difusión masiva de los intereses <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong><br />
<strong>en</strong> estos medios implicó necesariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> ciertos juegos repres<strong>en</strong>tacionales;<br />
de esta manera, adaptaron el l<strong>en</strong>guaje tradicional y se<br />
sometieron al sistema propagandístico. Y esto implicó que los líderes<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> tuvieran que desplegar sus ideas <strong>en</strong> esquemas de la ideología<br />
occid<strong>en</strong>tal. Conklin y Graham sugier<strong>en</strong> que v<strong>en</strong>der una imag<strong>en</strong> <strong>en</strong> tales<br />
términos tuvo efectos muy negativos; <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> un terr<strong>en</strong>o simbólico<br />
como son estos medios masivos de comunicación fue muy traicionero;<br />
la fragilidad se demostró cuando, luego de pres<strong>en</strong>tar a los líderes como<br />
personajes de Hollywood, el desprestigio que siguió a estos hechos fue<br />
lam<strong>en</strong>table. Así, una vez más, aparece un problema tradicional <strong>en</strong> la relación<br />
<strong>en</strong>tre sociedades distintas: la pres<strong>en</strong>cia de los intermediarios, los<br />
famosos brokers, personajes que aprovechan las limitaciones, la falta de<br />
comunicación y las barreras lingüísticas.<br />
Desde Montesquieu y Rousseau han pasado muchos años, y los<br />
ideólogos indianistas parec<strong>en</strong> haber apr<strong>en</strong>dido a fusionar el viejo argum<strong>en</strong>to<br />
del bu<strong>en</strong> salvaje con el ecologismo. En estos mom<strong>en</strong>tos no<br />
se puede concebir un discurso indianista, <strong>en</strong> ninguno de nuestros países,<br />
sin pres<strong>en</strong>tar la figura del indio ecológico. Si retomamos la idea<br />
de circulación de <strong>en</strong>unciados que formulaba Foucault (1988: cap. III),<br />
estaríamos de alguna manera fr<strong>en</strong>te a la reproducción de ideas del bu<strong>en</strong><br />
salvaje, natural y armónico, que estos viejos p<strong>en</strong>sadores consideraban<br />
para <strong>América</strong>; pero hoy, desde la posmodernidad, el concepto está reformulado<br />
desde una perspectiva comunicacional. Efectivam<strong>en</strong>te, a fines<br />
del siglo XX, la ecología es vista desde una car<strong>en</strong>cia o agotami<strong>en</strong>to<br />
de la naturaleza; <strong>en</strong> cambio, el bu<strong>en</strong> salvaje de Rousseau se concebía<br />
67
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
desde la naturalidad del individuo que conservaba la naturaleza porque<br />
era normal e inher<strong>en</strong>te a sí mismo.<br />
En este s<strong>en</strong>tido, la refer<strong>en</strong>cia o dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia (según los marcos<br />
ideológicos <strong>en</strong> cuestión) de parámetros de discusión es evid<strong>en</strong>te, pues<br />
todas estas propuestas no logran salir o evitar paradigmas que Europa<br />
instituyó. Si el indig<strong>en</strong>ismo de inicios del siglo XX competía con<br />
el positivismo y con las “civilizaciones madres” de Occid<strong>en</strong>te (Grecia,<br />
Roma, Egipto), el indianismo de los ses<strong>en</strong>ta hace una alianza con el<br />
ci<strong>en</strong>tificismo marxista; hoy el indianismo contemporáneo compite con<br />
los nuevos actores de los nuevos movimi<strong>en</strong>tos sociales, tratando de ser<br />
lo más “difer<strong>en</strong>te” posible, es decir, se cont<strong>en</strong>ta con ser posmoderno.<br />
Efectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la década del nov<strong>en</strong>ta la influ<strong>en</strong>cia posmoderna<br />
