M A Y O - Antônio Tallon Y Castilla

se ha vuelto odioso para muchos hombres sensatos porque mentiroso. Sí, continuamos
pensando en el Señor, en nuestros ratos libres, pero en un señor mío muy distante y listo para
el consumo. Un señor que no se clava ni se siente. Los acontecimientos narrados en el
Evangelio son los mismos de siempre, pero los hombres que los leen son distintos en cada
época. Con el tiempo y el progreso, las mentes puras y virginales del cristianismo se cargaron
con plúmbeas experiencias seculares. El vehículo del cristianismo ha echado el freno. Poco
falta para que se pare el motor. ?Os dais cuenta? !!!Hay que predicar esto desde los tejados!!!
?Serían necesarios estos detalles en una narrativa sobre la vida y la obra de don Rafael
Belén? El valor histórico y la estrategia política de los Cursillos es, sin la menor duda, un
importante momento español en este breve siglo XX, y merece ser divulgado, como se divulgan
los maleficios de una epidemia. El Cursillo, decíamos, conquistó luego a la élite burguesa de
Córdoba; los cabecillas del capital condujeron sin mayores dificultades hacia la sana
conversión a todo un rebaño aristocrático. Un equipo de esa escuela se trasladó más tarde a
Colombia y otro a Puerto Rico, y en pocas semanas dejaron el terreno abonado y la simiente
dispuesta para prenderle fuego a una América abandonada. Rafael Belén desempeñó en ese
juego apenas el papel de un francotirador sin credenciales. Se trasladó a Brasil, solo, por su
cuenta y riesgo, y quizá se marchó de España con propósitos no muy definidos; ahora bien, sin
proponérselo, contabilizó los resultados apostólicos y políticos más espectaculares de las
Américas. Aguilar fue más caótico con la cruz que sus ancestrales con la espada. Consiguió,
incluso, reproducir en São Paulo y Rio de Janeiro lo primero que se había hecho antes en
Córdoba: construir una catedral de los Cursillos. Sí, se recaudaron fondos entre los cursillistas
más adinerados y los arquitectos pertenecientes al movimiento proyectaron el edificio en la
sierra de Córdoba. Cuando Rafael Belén pasó por su patria chica en 1967, sus antiguos
compañeros lo llevaron a la Casa, llamada “Casa de Cursillos, San Pablo”. Los constructores
siguieron a rajatabla las instrucciones metodológicas de don Juan Capó. La residencia, de
agradable sabor andaluz, contaba con un hermoso y florido patio interior, en el que se
respiraba espiritualidad y afecto, adornado con un olivo y una fuente en el centro. Un chorrito
de agua persistente le ponía música cristalina a la tranquilidad cerrada de aquel espacio
recoleto y encalado. En el Cursillo todo está previsto. Como la primera noche del Cursillo se ha
de convertir en un martirologio espantoso para los incorporados, y como su último acto