y el discurso ecologista que había calado hondam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sus intelectuales<br />
obliga a una huida, o a evitar nombrar como ci<strong>en</strong>tífico al<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to indianista 34 . En realidad, el discurso indíg<strong>en</strong>a contemporáneo<br />
difer<strong>en</strong>cialista es más prop<strong>en</strong>so a reivindicar la id<strong>en</strong>tidad y la ecología<br />
como tópico fundam<strong>en</strong>tal. El indianismo de Carnero Hoke, Roel<br />
Pineda y Reinaga competía activam<strong>en</strong>te con la ci<strong>en</strong>cia occid<strong>en</strong>tal y se<br />
movía d<strong>en</strong>tro del discurso marxista, tratando de mostrar la validez de un<br />
indianismo que no debería <strong>en</strong>vidiar a ningún otro p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, porque<br />
t<strong>en</strong>dría todos los elem<strong>en</strong>tos para pres<strong>en</strong>tarse como filosofía alternativa.<br />
El discurso indíg<strong>en</strong>a contemporáneo, <strong>en</strong> cambio, se mueve <strong>en</strong> medio de<br />
un posmodernismo tímido, tratando de competir <strong>en</strong>tre las difer<strong>en</strong>cias<br />
de los Nuevos Movimi<strong>en</strong>tos Sociales. Si pudiéramos hablar de ideología<br />
indianista hoy, esta queda relegada básicam<strong>en</strong>te a los pocos impulsores<br />
del CISA y al movimi<strong>en</strong>to aymara; los líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> (que al parecer<br />
poco se interesan por las ideas de Bonfil Batalla, Reinaga, Carnero Hoke<br />
y Roel Pineda) sólo se <strong>en</strong>uncian a sí mismos como “movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a”,<br />
una especie de discurso que evita asumirse como ideología y m<strong>en</strong>os<br />
como discurso político <strong>en</strong> esta supuesta era de fin de la Historia.<br />
Observamos que hoy está ocurri<strong>en</strong>do una especie de olvido o<br />
indifer<strong>en</strong>cia hacia formas de definición política. Se trata de un alejami<strong>en</strong>to<br />
del discurso indianista desarrollado <strong>en</strong> los años set<strong>en</strong>ta por<br />
parte de las difer<strong>en</strong>tes corri<strong>en</strong>tes de intelectuales. Los exitosos líderes<br />
<strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> de Ecuador muy raras veces escrib<strong>en</strong> sus docum<strong>en</strong>tos según<br />
estos parámetros. Sus textos parec<strong>en</strong> rehuir a esta forma ideológica de<br />
id<strong>en</strong>tificarse y prefier<strong>en</strong> hablar a secas de “movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a”: <strong>en</strong><br />
Ecuador no exist<strong>en</strong> indianistas, sino movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a simplem<strong>en</strong>-<br />
34 Así, por ejemplo, la líder parlam<strong>en</strong>taria indíg<strong>en</strong>a Nina Pacari, <strong>en</strong> un artículo publicado<br />
<strong>en</strong> Internet, “Cultura y Pueblos Indios”, <strong>en</strong> ningún mom<strong>en</strong>to utiliza la palabra ci<strong>en</strong>cia,<br />
aunque de vez <strong>en</strong> cuando habla de desarrollo, pero desde una visión proteccionista del<br />
medio ambi<strong>en</strong>te. Ver artículo de la Revista Nacional de Cultura, Quito, agosto de 1997, <strong>en</strong><br />
.<br />
68
Ladislao Landa Vásquez<br />
te. En Bolivia, el discurso de “los originarios” es hoy más importante;<br />
estos son asociados también con el “movimi<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a”, y poco se<br />
m<strong>en</strong>ciona el indianismo de don Fausto Reinaga. Y <strong>en</strong> Perú, <strong>en</strong> la modorra<br />
política que impera, ni esta ni otras ideologías se muestran palmariam<strong>en</strong>te.<br />
Se trata pues de una especie de sil<strong>en</strong>cio que articula a los<br />
líderes <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y la academia, que prefier<strong>en</strong> hablar <strong>en</strong> términos de la<br />
difer<strong>en</strong>cia y evitar la ideología.<br />
Para finalizar, deberíamos preguntarnos: ¿los indios conquistaron<br />
su lugar? O, parafraseando a Gayatri Spivak (1994): ¿los indios<br />
pued<strong>en</strong> hablar? La ideología indianista nos susurra desde algún lugar<br />
asinti<strong>en</strong>do positivam<strong>en</strong>te. Sin embargo, cabe recordar que Spivak, desde<br />
un discurso de la poscolonialidad, afirmaba que los subalternos no<br />
pued<strong>en</strong> hablar, y que si lo logras<strong>en</strong> dejarían de ser subalternos. En este<br />
contexto, tal vez sea bu<strong>en</strong>o refrescar razonami<strong>en</strong>tos apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />
obsoletos sobre este hablar, que fueron formulados d<strong>en</strong>tro de la teoría<br />
marxista: Gyorg Lukács nos decía que el proceso debe <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse como<br />
una marcha del sujeto <strong>en</strong> sí hacia el sujeto para sí; Antonio Gramsci<br />
señalaba que había que construir el bloque histórico. Pero ahora nos<br />
debemos preguntar también: ¿no es para las clases sociales que servía<br />
este discurso? El susurro del indianismo podría expresar incomodidad<br />
ante estas impertin<strong>en</strong>cias, pues los indios no son clase ni quier<strong>en</strong> el<br />
poder. Entonces, ¿qué desean los líderes indianistas?<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
Adolph, José B. 1989 Dora (Lima: Peisa).<br />
Aguirre Beltrán, Gonzalo 1976 Obra Polémica (México DF: Sep-Inah).<br />
Aguirre Beltrán, Gonzalo 1993 (1983) “El indig<strong>en</strong>ismo ácrata y la<br />
alternativa marxista” <strong>en</strong> Aguirre Beltrán, Gonzalo L<strong>en</strong>guas<br />
Vernáculas (México DF: Fondo de Cultura Económica) Obra<br />
Antropológica XII.<br />
Alcina Franch, José 1990a “Introducción” <strong>en</strong> Alcina Franch, José (comp.)<br />
Indianismo e Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> <strong>América</strong> (Madrid: Alianza Editorial/<br />
Sociedad Quinto C<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario).<br />
Alcina Franch, José 1990b “El indianismo de Fray Bartolomé de las<br />
Casas” <strong>en</strong> Alcina Franch, José (comp.) Indianismo e Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong><br />
<strong>América</strong> (Madrid: Alianza Editorial/Sociedad Quinto C<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario).<br />
Alfajeme, Augusta y Valderrama, Mariano 1978 “Viejas y nuevas fracciones<br />
dominantes fr<strong>en</strong>te al problema indíg<strong>en</strong>a: 1900-1930” <strong>en</strong> Degregori,<br />
Carlos Iván; Valderrama, Mariano; Alfajeme, Augusta y Francke<br />
Ballve, Marfil (comps.) Indig<strong>en</strong>ismo, Clases Sociales y Problema<br />
Nacional (Lima: Celats).<br />
69
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Althusser, Louis 1999 (1970) “Ideologia e Aparelhos Ideológicos do Estado<br />
(Notas para uma investigação)” <strong>en</strong> Slavoj, Zizek (org.) Um Mapa da<br />
Ideologia (Rio de Janeiro: Contraponto).<br />
Aquézolo Castro, Manuel (comp.) 1976 La polémica del Indig<strong>en</strong>ismo (Lima:<br />
Mosca Azul).<br />
Arguedas, José María 1987 (1970) “Razón de ser del Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> el<br />
Perú” <strong>en</strong> Arguedas, José María Formación de una cultura nacional<br />
indoamericana (México DF: Siglo XXI).<br />
Arze Quintanilla, Fernando 1990 “Del Indig<strong>en</strong>ismo a la Indianidad:<br />
Cincu<strong>en</strong>ta años de Indig<strong>en</strong>ismo Contin<strong>en</strong>tal” <strong>en</strong> Alcina Franch,<br />
José (comp.) Indianismo e Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> <strong>América</strong> (Madrid: Alianza<br />
Editorial/Sociedad Quinto C<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario).<br />
Barre, Marie Chantal 1982 “Políticas indig<strong>en</strong>istas y reivindicaciones indias<br />
<strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina, 1940-1980” <strong>en</strong> Guillermo Bonfil et al. <strong>América</strong><br />
Latina: Etnodesarrollo y Etnocidio (San José: FLACSO).<br />
Basadre, Jorge 1968 Historia de la República del Perú. (Lima: Editorial<br />
Universitaria) Tomo XII.<br />
Bobbio, Norberto 1994 (1976) O conceito de sociedade civil (Rio de<br />
Janeiro: Graal).<br />
Bobbio, Norberto 1998 (1983) “Sociedade Civil” em Bobbio, Matteucci e<br />
Pasquino Dicionário de Política (Brasília: Universidade de Brasília).<br />
Bobbio, Norberto e Bovero, Michelangelo 1986 Sociedade e Estado na<br />
filosofía política moderna (São Paulo: Editora Brasili<strong>en</strong>se).<br />
Bonfil Batalla, Guillermo 1981a “El P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to Político de los Indios <strong>en</strong><br />
<strong>América</strong> Latina” <strong>en</strong> Anuario Antropológico 79 (Río de Janeiro: UnB/<br />
Tempo Brasileiro).<br />
Bonfil Batalla, Guillermo 1981b “Introducción” <strong>en</strong> Bonfil Batalla, Guillermo<br />
(comp.) Utopía y Revolución, el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de<br />
los indios de <strong>América</strong> Latina (México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Bonfil Batalla, Guillermo 1981c “Utopía y Revolución: El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina” <strong>en</strong> Bonfil<br />
Batalla, Guillermo (comp.) Utopía y Revolución. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (México DF:<br />
Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Bonfil Batalla, Guillermo 1990 “Aculturación e Indig<strong>en</strong>ismo: la respuesta<br />
india” <strong>en</strong> Alcina Franch, José (comp.) Indianismo e Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong><br />
<strong>América</strong> (Madrid: Alianza Editorial/Sociedad Quinto C<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ario).<br />
Calhoun, Craig 1994 “Nationalism and Civil Society: Democracy, Diversity<br />
and Self-Determination” in Calhoun, Craig (edit.) Social Theory and<br />
Politics of Id<strong>en</strong>tity (Oxford/Cambridge: Blackwell).<br />
70
Ladislao Landa Vásquez<br />
Cardoso De Oliveira, Roberto 1988 A Crise do Indig<strong>en</strong>ismo (São Paulo:<br />
Editora da Unicamp).<br />
Carnero Hoke, Guillermo 1981 (1979) “Teoría y práctica de la indianidad”<br />
<strong>en</strong> Bonfil Batalla, Guillermo (comp.) Utopía y Revolución. El<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina<br />
(México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Comas, Juan 1953 “Algunos Datos para la Historia del Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong><br />
México” <strong>en</strong> Comas, Juan Ensayos sobre el Indig<strong>en</strong>ismo (México DF:<br />
Ediciones del Instituto Indig<strong>en</strong>ista Interamericano).<br />
Conklin, Beth and Graham, Laura R. 1995 “The Shifting Middle Ground:<br />
Amazonian Indians and Eco-Politics” in American Anthropologist, Nº4.<br />
Corrêa, Mariza 1989 “Os Índios do Brasil Elegante & a Profesora Leolinda<br />
Daltro” em Revista Brasileira de Historia (São Paulo) Vol. 9, N° 18,<br />
agosto-setembro.<br />
Daltro, Leolinda de Figueiredo 1920 Da catechese dos indios no Brasil<br />
(Noticias e docum<strong>en</strong>tos para a Historia, 1896-1911) (Rio de Janeiro:<br />
Typ. da Escola Orsina da Fonseca).<br />
Davis, Shelton H. e M<strong>en</strong>get, Patrick 1981 “Povos primitivos e ideologias<br />
civilizadas no Brasil” em Junqueira, C. e Carvalho, E. (orgs.)<br />
Antropología e Indig<strong>en</strong>ismo na <strong>América</strong> Latina (São Paulo: Cortez).<br />
Degregori, Carlos Iván 1978 “Ocaso y Replanteami<strong>en</strong>to de la Discusión<br />
del Problema Indíg<strong>en</strong>a (1930-1977)” <strong>en</strong> Degregori, Carlos Iván;<br />
Valderrama, Mariano; Alfajeme, Augusta y Francke Ballve, Marfil (comps.)<br />
Indig<strong>en</strong>ismo, Clases Sociales y Problema Nacional (Lima: CELATS).<br />
Favre, H<strong>en</strong>ri 1998 (1996) El Indig<strong>en</strong>ismo (México: Fondo de Cultura<br />
Económica).<br />
Fernández, José M. 1997 “Del Indig<strong>en</strong>ismo al Indianismo. ¿Cambio<br />
semántico o giro copernicano <strong>en</strong> la Ideología y Política Indig<strong>en</strong>ista<br />
Interamericana?”. IV Encu<strong>en</strong>tro de Latinoamericanistas Españoles,<br />
Madrid. En .<br />
Foucault, Michel 1988 (1969) La Arqueología del Saber (México DF: Siglo XXI).<br />
Francke Ballve, Marfil 1978 “El movimi<strong>en</strong>to indig<strong>en</strong>ista <strong>en</strong> Cusco” <strong>en</strong><br />
Degregori, Carlos Iván; Valderrama, Mariano; Alfajeme, Augusta<br />
y Francke Ballve, Marfil (comps.) Indig<strong>en</strong>ismo, Clases Sociales y<br />
Problema Nacional (Lima: CELATS).<br />
Gagliardi, José Mauro 1989 O Indíg<strong>en</strong>a e a República (São Paulo: Editora<br />
Hucitec/Editora da Universidade de São Paulo/Secretaria de Estado<br />
da Cultura de São Paulo).<br />
García, José Uriel 1973 (1930) El Nuevo Indio (Lima: Editorial Universo).<br />
71
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Gellner, Ernest 1996 “Nationalism and the two forms of cohesion<br />
in complex societies” in Gellner, Ernest Culture, Id<strong>en</strong>tity, and<br />
Politics (Cambridge/New York/New Rochelle/Melbourne/Sydney:<br />
Cambridge University Press).<br />
Gomes, Mercio Pereira 1988 Os Indios e o Brasil (Petrópolis: Vozes).<br />
González Prada, Manuel 1985a (1888) “Discurso de Politeama” <strong>en</strong><br />
González Prada, Manuel Páginas Libres/Horas de Lucha (Barcelona:<br />
Biblioteca Ayacucho).<br />
González Prada, Manuel 1985b (1904) “Nuestros Indios” <strong>en</strong> González<br />
Prada, Manuel Páginas Libres/Horas de Lucha (Barcelona:<br />
Biblioteca Ayacucho).<br />
Gramsci, Antonio 1997 (1930) Los intelectuales y la organización de la<br />
cultura (Bu<strong>en</strong>os Aires: Nueva Visión).<br />
Guerrero, Andrés 1984 Haci<strong>en</strong>das, capital y lucha de clases (Quito: El Conejo).<br />
Ibarra Illanez, Alicia 1992 Los <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> y el Estado <strong>en</strong> el Ecuador (Quito:<br />
Abya Yala).<br />
Jaramillo Alvarado, Pío 1983 (1922) El Indio Ecuatoriano. Contribución al<br />
Estado de la Sociología Indo-Americana (Quito: Corporación Editora<br />
Nacional) Tomo I.<br />
Jaramillo Alvarado, Pío 1993 “Situación política, económica y jurídica<br />
del indio <strong>en</strong> el Ecuador” <strong>en</strong> Trujillo, Jorge (comp.) Indianistas,<br />
indianófilos, indig<strong>en</strong>istas, <strong>en</strong>tre el <strong>en</strong>igma y la fascinación (Quito:<br />
Abya Yala-ILDIS).<br />
Kapsoli, Wilfredo 1980 El P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de la Asociación Pro Indíg<strong>en</strong>a.<br />
(Cusco: C<strong>en</strong>tro Las Casas) Debates Rurales 3.<br />
Kristal, Efraín 1991 Una visión urbana de los Andes. Génesis y desarrollo del<br />
indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> el Perú 1849-1930 (Lima: Instituto de Apoyo Agrario).<br />
Lauer, Mirko 1997 Andes Imaginarios, discursos del indig<strong>en</strong>ismo 2 (Cusco:<br />
Sur/CBC).<br />
Lima, Antonio Carlos de Souza 1995 Um grande cerco de paz: poder tutelar,<br />
indianidad e formação do estado no Brasil (Petrópolis: Vozes).<br />
Marzal, Manuel M. 1989 (1981) Historia de la Antropología Indig<strong>en</strong>ista:<br />
México y Perú (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú).<br />
Mayer, Dora 1925 Zul<strong>en</strong> y yo, testimonio de nuestro desposorio ofrecido a la<br />
humanidad (Lima: Impr<strong>en</strong>ta Garcilaso)<br />
Mayer, Dora 1926 “Lo que ha significado la Pro-Indíg<strong>en</strong>a” <strong>en</strong> Amauta<br />
(Lima) N° 1, septiembre.<br />
Mayer, Dora 1933 El onc<strong>en</strong>io de Leguía (Callao/Lima: Tipografía Peña).<br />
Mayer, Dora 1992 “Memorias”. Seminario de Historia Rural Andina,<br />
Universidad de San Marcos, mimeo.<br />
72
Ladislao Landa Vásquez<br />
Melucci, Alberto e Diani, Mario 1998 (1992) “Nazioni s<strong>en</strong>za stato: i<br />
movim<strong>en</strong>ti etnico-nazionali in Occid<strong>en</strong>te”, Quito, FLACSO.<br />
Mor<strong>en</strong>o Yánez, Segundo y Figueroa, José 1992 El levantami<strong>en</strong>to indíg<strong>en</strong>a<br />
del inti raymi de 1990 (Quito: Fundación Ecuatoriana de Estudios<br />
Sociales/Abya Yala).<br />
Nolasco Armas, Margarita 1981 (1970) “A antropología aplicada no<br />
México e seu destino final: o indig<strong>en</strong>ismo” em Junqueira, C. e<br />
Carvalho, E. (org.) Antropología e Indig<strong>en</strong>ismo na <strong>América</strong> Latina<br />
(São Paulo: Cortez).<br />
Ortolan Matos, Maria Hel<strong>en</strong>a 1997 “O Proceso de Criação e Consolidação<br />
do Movim<strong>en</strong>to Pan-Indíg<strong>en</strong>a no Brasil (1970-1980)”. Tesis de<br />
Maestría <strong>en</strong> Antropología, DAN/UnB, Brasília, mimeo.<br />
Paz, Octavio 1983 Tiempo Nublado (Barcelona: Seix Barral).<br />
Ramos, Alcida Rita 1998 Indig<strong>en</strong>ism. Ethnic Politics in Brazil (Wisconsin:<br />
The University of Wisconsin Press).<br />
Reinaga, Fausto 1970 Manifiesto del Partido Indio de Bolivia (La Paz: Ediciones<br />
PIB, Talleres de Cooperativa de Artes Gráficas E. Burillo Ltda.).<br />
Reinaga, Fausto 1981a (1969) “Mi palabra” <strong>en</strong> Bonfil Batalla, Guillermo<br />
(comp.) Utopía y Revolución. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo<br />
de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Reinaga, Fausto 1981b (1974) “El P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del Nuevo Mundo”<br />
<strong>en</strong> Bonfil Batalla, Guillermo (comp.) Utopía y Revolución: El<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina<br />
(México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Reinaga, Ramiro 1981 “Ideología y raza <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina” <strong>en</strong> Bonfil<br />
Batalla, Guillermo (comp.) Utopía y Revolución. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (México DF:<br />
Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Rhon D., Francisco 1978 “Lucha étnica o lucha de clases: Ecuador; aporte<br />
para la discusión” <strong>en</strong> Val<strong>en</strong>cia, Enrique et al. Campesinado e<br />
Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (Lima: CELATS).<br />
Roel Pineda, Virgilio 1981 (1980) “Raíz y vig<strong>en</strong>cia de la indianidad”<br />
<strong>en</strong> Bonfil Batalla, Guillermo (comp.) Utopía y Revolución. El<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de los indios <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina<br />
(México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Said, Edward 1996 Repres<strong>en</strong>taciones del intelectual (Barcelona: Paidós)<br />
Sanchez, Luis Alberto 1976 (1927) “Ismos contra Ismos” <strong>en</strong> Aquézolo,<br />
Manuel (comp.) La Polémica del Indig<strong>en</strong>ismo (Lima: Mosca Azul).<br />
73
<strong>P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos</strong> <strong>indíg<strong>en</strong>as</strong> <strong>en</strong> <strong>nuestra</strong> <strong>América</strong><br />
Spivak, Gayatri Chakravorty 1994 (1988) “Can the Subaltern Speak” in<br />
Williams, P. and Chrisman, Laura (comps.) Colonial Discourse and<br />
Post-Colonial Theory (New York: Columbia University Press).<br />
Tamayo Herrera, José 1998 Liberalismo, indig<strong>en</strong>ismo y viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los<br />
países andinos (1850-1995) (Lima: Universidad de Lima).<br />
Trujillo, Jorge (comp.) 1993 Indianistas, indianófilos, indig<strong>en</strong>istas, <strong>en</strong>tre el<br />
<strong>en</strong>igma y la fascinación (Quito: Abya Yala-ILDIS).<br />
Valcárcel, Luis E. 1970 (1927) Tempestad <strong>en</strong> los Andes (Lima: Populibros<br />
Peruanos).<br />
Valcárcel, Luis E. 1981 Memorias (Lima: Instituto de Estudios Peruanos).<br />
Valderrama, Mariano 1978 “Los planteami<strong>en</strong>tos de Haya de la Torre y de<br />
José Carlos Mariátegui sobre el problema indíg<strong>en</strong>a y el problema<br />
nacional” <strong>en</strong> Degregori, Carlos Iván; Valderrama, Mariano;<br />
Alfajeme, Augusta y Francke Ballve, Marfil (comps.) Indig<strong>en</strong>ismo,<br />
Clases Sociales y Problema Nacional (Lima: CELATS).<br />
Warman, Arturo; Bonfil Batalla, Guillermo et al. 1970 De eso que llaman<br />
antropología mexicana (México DF: Nuestro Tiempo).<br />
Warman, Arturo 1978 “El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to Indig<strong>en</strong>ista” <strong>en</strong> Val<strong>en</strong>cia, Enrique et<br />
al. Campesinado e Indig<strong>en</strong>ismo <strong>en</strong> <strong>América</strong> Latina (Lima: CELATS).<br />
DOCUMENTOS<br />
Acta de Reconstitución de la Nación Aymara-Qhichwa. Manifiesto de<br />
Jach’ak’achi (Bolivia) 9 de abril de 2001. En <br />
12/09/01; .<br />
Estatuto Consejo Indio de Sud <strong>América</strong> (CISA) 1980. En<br />
13/01/01.<br />
Congreso Nacional Indíg<strong>en</strong>a. El Movimi<strong>en</strong>to Nacional Indíg<strong>en</strong>a, México,<br />
febrero de 1997. En <br />
15/06/01.<br />
CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de<br />
Bolivia) 1997 Historia de los Movimi<strong>en</strong>tos Indíg<strong>en</strong>as de Bolivia.<br />
Comité Ejecutivo Nacional. En 24/03/03.<br />
Dec<strong>en</strong>io Internacional de los Pueblos Indíg<strong>en</strong>as del Mundo. Docum<strong>en</strong>tos<br />
y Discursos. Anuario Indig<strong>en</strong>ista. Instituto Indig<strong>en</strong>ista<br />
Interamericano, México, Vol. XXXIII, 1994.<br />
Declaration of Barbados I 1971 World Council of Churches Programme<br />
to Combat Racism PCR 1/71 (E). En
Ladislao Landa Vásquez<br />
manifestos/barbados1.html> 22/06/01; 12/06/04.<br />
Declaración de Barbados II 1977. En Bonfil Batalla, Guillermo (comp.)<br />
Utopía y Revolución. El p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político contemporáneo de los<br />
Indios de <strong>América</strong> Latina (México DF: Nueva Imag<strong>en</strong>).<br />
Declaración de Barbados III 1993. En Anuario Indig<strong>en</strong>ista, (México DF:<br />
Instituto Indig<strong>en</strong>ista Interamericano) Vol. XXXII, diciembre.<br />
Declaración de Quito, julio de 1990. En 02/10/99.<br />
Seminario Internacional de los Derechos de los Pueblos Indíg<strong>en</strong>as, Quito,<br />
1992. En Anuario Indig<strong>en</strong>ista (México DF: Instituto Indig<strong>en</strong>ista<br />
Interamericano) Vol. XXXI.<br />
75